Quito. 22.09.91. Paralelamente al grave problema de la alta
tasa de inflación que golpea a la economÃa de los sectores más
vulnerables de la sociedad, el desempleo y el subempleo
constituyen los problemas sociales más crÃticos y, por lo
mismo, los más afectados son los jóvenes entre 15 y 24 años
que conforman más del 55 por ciento del total de la población
nacional.
Cifras oficiales de los censos nacionales y de la Encuesta
Permanente de los Hogares revelan que en la década del
setenta, el 87 por ciento de los desempleados están hombres y
el 13 por ciento mujeres; en la década del 80, el desempleo se
incrementa en las mujeres al 22 por ciento y decrece en los
hombres el 78 por ciento, mientras que para la década del 90,
el 53 por ciento de desempleados lo constituyen las mujeres y
el 43 por ciento los hombres.
Desempleo juvenil.
Similar tendencia se observa en las tasas de desempleo
abiertas de la población económicamente activa (PEA) del área
urbana juvenil, según la encuesta efectuada en 1988. En esta
investigación, las mujeres entre los 15 y 19 años tienen una
tasa de desempleo del 17.6 por ciento y los hombres de la
misma edad el 11,4 por ciento. Entre tanto, las mujeres
comprendidas entre los 20 y 24 años registran una tasa de
desempleo más alta (21.2 por ciento) mientras que los hombres
de esa misma edad registran un 12.7 por ciento de desempleo.
En la estructura de la PEA urbana joven. por sector de la
población comprendida entre los 20 y 24 años, el 58.16 por
ciento trabaja en el sector moderno, el 32.61 por ciento en el
sector informa urbano y el 9.30 por ciento en actividades
agrÃcolas o de servicio doméstico. Los jóvenes comprendidos
entre los 15 y 19 años trabajan el 37,69 por ciento en el
sector moderno, el 44.14 por ciento en el sector informal
urbano y el 18.17 por ciento en actividades agrÃcolas o de
servicio doméstico.
Signo de Crisis
Las altas tasas de desempleo juvenil resultan de la
combinación de las presiones de signo contrario que ha
impuesto la crisis; empuja al mercado de trabajo a más
miembros de los hogares para contrarrestar sus efectos
nocivos, y al mismo tiempo, ocasional es estrechamiento de la
demanda laboral. Un estudio del ILDIS señala que hacia fines
de 1989 y el 17 por ciento de los hogares ecuatorianos se han
colocado bajo la lÃnea de la pobreza.
La investigadora Magdalena León asegura que la desocupación
abierta incide con más agudeza en los estratos de instrucción
intermedia y presenta un impacto notablemente menor para los
sectores que se ubican en los niveles de educación mÃnima y de
estudiantes de estudios superiores completos.
Según las encuestas de los hogares, los jóvenes de los
estratos más pobres que se incorporan más tempranamente al
mercado de trabajo, tienen como puerta de entrada al sector
informar urbano, y en el caso de las mujeres se mantiene como
espacio significativo el servicio doméstico, con todo lo que
conlleva de inestabilidad laboral y estrechez de ingreso.
Sector de economÃa urbana.
Los sectores de la economÃa urbana muestran tendencias
recesivas en cuanto a generación de empleo. Los resultados de
la última encuesta de hogares (1989) revelan que en el sector
moderno ha caÃdo drásticamente la capacidad de absorción de
mano de obra y han aumentado los despidos. El sector informal
urbano ha llegado a niveles de saturación y a su interior solo
encuentran -eventualmente- cabida los trabajadores por cuenta
propia (que deben disponer de un mÃnimo capital inicial), no
asà los asalariados.
El estudio del ILDIS señala que el sector público que en
otrora se constituyó en una importante fuente de empleo,
especialmente para jóvenes con instrucción media y superior,
va restringiendo esas posibilidades; más aún, con las
anunciadas reformas que buscan reducir el tamaño del Estado,
lo que hace prever no solo el congelamiento del empleo
público, sino inclusive, la expulsión de la fuerza laboral.
Perspectivas laborales.
Las perspectivas laborales están dadas en el marco de
substanciales transformaciones económicas sociales conducidas
por la adopción del modelo aperturista de la integración
andina que reoriente la producción hacia el mercado exterior,
y sustenta sus posibilidades de éxito, de competitividad, en
las ventajas comparativas de nuestros recursos naturales y de
la fuerza laboral abundante y "barata".
Al respecto, la investigadora Magdalena León asegura que, en
este esquema, las posibilidades de mejorar los niveles de
empleo están sujetas a la "Flexibilización" del mercado
laboral que está siendo impulsada como un requisito básico
para el funcionamiento de un esquema de desarrollo económico y
que, en buenas cuantas, implica la legitimización y ampliación
de las condiciones precarias que prevalecen en el mercado
laboral. Es decir que, si en el mejor de los casos aumenta la
demanda de fuerza de trabajo, será por medio de la generación
de empleos precarios, de baja calidad. (A-2)
en
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Publicado el 22/Septiembre/1991 | 00:00