Quito. 16.06.92. La noticia recorrió todo el mundo a través de
los despachos de las agencias internacionales de prensa Reuter y
AFP.

La pequeña Theresa, quien había nacido sin cerebro el 21 de marzo
de 1992, en Fort Lauderdale, murió pocas horas después de que la
Suprema Corte de Florida negara la autorización para que sus
órganos pudieran ser trasplantados a otros niños enfermos.

Los padres de Theresa, Justin Pearson y Laura Campo, lucharon
nueve días contra la justicia de ese Estado para obtener el
derecho de declarar clínicamente muerta a su hija y poder donar
sus órganos, vitales antes de que se deterioraran.

Un juez local rechazó la solicitud de los padres por estimar que
no se pueda considerar muerta a la niña porque nació sin cerebro
ni cerebelo, pero s le funcionaba el tronco cervical.

La decisión del juez fue confinada después por un tribunal de
apelación y por el Tribunal Supremo del Estado.

El caso suscitó polémica en Fort Lauderdale, donde algunos
activistas antiaborto manifestaron contra los padres y algunos
abogados señalaron el vacío jurídico en la materia ya que,
legalmente, la muerte se define en base al cese de la actividad
cerebral.

"¿Cómo comprobar que el cerebro ha dejado de funcionar cuando no
hay cerebro?", señaló el abogado de los padres, Scott Mager.
"Theresa era un regalo de Dios... No fue creada por Dios para
(ser utilizada como) piezas sueltas", argumentaban por su parte
los manifestantes antiaborto.

En Holanda el gobierno presentó un proyecto de ley que permutará
a los médicos poner fin a la vida de un paciente terminal bajo
condiciones estrictas.

Sin embargo, la eutanasia sigue siendo técnicamente un delito,
que expone a los médicos a una pena máxima, en ese país, de 12
años de cárcel si un tribunal decide que no siguió estrictamente
las condiciones establecidas.

El proyecto de ley en esencia pretenda lograr un equilibrio
delicado entre la obligación del gobierno de proteger la vida y
el derecho del individuo a morir con dignidad.

La propuesta gubernamental obligaba a los médicos a notificar al
forense que realizaron la eutanasia y a hacer una narración
detallada de las circunstancias, conforme a un acuerdo de 28
puntos.

Las principales condiciones para aplicar la eutanasia son que el
paciente debe tener una enfermedad terminal, incurable, y padecer
de dolor insoportable: además debe presentar un pedido bien
considerado de eutanasia y el médico debe consultar a un colega
antes de aceptarla.

EN ECUADOR NO HAY LEGISLACION

En Ecuador, hablar de la eutanasia, al igual que en otros países,
representa plantearse varios criterios e interrogantes,
especialmente, de los involucrados en el tema como los
religiosos, médicos y abogados.

No obstante, la mayoría de las opiniones van en contra de la
práctica de la eutanasia, mas aun si se toma en cuenta que en
Ecuador y Latinoamérica el mayor porcentaje de la población es
cristiana.

De acuerdo a unos datos obtenidos por un grupo de estudiantes de
la Facultad de Comunicación Social de la Universidad Central,
durante una investigación de la opinión de los enfermos
incurables, médicos y público en general, sobre la eutanasia, el
36 por ciento del grupo de encuestados de pacientes incurables
acepta la eutanasia como medida para borrar el sufrimiento.

El 48, mientras tanto considera que la decisión final no debe ser
tomada por los hombres sino por Dios.

La encuesta se realizó a 250 personas con algún tipo de enfermedad
incurables. Los resultados en el caso de los médicos, de 100
encuestados, el 58 por ciento está a favor de la eutanasia y el
32 por ciento se muestra contrario a su practica.

Un 10 por ciento se mostró inseguro de su actuación en algunos
casos. De una muestra de jóvenes estudiantes, trabajadores de
oficina y personas adultas en general, el 62 por ciento se
manifiesta contrario a la eutanasia.

Un porcentaje similar negó la aplicación de la eutanasia para sus
propios familiares. Según la opinión de algunos abogados, la
posibilidad de la creación de una legislación que justifique la
aplicación de la eutanasia debe ser motivo de análisis.

Su practica, consideran, debería ser controlada por alguna
institución. La eutanasia sería aplicada a las personas que
padecen alguna enfermedad considerada incurable, como cáncer,
tuberculosis, sida, que conllevan una agonía lenta y dolorosa.

