QUITO. 27.09.91. Ernesto Sábato nació el 24 de junio de 1911,
en la ciudad bonaerense de Rojas. Sus padres, inmigrantes
italianos como una buena parte de la población argentina de
comienzos de siglo, fundaron allí una prolífica familia: once
varones, entre los cuales Ernesto ocupó el penúltimo lugar.
El padre tenía un molino harinero. El futuro escritor,
perseguido por ráfagas melancólicas, se refugiaba en los
rincones del molino, acompañado por el más pequeño de sus
hermanos. Al término de una niñez introvertida, fue enviado a
la ciudad de La Plata, capital de la provincia, para iniciar
sus estudios secundarios.

Fue una etapa dura para el tímido adolescente, que despertó a
una variedad de estímulos intelectuales. Fue su maestro el
gran humanista Henríquez Ureña, quien alentó su vocación por
las letras; también le gustaba dibujar, pero al fin se
inclinaría hacia las ciencias. En 1930, ingresó Sábato en la
Facultad de Ciencias Físico Matemáticas de La Plata.

Por esos años, se inicia también su militancia política, que
lo acerca, primero a los grupos anarquistas y las filas del
Partido comunista. En 1934, fue enviado por la Juventud
Comunista a Bruselas para intervenir en el Congreso contra el
Fascismo y la Guerra, y en ese viaje se produjo la primera
crisis de sus convicciones politicas y filosóficas a causa de
los crímenes del estalinismo en los Procesos de Moscú.

Empezó a plantearse agudamente la contradicción entre el
conocimiento científico -seguro refugio, frente a la
hostilidad del mundo- y la acción política. El arte, tercero
en esta polémica, vendría a presentarse como actividad
mediadora por excelencia, capaz de enlazar la acción y el
conocimiento racional por esa otra vía del sentimiento y la
intuición.

Inicia sus primeros bocetos novelísticos, y en 1934, une su
destino al de Matilde Kusminsky-Richter, la esposa que lo ha
acompañado en los buenos y malos momentos de su vida y con la
que ha tenido dos hijos: Jorge Federico y Mario. Sucesivos
viajes a Europa dieron a Sábato un contacto directo con
pintores y escritores surrealistas; conoció a Oscar Domínguez
y a Breton, sintió el llamado irracionalista de un movimiento
complejo e incitante, pero fue asimismo un crítico del
surrealismo europeo como lo han sido otros escritores
latinoamericanos.

Al iniciarse la década de los cuarenta, Sábato toma una
resolución que asume tintes heroicos frente a la resistencia
de muchos de sus amigos: dejar su profesión, que ya contaba en
él con un brillante investigador. Se instala pobremente por
un año en las sierras de Córdoba, de donde regresará con los
originales de su primer libro: Uno y el universo. La
persistencia de sus ideas de renovación social haría difícil
su relación con el grupo "Sur", en cuya revista colabora. La
posición independiente de Sábato en contra de todas las
dictaduras, tanto de la derecha como de la izquierda, lo
margina por los dos lados, pero mantendrá empecinadamente su
posición a lo largo de toda su vida con relación al peronismo,
que emerge en esos años, mantuvo la distancia de muchos
intelectuales, más tarde arrepentidos. Con el tiempo, se
acerca a las filas de un radicalismo popular que recoge
banderas peronistas.

Sábato vivió duros años de trabajo en distintas actividades.
A partir de 1948, se inicia su reconocimiento como escritor,
con una amplia trayectoria que recoge distinciones de varios
países y organismos.

LAS NOVELAS

Un camino de introspección e indagación profunda como el
emprendido en 1940 por Ernesto Sábato, sólo podía expresarse
por mediación simbólica de la ficción.

Su obra novelística constituye una trilogía que invita a ser
considerada desde la ecuación obra-vida: tres etapas en su
trayectoria vital que condicionan a su vez modos de
estructuración y expresión novelística. También podríamos
anotar que esas tres instancias, se abren concéntricamente en
torno de nucleamientos semánticos ya planteados en la primera
novela, configurando así la superunidad que es típica del
escritor barroco. Típica del barroco no como estilo, sino
como actitud vital, relacionante, religiosa en esencia, que
sitúa a cada elemento de la realidad en relación con un centro
expreso o tácito.

De tal manera, las novelas de Sábato constituyen la búsqueda
de ese centro, la indagación en el laberinto de un mundo en
que el héroe-novelista se sumerge con su experiencia viva y su
alerta capacidad intuitiva para extraer de esa inmersión
valerosa los gérmenes de su propio equilibrio, de su salud
espiritual, de una remota e inexplicable razón de la
existencia. En suma, la búsqueda misma va desvelando lo
buscado. (Biografías, el autor y su obra, Oveja Negra, p 137-
139)

EXPLORED
en Ciudad N/D

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