Quito. 10 nov 96. Muchos de los socios se preguntan si una
inversión de siete mil dólares en una maqueta fue un acto
ingenuo. Todos hablan de los sacrificios que hicieron para
financiar sus vacaciones de por vida y la confianza total que
depositaron en el proyecto.

Pero, en 1995, Isla Bonita parecía una apuesta segura. El
proyecto fue inaugurado en julio de ese año, por el propio
ministro de turismo, Armando Espinel Elizalde, que habló de
las potencialidades del turismo compartido.

Más allá este aval, detrás de Isla Bonita estaba una de las
empresas estrellas de la construcción en el país. ELEPEVE -la
constructora del Oro Verde, de los edificios del World Trade
Center en Quito y Guayaquil- , cuyo gerente era el empresario
chileno, Felipe Amunátegui, estaba considerada como una de las
mayores empresas a nivel nacional.

Participaba como socia ORBIENCA, una conocida compañía
venezolana con experiencia en turismo compartido, con varias
propiedades en Venezuela. La parte ecuatoriana era la
inmobiliaria ecuatoriana Madeira -que pronto fue "expulsada"
del negocio-.

Posteriormente, ORBIENCA le vendió unas acciones a la empresa
Granai, cuyo objeto social era la venta de todo tipo de
juguetes. Queda la duda de cómo se pudo aprobar la
incorporación de Granai en un negocio inmobiliario y
turístico.

A su vez, los socios recibían la posibilidad de afiliarse a
Interval International, una de las bolsas de turismo más
grandes del mundo, con 850 hoteles en 350 países, en la
modalidad de tiempo compartido.

La confianza en ELEPEVE llevó a que personas relacionados con
el mundo empresarial inviertan en el proyecto.
La misma respuesta dan todos los agentes financieros que, en
determinado momento, decidieron dar crédito a los socios para
que se integren al Proyecto.

Incluso, la vicepresidenta de la República, Rosalía Arteaga,
se habría afiliado al proyecto.

El día de su lanzamiento, el ex ministro de Turismo dijo que
la inversión de estas prestigiosas empresas alcanzaba los 50
millones de dólares.

Sin embargo, en los documentos de la Superintendencia de
Compañías, reposa que la inversión inicial de las dos empresas
suma, apenas, 40 millones de sucres.

LA INTERVENCION

De forma sorprendente, Lastur fue intervenida por la
Superintendencia de Compañías, en febrero de 1995. En agosto,
los representantes legales de ORBIENCA y de ELEPEVE salieron
del país.

Estas dos empresas dieron garantía notarizadas de que si no
cumplían con sus compromisos responderían con todos sus
bienes. Pero los bienes que quedan son muy pocos y las deudas
muchas. "No tenemos a que echarle mano", dice Pablo Velasco,
otro de los afectados.

"Cuando vimos la noticia en la televisión de que se habían ido
con el santo y la limosna, mi esposa fue a las instalaciones
de Lastur.

Alguna gente sacó las computadoras, el único bien que quedaba
en la oficina". A su vez, sobre el terreno de Las Manchas pesa
una hipoteca, que está a punto de ser ejecutada por el Banco
de ...

¿UN PROYECTO VALIDO?

Hoy, los socios y la opinión pública se preguntan, si Isla
Bonita se inició como una estafa. Los clientes se preguntan si
aquella forma de venta que se utilizó -que presionaba al
cliente y no daba margen de escapatoria-, era éticamente
correcta.

Por otro lado, la Isla de La Mancha inundaba durante varios
meses al año y obligaba a una inmensa inversión para resolver
este problema técnico. Además, pese a la gran solvencia de la
constructora ELEPEVE o la experiencia de ORBIENCA, los socios
hicieron una inversión de siete mil dólares en apenas una
idea. Y, personas vinculadas con el turismo a tiempo
compartido creen que el país no estaba preparado para un
proyecto de 50 millones de dólares, sea cual sea y por más
magnífica que pareciera la idea.

DEMOCRATIZAR LAS VACACIONES

Lo que ocurrió en Isla Bonita tuvo un impacto severo en todos
los proyectos de turismo compartido que se desarrollan en el
país.