En materia legal, la legislación del Ecuador castiga la práctica
de la eutanasia, por considerarla como una muerte provocada. La
pena aplicada, en el caso de comprobar su aplicación, es la
máxima establecida por la ley.

También están las opiniones de otros juristas que consideran que
la aplicación de la eutanasia en Ecuador no debe darse, porque no
se puede disponer de la vida humana de esa manera.

En el Código Penal ecuatoriano, en sus diferentes artículos y
numerales, no se contempla de manera especifica la eutanasia,
pero sí se establece las sanciones en los casos de homicidio y
asesinato.

Similar situación sucede en la Constitución, a diferencia de que
en ella se mencionan los derechos humanos, especialmente, el
respeto y protección a la vida.

LA VIDA CREACION DE DIOS

"Dios da la vida"... "La alegría y la esperanza, el luto y la
angustia de los hombres ..." Estas palabras sintetizan el
pensamiento cristiano sobre la vida.

Para la iglesia católica la practica de la eutanasia no tiene
acogida. Su forma de concebir la vida y sufrimiento de los
cristianos es diferente.

Según el arzobispo de Quito, Antonio González, solo Dios es el
dueño de la vida, por lo mismo ninguna persona puede provocar
directamente la muerte de un semejante, porque ello sería cometer
un asesinato.

Para reforzar su reflexión, el arzobispo de Quito cita el quinto
mandamiento cristiano: "No matarás". En el caso de los enfermos
incurables, Antonio González considera que se debe buscar los
remedios calmantes necesarios, pero de ninguna manera provocar su
muerte. Ante una propuesta de legalización de la eutanasia en el
país, la iglesia no la aceptara, por ser inconveniente e inmoral.

Desde el punto de vista moral, plantea el arzobispo, aun en el
caso de que un enfermo incurable pida la aplicación de la
eutanasia no es lícito.

"La misma persona no puede a sí misma privarse de la vida y peor
otra persona quitarle la vida." En estos casos, la labor de los
sacerdotes es elemental para la iglesia católica.

Ellos son los encargados de atender a los enfermos mediante la
administración de los sacramentos, la confesión, la unción de los
enfermos y, obviamente, despertar la fe como fuente de fortaleza
cristiana, para darle una motivación sobrenatural que se una a
los sufrimientos de Jesucristo.

ANTE TODO, SALVAR LA VIDA

La practica médica esta orientada a salvar la vida humana; de
ello están convencidos quienes han optado por ser médicos.

Sobre el tema de la eutanasia opina el presidente de la
Federación Médica Ecuatoriana, Carlos Sánchez.

Para emitir su criterio se basa en el Código de Etica Médico,
artículo 90, sobre eutanasia que señala: los médicos no están
autorizados para abreviar la vida de los enfermos; frente a un
enfermo incurable, la misión es aliviar el dolor mediante los
recursos terapéuticos del caso.

No obstante, el Código también contempla los casos establecidos
de muerte cerebral de acuerdo con las normas internacionales
vigentes, que no justifica las acciones excepcionales para
prolongar las manifestaciones vitales de las estructuras
biológicas residuales.

Es decir, al determinar que la vida de un paciente esta por
acabarse, los médicos no están obligados a realizar acciones
excepcionales para prolongar la vida a determinados tejidos.

Los médicos siempre pretendemos que la vida de un paciente sea
lúcida, de relación, de utilidad personal.

En los casos en los cuales se encuentran indicadores clínicos
instrumentales que revelan una situación es insalvable o son
incompatibles con la dignidad de la persona, sostiene Sánchez,
queda al criterio del médico y de los familiares suspender los
procedimientos extraordinarios.

El indicador para saber que una persona esta relacionada con su
vida, constituye su conciencia; en el momento que pierde la
conciencia con el entorno, significa que la enfermedad se pone
insalvable sin que sea final.

Para Carlos Sánchez carece de sentido realizar ciertas medidas
extremas, procedimientos o acciones médicas cuando se sabe que no
darán resultado.

Ello, enfatiza, no significa practicar la eutanasia, y los
médicos, ante todo:, deben preservar la vida, aliviar el dolor y
hacer que las personas fallezcan en condiciones dignas. (Tomado
de El Comercio) (2B)
EXPLORED
en Ciudad N/D

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