NACER EN 1912, SER MUJER Y SER REBELDE NUNCA FUE FþCIL:
Por Tania Laurini

Quito.09.03.92."Si muere mi hijo, yo, Nela Martínez, lo
vengaré". Seis jóvenes estudiantes habían muerto ya, entre
ellos Milton Reyes. Algunos de ellos desangrados en la calle
tras arrancarlos de las salas del hospital. Su hijo era uno
más. Uno de "los comunistas". La diferencia es que ella no lo
dejaría, no dejaría que desangren a su hijo, su semilla. El
hospital estaba rodeado de militares a la orden de la
dictadura de Velasco, en el 72. A Juan Meriguet lo sacaron a
los tres meses y todavía en convalescencia lo torturaron.
Yo, Nela, lo vengaré. Lo vengaré.

Ahora esas palabras suenan como eco de un pasado que no lo es.
Que es presente. Las batallas siguen. Hoy con ese barco
petrolero que el Frente Continental de Mujeres está llenando
de barril en barril para donar a Cuba, la sobreviviente; con
los movimentos de solidaridad con países debastados por
dictaduras o injusticias sociales; con la acción por y con la
mujer.

Ayer, en 1938 cuando fundó Alianza Femenina. Cuando se tomó el
palacio de gobierno en el 44 y después recibió las armas de la
Policía en símbolo de tregua al fin de la Gloriosa del 28 de
Mayo. En 1945, cuando logró ser la primera mujer diputada en
el Congreso Nacional del Ecuador. Y mucho, muchísimo antes,
cuando tenía 10 años y realizó su primera huelga junto a los
peones indios... contra su padre.

La hija de los hacendados

A principios, a mediados de siglo, de dónde salió una mujer
como esta. ¿Qué hizo que una hija de hacendados se convirtiera
en una luchadora de causas sociales? Nela va cumplir 80 años,
narra su historia amacándose en un sillón de madera. (Ya la
estuvo contando sin contarla. Las paredes de esa casa que
compartió con su segundo compañero, Raymond Mériguet, un
luchador antifascista francés, y sus tres hijos, son mucho un
espejo de Nela. Máscaras de Chimborazo, fotos de indios,
montañas, colores. Un retrato de Nela joven, pintado por
Guayasamín, cuando nadie daba ni un poco de lo que da ahora
por sus cuadros, parece testificar la charla)

Nela nació el 24 de noviembre de 1912, en Cañar, pero su
pueblo de infancia es Coyoctor, un valle atravesado por el río
Cañar. "Ese era el lugar del río, de las amistades indígenas,
el lugar de las colinas. Ahí está la patria que en las
primeras impresiones una empieza a vivir", cuenta Nela.
"De ahí mi apego a los temas indígenas. Cuando muy niña, veía
el mundo de los indios muy lejos del mundo de los patronos, el
indio estaba ahí, en todo, pero estaba ausente a la vez".
Claro, y Nela agarraba el caballo y galopaba hasta las
casuchas de los peones indios, se acercaba a ese mundo, lo
observaba, lo iba asumiendo, respirándolo, metiéndoselo
adentro.

Una sensibilidad especial le permitía darse cuenta que algo
andaba mal. Así, cuando, en un invierno, los indios de la
hacienda guardaron sus instrumentos de trabajo y se dirigieron
a exigir que los patronos los atendieran (sus padres), ella se
recluyó en las filas de protesta e hizo su primera huelga, sin
saber aún qué significaba esa palabra. Tenía 10 u 11 años.

Botar la toalla
... y coger la bandera

En el colegio empezó a afirmarse en lo que empíricamente había
descubierto. Y cuando terminó la secundaria debía tomar la
decisión. "O yo salía o yo me silenciaba para siempre". Era la
primera vez en la familia que una mujer salía a trabajar. Fue
maestra en Ambato por poquísimo tiempo, enseguida se unió a
las filas del naciente Partido Comunista. En esas andanzas
conoció a su primer esposo, José Joaquín Gallegos Lara, ese
hombre rudo que a pesar de su invalidez salía en las espaldas
de sus compañeros a las manifestaciones, con la una mano se
sostenía, con la otra sacudía los gritos. Ella continuó la
novela de Gallegos Lara, "Los Guandos", que surgió de las
mismas vivencias de Nela.

Yo en resumen: rebelde

(Una mosca interrumpe la conversación, voy por un matamoscas,
la mato. Nela me cuenta la historia de Santa Rosa de Lima que
no mataba moscas porque también son hijas de Dios. El zumbido
de la mosca cesa. Seguimos.)
- A propósito de hijos de Dios, ¿cuál es el tuyo?
- No tengo Dios.
- ¿Qué respetas como supremo, como superior?
- Respeto la autenticidad, la honestidad.
- ¿Cuál es el objeto que más sientes?
- Las montañas.
- ¿Lo más importante?
- Los hijos.
- Cuéntame un secreto.
- Tengo un tesoro, las cartas de amor de Joaquín y yo que
dejaré organizadas para que se publiquen.
- ¿Cuál es la imagen de tu niñez que más guardas?
- Cuando muy niña de pronto sentí un huracán, un vendaval, y
eran los quipas que sonaban, el caracol, la bocina de los
indios. Todas las puertas empezaron a cerrarse. Los indios
protestaban por el impuesto a la sal.
- Cuéntame la historia de un gran fiasco.
- Una de las anécdotas más lindas es que había un portero de
un edificio al que yo trataba de enseñarle a leer y escribir y
al mismo tiempo le enseñaba marxismo. Algún tiempo después me
encontré con un adivino que se decía hijo de los Incas,
vestido con bata roja y turbante. En una importante
conferencia, en la que yo estaba dio una cátedra de marxismo y
Karma al mismo tiempo. Esto era parte de la sonrisa en medio
de la revolución.

