Quito. 20 nov 96. El más cuestionado es el
Ministro de Energía. Un semiólogo y un
sociólogo dicen que el lenguaje de este
personaje es solo la caparazón de un
problema.

En las últimas semanas, el lenguaje de
algunas autoridades del Gobierno
evidencia que hay una actitud
discriminatoria profunda en contra de la
mujer.

Ese discurso no solo está en las palabras
sino también en las actitudes, lo cual ha
provocado una serie de reacciones y
reflexiones.

En Alfredo Adum, ministro de Energía,
es el personaje donde más se expresa
esta actitud machista y peyorativa.

En la edición de la revista Vistazo del
10 de octubre de 1996, en una amplia
entrevista bajo el título de "Alfredo
Adum, un loco de atar" él dice: "Si yo
pudiera andar desnudo, andaría desnudo.
A veces digo que la única diferencia
entre el hombre de cro-magnon y Alfredo
Adum es la ropa. Hubiera querido vivir en
esa época de las cavernas, más libertad,
menos prejuicios. Mujer que me gustaba
me la cogía del moño y me la llevaba a la
cueva y me la comía. Satisfacía mis
apetencias sexuales y mis apetencias
biológicas, porque en esa época se comía
a las mujeres en ambos sentidos".

El movimiento de mujeres organizadas
expresó su rechazo frontal a las
declaraciones de Adum, por considerarlas
la expresión de un machismo enfermizo,
pero luego el repertorio de la violencia
aumentó: Sonia Palacios, una trabajadora
de Petroecuador, junto con otros dos
empleados, denunció haber recibido una
cachetada de Adum.

El salió al paso y desmintió afirmando que
no estaba en su oficina y que "a una mujer,
él no la topa ni con el pétalo de una rosa",
aunque no tuvo suficientes pruebas a su
favor para convencer. La Policía, en su
informe médico, señaló que ella sí fue
golpeada.

Este último hecho obligó a las mujeres,
el ocho de noviembre, a salir a las calles
a protestar y alrededor de 100, con pañuelos
blancos en la mano acudieron al Palacio
Presidencial a pedir la destitución del
Ministro agresor. Nadie salió a atender los
reclamos y ningún vocero del Gobierno
hizo alusión al pedido de los grupos de
mujeres.

También, una empleada de Tame, Verónica
Ganchala, según los reportes de diario Hoy,
recibió insultos de Adum por recordarle
que debe cumplir con las normas de
seguridad que todo aeropuerto exige. Eso
sin contar con las denuncias de guardias
maltratados por el Ministro, cuando le
exigen entregar el arma que suele llevar.

Y el fenómeno se extiende, diario
Expreso publicó la queja de Laura
Caicedo, quien fue golpeada por los
guardias de la Gerencia de Emetel, en
Quito. La información se publicó el 11
de noviembre. El maltrato,
supuestamente, se produjo por que ella
no cumplió con las órdenes de ubicar a
un recomendado del Gerente General.
Esta mujer dijo que era afiliada al PRE.

Pero más que las palabras son las
actitudes y el discurso de violencia y
discriminación en contra de las mujeres.
Así lo señalan Silvia Vega, Elsa María
Castro y Sonia Palán, del Comité
Directivo de la Coordinadora Política
de Mujeres por la Democracia.

Esta instancia agrupa a 800
organizaciones en todo el país. 13 de
ellas se reunieron e hicieron una
minicumbre. La conclusión: el lenguaje
que utilizan varios funcionarios es
sexista, marcado por un claro abuso de
poder.

El manejo del lenguaje preocupa, no
solo por que se trata de un discurso
violento sino, sobre todo, por que es
un discurso claramente autoritario. El
Gobierno es la suma perfecta del poder
y el machismo agrega Patricia Palacios
de Mujeres por la Democracia.

"Somos lenguaje y a través de él somos
muchas cosas. El lenguaje y la
diferencia sexual son cuestiones tan
incorporadas a nuestra existencia que
resulta difícil ponerlas a distancia. La
lengua está marcada por la historia.
Sirve para reafirmar e identificar
los intereses de los grupos que
ejercen el poder". De esta reflexión
parte el semiólogo y profesor
universitario Alberto Pereira.

"Si nosotros vivimos en una sociedad
machista, las manifestaciones y la
conciencia lingüística de estos
grupos se reflejarán no solo en el
léxico o en las palabras.

También están en la entonación y la
gestualidad, que suelen acompañar a
las expresiones verbales.