Proyectos como Calipso en Salinas, Cabo Coral en Bahía de
Caráquez, Puerto La Cruz en San Vicente, Club del Pacífico en
Esmeraldas o Boga en Casa Blanca, sufrieron un gran remesón.

Isla Bonita le restó confiabilidad a una de las industrias de
turismo más promisorias que se desarrollan en el mundo.

Venezuela es un buen ejemplo. El año pasado ingresaron 500 mil
visitantes. Esto se tradujo en ingresos del orden de 400
millones de dólares. "El turismo es una de las alternativas a
la industria petrolera", dicen los operadores. El 80 por
ciento de todas las instalaciones hoteleras que se han abierto
en los últimos en ese país son de Multipropiedad o Tiempo
Compartido.

Fabián Yépez, representante del proyecto Cabo Coral que se
construye en Bahía de Caráquez, asegura que "la crisis de Isla
Bonita generó una gran desconfianza y afectó absolutamente a
todos, a unos más y a otros menos. Ha afectado a la industria
y como usted sabe, hay juicios de por medio".

Sin embargo, Yépez insiste en la validez de los proyectos de
turismo a tiempo compartido que permiten, entre otras cosas,
democratizar las vacaciones. Por un precio módico le dan la
posibilidad al comprador y a su familia de contar con un
alojamiento de alta calidad, por 60 años, como en el caso de
Cabo Coral.

Además, la afiliación a las bolsas internacionales de turismo
como RCI o INTERVAL le permiten al cliente, contar con las
mismas facilidades en cualquier lugar del mundo.

¿Qué pasó en Isla Bonita?

"Cuando oí que se trataba de un proyecto de 54 millones, tuve
serias dudas. El país no está preparado para un proyecto de
esa magnitud", dice Yépez. Además, según este empresario, el
sitio en el que se construiría tenía una serie de
dificultades. "No hay sol durante todo el año y se debía
cruzar en gabarra".

Según Yépez, el turista debe contar durante sus vacaciones con
tanta o mayor comodidad como la que tiene en casa. "El sitio
al que usted va debe ofrecerle médicos, hospitales. ¿Qué se
hace usted metido en una Isla si su hijo se rompe el brazo?",
se pregunta Yépez.

PAGAR EL PISO

La comercialización de los proyectos de turismo compartido en
el país fueron empujados por gente que vino de fuera y trajo
la experiencia. "Es una venta especializada, porque no es lo
mismo que vender una casa o un auto".

Sin embargo, Yépez cree que es un negocio que se presta para
muchos engaños". "Todo depende de como se presente el
producto, cómo se lo venda y qué hay detrás". Según este
empresario, hay vendedores que están dispuestos a todo para
conseguir un cliente.

El cliente debe ver exactamente lo que está comprando, dice.

UN PARAISO TERRENAL

Isla Bonita ofrecía 300 habitaciones cinco estrellas,
piscinas, restaurantes, equipos para deportes acuáticos.

Contaría con una casa club, un gimnasio, un servicio médico,
un restaurante, un supermercado, una boutique, lavandería,
canchas de tenis, volleyball e indorfútbol, antena parabólica
e, incluso, una capilla.

La Isla, ubicada a solo 15 minutos desde el embarcadero de
Muisne, era promocionada como un sitio paradisíaco, rodeado,
al oeste por el océano pacífico y con un buen oleaje para
deportes náuticos. Se decía que sus playas eran de blanca
arena y que, hacia el este, la unión de la desembocadura del
río Muisne y el mar producían una playa de aguas límpidas y
mansas.

Además, los constructores garantizaban que este proyecto
protegería los manglares, evitaría la destrucción del
ecosistema y contaría con una planta de desalinización de
aguas y otra de reciclaje de aguas servidas para evitar la
contaminación de las playas.

¿Qué pasó en ELEPEVE?

La pregunta que ronda en los medios empresariales es ¿que le
pasó a ELEPEVE? Será que Isla Bonita derrumbó al coloso de la
construcción o, por el contrario, será que la muy conocida
crisis de liquidez de esta empresa, terminó con el sueño de
quienes se asociaron al paraíso.

