Quito. 24 nov 96. Veinte personas han muerto quemadas en el
Ecuador, durante 1996, víctimas de actos colectivos de venganza.
No ocurre sólo aquí. Hay países como Brasil, en los que la
miseria extrema de las calles no la combaten los programas de
desarrollo sino las bandas paramilitares.

América Latina participa, impotente, en el ejercicio de una
justicia paralela: la que se toman las gentes por sus propias
manos. Y al momento de encontrar culpables, no hay más remedio
que repetir con un sentimiento de derrota, lo que en algún
momento fue un símbolo de legítima rebeldía: ¿Quién lo mató?
Fuenteovejuna, señor...

Pero Fuenteovejuna tiene en el Ecuador de fin de siglo, por lo
menos tres rostros.

Uno es aquél que se funda en ancestrales leyes de la comunidad
andina. Allí, nunca se creyó en la justicia mestiza y los
procesos de enjuciamiento y castigo, al tiempo que implacables,
son meditados. En 1996 vivimos un caso: Calguasíg. Dos curanderas
a las que se les probó hasta la saciedad el daño cometido, fueron
castigadas a la luz pública. No se llegó a su ajusticiamiento.

Otro rostro es aquél de los pueblos, a los que la concentración
en pocas manos y ciudades, de los bienes y las indulgencias, ha
abandonado al borde de toda organización y toda justicia.
Crecieron en procesos espontáneos y vertiginosos de migración y
colonización y a ellos sólo llega, desde el centro, una triste
guarnición policial que no tiene ni para renovar su uniforme o
una banda paramilitar en potencia, que uniformada y autoritaria,
ejerce el terror en el lugar.

Recuerdo los relatos del Obispo de Sucumbíos, sobre las
poblaciones atormentadas y asfixiadas entre dos fuegos: la
guerrilla y el ejército. Los acusados hoy por estos
ajusticiamientos populares, reclaman a su favor que aquellos
mismos delincuentes a los que denunciaron y que se fueron presos
luego de haber pagado enormes sumas de dinero a policías y
jueces, regresan libres a tomarse venganza.

Finalmente está el rostro que es gérmen de una delincuencia
anónima: los grupos que matan indiscriminadamente, cegados por
el odio o la venganza. Es curioso encontrar que varios de los
ajusticiamientos ocurridos este año, han sido obra de grupos de
taxistas.

La justicia no tiene respuesta. La policía no tiene respuesta.
Los fiscales no tienen respuesta. El régimen político atiende
otros menesteres y otras violencias. Los periódicos, seguiremos
sumando víctimas.

De Sacha a La Paz

Año de 1992. La opinión pública amaneció alarmada el 9 de junio
cuando conoció que en la comunidad de Monterrey, en Santo Domingo
de los Colorados, fue quemado vivo Carlos Pineda, a quien
acusaron de violar a una niña. Tres meses después, el 23 de
octubre, otros dos supuestos asaltantes de taxis fueron
asesinados en la misma forma y en la misma ciudad. Ese año fue
considerado trágico y se pensó que la justicia estaba en
descrédito porque había tres quemados vivos por anónimos
"ajusticiadores".

Según un informe sobre seguridad en el país, desde enero de 1988
hasta junio de 1996, 38 personas fueron linchadas, el último de
esos 38 linchados en ese periodo fue Juan Fernando Hermosa, más
conocido como el "Niño del Terror", el caso que inició un año
fatídico, en el que los ajusticiadores vuelven a actuar, pero
esta vez parecen incontrolables.

En un lugar desconocido

El primer caso de "ajusticiamiento" se registró en un lugar casi
desconocido. El famoso "Niño del Terror", Juan Fernando Hermosa,
que purgó una condena por una serie de asesinatos a taxistas, y
que recuperó su libertad a comienzos de este año, fue torturado
y asesinado por desconocidos en Sacha, una comunidad cercana a
Lago Agrio, el 28 de febrero.

