EL SELA EN LA DECADA DE LOS NOVENTA (II), por Carlos Pérez del
Castillo (*)
Caracas. 14. 10. 90. El campo donde más ha sobresalido y se
ha destacado la acción del Sela es el de la consulta y
coordinación de posiciones de los países de la región frente a
los grandes temas y las negociaciones internacionales.Dos
ejemplos de importancia son ilustrativos de los logros
alcanzados en este campo. El primero se refiere a la posición
común en materia de deuda externa, adoptada por los 26 países
del Sela en la conferencia regional sobre el tema, celebrada
en junio de este año, en la cual se aprobó una propuesta
regional que contempla soluciones específicas para los cuatro
tipos de deuda y un plan de acción con modalidades prácticas y
realistas de seguimiento.
El segundo ejemplo es la presencia cada vez más relevante del
Sela en las sucesivas rondas de negociaciones comerciales
multilaterales que se han realizado dentro del marco del Gatt
y muy particularmente en la actual ronda Uruguay, donde la
región está presente, participa de manera activa y concertada
en todos los grupos de negociación y tiene por primera vez un
peso y un poder de negociación que no es despreciable, gracias
a la eficaz y oportuna coordinación regional dentro del
contexto del Sela.
En el complejo campo de la cooperación regional, que es junto
a la coordinación y consulta el otro pilar del Sela, hay que
reconocer que no todos han sido logros, ya que lo obtenido se
halla por debajo de nuestras expectativas y de las necesidades
siempre crecientes en esta materia. Sin embargo, el papel del
Sela no puede subestimarse y se ve reflejado en resultados
concretos importantes, incluyendo el establecimiento de sus
comités de acción.
Además, debe destacarse el papel importante que ha jugado el
Sela en impulsar la noción de sistema latinoamericano, que
procura la participación plena en todas sus actividades e
instrumentación de sus mandatos, de todo el rico patrimonio
institucional de la región que son los organismos regionales
con mandatos, competencias, especialidades e intereses comunes
o afines.
Se han hecho esfuerzos importantes y con positivas
consecuencias en la racionalización y coordinación de los
esfuerzos de los diferentes organismos regionales y
subregionales para aprovechar mejor los escasos recursos
disponibles en la región, evitar duplicaciones innecesarias y
costosas, obtener una mayor eficiencia en sus contribuciones y
de esta manera propiciar una respuesta más efectiva a las
verdaderas necesidades y prioridades de los países de la
región.
En cuanto al futuro, pienso que la acción del Sela deberá
orientarse cada vez más a contribuir a una definición de una
nueva estrategia de desarrollo regional frente a un sistema de
relaciones internacionales sujeto a profundas y relevantes
transformaciones.
En el campo de la integración es importante destacar que
recientemente han empezado a surgir señales alentadoras de la
región que indican que este tema se está considerando con una
nueva actitud y urgencia.
Sin embargo, no aparece aún a la altura de los enormes
desafíos que enfrentamos. Persiste muchas veces la
insistencia en mirar la proyección de cada uno de nuestros
países a través de enfoques individuales y no de visualizar
nuestro futuro como parte del engranaje de América Latina y el
Caribe, visto como una unidad con objetivo único, como un
bloque económico y político que conjugue todos nuestros
intereses.
Soy consciente que dar el paso de subordinar las acciones
individuales por aquellas conjuntas, en cuestiones de alta
sensibilidad política, no es tarea fácil y requiere de
profundos cambios mentales, confianza colectiva, grandeza y
coraje.
(*) El diplomático uruguayo Carlos Pérez del Castillo es el
secretario permanente del Sela. Anteriormente se desempeñó
como funcionario de Unctad y Cepal. (A-4).