Quito. 23.02.91. El martes 26, el grupo Alfaro Vive Carajo,
AVC, entregará las armas en un acto largamente esperado desde
que empezaron las negociaciones entre los insurgentes y el
gobierno socialdemócrata.

El abandono de la lucha armada y la inserción de movimientos
guerrilleros en las imperfectas democracias latinoamericanas
es un fenómeno que hasta hace poco nadie habría sido capaz de
pronosticar.

Aunque sin la violencia devastadora con que ha azotado a los
países vecinos, el Ecuador de los últimos años vivió los
trágicos y sangrientos episodios de una incipiente lucha
subversiva y de las reacciones para controlarla. Por ello,
para quien no tiene telarañas en los ojos, un acuerdo que
evite inútiles sacrificios de vidas humanas es un hecho
positivo.

La paz y la defensa de una democracia que debe perfeccionarse
y tener un contenido real son objetivos permanentes del país.
Así lo han comprendido sin duda la Iglesia ecuatoriana, a la
cual el AVC entregará las armas, y las personalidades
nacionales e internacionales que, como garantes o testigos,
asistirán al acto el próximo martes.

Juan Cuvi (quiteño, 32 años de edad, cinco de ellos en la
cárcel) confiesa que, preso, tuvo que luchar contra todo: hizo
política, resistió las agresiones del sistema carcelario,
luchó por sus derechos y su propia supervivencia; aprendió que
la serenidad y la reflexión son elementos fundamentales para
hacer política, y que la tolerancia debe ser un criterio
orientador para el partido que aspire a ser revolucionario. En
la cárcel, dice, leyó sin descanso ensayos políticos y
novelas: descubrió el verdadero sentido revolucionario de
Bolívar,el personaje histórico a quien más admira.

Entre los personajes de ficción, recuerda que en la infancia
se le gravó la imagen de los Tres Mosqueteros, y confiesa que
nunca han podido superar otros personajes la admiración que
despertaron aquellos de su temprana lectura de la obra de
Dumas.

-¿Qué les movió a decir adiós a las armas?

-¿Qué análisis hicieron para tomar esa decisión?-

En primer lugar la certeza de que en este país una propuesta
insurgente no tenía peso a nivel de los sectores sociales .
AVC probablemente ha sido el primer proyecto político-militar
de este siglo en el país; sin embargo, el pueblo, no estuvo
dispuesto a embarcarse en una propuesta de insurgencia, a
acudir a los movimientos de lucha armados como una forma de
resolver los problemas políticos y sociales.

-¿A qué atribuyen esta no disposición popular?

-Seguimos siendo un país psicológicamente convencido de las
bondades de ser una supuesta isla de paz; esto se agrava más
por la comparación que hacemos con Colombia y con Perú. Yo
creo que, en el fondo, a los ecuatorianos nos han convencido
de que, a pesar de la miseria, de la injusticia, de la
explotación, aquí no existe un clima de violencia como en
otras sociedades.

En los momentos de mayor crisis de América Latina por lo menos
en este siglo, momentos de rompimiento de las estabilidades
económicas y sociales, el Ecuador tuvo una especie de suerte,
para algunos, o de maldición, para otros: apareció primero el
cacao, después el banano, luego el petróleo. Eso logró
neutralizar la posibilidadd de que los sectores sociales, los
sectores populares, no sólo se radicalizaran, sino
comprendieran la necesidad de otras formas de lucha para
resolver su problemática.

Nosotros hicimos ese balance, y nos dimos cuenta de que el
nuestro era una país muy poco receptivo para una propuesta
insurgente.

Por otro lado, el mundo cambia. El mundo ya no es el mismo de
antes. Y ese "ya no es el mismo" implica no sólo cambios
formales, sino cambios más profundos.

-Parece que la variación de rumbo de los movimientos
guerrilleros es la tendencia general en América Latina.

-Y no sólo en América Latina, sino en el mundo. Es decir, el
cambio de las viejas ideologías, de los viejos dogmas, de esa
manera de aplicar la política con una serie de esquemas
formales fueron en épocas pasadas verdades absolutas, pero
hoy cojean por las cuatro patas.

- Pero no hay unanimidad en el grupo acerca de la entrega de
las armas. Cierta facción les acusa de colaboracionismo y
llama a tomar nuevamente las armas.

-Yo creo que cualquier proceso político que se renueva tiene
que contar con la inconformidad de mucha gente, incluso al
interior del propio movimiento político. No es la primera vez
que en el AVC se produce una disidencia.. Lastimosamente, esta
disidencia, a la que se le ha dado el mayor espacio público,
no responde a cuestionamientos políticos de fondo, sino a
aspiraciones de tipo personal, a decisiones muy
individualistas de cierto núcleo de compañeros .-

¿Es numéricamente significativo el grupo de disidentes?

-No. Es mínimo. Además, allí no hay ningún dirigente histórico
del movimiento.

-Además de aquella disensión, ¿cuáles han sido los obstáculos
mayores para el proceso de entrega de armas?