Nadie se hizo responsable de ese linchamiento, su cuerpo fue
encontrado maniatado, lo arrojaron en una zanja para que el país
lo descubra.

Crímenes de Santo Domingo

Después del crimen en Sacha nadie volvió a hablar de
ajusticiados. Los meses transcurrieron y el 12 de julio dos
personas acusadas de asaltar a los taxistas de Santo Domingo de
los Colorados fueron torturadas, quemadas vivas y arrojadas en
la carretera.

Aunque ningún taxista reconoció públicamente haber linchado a los
dos supuestos delincuentes, ellos aducieron que eran víctimas de
varios asaltos.

Ni bien se apagó la hoguera que mató a los dos supuestos
asaltantes, 14 días después, el 26 de julio, un nuevo caso
asombró a la opinión pública.

Ese viernes en la noche 40 sujetos desconocidos que usaban
pasamontañas y estaban armados ingresaron en el Hospital Regional
de Santo Domingo de los Colorados en el que estaba internado
Francisco Chica, que se accidentó cuando huía con el vehículo
robado al comerciante de El Carmen, Hugo Menéndez Cedeño, a quien
habría asesinado. Su cadáver humeante se encontró dos días
después en una guardarraya, en el kilómetro 52 de la vía Santo
Domingo-Chone.
Aparentemente los "ajusticiadores" eran amigos y familiares del
comerciante que viajaron expresamente de El Carmen hasta Santo
Domingo, para quemar al supuesto asesino, pero nunca se capturó
a los responsables.

Santo Domingo de los Colorados desapareció del mapa de la
violencia por tres meses y volvió a reaparecer el domingo
anterior, cuando una caravana de taxistas capturó por
equivocación a Sandro Nole, de 20 años, a quien lo confundieron
con un asaltante, lo machetearon y lo quemaron junto a una
fábrica de tubos en un lugar desolado de esa ciudad.

La Maná y la polémica caricaturización

El 17 de julio, cinco días después de que los taxistas de Santo
Domingo de los Colorados torturaron, quemaron vivas y arrojaron
en la carretera, a dos supuestos asaltantes de taxistas, en La
Maná la "justicia por mano propia" vuelve a aparecer.

Cinco personas acusadas de asaltar y asesinar a un transportista
oriundo de La Maná fueron torturadas y quemadas vivas.

Los supuestos asesinos fueron arrebatados por una enardecida
turba a los propios policías que los trasladaban a ese recinto
de Lago Agrio, ciudad en la que fueron detenidos. Este caso creó
polémica.

Entre los "ajusticiados" estaban dos personas que nada tuvieron
que ver con el asalto y el asesinato.

En Lago Agrio existió un levantamiento popular y los familiares
de los linchados culparon a la Policía de los asesinatos.

La Policía dijo que cumplió con su deber y que nada podía hacer
ante un levantamiento popular.

Sus miembros fueron ciegos y sordos cuando la turba les arrebató
a los detenidos. Los agentes presenciaron el linchamiento y la
opinión pública se estremeció.

El ministro de Gobierno de aquel entonces, Xavier Ledesma, solo
atinó a decir que la prensa estaba "caricaturizando los hechos",
porque eran casos aislados.

De la carretera al basurero

El 11 de octubre, los trabajadores de una hacienda encontraron
los cuerpos humeantes de dos jóvenes en el kilómetro 57 de la vía
El Carmen-Chone, por el recinto de La Brava. ¿Quién los quemó?
Las conjeturas se comenzaron a tejer. Finalmente la Policía dijo
que los jóvenes eran de Muisne, de donde huyeron luego de
asesinar a su padrastro por problemas de herencia y que llegaron
a El Carmen a comienzos del mes.

Los hermanos de su padrastro los habrían seguido hasta El Carmen,
en donde los capturaron, los quemaron y los abandonaron. Nadie
reclamó sus cadáveres.