El discurso de Adum es importante
para ejemplificar la estructuración de
la lengua y el uso de las convenciones
vinculadas al autoritarismo. "No hay
duda de que se trata de nuevos ricos
en el Gobierno y el resultado rebasa
cualquier lógica", dice Nelson
Reascos, sociólogo y catedrático de
la Facultad de Ciencias Humanas de
la Universidad Católica.

Otros hechos que revelan el sexismo
en el lenguaje están en que aún hay
hombres y mujeres que no quieren
convencerse que hay médicas,
abogadas, ingenieras, arquitectas,
juezas...

La segregación de la mujer, como la
racial y otras formas discriminatorias,
se refleja en la lengua. Lo que sucede
es que, por nuestra propia deformación
ideológica, no somos capaces o no
queremos darnos cuenta de ello. Es
como estar en medio de la niebla y
no verla, agrega Pereira.

Para Alexandra Ayala, máster en
comunicación y corresponsal de
Fempress, decirle a algunos
funcionarios de este Gobierno
machistas es inocente y ni siquiera
es sexismo. "Esas actitudes y el
lenguaje soez son expresiones no
solo de su autenticidad. Es la visión
de cómo conciben el poder y las
relaciones sociales y el trato a las
minorías".

Ayala reflexiona sobre el
pensamiento occidental que es
androcéntrico. Tiene como centro
a todo lo masculino.

Esta comunicadora se dio el trabajo
de revisar el diccionario de la Real
Academia de la Lengua, en él encontró
que la palabra hombre es genérico y es
particular. Las acepciones de esta
palabra en el diccionario tienen tres
columnas; y las de mujer se despliegan
en cerca de 40 líneas y desde ahí se
establecen las desigualdades.

El significado de hombre público es
diferente al de mujer pública. Ellos
son políticos y empresarios muy
conocidos. Ellas trabajadoras sexuales.

Apuntar a eliminar el sexismo en el
lenguaje es querer eliminar el sexismo
en el pensamiento. "¿Cómo le
podemos pedir al señor Adum que
trate bien a a las mujeres si él es un
cavernícola, androcéntrico y faló
ctrata? Todas sus expresiones y por
lo tanto su pensamiento y acción
tienen como centro al falo".

Para Reascos, el discurso de Adum no
es un machismo silvestre. Más bien
hay un marcado machismo genitalista.
Esa absurda paradoja de decir que a la
mujer no se la topa ni con el pétalo
de una rosa, es una frase típicamente
machista, por que encasilla a las
mujeres en la categoría de minusvalía.

Detrás de los discursos como los de
la campaña, de la maternidad y el
paternalismo, se esconden muchas
otras cosas, pero como los extremos
se tocan, la frase siguiente que
pronuncia Adum es "que lo único que
se pone en la mano es lo que se pone
cuando va a orinar".

Según Reascos, el sexismo,
ordinariamente conocido como
machismo, es una manifestación
equivalente al racismo, a la
explotación económica y cultural.

Son manifestaciones de un mismo
hecho de fondo: la prepotencia,
la intolerancia de una minoría o de
un sector frente a otro.

Julio Pazos, decano de la Facultad
de Lingüística de la Universidad
Católica, afirma que la sociedad
debe plantearse anular y eliminar
el trato discriminatorio de la mujer,
pero no solo en las formas: lo
principal es la actitud.

Que un Ministro diga groseramente
que le hubiera gustado arrastrar a las
mujeres a su cueva, pero al mismo
tiempo asegura que no las puede
tocar ni con el pétalo de una rosa,
está evidenciando que hay algo más
profundo, donde el lenguaje es solo
la caparazón.

Muchas de las formas para referirnos
a las mujeres en la actualidad vienen
del siglo pasado, del primer
romanticismo y sin querer, a veces,
nos hemos quedado en esta forma de
tratarlas. Por ejemplo, en los
concursos de belleza el lenguaje es
ofensivo, pero es negativo en otro
sentido por que cosifica.

En los últimos días esta forma de
agresión, aparentemente, está en
tregua. Pero las mujeres ya anuncian
que la próxima semana, por el Día de
la no Violencia, que es el 25 de
noviembre, pedirán una audiencia al
presidente de la República, Abdalá
Bucaram.

La principal exigencia será: no más
agresiones en contra de los
trabajadores y la destitución de
Adum. Bucaram tiene la palabra.
(FUENTE: EL COMERCIO)
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