Quito. 06.11.94.
LA COCA PARA VIVIR
Son algo más de 120 mil campesinos los que viven en las
riberas del colombo ecuatorianas del Putumayo, entre Puerto
AsÃs, Puerto El Carmen y Puerto LegÃsamo. En el lado
colombiano se cultiva y procesa la coca y se convive con la
guerrilla. El ejército colombiano no entra a la zona a menos
que sea con un gran operativo.
En el lado ecuatoriano no hay una sola planta de coca,
básicamente por el efectivo control militar.
Sin embargo, ya sea por la violencia o la situación económica,
millares de campesinos colombianos viven desde hace más de 20
años en el lado ecuatoriano. La mayorÃa no tiene papeles como
cédula o visa, a pesar de varios convenios binacionales. Esto
no solo que les obliga a inscribir a sus hijos como
colombianos sino a no invertir en sus tierras ya que no tienen
el tÃtulo de propiedad: "No sabemos cuándo alguien nos va a
sacar de la tierra de donde vivimos", dice un campesino de
CuembÃ.
La situación para ellos se agravó a raÃz de la emboscada con
el incremento de los retenes militares ecuatorianos en el rÃo.
Y como "por principio" (o prejuicio) todo indocumentado es
sospechoso, se les dificulta hasta el transporte por el rÃo y
el comercio de sus productos. "Ecuador nunca nos presta un
buen servicio porque somos colombianos y no tenemos papeles.
Colombia tampoco nos brinda ningún servicio porque residimos
en el Ecuador", es la expresión de otro campesino del
Putumayo.
LA MOCHILA MAGICA
De todas maneras, ser colombiano o ecuatoriano en las riberas
importa poco para los campesinos. Es más, muchos campesinos
ecuatorianos "pasan al otro lado" a trabajar como jornaleros
en las plantaciones de coca, sobre todo cuando hay mayor
necesidad económica como la entrada a clases o la Navidad.
Un campesino colombiano que vive más de 10 años en la
comunidad ecuatoriana de Restrepo, informa que ellos viven en
Ecuador porque la hectárea de tierra es tres veces más cara en
el lado de Colombia, en parte por la coca, en parte porque
tienen escrituras.
¿Por qué cosechan coca a pesar de los riesgos? La relación es
simple: una tonelada de plátano paga lo mismo que una mochila
de hoja de coca ¿y cómo se transporta una tonelada de plátano
por el rÃo.
Un pasaje entre Puerto AsÃs y El Carmen cuesta 12 mil pesos.
En quintal de maÃz se paga en 8.000 pesos (24 mil sucres) en
Puerto AsÃs; un kilo de pasta de coca paga un millón de pesos
(3 millones de sucres). Los jornaleros en las plantaciones de
coca ganan 17 mil sucres diarios, y 10 mil en otros sembrÃos.
Se paga 1.300 pesos la arroba de hoja de coca cosechada: a
buen ritmo un trabajador cosecha diariamente 10 a 12 arrobas.
En la elaboración de la pasta un muchacho puede ganar hasta
100 mil pesos en una noche. Los domingos en Piñuña Negra,
población ribereña colombiana de 10 mil habitantes, la pasta
de coca, similar a los bloques de panela, se vende en el
mercado, como cualquier feria agrÃcola de la zona. En una
hectárea pueden cultivarse hasta 10 mil matas de coca.
VIOLENCIA
A finales de los 80 y principios de los 90, la región del
Putumayo compartió con otras regiones de Colombia la violencia
ejercida por motivaciones polÃticas.
Por los intereses privados del narcotráfico y de sus
conflictos con la guerrilla, se conformaron ejércitos privados
de hombres provenientes de Puerto Boyacá, y entre 1989 y 1991
se desencadenó una ola de asesinatos y desapariciones de
miembros de la Unión Patriótica y campesinos acusados de
colaborar con la guerrilla.
La criminalidad, asociada al narcotráfico como ajustes de
cuentas alcanzó cifras escandalosas. "Los cadáveres bajaban
por el rÃo. Solo en Puerto Asis se registraban cuatro muertos
diarios", dice una misionera colombiana que trabaja en las
comunidades ribereñas.
En 1991 un episodio sin precedentes alteró definitivamente la
estructura de la violencia en la zona: las Farc expulsaron
a los grupos paramilitares del Putumayo, que, según denuncias
hechas en las prensa colombiana, contaban con la aquiescencia
de miembros del ejército y la policÃa.
Testimonios recogidos en Puerto Asis, señalan que la violencia
polÃtica ha disminuido sustancialmente en la zona. Aunque
persiste la criminalidad vinculada al narcotráfico, sobre todo
el casco urbano de Puerto Asis. La guerrilla ha cometido
también violaciones a los derechos humanos, como la masacre de
policÃas en Orito, en 1992, y últimamente la de los
ecuatorianos en Peña Colorada.
Organismos especializados de Colombia estiman hasta en
100 mil el número de desplazados por la violencia paramilitar,
que se desató en 1987.
