No habían pasado los primeros minutos de su intervención y Lucio Gutiérrez ya hizo alusión al golpe de Estado de 2000. “Mientras otros candidatos dicen que van a combatir la corrupción y cuando tuvieron la oportunidad no lo hicieron, Lucio Gutiérrez, sin que nadie se lo pida, fue a un acto que se convirtió en una rebelión civil, sacrificando su carrera militar”.
Gutiérrez explicó lo que llamó varias veces ‘mi verdad’ de los hechos del 21 de enero, y justificó el golpe con cuatro artículos de la Constitución.
Al momento de dar a conocer su visión política, dijo: “No soy de la izquierda, no tengo formación ideológica, soy un ex militar, lo que no debería estigmatizarme, pues no soy un "gorila"...”.
El candidato no pierde la calma cuando se le cuestiona por su desconocido equipo de gobierno, aunque en este punto sí titubea. Dijo que cuenta con 1 200 profesionales. “No son conocidos en el ambiente político, pero no por eso no son capaces”, señaló.
Al hablar acerca del régimen monetario, ofrece mantener la dolarización, pero no pone en claro lo que está detallado en su plan de gobierno: implantar una moneda nacional paralela al dólar, es decir, reinstaurar la política monetaria.
Sobre educación, afirmó que no se debe estigmatizar al MPD, partido que apoya su campaña, pero dijo que “si está la educación politizada, tenemos que despolitizarla”.
Cuando el tema de la salud fue expuesto, basó su plan en dos propuestas básicas. La primera es la implementación de una tarjeta médica con la que un ciudadano puede recibir atención en cualquier hospital (la factura pasará a su seguro médico), en el que, asegura, invertirá $300 millones. La segunda es el desarrollo de planes de refuerzo alimenticio en la harina con un extra de hierro, y un suplemento de vitamina "A" en el azúcar.
Otros de sus planes son: despartidización de la Función Judicial, con jueces nombrados por colegios electorales; creación de una cuarta función del Estado, integrada por entes como la Contraloría, Fiscalía, Tribunal Constitucional y Comisión Anticorrupción; cadena perpetua para los corruptos; reducción del número de diputados a 28.
Con base en ello, resumió la labor de su posible gobierno en cinco ejes: moralización de los entes del Estado, gobernabilidad, creación de fuentes de trabajo, seguridad social y la recuperación de valores.
Y ¿si resulta presidente y le aparece un coronel golpista? “Si actúo como lo hizo Mahuad, antes de que me tumben, yo mismo me iría”, señala el candidato de Sociedad Patriótica, no sin antes afirmar que “en mi gobierno no voy a imponer nada”. (PM-JRI)


Atrapado entre los hechos y las palabras

Las acciones le juegan una mala pasada e incorporan a sus frases la sombra de la desconfianza

Por Diego Araujo Sánchez
Subdirector Editorial


La primera vez que el coronel Lucio Gutiérrez llega a HOY no viste traje de campaña, sino terno oscuro y una corbata roja, cuyo extremo más delgado se escurre fuera de la faja ancha, como ligera señal de descompostura del ex militar que hace gala de compostura y se mantiene, durante todo el diálogo, en una suerte de posición de firmes, muestra un talante moderado y confiesa que jamás se molesta. Para refrendar esta observación, ni el fuego cruzado de las preguntas le saca de casillas.
Pero, cuando se graba la entrevista, dos semanas más tarde, llega Gutiérrez en traje de campaña. Luce distendido y bastante más seguro. ¿Le han cambiado tan pronto la vertiginosa campaña y la respuesta lograda?
Lo que permanece en las dos ocasiones es una personalidad atrapada entre la retórica para justificar la aventura golpista y la ruptura de la Constitución, que intenta soldar con una interpretación tan flexible como para no condenar cualquier otra asonada, y la reiteración de que es un individuo nuevo, que no tiene un pasado político, que quiere hablar por los hechos y no por las palabras.
El candidato dice: “Yo no soy de izquierda. No tengo formación ideológica. No tengo experiencia en esos encasillamientos políticos, soy pragmático y no dogmático”.
¿No juegan los hechos otra mala pasada a las palabras del coronel para incorporar en ellas la sombra de la desconfianza? ¿No pasa lo mismo cuando promete fortalecer la dolarización, a pesar de que los grupos de apoyo a su candidatura remen en dirección contraria? ¿O cuando promete despolitizar la educación con el MPD de socio relevante? El coronel Gutiérrez está en lo cierto: los hechos hablan más que las palabras. ¿Pero será juzgado desde esta óptica por un electorado que reivindica precisamente como un mérito el golpe del 21 de enero y asigna al coronel la condición de outsider de la política?


