TRAS LA FUERZA ARMADA EL VIGOR DE UNA NUEVA DIPLOMACIA Por
Patrick Worsnip

LONDRES. 21.02.91. Si ganan la guerra, los Estados Unidos y
sus aliados deberán sustituir el arrasador idioma del fuego
por el constructivo lenguaje de una diplomacia sutil y
visionaria, para evitar que el Oriente Medio se hunda en un
pantano de odio e inestabilidad, dijeron especialistas
occidentales.

Expertos y académicos preven la necesidad de un esfuerzo en
dos planos a cargo de Occidente, para abordar los crónicos
problemas de la región, si la fuerza multinacional conducida
por Washington logra expulsar de Kuwait a las tropas iraquíes.

En el caso del Golfo Pérsico, los funcionarios hablan ya de
una nueva estructura de seguridad para estabilizar una zona
que ha conocido dos guerras en diez años. Y para el Levante,
mencionan una tentativa concertada de solucionar de una vez y
para siempre la añeja disputa israelo-palestina.

Pero estas buenas intenciones pueden estrellarse contra los
viejos obstáculos, que van desde la intransigencia de los
partidarios de la linea dura en Israel hasta el nacionalismo
árabe y el fundamentalismo islámico, ambos exacerbados en el
caso de una derrota de las armas iraquíes.

Para la comunidad internacional, será mayor el incentivo en la
búsqueda de soluciones, pero no veo cómo se eliminarán las
dificultades, dijo Rosemary Hollis, analista del Oriente Medio
del Royal United Services Institute, de Gran Bretaña.

La mayoría de los expertos coinciden en que, si triunfan en la
contienda, los aliados no permitirán reformas sustantivas de
las fronteras, a pesar de las posibles reivindicaciones a
partes del territorio iraquí por Irán, Siria o Turquía.

Nadie quiere ver desmembrado al Irak, sostuvo Joyce Starr,
presidente del grupo Global Policy, de Washington.

Las especulaciones se centran, en cambio, en la oscilación de
la balanza del poder político entre los países del área.

Concuerdan los especialistas en que, aparte un debilitado
Irak, el principal perdedor sería la OLP (Organización de
Liberación Palestina), desdeñada por los Estados del Golfo y
por Occidente a causa de sus impatías iraquíes, y disminuida
por el asesinato de dos de sus líderes, ocurrido este mes.

Por lo demás, un grave signo de interrogación pende sobre
Jordania, donde el rey Hussein ha ganado estima entre los
palestinos que forman la mayoría de la población del país, al
costo de alinearse a sus amigos extranjeros por su tibio apoyo
a la coalición internacional establecida contra Irak.

En principio, la lista de triunfadores debe incluir a Irán,
hoy cortejado por algunas naciones árabes que se le opusieron
en tiempos de su guerra con Irak (1980-88), y a Siria, dos
antiguos rivales de Bagdad. Siria tiene tropas en la fuerza
multinacional, pero Irán se ha mantenido apartado de ella.

Sin embargo, muchos analistas sostienen que ambos países
aparecen como demasiado débiles para adueñarse de cualquier
vacío de poder creado por la derrota de Irak. Aunque felices
de ver cómo los aliados aplastan al presidente Saddam Hussein,
Teherán y Damasco temen una consecuente ascendencia
norteamericana en la región.

Por tal motivo, y para aventar toda reacción contraria a los
Estados Unidos por parte del mundo árabe, deberá Washington
moverse con extremo cuidado en sus gestiones dirigidas a
fundar una estable estructura de seguridad en el Golfo.
Los estadounidenses no han de aparecer imponiendo un nuevo
orden regional, dijo Shahram Chubin, del Instituto de
Graduados en Estudios Internacionales, de Ginebra.

Según Chubin, la mejor idea es la de ampliar el existente
Consejo de Cooperación del Golfo, integrado por seis países,
con el objeto de incorporar a Irán e Irak, garantizando que su
mandato para tratar asuntos de seguridad no impida a sus
miembros alcanzar acuerdos con naciones extranjeras.

Un tema destacado por varios escritores es la necesidad de
controlar los armamentos en una zona abrumadoramente armada,
ante la posibilidad de que algunos Estados del Golfo
robustezcan sus defensas a la luz de la sujeción de Kuwait a
manos iraquíes.

Pero los especialistas coinciden en que este esfuerzo arrojará
poco fruto mientras los países árabes puedan invocar la
dominación militar israelí, subrayando así una vez más la
necesidad de un arreglo de la cuestión palestina.

La flaqueza de la posición de Occidente, según el criterio de
los árabes, reside en la diferencia ostensible entre la
celeridad con que aplicó las resoluciones de la ONU para
expulsar a Irak de Kuwait, y el letargo en que ha dejado
dormir a otras resoluciones que solicitaban la retirada
israelí de los territorios árabes que ocupa desde 1967.

A pesar de su negativa a acceder a las demandas de Hussein
para vincular el tema de Kuwait al caso árabe-israelí, muchos
políticos occidentales creen ahora que debe impulsarse, apenas
terminada la guerra, una solución para el problema palestino.

Todas las resoluciones de la ONU merecen ser nuevamente
examinadas, escribió esta semana Bernard Kouchner, secretario
de Acción Humanitaria del gobierno francés. Debemos aplicar
cuanto antes nuestros principios a esos textos que siguen
estando en suspenso, añadió.

Todo consiste en saber si el cataclismo del Golfo acercará a
los árabes y los israelíes al acuerdo que los ha eludido
durante más de cuarenta años.

Algunos expertos dicen que los Estados Unidos, acicateados por
sus aliados árabes en busca de recompensas políticas, pueden
sentirse obligados a ejercer más presiones sobre Israel, al
ver que va dejando de ser el socio estratégico que fue para
anteriores gobiernos norteamericanos.

Israel es ahora un handicap en contra del Golfo en esta
operación, no una ventaja favorable, sostuvo sir James Craig,
ex embajador inglés en Siria y Arabia Saudita.

Pero hasta el momento Israel no ha demostrado inclinación
alguna a aceptar la conferencia internacional de paz que
muchos otros países consideran la llave maestra de una armonía
duradera. Según Jerusalén, esa conferencia lo obligará a
admitir concesiones territoriales que dañarían su seguridad.

Algunos expertos dijeron que si la OLP saliese desacreditada
de la guerra del Golfo, tomarán la delantera otros líderes
palestinos deseosos de transar por menos de la original
superficie del Estado Palestino fijada por la ONU. Pero
hay quienes arguyen que tal posibilidad será frustrada por el
rencor y el odio de las masas palestinas. (REUTER)


EXPLORED
en Ciudad N/D

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