Sus cuerpos humeantes fueron encontrados en una carretera. Pero
en Machala otro incinerado, Manuel Cárdenas Cojitambo, ni
siquiera tuvo ese privilegio, porque lo mataron y lo dejaron
abandonado en un basurero.

Otra vez los taxistas fueron acusados de ser los responsables del
linchamiento. Solo su madre lo acompañó en su sepelio.

De Píntag a los pueblos anónimos o el fin del ciclo

Un nuevo gobierno se inauguró el 10 de agosto. El presidente hizo
promesas para reforzar la seguridad ciudadana y evitar los
linchamientos, pero seis días después, una población cercana a
Quito era el escenario de otro "ajusticiamiento".

En la madrugada de ese día, un grupo de pobladores de Píntag
marcharon hasta el centro nocturno La Mansión y trataron de
quemarlo, después arrastraron a Segundo Bastidas, José Chinpataxi
y Lenin Gallegos, que bebían en el sitio, los golpearon y los
mataron. Fueron linchados. Las causas aún no están claras aunque
la Policía halló tres responsables que nunca fueron capturados.

Después aparecen en escena otros pueblos... desconocidos para la
mayoría de ecuatorianos, que ocuparon los primeros espacios en
los noticieros televisvos y las primeras páginas de los
periódicos.

El 21 de septiembre, en la comunidad de Chanchalito, ubicada a
una hora de Salcedo, los comuneros secuestraron, golpearon y
quemaron vivo a Manuel Osvaldo Haro Espín, acusado de robar tres
cabezas de ganado.

La comunidad se responsabilizó del crimen y aseguraron que lo
volverían a hacer si encontraban a alguien robando.

Catorce días después, el 3 de octubre, enardecidos pobladores de
la comunidad de San Miguel, ubicada en la vía Tena-Loreto-Coca,
asesinaron y quemaron a Francisco Dunay, de 49 años, en su propia
casa, a la que prendieron fuego para arrojarlo a las llamas. Fue
acusado de practicar brujería y de causar daños a algunos
comuneros. Los hijos del supuesto brujo presenciaron el hecho.

En otra comunidad cercana se volvió a encender otra hoguera. El
3 de noviembre, Wellington Ayoví Castro, de 37 años, acusado de
ser un sicario que los iba a matar, fue linchado por la comunidad
de El Capricho, población fronteriza entre Napo y Pastaza.

Esta vez la comunidad dijo que un policía les entregó al supuesto
sicario y que ellos hicieron justicia por su recomendación.
Después los familiares de Ayoví reclamaron a los comuneros y los
acusaron de "racistas" porque aparentemente lo quemaron por ser
negro y no por ser delincuente.

Nadie logró probar que Wellington Ayoví fuera un asesino a
sueldo.

Y otro pueblo desconocido cerró, por el momento, el ciclo de
"ajusticiamientos", en otro poblado cercano a San Miguel y El
Capricho aparecieron los restos de otro supuesto delincuente.

A un lado del recinto de La Paz, en el kilómetro 64 de la
carretera Coca-Loreto-Tena, aparentemente se encontraron los
restos huemeantes del colombiano Gonzalo Rivera, la víctima
número 20, en un año de "ajusticiamientos" que comenzó en Sacha.

Los fiscales y la excitación

¿A quién preguntarle por la justicia en estos casos? ¿A un jefe
de Policía? ¿A un fiscal?

El Fiscal General puede excitar a un fiscal de provincia para que
inicie una causa legal a un fantasma, pero el fiscal local se
dará por "excitado" y se evitará conflictos.

El anterior Fiscal, Fernando Casares, inició una causa. El actual
desconoce el desenlace y tampoco ha iniciado ningún otro trámite.

"Difícil acusar a la masa"

"Cuando era fiscal me preocupé por seguir los casos, pero ahora
desconozco totalmente qué pasa", dijo el ex Fiscal general de la
Nación, Fernando Casares, quien aseguró que es muy difícil juzgar
a una masa, en el caso de un linchamiento.