Mucho por hacer

- De lo que has sido en tu vida ¿qué es lo que más te ha
gustado ser?
- Insurgente
- ¿Y hacer?
- Cambiar, seguir avanzando, no detenerme nunca.
- Si tuvieras que resumirte en un hecho de tu vida, ¿en cuál
lo hicieras?
- Hay tantos. Algunos que han determinado el momento de
explosión de la personalidad ante hechos concretos: la
necesidad de salir fuera de casa, a pesar del dolor que me
causaba; cuando me uní a Joaquín; cuando defiendo a Raymond de
un apresamiento injusto; cuando acudo a donde mi hijo herido y
no me quedo tranquila y protesto y reclamo. Y cuando cojo esta
enfermedad (un grave tipo de parálisis que casi la mata en los
80) y tampoco me quedo, avanzo, como continuación de la fuerza
de la rebelión hasta contra los hechos de la naturaleza.
-Si tuvieras que resumirte en una palabra ¿cuál sería?
-Rebelde.
- ¿Qué es lo que en este momento de tu vida no soportarías?
- Imposiciones. La forma disimulada de la dictadura contra la
mujer, peor aún en contra de la tercera edad determinada como
pasiva. No hay edad para el pensamiento, para la acción, para
la realización de una mujer.
- Y tú ¿te sientes realizada?
- No. Todavía hay que hacer mucho más. Urge la acción. todavía
tengo libros que escribir y no me doy tiempo.
-¿Cansada?
-Nunca
-¿Cuál es el lado de ti que la gente menos conoce.
- La sensibilidad, la capacidad de transferir sufrimientos a
actividad social, en el fondo soy una persona muy sensible.
- Me da la impresión de que no lloras con facilidad
- He sido muy llorona. Pero cuando hieren al hijo no lloro,
peleo. La lucha supera el dolor de madre.
- Pero al menos pocos te habrán visto llorar
- Afuera no, aun en los peores momentos.
- Entonces ¿qué es lo que a esta mujer que ha luchado tanto le
doblegaría?
- Me doblegaría que a uno de mis hijos le pasara algo o no
fueran lo que son éticamente, moralmente.
Y me doblegaría el no poder pensar. El fin en sí mismo no es
nada que me alarme pero sí el antecedente de ese fin. Es parte
de conservar la dignidad.
- En relación a esa muerte digna, ¿cómo quisieras morir?.
- Oyendo música de Bach y mirando ponerse el sol tras el
Pichincha, con la capacidad de verlo y sentirlo.
- ¿Cuándo?
- Cuando realmente esté cansada. Todavía no lo estoy.
- Ni creo que lo estarás nunca.

La revolución continúa

- En la juventud, una etapa de decisiones e indecisiones, ¿las
resistencias provocaban un dolor especial?
- Hubo muchos problemas. Fue un día durísimo cuando mi padre
condenó una lectura de un libro que encontró en mi habitación.
El dinero que me daban en la casa para comprar cosas de
jovencitas yo convertía en libros. En el colegio me enseñaban
catecismo y teología y yo, por otro lado, estudiaba marxismo.
- ¿Tu mayor batalla física?
- En los 80 una enfermedad me dejó inmóvil. Fue una lucha, un
sufrimiento peor que dormir en las chozas de Cayambe, que las
andanzas en las marchas, las manifestaciones, los encierros en
la cárcel, más que todo eso.
- ¿Tu mayor batalla intelectual?
- Creo que aún no la realizo.
- ¿Qué quisieras cambiar de todo ese pasado?
- Nada. Haría lo mismo perocon más capacidad de lucha contra
las injusticias, esta vez no solo con las que se dan en la
sociedad en general, sino incluso en los partidos de
izquierda. Reaccionaría más firme para exigir el papel de la
mujer.
- ¿Por qué antes no lo hiciste?
- Las causas fundamentales de la discriminación tenían otras
características, pero, como protagonistas de los hechos
sociales, las mujeres de hoy no están a la altura de las
mujeres que antes lucharon. Ahora la mujer tiene un
protagonismo dependiente de la acción y el pensamiento
político del hombre.
- ¿La mujer en retroceso?
No colectivamente. Ahora hay más cantidad de mujeres con
conciencia de sus facultades, pero hace falta pasión e
inteligencia para cambiar las cosas. Ahora las mujeres
feministas despiertan una conciencia individual, pero no
existe el protagonismo hacia el cambio, hacia la revolución.
Son necesarias las dos cosas. Conciencia individual y cambio
social.
- ¿Sigue la revolución entonces?
- Los grandes momentos históricos de la humanidad se han dado
también con crisis. La revolución francesa, la iglesia
católica, todos atravesaron crisis. Esas contradicciones se
dan ahora, pero la miseria del mundo de abajo siguen y deben
llevar a la reflexión para generar una sociedad más justa.
Entonces la revolución continúa. Está bien que hayan caído los
muros pero esta mal que esto se considere solo como un poder
económico y militar.



EXPLORED
en Ciudad N/D

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