LAS MOTOS RUGEN EN LA AMAZONIA
"Hong Kong" se llama a la entrada a Puerto Asis. Decenas de
botes permanecen cerca a la orilla, entre los que destacan
bares flotantes. La tarde y el calor dan para una cerveza
"Poker".
Diez minutos en ranchera y llegamos a la plaza principal:
lodosa y con una luz limitadÃsima, pero espectacular: es el
fin de la campaña para alcaldes y gobernadores y los caballos
de paso fino llevan a elegantes jinetes.
Pero lo que más impresiona de Puerto Asis es la cantidad
inverosÃmil de motos. En una población de 45 mil habitantes
hay al menos 10 mil motos en circulación. Son las luciérnagas
del Puerto y, para las calles llenas de baches, son el
vehÃculo perfecto. Pero hay una razón más importante que
explica el párroco de AsÃs, Victor Arciniegas: la mayorÃa de
motociclistas son mensajeros de pequeños capos del
narcotráfico. Llevan la pasta en sus morrales, entran a los
laboratorios por caminos intransitables para un carro, huyen
con facilidad ante el acoso.
Esta ciudad, crecida a la maldita sea, con pocas calles
pavimentadas, servicios casi nulos, ni un solo sitio de
recreación "sana", tres radiodifusoras, 15 discotecas, decenas
de "wiskerÃas", vive, según sus propios habitantes, de la
coca: 40 toneladas anuales de pasta se comercializan en esa
zona del Putumayo, y Puerto AsÃs es la capital del negocio.
Las denuncias sobre la situación en las riberas del Putumayo
causó resquemor en los habitantes de la ciudad. Tanto que
pidieron a las autoridades que impidieran el ingreso de
productos ecuatorianos y se expulsara a los comerciantes de
nuestro paÃs, que controlan el San Andresito del lugar
(similar a La Ipiales de Quito). Pero eso ha pasado, ahora los
otavaleños (¿dónde no?) circulan con su carga de sombreros y
tejidos por los locales del lugar.
Doris Ruano, la fiscal de Puerto AsÃs, está indignada con el
caso Putumayo. Hasta ella han llegado muchas denuncias de
atropellos de militares ecuatorianos contra los colombianos de
la zona. Pero eso se debe, más que nada, "a la tolerancia de
las propias autoridades colombianas sobre estos hechos", dice.
Y relata cómo hizo llegar las denuncias a la cancillerÃa de su
paÃs, al ejército, a otras autoridades...y nada: "En Bogotá
para nada les importa el Putumayo". Las crÃticas se dirigen
también a la ex-canciller Nohemà Sanin. Para las autoridades
de Puerto Asis, la guapa funcionaria silenció las denuncias
con el afán de ganar el voto ecuatoriano para César Gaviria en
su camino a la OEA.
...Y BILL CLINTON
Pero no todo es coca en Puerto AsÃs. También hay gente
vinculada a la iglesia, médicos, profesores, que tienen una
opción clara: luchar contra la violencia y buscar el
desarrollo de la zona.
Algo muy indignante para ellos es que mucho dinero circula por
la ciudad y se vive en condiciones muy precarias. "Los capos
de la droga no invierten ni un peso en el lugar donde viven.
Su dinero está en quintas lujosas de Bogotá o MedellÃn",
dicen, quizá evocando la "generosidad" de Pablo Escobar con su
Envigado natal.
Establecer planes de desarrollo es una utopÃa, señalan. El
gobierno colombiano establece únicamente planes que estén de
acuerdo con las necesidades de Estados Unidos, manifiestan.
Hay una desprecio a los nortemericanos. Un borrachito, en una
noche de domingo, viendo nuestra cámara de fotos y facha de
transeuntes nos espetó: "ÂGringos hijueputasÂ".
Y aunque se han registrado "apenas" 157 muertos en 1993, queda
en la conciencia de la gente el terror a morir asesinado por
cualquier manifestación pública, aunque sea para reclamar el
agua potable.
La gente sufre de paludismo ,tuberculosis, parasitosis. Y el
aborto es una de las tres primeras causas de muerte de Puerto
Asis,señala el doctor Héctor Córdova, un médico que tiene
cinco cargos públicos "porque nadie quiere ir a trabajar
allá".
Córdova dice que hay niñas de 13 años con tres abortos y que a
mujeres de 17 años les han tenido que sacar el útero por
abortos mal hechos. Por lo barato, las mujeres de Puerto Asis
se hacen los abortos en Lago Agrio.
La coca no es un tabú en el Putumayo, peor en Asis: "No nos
digamos mentiras, dice una autoridad civil, el narcotráfico es
rentable para la economÃa nacional y mundial". Y todo el mundo
por allá es conciente de eso..."todos, menos Bill Clinton".
(REVISTA BLANCO Y NEGRO, P. 6-8)
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Publicado el 06/Noviembre/1994 | 00:00