Quito. 26 feb 96. No cabe la menor duda que su personalidad,
unida a su erudición en temas de polÃtica internacional
resultan atrayentes. Ningún tipo de preguntas le incomoda. Y
esto permite que la conversación se vuelva fluida, llena de
información y con una alta carga conceptual. Es el lenguaje
del diplomático. Habla lo necesario. Sabe que una imprudencia
verbal o una frase descontextualizada puede traerle muchos
problemas. Rehúye los elogios, aunque estos puedan provenir de
una personalidad como la del ex presidente Jimmy Carter, a
propósito de su libro sobre Afganistán. Es que el mundo de la
diplomacia se caracteriza por ser un mundo frÃo, cerrado.
Cordovez habita ese mundo, lo cual no impide que, de pronto,
su rostro se torne jovial y la severidad desaparezca, aunque
sea por momentos.
- ¿Qué lo llevó al mundo de la diplomacia..?
Empecé muy joven, en las Naciones Unidas, en el sector
económico, junto a Raúl Prebich, que era una personalidad
atrayente. Luego, alguien creyó ver en mà aptitudes de
mediador, y asà fui enviado a República Dominicana, que sufrÃa
una ocupación militar. Posteriormente, en época del austriaco
Kurt Waldheim, se me pidió que asumiera el cargo de Secretario
General adjunto.
- En lo personal, ¿cómo reaccionó cuando se enteró de las
acusaciones hechas contra Waldheim, de haber sido un
colaborador del nacismo?
Yo decÃa que nosotros, funcionarios de las Naciones Unidas,
debÃamos juzgarlo como secretario general. El pueblo
austriaco, la comunidad internacional tenÃan todo el derecho
de juzgarlo, pero insisto, nosotros debÃamos juzgarlo como
secretario general, que creo realizó un gran papel. TenÃa una
visión global de los problemas de la institución e hizo mucho
por resolverlos.
- Dentro de ese mundo globalizado que son las Naciones Unidas,
conoció y estuvo cerca de algunos secretarios generales y de
otras personalidades. ¿A quién recuerda de manera especial?
A Olof Palme, era un tipo extraordinario, un poquito soñador,
idealista, creÃa que se podÃa lograr la convivencia entre los
pueblos del mundo. Creo que en Suecia habÃa dos posiciones en
torno a él: o lo adoraban o lo odiaban. Por eso opino que lo
mataron.
- En este mundo unipolar al que ahora asistimos, ¿cree que hay
opción de que los paÃses en desarrollo -como el nuestro-
puedan tener voz y presencia frente a los norteamericanos?
Mucho más que antes, porque ahora entramos en una sociedad
mundializada, donde justamente en la actualidad ya no es tanto
el volumen de los recursos que uno tiene lo que establece la
diferencia, sino la cuestión tecnológica y los recursos
humanos. De ahà que es importante llegar a eso, aunque el paÃs
sea chico. Vea el caso de Suiza: en este momento, desde un
punto de vista económico, puede llegar a ser más poderoso que
un paÃs superior a él, porque tiene la tecnologÃa y la gente
capacitada para ello.
- Usted es un diplomático muy hábil, ¿intentarÃa lo que alguna
vez se le cuestionó a Osvaldo Hurtado: mentalizar un club de
deudores para oponernos al club de acreedores?
Los propios deudores se opusieron a eso, porque la acción
multilateral no es más efectiva. PodrÃa ser, pero creo que
lamentablemente, en la diplomacia, la polÃtica de la
percepción es la realidad. La percepción de los gobiernos es
que cada uno, separadamente, pueda conseguir resultados más
eficientes.
- Pero al Ecuador, al menos, no le ha servido de nada su
relación con las grandes potencias...
Pero se ha logrado una negociación de la deuda; a lo mejor, si
esa negociación se hacÃa multilateralmente, habrÃa sido otro
el resultado.
- ¿Cuáles son los arquetipos que rigen su carrera diplomática,
desde su juventud, su mocedad, sus estudios?
