Quito. 23. feb 96. Rosalía Arteaga, Moserrate Butiñá y Susana González
se iniciaron políticamente en el Partido Social Cristiano (PSC). Las tres son
cuencanas y, en diferentes especialidades, han obtenido sendos doctorados.
En algún momento fueron buenas amigas y hasta se ayudaron mutuamente,
pero hoy, alineadas en diferentes sectores del espectro político, han surgido
algunas diferencias entre ellas. Dos de ellas han optado por desafiliarse de sus
partidos para terciar como independientes. Una aspira a la Vicepresidencia en
una alianza populista que tomó por sorpresa a más de un azuayo;
las otras dos compiten por la diputación provincial. Las tres gustan de la
música clásica y de la comida criolla. Susana disfruta de la antropología,
Monserrate de la pintura y la cocina y, Rosalía de sus poemas y la playa.

ROSALIA ARTEAGA

Estaba en segundo año de Derecho en la Universidad de Cuenca, tenía
21 años, cuando contrajo matrimonio con el en ese entonces alcalde
conservador, doctor Pedro Córdova. Algunos años mayor a ella, él había sido
su profesor desde el quinto curso del colegio Rosa de Jesús Cordero. "No
fue amor a primera vista, creo que fue el hecho de estarnos tratando con
frecuencia y que fuimos luego colegas como profesores. Entonces nos
conocimos unos cuatro años, pero el enamoramiento duró apenas tres meses",
cuenta Rosalía Arteaga Serrano, abogada, escritora y periodista.

Como primera dama de la ciudad empezó su contacto directo con la política,
aunque reconoce que pasó "casi todo el tiempo embarazada. Tuve cinco
embarazos". El primero de sus hijos es Pedro Francisco (16 años). Luego
vino una etapa muy dura en su vida: perdió el hijo de su segundo embarazo y
posteriormente, como consecuencia de una tercera concepción, nació Jerónimo
quien falleció pocos meses después afectado por una enfermedad congénita.
"Estaba preparando mi tesis de grado y cuando murió no quería darlo porque
estaba despedazada".

Ayudada por sus amigos y familiares se repuso, obtuvo el premio Benigno
Malo por ser la mejor estudiante y recibió elogios por su tesis doctoral
titulada: "Consideraciones sobre la no aplicación de la pena de muerte".
Con más suerte, nacieron después Manuela (13) y Daniel (11 años).

Durante las elecciones presidenciales de 1978 fue invitada por un amigo de
su padre, el arquitecto Gastón Ramírez, a una reunión del PSC. Pero no fue
sino dos o tres años después cuando junto a su padre decidió afiliarse. En
1984 fue nombrada delegada de la Subsecretaría de Cultura en el Azuay, pero
su primera aparición política fue en 1986 cuando corrió por una concejalía.
A pesar de la baja popularidad que gozaba su partido, ganó la elección.

En los años siguientes se dedicó al periodismo. Egresó de Comunicación
Social, fue editorialista de El Universo y, gerenció primero y luego
dirigió El Austral, en el cual tenía además una importante participación
accionaria.

Afín al arquitecto Durán-Ballén, formó parte del grupo disidente del PSC
que crearon el Partido Unidad Republicana (PUR). El día del cierre de la
campaña, antes de la segunda vuelta electoral, Rosalía fue invitada para
que en representación de la mujer ecuatoriana tomara la palabra en la plaza
de San Francisco, en Quito. Su discurso causó una grata impresión en el
candidato que luego, como presidente, la invitó a participar en su gabinete
como subsecretaria de Cultura.

Con la renuncia del ministro Eduardo Peña fue nombrada titular de Educación
y Cultura. Su paso fue polémico. Primero afrontó el reto de implantar una
reforma curricular que la hizo pública con el objeto de que fuese
discutida, reformada y mejorada. Como era de esperarse, la reforma
enseguida recibió críticas del siempre descontento sector de los maestros.

Otro escollo que la llevó a la renuncia fue la derechista "Ley de libertad
de enseñanza religiosa" aprobada por el Congreso y aprobada por el
presidente de la República. La oposición tenaz de la ministra Arteaga fue
considerada consecuente, pero impráctica, ya que se alejó de la cartera
cuando más era necesaria su presencia para impulsar su reforma curricular.

Cuenta Rosalía Arteaga que tres días antes de dejar el Ministerio recibió
la propuesta del diputado Santiago Bucaram, para que fuese la compañera de
fórmula de su hermano Abdalá, en las elecciones de 1996. Desintegrado el
PUR ella optó por formar su propio movimiento denominado MIRA (Movimiento
Independiente por una República Auténtica). Así anunció al país que iría a
la diputación nacional en coordinación con el candidato presidencial
Ricardo Noboa. Diferencias de conceptos manejados por ambos líderes y
problemas en la repartición de puestos electorales dieron al traste con esa
alianza de la que Rosalía se separó argumentando que no se consideraba una
ficha más del ajedrez político.

Según cercanos a Rosalía Arteaga, por su casa de Quito desfilaron todos los
personajes de la política. Se dice que hasta el ingeniero Sotomayor habría
abandonado momentáneamente sus minas de oro para intentar convencerla y,
juntos lanzarse en busca de Carondelet. Finalmente se concretó su binomio
con Abdalá Bucaram, convirtiéndose en la primera azuaya que aspira a tan
alta dignidad. Ella asegura creer en la palabra del abogado Bucaram, quien
"con virtudes y con errores ha puesto de manifiesto su afán de servicio, su
indeclinable compromiso con los más necesitados del país".

MONSERRATE BUTIÑA

Su primer trabajo de índole social, asegura Monserrate Butiñá
Martínez de Piedra, estuvo vinculado a su profesión. Graduada de
Medicina en la Universidad de Guayaquil, hizo la rural en algunas
parroquias de Cuenca, en donde además de repartir salud, dice que incorporó
un ingrediente más que fue la capacitación para la salud preventiva.