"Cuando se produce un linchamiento, todos los implicados en el
mismo responden, tanto los autores materiales, como los
intelectuales", dijo.

Para el ex fiscal, hablar de linchamientos, es hablar de un
asesinato en masa, por lo cual es mucho más difícil poder acusar
a alguien directamente.

"La masa es la que se mueve. Tanto los cómplices como los
encubridores estarían implicados en el delito colectivo", dijo.
El ex fiscal considera que los procesos penales para este tipo
de asesinatos, se vuelven mucho más complejos y difíciles.

"Procesos eternos"

El fiscal general de la Nación, Guillermo Castro Dáger, aseguró
no tener una idea concreta de qué pasó con los juicios sobre los
linchamientos en La Maná, que se instauraron en el gobierno
anterior.

Sin embargo, el director nacional de la Asesoría Jurídica del
Ministerio Fiscal, Cristóbal Mantilla, aseguró suponer que estos
juicios seguían en la investigación sumaria.

Guillermo Castro Dáger dijo que cada fiscalía regional es una
jurisdicción independiente. "Los casos de linchamiento comienzan
a ser analizados y estudiados en la jurisdicción de la provincia
donde se produce el caso", dijo, pero de los 20 linchamientos
ocurridos en el país ninguno de los procesos ha llegado a sus
manos.

Para el fiscal los juicios, en el caso de un linchamiento, deben
de ser dirigidos a los autores, cómplices y encubridores, "ya que
son casos de complicidad de una población, de una masa. No se
puede aislar al colectivo que acomete el delito".

El ministro fiscal y su asesor definieron a los trámites legales
en el Ecuador como "engorrosos", lentos, obsoletos e inservibles.

"Las leyes del país dicen que un juicio debe dictarse máximo en
un plazo de 120 días, pero que nunca se cumple este plazo", dijo
el fiscal.

"Los juicios duran años, y este es uno de los mayores problemas
para que queden impunes los crímenes", aseguró el fiscal
finalmente.

LA MUERTE EN NUMEROS Y FECHAS

- 28 de febrero: el famoso "Niño del Terror", Juan Fernando
Hermosa, fue asesinado por desconocidos en Sacha.

- 12 de julio: dos personas acusadas de asaltar a los taxistas
de Santo Domingo de los Colorados fueron torturadas y quemadas
vivas.

- 17 de julio: cinco personas acusadas de asaltar y asesinar a
un transportista oriundo de La Maná fueron arrebatados a los
policías y quemados en plena calle y a plena luz del día en esa
ciudad.

- 28 de julio: Francisco Chica, secuestrado del hospital en Santo
Domingo de los Colorados, fue encontrado incinerado en el
kilómetro 52 de la vía Santo Domingo-Chone.

- 16 de agosto: Segundo Bastidas, José Chinpataxi y Lenin
Gallegos, fueron linchados en el centro nocturno La Mansión de
Píntag. Causas desconocidas.

- 21 de septiembre: en Chanchalito los comuneros quemaron vivo
a Manuel Haro Espín, acusado de abigeo.

- 3 de octubre: en San Miguel queman a Francisco Dunay, acusado
de brujo.

- 11 de octubre: en el kilómetro 57, en la vía El Carmen-Chone,
encuentran dos cadáveres humeantes.

- 3 de noviembre, Wellington Ayoví Castro fue quemado en El
Capricho.

- 10 de noviembre: en Machala queman a Manuel Cárdenas Cojitambo,
acusado de asaltar taxistas.

- 17 de noviembre: en Santo Domingo de los Colorados unos
taxistas queman a Sandro Nole, a quien confunden con un
asaltante.

- 18 de noviembre: en La Paz, cerca al Coca, aparece el último
"ajusticiado" de este mes, aparentemente se trata del colombiano
Gonzalo Rivera. La víctima Nº 20 de un ciclo que comenzó en un
lugar desconocido: Sacha. (DIARIO HOY) (P. 6-A y 7-A)
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