Quito (Ecuador). 03 nov 95. Cuando escucha la palabra
apagones, Miriam Aguirre -directora general de estudiantes, de
la Universidad Católica- suspira con un aire de cansancio.

"Los estudiantes están inquietos", dice. "Como nosotros
creemos que esto va a seguir de largo, estamos gestionando
para subvencionar generadores eléctricos, porque no confiamos
en las ofertas del gobierno de que esto termina en tres
semanas más", agrega.

Miriam nos cuenta que los primeros días los apagones causaron
desorden entre los estudiantes. Sin embargo, señala que hoy el
ritmo de trabajo se ha normalizado gracias a las medidas que
se han tomado.

"Mientras instalamos las plantas hemos cambiado los horarios
de la noche: en algunos casos se han adelantado horas de
clase, y en otros se han cambiado al sábado".

Pero no todos los problemas se han logrado solucionar con
estas medidas. Las prácticas de laboratorio se detienen con
los cortes de luz, igual que el trabajo en las computadoras.
Solo hay que ponerse a pensar lo que pasa en la carrera de
sistemas -de la Facultad de Ingeniería- donde a los 370
estudiantes les es indispensable la electricidad para poner a
funcionar las 100 computadoras que forman parte de su trabajo
diario. Por lo pronto, 35 máquinas han sufrido desperfectos
por los cortes de energía y, según estudios de los profesores,
el tiempo de trabajo se ha reducido en un 40 por ciento.

Pero incluso el edificio de administración, que es el único
que tiene planta eléctrica, ha experimentado las molestias de
los apagones. Debido a los cortes, muchos equipos se han
dañado, y hoy el trabajo administrativo está acumulado. La
alternativa, en estos tiempos postmodernos, ha sido volver a
las máquinas de escribir manuales...

Las autoridades de la Universidad Católica se han tomado su
tiempo en las gestiones que tienen que ver con la instalación
de las plantas de luz.

"Hemos estado revisando cotizaciones y averiguando por todo
lado porque la inversión es importante", explica Miriam
Aguirre, y nos dice que acaban de arrendar una planta grande
que cuesta 12 millones de sucres mensuales; aunque esto es la
quinta parte de lo que se necesita.

"Necesitamos cuatro o cinco plantas. Algunas las arrendaremos
y otras tendremos que comprar. Si compráramos todas las
plantas que necesitamos la inversión sería de aproximadamente
200.000 millones de sucres. De todas maneras la inversión es
importante porque la instalación de las plantas tiene un costo
de 60 millones de sucres, porque el metro de cable para esta
instalación cuesta 250.000 sucres", explica Miriam.

¿Y quién pagará la cuenta de toda esta inversión? "Al gobierno
ni siquiera hemos intentado pedirle, porque si lo hacemos
tendríamos que esperar un año", dice indignada Miriam Aguirre.


Tampoco se ha pensado en cobrar a los estudiante. "Ellos no
tienen la culpa" explica Miriam, y agrega que las plantas
serán pagadas con dinero destinado para imprevistos. "Aunque
habrá que hacer recortes en otro tipo de cosas", aclara.

Un largo año universitario

Víctor Hugo Olalla, vicerrector de la Universidad Central, nos
cuenta que los cortes de luz han provocado la suspensión total
de las clases de la noche.

"No podemos adelantar horarios porque incluso a medio día las
aulas están ocupadas con otros cursos. Tampoco hemos podido
cambiar las clases a los sábados, porque también el fin de
semana hay cortes de luz. Asimismo, ha sido imposible trabajar
la noche con velas o lámparas petromax, porque un curso en la
Central tiene como promedio 50 estudiantes", dice Olalla, y
explica que se ha descartado la posibilidad de comprar plantas
eléctricas debido a los recortes presupuestarios que ha
sufrido la Universidad.

En estas circunstancias, la única medida que ha podido adoptar
la Central es extender el año lectivo. "Esta es la mejor
decisión incluso para cuidar la seguridad de los estudiantes",
dice Olalla.

A pesar de que hasta el momento no se han registrado hechos
delictivos contra los estudiantes, Víctor Hugo Olalla explica
que la Universidad ha tenido que reforzar la protección del
área universitaria, y por eso hoy existen 60 guardias, 30 en
la tarde y 30 en la noche.

Claro que los cortes de luz han provocado otros problemas.
Según informes de la Dirección Financiera, en estos dos meses
de clases se han desperdiciado 3 millones y medio de sucres,
tanto por los daños en computadores y otro equipos
electrónicos, como por el pago a los profesores que no pueden
dar clases por la falta de luz.