"Mi ingreso a la política fue circunstancial. Nadie me motivó.
Prácticamente sin saber leer ni escribir, por actuaciones que yo había
tenido a nivel privado me presentaron como líder de un partido". Recuerda
que en el año 88, durante la campaña presidencial del arquitecto Sixto
Durán-Ballén, en una concentración en Ricaurte, fue presentada como
candidata a la tercera diputación por el PSC en el Azuay. "Me interesé en
el tema, empecé a recorrer las calles, me di cuenta que uno de los
problemas porque el Ecuador no desarrolla es porque la gente se aísla cada
uno en su casa y no forma grupos de trabajo".

La doctora Monserrate Butiñá, es hija de un catalán (español) y por el lado
materno desciende del constructor de la Catedral cuencana, símbolo de su
ciudad. Se educó en Guayaquil, incluyendo su bachillerato en Bellas Artes,
especialización pintura.

"Cuando me introduje en la política decían que estaba loca, que estaba
chiflada", dice la doctora Butiñá. En la campaña del 92 ganó una curul como
diputada del PUR, partido al que se había unido junto con Rosalía Arteaga
como fiel seguidora del arquitecto Durán-Ballén. Reivindica para sí la
promoción de su entonces coidearia: "Exigí a Sixto, como una cuota de poder
personal, en el sentido cívico, que le nombrara a Rosalía para la
Subsecretaría de Cultura. Fue una exigencia más que una recomendación".

Una de las cosas más notorias de su paso por el Congreso fue su embarazo.
Hoy Sebastián Elías tiene ya dos años y es el último de cuatro hermanos.
Los mayores son: Monserrate del Rocío de 7, Julio Andrés de 5 y Adriana
Estefanía de 3.

"El segundo año era un año muerto para el Congreso. Ya no se tenía la misma
capacidad de gestión para la provincia y bajo esa premisa acepté el
Ministerio cuando Sixto me propuso que vaya a Bienestar Social. Lo que no
contaba es con que él tenía un par de hijas terribles, con eso no contaba".
En funciones durante apenas 7 meses, la doctora Butiñá creó un programa de
rescate infantil denominado ORI, a la vez que impulsó la denominada Red
Comunitaria. En el gabinete se opuso al bono de pobreza que intentaban
implantar las autoridades económicas.

El principio de su fin llegó cuando fue acusada de nepotismo y de uso
ilícito de los fondos de Seguridad Social. Según la Comisión de
Fiscalización del Congreso, en agosto del 93 al IESS ingresaron 1.200
pipones. Según los sindicatos, sólo eran 500. Finalmente dejó el
Ministerio, según ella, por los celos que su labor despertó en el propio
gabinete.

Regresa a la vida política formando su propio movimiento independiente con
el que espera lograr una de las cuatro curules asignadas al Azuay. Las
encuestas que ella maneja la ubican en el segundo lugar de las
preferencias.

SUSANA GONZALEZ

"Me interesé por la política cuando había cumplido mi etapa como
madre y cuando mis hijos estaban completamente formados como
profesionales independientes, autosuficientes", asegura Susana González de
Vega, candidata a la reelección inmediata como diputada socialcristiana del
Azuay.

Doctora en Filosofía, Letras y Ciencias de la Educación, ha dedicado su
vida a la Antropología. Ha sido directora del Patrimonio Cultural y
profesora de Antropología en la Universidad del Azuay y, de Sociología en
el colegio Rosa de Jesús Cordero. Está casada con el arquitecto Alcibiades
Vega Malo y es madre de Francisco (diseñador), Pedro (máster en tecnología
de alimentos) y Santiago (agrónomo).

Ingresó al PSC luego de que Rosalía Arteaga y Monserrate Butiñá se habían
separado para unirse al PUR de Durán-Ballén. En esas circunstancias fue
candidatizada a la Alcaldía de Cuenca, alcanzando un expectante segundo
puesto. Un año después de su ingreso fue nombrada directora provincial,
candidatizándose luego a la diputación. El resultado fue una sorpresa
electoral ya que por primera vez el PSC remataba en primer lugar dentro de
un espacio durante años compartido por la Izquierda Democrática y el
Socialismo.

En el Congreso ha sido miembro de la Comisión de Presupuesto y actualmente
preside la Comisión Especial de Descentralización. En algunas ocasiones se
convirtió en el vocero del bloque socialcristiano. Ahora busca la
reelección, aunque reconoce que "el Congreso no es el ambiente más
agradable en la medida que es complejo y que existe un aire turbio con
mucha frecuencia. Pero por otro lado creo que cada vez más debemos exigir
que haya mejor calidad de quienes representan al país y me alegro de haber
contribuido con eso". Confiesa que en ocasiones los discursos de sus
colegas son tan largos y aburridos que la obligan a abusar de las
golosinas, especialmente de los chocolates, pero que nunca cambiaría su
voto ni por un chocolate, ni por nada. Asegura que algunas veces ha
discrepado con sus compañeros de bancada y que está agradecida de haber
sido respetada.

La doctora González conoce profundamente las costumbres religiosas de su
provincia. Ha recopilado datos de más de 400 de ellas.

Ha llenado de colorido la campaña y, según algunos críticos, también de
mucho dinero. Los recorridos los hace a borde de una "chiva" a la que ha
denominado "El trole", en alusión al transporte de moda en Quito. Una
encuesta de Informe Confidencial le atribuye el primer lugar de las
intenciones de voto, aunque apenas se ha definido el 17% de la población.
(REVISTA VISTAZO N. 684, pp. 20-23)
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