-Yo pondría en primer lugar la propia disposición que tuvo en
un comienzo el gobierno para agilitar el proceso de acuerdos.
Pienso que el gobierno probablemente está indeciso y un poco
temeroso de los respuestas de la derecha, y en ese sentido por
lo menos no demostró la voluntad necesaria para que esto se
encaminara hacia un final existoso. Como es obvio, si el
gobierno no tenía esa decisión, aquello ponía en una
congeladora el proceso.

-¿Por qué pensaron en el Parlmento Andino como receptor de las
armas?

-El Parlamento Andino ya no va a ser el receptor de las armas.
Originalmente nosostros habíamos pensado que las armas debían
ser entregadas a un organismo multiregional que tuviera la
mayor característica de neutralidad posible. Habíamos pensado
en el Parlamento Andino; lamentablemente es un organismo poco
ejectutivo. No hubo cómo concretar las relaciones para que
ellos asumieran el papel que habíamos demandado. Fue entonces
cuando decidimos que la Iglesia puede ser un excelente
custodio de las armas. Hay una opinión generalizada al
respecto; pese a todas las críticas, la Iglesia sigue siendo
la institución con mayor prestigio en el país. Además, tiene
un carácter ecuménico, y ha estado vinculada siempre a
procesos como mediadora en conflictos. La Iglesia
últimamente, con esa tendencia a posiciones más avanzadas, ha
cumplido un papel fundamental en lo que atañe a las luchas del
pueblo, a la resolución de los problemas populares, a la
organización de esos sectores.

-¿Van a entregar también la espada de Eloy Alfaro?

-La espada permanecerá todavía en manos de la rebeldía de
este pueblo porque fue recuperada para convertirla en un
símbolo que nos condujera al logro de los grandes objetivos
nacionales.

-Ustedes quieren conseguir ahora esos objetivos a través de un
partido político. ¿Cuál es la ideología de ese partido? ¿Qué
presentarán como programa de gobierno?

-No queremos hacer un simple documeto similar a los demás
partidos que contemple una serie de puntos que jamás son
cumplidos. Queremos hacer un verdadero programa viable,
posible, de consenso; que sea un camino para aglutinar a otros
sectores y fuerzas políticas nacionales, esas es nuestra
aspiración. Ahora tenemos un documento que recoge los puntos
principales por los que Alfaro Vive Carajo va a pelear en esta
nueva fase en la que se va a embarcar.

-¿Cuáles son algunos de esos puntos?

-La democracia como una propuesta de cambio, como una
propuesta revolucionaria para sociedades como las nuestras.
Hablamos de una democracia participativa. Hablamos de un nuevo
concepto de hacer política, que implique ir construyendo
alternativas remozadas para el país, fundamentadas en las
prácticas dialogantes, consensuales, de acuerdos, desechando
lo que pueden ser elementos de rencillas irreconciliables.
Nosotros planteamos que en este país es necesario que grandes
sectores sociales y fuerzas políticas se pongan de acuerdo
sobre objetivos históricos. Por ejemplo: un plan de
modernización de la sociedad y el Estado a largo plazo; un
modelo económico de desarrollo que por lo menos dure una
década; una modernización del aparato productivo. Esos
objetivos son de gran magnitud y sólo son posibles si detrás
de ellos hay una inmensa fuerza que los defienda, garantice e
impulse. Tenemos propuestas más concretas dentro del sector
agrícola, industrial, la integración latinoamericana, el
asunto de los aranceles,etc.

-¿Qué dice el Alfaro Vive respecto de la cuestión indígena?
Algo ha cambiado en el país los últimos meses con la presencia
del movimiento indígena.

-Una de las exigencias del diálogo, los acuerdos, es resolver
el problema del agro y el problema indígena como parte de un
problema más nacional. Respaldamos totalmente lo que fue el
levantamiento indígena, consideramos que es un sector que
tiene absolutamente sobradas razones para hacer sus
exigencias. Llamamos a que el movimiento indígena no se
convierta en un movimiento excluyente, como podría a ratos
parecer. Tiene que ser parte de un gran consenso, de un gran
movimiento nacional, que presione por resolver no sólo los
problemas del sector indígena, sino los problemas globales del
país.

Mientras no se resuelve el problema rural, en este país
difícilmente podremos aplicar políticas avanzadas de
transformación y de cambio. En ese sentido, nosotros habíamos
hecho una propuesta que se sintentiza en la idea de resolver
integralmente el problema agrícola en el país. No es ni una
reforma agraria que entrega solamente la tierra a los
campesinos, ni es sólo la posibilidad de crédito o asistencia
técnica; es una solución integral. El país tiene que asumir la
conciencia de que el campo sigue siendo la base para resolver
una serie de factores económicos: por ejemplo, inflación,
alimentación, salud, crecimiento. El desarrollo agrícola debe
ser un objetivo no sólo nuestro sino del país como nación.
EXPLORED
en Autor: Diego Araujo - [email protected] Ciudad N/D

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