Quito. 26 feb 96. En la década de los 80, América Latina vivía
aún un sistema estatal paternalista con tesis cepalinas en el
que las industrias se creaban para satisfacer las necesidades
de un mercado interno cautivo.

El modelo ISI (industrialización por sustitución de
importaciones) se aplicó en la región como una opción para
buscar una situación ideal en la que las necesidades del
mercado fueran satisfechas por la totalidad de la producción
nacional.

Según el recién electo de la Cámara de la Pequeña Industria de
Pichincha (CAPEIPI), Fabián Rivera, este concepto parecía
ideal para la región y para la protección de los mercados
nacionales.

Cuando surge el paradigma de globalización y apertura, América
Latina se ve obligada a reorganizar sus actividades
productivas y a buscar competitividad en un modelo que puede
resultar "violento".

Entonces, documentos que crearon, por ejemplo, la Junta del
Acuerdo de Cartagena, firmado en 1968, empezaron a
dinamizarse. El objetivo: permitir que cada país miembro pueda
acceder a un mercado potencial de alrededor de 100 millones de
personas.

En este contexto, la "inexperta" industria latinoamericana se
vio abocada a producir más, en menor tiempo y con mayor
calidad. "Allí empezaron nuestras dificultades", asegura
Rivera. El ingreso de cientos de productos con aranceles
unificados que representaban, en varios casos, hasta una
décima parte de los fijados por el Ecuador, permitió obtener
una conclusión: "a la industria en la región no le quedaba
otro camino que la actualización tecnológica y la
productividad", cree el representante de la CAPEIPI.

Tecnología y capacitación: los mayores retos

El mayor reto de la industria ecuatoriana fue pasar de una
producción mecánica a una optimización de los recursos que le
permitiera, mediante la adquisición de tecnología de punta,
alcanzar la suficiente calidad para competir. Capacitación,
capital fresco, créditos accesibles eran factores decisivos.

Los retos de la industria ecuatoriana -pequeña y grande-
fueron asumidos por la iniciativa privada. Fabián Rivera
asegura que nunca, estos objetivos, formaron parte de un
objetivo nacional.

El gobierno anterior decidió elevar el nivel de discusión del
tema al pasarlo de las subsecretarías o ministerios a
reuniones de primeros mandatarios que mostraron la voluntad
política frente a la formación de bloques económicos.

Ahora, cuando casi finaliza el siglo XX, la industria
ecuatoriana sí es competitiva, afirma el presidente de la
CAPEIPI.

El nuevo papel del gremio

Los gremios han dejado de funcionar como una instancia para
elaborar y presentar un discurso del conflicto con los
espacios gubernamentales.

"Es tiempo de decisiones prácticas, no podemos remover ciertos
esquemas políticos, económicos y sociales que fueron un
fracaso", reitera Rivera.

Varias leyes de fomento a la industria todavía están basadas
en la figura del Estado proteccionista; ahora, los gremios
deben presentar una propuesta legal que responda a las
necesidades y problemas que surgen en el mercado. El plan
estratégico que presentó el sector industrial hace pocos meses
responde a este interés, menciona Rivera.

Los gremios han dejado de interesarse en la exoneración de
impuestos o subsidios. "Más allá de la queja, ahora las
agrupaciones de industriales se deben convertir en espacios
que posibiliten la concertación empresarios, trabajadores y
Estado alrededor de soluciones concretas".

Los cuerpos colegiados deben constituirse, además, en vías de
información adecuada para los negocios e intereses
empresariales de cada socio. La Cámara debe facilitar a los
pequeños industriales una competencia sostenida en una
economía libre mercado; representarlos ante los organismos
internacionales y obtener beneficios razonables en los
acuerdos regionales.

Estos son los nuevos conceptos que surgen en el contexto
regional. A ellos deberán acomodarse los distintos gremios si
desean conservar un papel funcional.

El grupo de los pequeños industriales, representados por la
CAPEIPI, pretende incluir en sus actividades futuras, según
afirma Rivera, el elemento social. "El modelo neoliberal puede
llegar a ser, en ocasiones, maquiavélico; la Cámara quiere
convertir a sus socios en importantes generados de empleo para
combatir la desocupación en el país".

El importante rol del Estado

En ningún país del mundo, recalca Rivera, las industrias
pueden robustecerse sin que el Estado participe vía
institucional. La creación de un marco legal adecuado que
permita controlar el contrabando, el dumping, las relaciones
de intercambio, el sistema aduanero y, en general, las
distorsiones que se presentan en los procesos productivos.

La Ley de la Maquila es un buen ejemplo de un adecuado papel
del Estado puede hacer; aunque no funcionó en el país porque
los insumos provienen del exterior y el proceso se restringe
al ensamblado.

A pesar de que el Estado abandonó, de manera radical en los
primeros años de la presente década, su énfasis paternalista y
keynesiano; éste mantiene está llamado a profundizar y
fortalecer el papel que aún le resta, un papel
fundamentalmente político: crear los instrumentos necesarios
para el desarrollo de los distintos sectores y actores
sociales y económicos.

Bajo esta nueva perspectiva, las agrupaciones gremiales, como
las cámaras de industrias, en el país, deberán también
responder a los nuevos paradigmas. Y hacerlo con creatividad
para responder a las puntuales y únicas situaciones del país y
sus distintos sectores productivos. (DIARIO HOY) (Revista
Economía) (P. 5)
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