"Los estudiantes están incómodos porque intuyen que este año
será más largo", dice Olalla, y nos cuenta que durante estos
meses de crisis energética no ha habido ningún contacto con
instancias gubernamentales. Al parecer, el gobierno ha
decidido que los establecimientos educativos "se arreglen por
su cuenta".

Colegios ¿técnicos?

Los racionamientos de energía eléctrica, constantes y
prolongados, afectan a todos centros educativos de Quito;
pero la situación para los colegios técnicos parece ser la más
crítica, muchos de ellos han dejado
-en la práctica- de ser técnicos.

En Quito, existen varios colegios técnicos, cuyo
funcionamiento se extiende a 2 o 3 jornadas diarias. Todos
ellos cuentan, unos más y otros menos, con tornos, dobladoras
y maquinaria para el aprendizaje de técnicas industriales.
Estos talleres están semiparalizados, muchos de ellos con
serios daños por el racionamiento eléctrico y, sobre todo,
han dejado de ser parte del proceso de enseñanza "técnica".

"Al inicio nos quitaban la luz solo los martes de 7 de la
mañana a 3 de la tarde, pero ahora nos quitan dos días desde
las 2 de la tarde hasta las 11 de la noche; los estudiantes
reciben clases porque tenemos una planta que abastece para las
aulas, pero no pueden hacer sus prácticas y se atrasan cada
vez más", dijo Carlos Villacís, inspector del Central Técnico:
3000 alumnos.

Pero la situación se vuelve aún más crítica cuando se trata de
colegios que no cuentan ni con una planta eléctrica para el
solo funcionamiento de las oficinas. En el Miguel de Santiago,
también técnico, alrededor de 600 estudiantes que recibían
clases en la noche pierden dos días a la semana; el resto,
alrededor de 2.400, va al colegio, pero a realizar conexiones
eléctricas desde un pupitre... ¡gran esfuerzo de imaginación!

Los profesores, a fuerza de costumbre, exigen menor
rendimiento de sus alumnos. "Pretexto real o ficticio, pero
ahora no podemos enviar tareas de un día para otro, ni tampoco
ponerle cero a un estudiante que no dio la lección porque no
tenía luz en su casa", protestó Humberto Vareda, rector del
Colegio Miguel de Santiago.

Vareda rechazó la actitud del Ministerio de Educación, pidió
que se realice un censo de ubicación de los planteles técnicos
y se busque la posibilidad de un racionamiento eléctrico menos
perjudicial para la educación.

Los límites de la policía

La Policía Nacional también ha tenido que cambiar su ritmo de
trabajo debido a los famosos apagones.

"Para prevenir actos delictivos -cuenta el coronel Edmundo
Egas, jefe del Regimiento Quito- empezamos a realizar
servicios de patrullaje en la noche, y hemos capacitado a los
integrantes de las ligas barriales".

Según explica Egas, además de los dos patrulleros (con tres
policías cada uno) que vigilan regularmente la cuidad, hoy 15
policías se encargan de la seguridad de los dos sectores de
Quito que no tienen luz cada noche.

No alcanzan a cubrir sectores más amplios

"No alcanzamos a cubrir sectores amplios, sino solo los más
inseguros, donde ya se han suscitado hechos", dice Egas, y
explica que desgraciadamente la policía no puede brindar
servicio de patrullaje a ciertos barrios que tienen problemas
topográficos como Atucucho y el Comité del Pueblo número II,
donde las calles están dañadas y por lo tanto el acceso es muy
difícil, sobre todo en esta época de lluvias. En cambio ha
sido posible patrullar zonas más accesibles que tienen
problemas de seguridad, como el suroccidente de Quito, la
Magdalena, la Tola, San Juan, la Hermita y San Diego.

"Los incidentes delictivos no han aumentado en mayor número.
Algo han crecido los asaltos a transeúntes y los robos de
carros", los sectores que tienen mayor problema delincuencial
son Santo Domingo, El Terminal, La Mariscal.

En relación a los colegios explica que no hay mayores
problemas ya que los patrullajes se hacen por sectores , no
por colegios no por población, dice.

El drama de los nocturnos

A las seis de la tarde los estudiantes empiezan a llegar al
Colegio nocturno Alejandro Von Humboldt. Muchos no se han
enterado que, para variar, en ese sector no hay luz. Cuando se
dan cuenta de la tragedia, empieza la incertidumbre:
"¿habremos hecho el viaje en vano; habrá clases?".