Mi héroe es John Lane y de él tengo una foto. Era el
diplomático más extraordinario que ha habido, tanto como esos
otros catalogados famosos, como Kissinger... han tratado de
doblarlo, de seguirle. En mi caso es imposible: habrÃa que
tener las condiciones intelectuales y humanas de John Lane...
- Pero a usted se le atribuye un gran conocimiento, una gran
sagacidad...
Me imagino que hay gente que piensa de esa manera, pero
considero que él fue un tipo realmente extraordinario.
- ¿Existe la posibilidad que desde la vicepresidencia de la
República impulse usted, como diplomático y conocedor del
problema territorial ecuatoriano, la difusión de obras sobre
el diferendo limÃtrofe, para que la juventud conozca y se
concientice sobre un litigio que ignora?
Hay que hacer una cosa primero: rectificar ciertos textos,
tanto en el Ecuador como en el Perú, pues a veces hemos
enseñado a nuestra juventud ciertos estereotipos que tiene. En
segundo lugar, es importante enseñarles lo fundamental, que
serÃa elaborar una solución y una integración de estos dos
paÃses con similitudes esenciales.
Cuando fui canciller, una cosa permanentemente repetida era
que el único problema existente entre ambos paÃses es el
territorial. No hay dos paÃses más similares y que en su
proyección internacional adopten posiciones también similares.
Hice analizar cuál era la votación del Perú y del Ecuador en
cuestiones importantes en las Naciones Unidas, y coincidÃan
exactamente: el Perú es nuestro mejor aliado en foros
internacionales, y nosotros somos el mejor aliado del Perú
cuando no interviene el problemita ese, cuando no está de por
medio.
FUE DE AFGANISTAN
- Su experiencia en Afganistán se avaliza a través de un
libro: "Fue de Afganistán". ¿Qué significa ese libro dentro de
la polÃtica internacional, del derecho internacional? ¿Por qué
no se conoce esa obra en el Ecuador?
Porque todavÃa no ha llegado a nuestro paÃs, pero a mà me
complace mucho que haya sido recomendado como texto didáctico.
Se ha agotado en los Estados Unidos, en las universidades
norteamericanas, entre otras razones porque lo han adquirido
las librerÃas de las universidades en cantidades numerosas.
- ¿Tiene interés en que se lo conozca aqu� ¿Lo están
traduciendo?
Estamos en esas gestiones, precisamente, pero existen
contratos de por medio y todo tipo de regulaciones por
cumplir. El libro lo escribimos con un colega mÃo, cada uno un
capÃtulo; vamos entrelazándolos y yo relato cómo fueron
desarrollándose las negociaciones en lo referente a la parte
diplomática que me correspondÃa, pero él es un académico que
seguÃa muy de cerca lo sucedido simultáneamente en Washington
y Moscú. Es interesante apreciar que en un capÃtulo yo cuento
lo que trataban en la mesa de negociaciones, y en otro él
refiere lo acontecido en las capitales donde habÃa grandes
controversias.
- ¿Usted encontró la fórmula?
Nosotros vimos la salida a lo de Gorbachov, además habÃa la
voluntad del lÃder ruso de salir, lo cual era absolutamente
fundamental. Si no hubiera sido Gorbachov, la negociación no
habrÃa tenido éxito.
- Una mediación de alto riesgo ponÃa en peligro la paz del
mundo. ¿Qué habrÃa pasado si Diego Cordovez fallaba en esa
mediación entre las potencias mundiales?
HabrÃa habido una agudización de la guerra frÃa. No sé hasta
qué punto también en la Unión Soviética empezaba a producirse
lo que pasó en Estados Unidos con Vietnam. Usted sabe que un
paÃs no resiste durante mucho tiempo que sus jóvenes vayan a
luchar en territorio extranjero, supuestamente por una razón
ideológica, y que regresen muertos, heridos o adictos a las
drogas, o enfermos con tifoidea... Creo que eso también me
ayudó, y si no se lograba un acuerdo, la situación se hubiese
acentuado en forma dramática y lamentable. (DIARIO HOY) (P.
5-B)
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Publicado el 26/Febrero/1996 | 00:00