Estrategia Opositora

ESTRATEGIA OPOSITORA, por Felipe Burbano de Lara

Quito. 03. 10. 90. (Opinión). Decir que el Congreso actúa por
odio, inmediatismo, revanchismo, oportunismo, canibalismo,
resentimiento o tronchismo, no es suficiente -aunque no deje
de ser verdadero- para explicar la actual pugna de poderes
entre el Ejecutivo y el Congreso.

Puede ser que como país nos caracterice un cierto primitivismo
en nuestras formas de hacer política, pero también puede haber
una estrategia opositora en contra del gobierno.

La pregunta sería, entonces, la siguiente: ¿qué derivaciones
tiene para el país y el gobierno de Borja, como exponente de
la centro izquierda, la actitud hostil e "irracional" del
actual Congreso?

La respuesta a esta pregunta trata de dar sentido a las
"absurdas" e "irracionales" prácticas parlamentarias del
roldosismo y el socialcristianismo.

Una primera respuesta parece obvia: esas dos grandes fuerzas
políticas de oposición quieren colocar al régimen de Borja en
una situación de ingobernabilidad. Llevar la pugna hasta tal
punto que el gobierno sea desbordado por una situación
política conflictiva.

Y de alguna manera lo están logrando.

El presidente cae en el juego bajo del insulto político cada
vez que se refiere al Congreso -algunas declaraciones de Borja
nos han recordado el lenguaje y el estilo del ex presidente
Febres Cordero; clausura las frecuencias de una radio que lo
acusa infundadamente, y no asiste a una cumbre de 70
mandatarios en favor de los niños -aunque haya declarado que
los niños son sus guardaespaldas y el director de la UNICEF
haya venido al Ecuador y lo haya invitado personalmente- por
lo delicado de la situación política interna.

Pero las decisiones del Congreso, polémicas y muchas de ellas
ilegales -como la destitución del superintendente de Bancos,
la congelación de los precios de los combustibles y la
pretendida remoción de la actual Corte Suprema de Justicia-
parecen ir más allá de solo querer provocar la furia del
presidente. Su propósito es crearle situaciones de tal
naturaleza, que se vea obligado a actuar de la misma manera
que el ex presidente Febres Cordero, es decir, que lo lleven a
desconocer las decisiones del Congreso, como de hecho ha
sucedido ya con los precios de los combustibles y la
destitución del Superintendente de Bancos.

¿Qué pasará si finalmente el Congreso aprueba la resolución
con la cual se destituye a los magistrados de la Corte?
¿Tendrá Borja que mandar tanques para que no los saquen de
allí?

Si la oposición logra su objetivo, Borja aparecerá como un
mandatario autoritario como Febres Cordero -ninguno de los dos
respetó decisiones del Congreso- y con ello quedarán
desvirtuadas la democracia formal y las críticas de
autoritarismo que se hacen a la derecha. En otras palabras,
toda argumentación crítica en contra de la derecha por su
vocación autoritaria quedaría desvirtuada al trazar un
paralelismo entre el comportamiento de Febres Cordero y el de
Borja. Se trata, sin duda, de una estrategia claramente
reaccionaria. Intenta dar continuidad a las relaciones de
poder, al crear la sensación de lo existente como inevitable e
inamovible. Elimina las diferencias, homogeniza las prácticas
políticas y las hace perder identidad. Una estrategia con
efectos graves para la democracia, pues se procesa en la
conciencia ciudadana en una fórmula sencilla: "todos son la
misma pendejada".

Es una operación con los mismos efectos, aunque con propósitos
distintos, a la que suele hacer la izquierda -para presentarse
como "la" alternativa- cuando no establece diferencias entre
Febres Cordero y Borja. Su visión totalizadora les lleva a una
miopía peligrosa, pues les impide reconocer matices, bajo el
supuesto de que los matices son simples variaciones de forma
de las mismas fuerzas. Supongo, por último, que atribuir
cierta inteligencia a la oposición aumentará la capacidad del
gobierno para pensar y actuar. (A-4).