París. 03 feb 96. Láser gigantes, supercomputadoras,
radiografías relámpago que espían el corazón de las bombas
termonucleares: las armas de la simulación, que permitirán
pasar de los ensayos a las bombas virtuales, tras la última
campaña de ensayos en el Pacífico, están ya prontas para
probar el arsenal nuclear francés.

El Presidente Jacques Chirac confirmó el miércoles que Francia
está en posesión de los datos técnicos necesarios para pasar a
la simulación.

El principio de la simulación consiste en modelar el
funcionamiento de un arma para poder predecir su acción y
efectos a partir tan sólo sus características técnicas. Es un
método basado en el cálculo y las experiencias de laboratorio.

La tarea es ardua, ya que las condiciones extremas que se dan
en un arma termonuclear son a veces superiores a las que
reinan en el Sol.

"Por lo tanto, es especialmente difícil reproducirlas en
laboratorio", reconocía recientemente el director de
aplicaciones militares en la CEA (Comisariado francés de la
Energía Atómica), Jacques Bouchard.

Los especialistas franceses trabajan ya en la puesta a punto
de esta simulación, que, tras la firma del Tratado de
Prohibición de los Ensayos, deberá garantizar por sí sola la
fiabilidad del arsenal nuclear francés.

Hasta entonces queda mucho por hacer, en particular para
controlar meticulosamente la repetición física de los
complejos fenómenos que intervienen en una reacción en cadena.

La pieza clave del sistema es el "Láser MegaJulio", construido
en el Centro de Estudios Científicos y Técnicos de Aquitania.
Se trata de un conjunto de 240 haces de luz láser, el
principal de los cuales mide 60 metros de alto y ocupa una
superficie equivalente a dos campos de fútbol.

Este gigante de la técnica recreará "en laboratorio" las
condiciones de una explosión nuclear y permitirá estudiar los
fenómenos que se desencadenan en las reacciones de fusión
termonuclear.

Arsenal nuclear puede destruir mil veces el planeta

Los arsenales de las cinco potencias nucleares oficiales
(Estados Unidos, Rusia, China, Gran Bretaña y Francia) y de
las no declaradas, siguen siendo considerables y aún capaces
de destruir miles de veces el planeta.

Antes del acuerdo de desarme START II (enero de 1993), que fue
ratificado por el Senado norteamericano el viernes pasado,
pero aún no por Moscú, las reservas de armas nucleares de los
cinco países eran globalmente 21.500 cabezas nucleares. Estas,
de todo tipo y montadas sobre todo tipo de lanzadores, van de
los misiles terrestres con cabezas múltiples a los lanzados
por submarinos.

En julio de 1991, en el momento de la firma del tratado de
desarme nuclear START I, Estados Unidos disponía de 9.986
ojivas nucleares y Rusia (la URSS de entonces) de 10.237. Con
START II, esas cifras bajarán, de aquí al año 2003, a 3.500
para Estados Unidos y a 3.000 para Rusia.

Actualmente, Rusia es el único Estado de la ex URSS que ha
conservado un arsenal. Ucrania afirma haber desmantelado todos
sus SS-24 y sólo tiene 96 misiles SS-19 cuyos programas de
combate están desactivados. De estos últimos, sólo diez llevan
aún sus cabezas nucleares, que deben ser desmanteladas antes
de fines de 1996.

Todas las ojivas nucleares que Kazajstán heredó de la ex URSS
han sido devueltas a Rusia. Dicha ex república soviética de
Asia Central, que goza de una ayuda financiera de Estados
Unidos para su programa de desnuclearización, anunció por otro
lado, en abril último, que había comenzado a eliminar sus
silos para misiles balísticos intercontinentales.

Otros tres países son en general considerados como poseedores
de artefactos nucleares y no han firmado el TNP (Tratado de No
Proliferación nuclear). Se trata de Israel, que poseería hasta
100 cabezas nucleares, de India (50 cabezas) y de Pakistán,
cuyo número de ojivas es desconocido.

Firmante de TNP, Irán es sospechoso de proseguir
investigaciones a largo plazo sobre la bomba atómica y los
responsables norteamericanos e israelíes afirman que podría
fabricar la bomba en un plazo de cinco a siete años.

Atómicos

-Entre los Estados que en el pasado figuraron en la lista de
los países con "nivel" nuclear, Sudáfrica anunció en marzo de
1993 el desmantelamiento y destrucción de seis artefactos
nucleares fabricados entre 1974 y 1990.

- Corea del Norte declara haber congelado su programa nuclear
militar luego de un acuerdo firmado en octubre 1994 con
Estados Unidos, que se comprometió a organizar la entrega de
reactores nucleares civiles a Pyongyang. Hay dudas con
respecto a la viabilidad de ese acuerdo.