Un postulante carente de metáforas

Todavía no se ha contaminado de los vicios de los políticos a la hora de las presentaciones públicas. A ratos le domina la timidez y aflora su esencia

Por Orlando Pérez
Editor Metropolitano


Lucio Gutiérrez todavía no se despoja de la lógica militar: en su visión proselitista se proyecta el esquema clásico de la economía, de la conducta política y de los valores que toda sociedad quiere fomentar.
Transmite honestidad y franqueza. Su mirada es tímida. No maneja metáforas para explicar sus mensajes e ilustrar sus pensamientos. Se muestra tal como es y no como algunos que con citar un libro, un autor o una frase creen pasar al campo de los intelectuales o líderes espirituales.
Su estilo es el de un hombre racional y las palabras dignidad, honor, diálogo, consenso (repetidas varias veces en una conversación de 70 minutos) señalan un solo camino: la unidad. ¿Será posible?
Apela al consenso, pero no quiere tener en su gobierno paros ni movilizaciones sociales e indígenas. Cree que por ser el líder del 21 de enero lo van a apoyar sin vacilar. ¿Se olvida de los casos Chávez, en Venezuela, del sandinismo, en Nicaragua?
Se nota su autocontrol. En 10 minutos de ‘asedio’ periodístico, supo solventarse con salidas diplomáticas, pero sin convencer. Y cuando se le dice que en el alto mando militar se considera que habría sido un gran general de la República, mira hacia abajo, aflora su modestia y pasa a un estado de nostalgia.
Lucio Gutiérrez está listo para la derrota. Quizá no esté preparado para el triunfo. Si se le pregunta por sus posibles ministros, la memoria le falla. Y como sabe que el discurso de la anticorrupción cala en esta campaña se queda corto en demostrar si en su gobierno podría estar ausente este mal.
El coronel sabe que, como en la carrera militar, hay que ir escalando puestos. Esta campaña electoral parece ser su gran primer escalón en la política, pero le faltan muchos para convencerse y convencer de capitanear a un país difícilmente gobernable si no se cuenta con un liderazgo fuerte, nacional y con cierta malicia para la política.


Un coronel que interpreta la Biblia

¿Habrá asimilado en tan poco tiempo los trucos de los políticos de viejo cuño, que no reflejan sus emociones?

Por Thalía Flores y Flores
Editora de Información


Si a Lucio Gutiérrez se le cede la palabra, se transforma en un político tradicional; su discurso se torna populista y hasta parece asumir un extraño papel de redentor.
De todos los problemas que tiene el Ecuador, responsabiliza a quienes han gobernado la nación, sin excepción alguna, como pretendiendo que se lo mire como el solucionador. No obstante, cuando se le interroga acerca de cómo aplicar la descentralización en el área de la salud, las ideas surgen, pero de manera desordenada.
Así y todo, Lucio Gutiérrez es imperturbable. En él parecería prevalecer la frialdad del militar preparado para enfrentar al enemigo; aunque a ratos, cuando baja el tono de su voz, da a su rostro un aire algo místico.
¿Habrá asimilado en tan poco tiempo los trucos de los políticos de viejo cuño, que no reflejan sus emociones? Quién sabe.
“No soy de izquierda”, dice, sin inmutarse, con un tono sereno y casi convincente. ¿Se le olvidó que para conformar su partido se presentó ante los ecuatorianos como el antagónico a la derecha? ¿O que, en su campaña ha recibido con entusiasmo la adhesión del MPD, el único partido que reivindica su ideología marxista, así como el apoyo de ‘las bases’ del socialismo, donde él mismo afirma están los auténticos?
La respuesta podría encontrarse en otra frase pronunciada por él mismo: “No tengo formación política”. Pero también en esta misma afirmación se podría descubrir a alguien que cree haber cumplido la misión de protagonizar un golpe de Estado sin violentar la Constitución, puesto que de la Carta Magna hace su propia interpretación; algo que también, confiesa, hace con la Biblia, este coronel que se define como un católico no practicante.


AL PIE DE LA LETRA

l “Un golpe de Estado siempre lo realizan las élites de un país, mientras que lo del 21 de enero fue una rebelión popular”.

l “Nunca he sido un espía. Yo pertenecía a la Caballería. Es una locura más de mis adversarios que me digan que colaboré en inteligencia militar en el gobierno de Febres Cordero. Entre 1984 y 1988 fui estudiante de la Espe.”

l “Luego de que me dieron la baja tenía dos opciones: quedarme en mi casa cocinando para mis hijas o tratar de tomar mi derecho de ciudadano de participar en la política”.

l “Todos los ex presidentes son los responsables del país en el que vivimos actualmente, ¿en qué gobierno no ha habido actos de corrupción?”.

l “El partido Sociedad Patriótica 21 de Enero no es una asociación castrense. Apenas somos 20 militares, y tenemos 460 mil civiles afiliados”.

l “La ventaja de haber sido un militar es que nosotros no tenemos tendencias regionalistas”.

l “Falta mayor objetividad en algunos medios de comunicación del Ecuador. Pero también ha habido prensa valiente, aunque siempre le ha faltado más persistencia en las denuncias”.

l “Las bases del socialismo están con nosotros, unos pocos dirigentes del partido socialista nos traicionaron”.

l “Tenemos una base de datos de 1 200 profesionales que podrían ser colaboradores, ministros de nuestro gobierno”.

l "Cuando fui edecán de Abdalá Bucaram le comenté que en su gobierno había corrupción, y me dijo que le diera pruebas. Lo hice, pero él fue derrocado. Luego esos informes le di a Fabián Alarcón, y él militarizó las aduanas”.

l “Nunca he oído que un católico no pueda interpretar la Biblia. Yo la interpreto”.

l “En mi gobierno, todos los trámites públicos durarán 48 horas. Funcionario que no cumpla con esto será separado de sus funciones”.

l “¿Dónde están los $500 mil que el presidente Hugo Chávez le dio a Lucio Gutiérrez para la campaña? Eso es una mentira para desprestigiarme”.

l “Sí, estas botas que estoy utilizando son las que fabrica el Ejército”. (JRI)
EXPLORED
en Ciudad Quito

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