Isla Bonita arrancó entre junio y agosto de 1995. Se sabe que
el proyecto tenía el éxito asegurado, al punto de que los
socios venezolanos y chilenos decidieron, en noviembre de
1995, desprenderse de sus colegas ecuatorianos, representados
por la Inmobiliaria Madeira. "No tenemos por qué compartir un
negocio tan exitoso", les habrían dicho. Las acciones se
cotizaban a muy buen precio. Sin embargo, hoy Madeira tiene un
juicio porque nunca recibió el monto global de sus acciones.

Hoy, la responsabilidad va de mano en mano. A través de su
representante legal en Ecuador, el abogado Guido Flores, los
empresarios venezolanos dijeron para BLANCO y NEGRO que ellos
solo se hicieron cargo de la comercialización y que recibían
para ello cierta cantidad de dinero.

Por su parte, Vicente Arteaga, procurador judicial de ELEPEVE,
asegura que sus representados nunca tuvieron en sus manos el
manejo económico de Lastur y que éste estuvo a cargo de los
venezolanos.

Arteaga aseguró que lamentaba que se vea en ELEPEVE a un
homónimo de Isla Bonita y que sus representados fueron los
grandes perdedores puesto que pusieron la Isla, que costaría
un millón de dólares, perdieron toda la proyección
arquitectónica, la barcaza, los transformadores y todos los
trabajos que se realizaron. Hoy se sabe, sin embargo que el
terreno de Las Manchas está hipotecado al Banco Unión.

Según Arteaga, fue Isla Bonita la que condujo a la
intervención y -seguramente- próxima liquidación de ELEPEVE.
"Luego de Isla Bonita fuimos presas de una especie de efecto
dominó. Todos quieren ejecutar las garantías en contra de
ELEPEVE".

Asegura Arteaga que ELEPEVE -la empresa constructora recibió
apenas 40 mil dólares. "Habría que devengar el aporte de la
Isla, los aportes arquitectónicos que quedaron truncados y el
efecto que ocasionó el proceso de liquidación".

"En agosto, cuando ELEPEVE estaba en la 12 de octubre se
amotinó un grupo de personas, le golpearon a una persona.
Cuando la superintendencia solicitó las cuentas, se pidió una
ampliación del caso hasta poder organizarse".

Aquel día, la compañía Investplan estuvo presente. ELEPEVE
tenía una deuda de 300 millones de sucres. Sin embargo, los
rumores en el mundo empresarial dicen que las deudas de
ELEPEVE ascienden a 12 millones de dólares, "plata que la
banca prestó y de la que ni siquiera pagó intereses", dijo uno
de los acreedores que prefiere no identificarse.

¿Por qué le prestaban? "Se suponía que la moral y ética al
máximo nivel", dice el mismo funcionario.

Por su parte, Arteaga asegura que, antes de que se hiciera el
informe del interventor estaba lista la orden de liquidación.

"Normalmente, una intervención voluntaria se tarda seis meses
o un año y si aquí nos han intervenido debe haber gente muy
poderosa".

LE AHOGARON LAS DEUDAS

¿Cómo una empresa estrella de la construcción pudo haberse
abocado a una situación como la actual?

Según Arteaga fue una mala asociación. Isla Bonita fue el
cúmulo y las circunstancias económicas del país, un exceso de
intereses del sector bancario. ELEPEVE ha pagado ocho millones
de dólares de intereses. Esto puede liquidar a cualquier
persona.

Si usted revisa al sector financiero, los intereses, los
bancos caerán víctimas de su propio efecto.

Antes de ser intervenida, ELEPEVE se encontraba construyendo
el edificio del World Trade Center y que se suspendió cuando
los directivos salieron del país. "Entre el 20 y el 23 de
agosto nos quedamos sin interlocutores y ahora debemos
terminar la construcción por nuestra cuenta".

Las grandes deudas estarían en otros grandes bancos. ¿Isla
Bonita hundió a ELEPEVE? Tal parece que la crisis fue a gota
que hundió a la empresa.

Otras fuentes financieras aseguran que las razones del fracaso
pudieron ser el excesivo apalancamiento; es decir depender en
exceso de las cuentas por cobrar.

Isla Bonita pudo ser la salvación de ELEPEVE.

Se sabe, además, que en algún momento Diners Club quiso
intervenir para salvar el proyecto y que, finalmente desistió.
(DIARIO HOY) (REVISTA BLANCO Y NEGRO)
EXPLORED
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