- Argentina y Brasil, que en un momento realizaron
investigaciones, ratificaron respectivamente, en 1993 y 1994,
el Tratado de Tlatelolco, por el cual sus firmantes se
compromenten a impedir la proliferación de armas nucleares en
América Latina. Argentina ha firmado el TNP, lo que no es el
caso de Brasil.

-Argelia, Libia y Taiwán se hallan también bajo alta
vigilancia internacional.

- China mantiene su posición de continuar sus ensayos
nucleares, pese al anuncio de Francia de poner fin
definitivamente a los suyos, y según expertos militares
realizará tres durante el año 1996.

Investigan efectos de pruebas

Numerosos científicos se interrogan aún sobre el impacto de
los ensayos nucleares franceses, a pesar de las declaraciones
de las autoridades de París, según las cuales la campaña de
pruebas subterráneas que culminó en el Pacífico sur "no tiene
efecto sobre el medio ambiente".

Tras recientes revelaciones de la prensa japonesa, un alto
responsable francés en el tema nuclear reconoció que en el
pasado se produjeron varias fugas de yodo 131 -una sustancia
radiactiva tóxica-, pero que habían sido "ínfimas" y "sin
peligro". Según este mismo responsable, en esta última serie
de ensayos no se ha registrado ningún escape.

Pero la verdadera cuestión que sigue sin respuesta, y sobre la
cual París guarda silencio, es la de los efectos a medio y
largo plazo de las explosiones en la estructura de los
atolones de Mururoa y Fangataufa.

Uno de los escasos organismos independientes de control de la
radiactividad que existen en Francia, la CRII-RAD (Comisión de
Investigación y de Información Independiente sobre la
Radiactividad), estima por ejemplo que es falso afirmar que
las explosiones nucleares subterráneas no tienen consecuencias
en el medio ambiente, ya "que nadie puede pronunciarse sobre
el grado de contaminación radiactiva del atolón".

Esta contaminación, según el CRII-RAD, es "una evidencia
científica, ya que las repetidas explosiones han creado en el
seno del atolón gigantescas reservas de desechos radiactivos,
así como una inmensa red de fisuras particularmente favorable
a la migración de productos radiactivos".

Las autoridades francesas, que pretendían confortar sus tesis,
organizaron varias misiones científicas entre 1982 y 1991.
Pero científicos de renombre y organizaciones ecologistas como
Greenpeace estiman que estas misiones "no pudieron confirmar
las afirmaciones sobre la inocuidad" de los ensayos. Entre
estas misiones figuran la de Harun Tazieff (1982), la misión
Atkinson (1983), la del comandante Jacques-Yves Cousteau
(1987) y la de la Agencia Internacional de la Energía Atómica
(AIEA, 1991).

Greenpeace subraya el carácter "exploratorio" de las tres
primeras misiones, cuyos expertos sólo estuvieron en el atolón
de Mururoa unos pocos días, e insiste en las "incertidumbres"
sobre el impacto medioambiental a largo plazo.

Dos de estas misiones, según un experto británico de
Greenpeace, el doctor Paul Johnston, "cuestionaron la
seguridad del confinamiento de corta y larga duración de la
radiactividad en el atolón" de Mururoa. "Los datos obtenidos
por estudios exploratorios y muy limitados demostraron que
subsisten serios motivos de inquietud, tanto por la integridad
de la estructura del atolón como por el confinamiento de los
radionucleidos", según él.

Un centenar de científicos del mundo entero que firmaron el
verano (boreal) pasado un llamamiento al presidente Chirac,
lamentaron que el gobierno francés "no haya autorizado nunca
una evaluación completa e independiente de las incidencias de
su programa de ensayos en el medioambiente y la salud". Según
ellos "hay que llevar a cabo un estudio verdaderamente
exhaustivo de los atolones, necesario para una evaluación
científica creíble y sólida".

Según el vulcanólogo francés Pierre Vincent, los últimos
ensayos "podrían provocar una desestabilización de los
volcanes submarinos extinguidos de ambos atolones, lo que
desencadenaría una enorme contaminación radiactiva".

El profesor Vincent explica que el volcán de Mururoa "está
extinguido desde hace nueve millones de años, pero lo han
vuelto a poner en condiciones de actividad".

Más de 3.000 científicos franceses y extranjeros se
preguntaron también, antes de la reanudación de los ensayos,
sobre los "riesgos de difusión, a mayor o menor plazo, de los
productos radiactivos confinados en los bolsones creados por
las explosiones y de migración de estos productos a través de
la roca volcánica de los atolones". La permeabilidad de esta
roca, según ellos, hace de ella un receptáculo de mala calidad
para confinar los radionucleidos.

"Nadie puede afirmar que estos peligros sean nulos, aunque se
concoza la velocidad de propagación de las fisuras",
concluyen. (AFP) (Actualidad) (Diario HOY) (12A)
EXPLORED
en

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