Hasta que el enigma se despeje, los estudiantes hablan de la
posibilidad de trabajar con lámparas petromax que, al parecer,
en estos casos es, como ellos dicen, "el mal menor".

Hernán De los Reyes, rector de este colegio, nos cuenta que
los cortes de luz han cambiado todo el ritmo del plantel,
incluso el horario diurno.

"En la mañana tenemos problemas con los computadores y los
equipos de administración. En la noche, los cortes de luz han
provocado que baje la asistencia", dice, y agrega que en
alguno cursos se ha logrado recuperar clases los sábados, pero
esto ha provocado molestias entre los estudiantes, muchos de
los cuales son casados y tienen solo el fin de semana para
compartir con su familia.

"Estamos intentando trabajar con lámparas, pero no ha sido
fácil conseguirlas. Cada una cuesta alrededor de 30.000
sucres, y para colmo hoy escasean en el mercado", nos cuenta
el rector.

Los estudiantes también se quejan. María Sandoval, 20 años, es
alumna de cuarto curso contabilidad. "Los cortes me han
afectado mucho.

Perdemos clases los días que no hay luz. Como no podemos
recuperar en otros horarios porque todos trabajamos -algunos
incluso los fines de semana- los profesores han tenido que
darnos clases más rápido para igualarnos", dice.

Pero el problema no se da solo en horas de clase. María cuenta
que llega a su casa a las 10 y media de la noche. "Cuando me
cortan la luz a las once, solo tengo media hora para trabajar.
En ese tiempo no hago nada, así que muchas veces me toca
madrugar para hacer los deberes".

Alvaro Falión es profesor de matemáticas del colegio nocturno
Pedro Zambrano, ubicado junto a la maternidad Isidro Ayora.
"Hace 15 días tuvimos una semana en la que nos cortaron la luz
cuatro días en la noche, por lo que tuvimos un solo día de
clases", cuenta.

Para recuperar estas horas perdidas, los estudiantes asisten
todos los sábados al colegio. "No podemos darnos el lujo de
perder clases porque nosotros tenemos el régimen costa y
estamos por entrar al segundo trimestre", dice el profesor, y
nos cuenta que desde que se iniciaron los cortes de luz se ha
notado un bajón en el rendimiento de los estudiantes. "Incluso
los deberes ya no tienen la misma calidad porque los
estudiantes muchas veces los hacen a la luz de una vela. A los
profesores nos toca ser más flexibles, porque comprendemos que
la situación es difícil", dice.

Por lo pronto, el ritmo en el Colegio Pedro Zambrano se ha
regularizado, si se puede llamar así. Sin embargo, cuando se
iniciaron los cortes hubo más problemas porque ni estudiantes
ni profesores conocían si había o no clases. "En esas
circunstancias se produjo un incidente con un estudiante que
vino una noche que no había luz.

Cuando salía del colegio fue asaltado e introducido al parque
La Alameda, donde le quitaron hasta los zapatos, después de
clavarle una daga en la muñeca", recuerda el profesor.

El lunes pasado, a los señores de la Empresa Eléctrica se les
ocurrió cambiar de horario y cortaron la luz en el sector del
colegio femenino Gabriela Mistral, que ya había organizado sus
labores de acuerdo a los cortes de luz de todos los martes.

Como era de esperarse, algunas alumnas subieron en plena
obscuridad hasta las calles Vargas y Matovelle y -después de
torear algunos carros que frenaban a raya- tuvieron que dar
vuelta y media porque no había clases.

El Gabriela Mistral es un colegio nocturno con 1.500
estudiantes. Afortunadamente, el plantel dispone de recorrido
de buses, por lo que, según la rectora del colegio, Margoth de
Espinosa, no ha habido problemas con la seguridad. "Se han
producido intentos de agresión contra las estudiantes, y casos
en los que las alumnas han tenido que salir corriendo.
Afortunadamente estos hechos no han llegado a mayores porque
he pedido a los familiares de las alumnas que salgan a
recibirlas a la parada de bus", dice la rectora.

Algunas alumnas, sin embargo, se muestran seriamente
preocupadas porque no siempre hay alguien que las reciba
cuando bajan del bus.

"Algunas veces nos ha tocado caminar varias cuadras en
completa obscuridad. Cualquier día puede pasarnos algo", dice
una estudiante. (Educación) (Diario HOY) (5A)
EXPLORED
en Ciudad Quito (Ecuador)

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