El centro histórico de Quito tiene una extensión de 300 hectáreas, incluidos el área colonial y los barrios aledaños. Ha superado problemas como la ocupación de las calles por parte de los comerciantes minoristas, pero persisten aquellos relacionados con la presencia de grupos pequeños de delincuentes o redes organizadas como la de la "Mama Lucha, además de extorsión, consumo de droga y contrabando de mercadería Washington Gómez, presidente de la Unión de Asociaciones Independientes de Pichincha, denunció formalmente que más de 1 000 personas fueron estafadas en el último mes debido a que un grupo de gente está negociando la entrega de puestos en centros comerciales populares en el centro histórico de Quito, cobrando una inscripción que va desde los $30 a los $60, a sabiendas de que todos están ocupados.
Otro rótulo ubicado hace dos semanas en el centro comercial Montúfar invitaba a adquirir locales comerciales en el Hermano Miguel, en donde también los cupos fueron asignados, por un costo total de $740 (pago al Municipio $240 y adecuaciones $500). El contacto inidicaba que cada una cuesta entre $1 500 y $2 500 y que se puede asegurar pagando una inscripción.
Eso demuestra que a pesar de que se cumplió con el proceso de reubicación de los comerciantes minoristas, persiste el problema de la extorsión a las más de 10 mil personas vinculadas a esta actividad, entre asociados y ambulantes, el que muchas veces parte de las mismas organizaciones, algunas de las cuales fueron creadas hace más de 20 años.
Las relaciones comerciales entre los dirigentes, importadores y los vendedores permite que se mantenga el préstamo del dinero al chulco, la dependencia por el manejo de la mercadería, tráfico de influencias y contrabando de productos, debido a que los últimos no son sujeto de crédito, lo que no les permite trabajar en forma independiente, y a que se manejan grandes cantidades de dinero. Un ejemplo es que en 1999 circulaban 3 000 millones de sucres mensuales en La Ipiales; y ahora un solo negocio, especialmente los de línea blanca, pueden producir cerca de $1 500 000 al año.
Según un registro de la Administración de la Zona Centro, todavía el 80% de las casas circundantes al sector en donde se ubican los centros comerciales populares son utilizadas como bodegas de mercadería, y un 30% de los zaguanes como locales de venta. Los ambulantes retiran la mercadería por la mañana y se la llevan a consignación, mientras que el resto se abastece para la semana y tienen que pagar aunque no hayan vendido. La ganancia bordea el 30%, pero los mayoristas consideran que ha sido un buen negocio cuando alcanzan el 150% de utilidades.
Este hecho, sumado a que el centro histórico se convirtió en un lugar conflictivo de alta concentración de gente, por el que pasan alrededor de 300 mil personas, con la influencia negativa que significa la presencia de la terminal terrestre, la cárcel número cuatro, el ex penal García Moreno, y la popularización de barrios como San Roque, Toctiuco y La Marín ha generado la proliferación de grupos delincuenciales, tráfico de drogas, prostitución,
presencia de indocumentados y violencia. Hechos que, en menor grado, ahora se concentran en los alrededores de los centros comerciales populares y en las áreas periféricas del área colonial. Según la Unidad Antidelincuencial de la Policía, diariamente se denuncian dos casos de robos a transeúntes, sin considerar aquellos que van directamente a la Policía Judicial o los que no se conocen. Los antisociales operan en grupos de tres personas y son conocidos como "escaperos", "pungas","carteristas",
"descuideros" y "paveadores". También existen denuncias de que las cachinerías (locales de venta de objetos robados) están en El Tejar.
Estos grupos también han apuntado a las unidades del trolebús y a las unidades de transporte convencional, según la Unidad Operadora del Sistema, la zona entre La Recoleta y La Mariscal está considerada como roja por los constantes robos de celulares, carteras y billeteras a los usuarios. Entre enero y mayo de 2003 se ha detenido a 317 personas por haber sido encontradas in fraganti en el cometimiento del delito, por lo que ahora existen 100 guardias de seguridad privada, 10 supervisores en las paradas consideradas de riesgo y dos patrulleros.

En San Roque opera "Mama Lucha"

El mercado de San Roque, que agrupa a 1 700 comerciantes de productos perecibles y hasta donde llegan los vendedores ambulantes, especialmente los martes y fines de semana, está considerado como uno de los puntos más peligrosos del sector, por el desorden con el que se comercializan los
productos y porque, según un monitoreo de la Policía Judicial, ha sido tomado por grupos organizados como el de "Mama Lucha", quien sigue actuando en compañía de sus hijos, sobrinos y familia política. Se maneja con la extorsión a los comerciantes y la distribución de mercadería de contrabando y robada, pero los vendedores no quieren denunciar por el miedo y por la dependencia económica que existe. (PC)

Una esquina peligrosa

En el barrio de San Roque la delincuencia aumenta notablemente los martes, viernes y sábados que son los días en que se realiza la feria, explica una moradora que prefiere guardar el anonimato.
Grupos de tres a cinco personas se ubican en la esquina de las calles Rocafuerte y Quiroga, e incluso tres hombres abordan las unidades de transporte colectivo para asaltar a los pasajeros. El Municipio colocó una cámara de vigilancia en la esquina de la Iglesia de San Roque. Sin embargo, en ese sector no hay mucha delincuencia, por lo que pedimos que el control se incremente en el mercado de San Roque y de los túneles por donde los asaltantes deambulan. (NJ)

Paradas sirven de guaridas

""La delincuencia en el barrio La Loma se ha incrementado a raíz del cierre de las casas de tolerancia. Ahora las trabajadoras sexuales se ubican en la plaza de Santo Domingo y aumenta la inseguridad para quienes habitamos en el sector, porque se provocan desmanes y se altera la paz pública. Otro de los sectores afectados es la calle Rocafuerte y los alrededores de la terminal terrestre. En varios de los famosos sitios de comida funcionan bares e incluso por las noches las estructuras de los andenes de las paradas del trole sirven para que gran cantidad de gente duerma y se esconda para asaltar y robar a los transeúntes. (NJ)
Adriana Rivera, barrio La Loma.

La gente no denuncia

Las calles a las que se las consideraba las más peligrosas eran las copadas por el comercio informal. Sin embargo, con la reubicación de los vendedores a los centros comerciales populares parece que los delincuentes también se cambiaron de sitio para cometer los atracos.
En El Tejar se ubican grupos de personas de color que amedrentan, en especial a quienes visitan el centro, porque los que vivimos en este sitio ya podemos identificarlos con más claridad. La gente que vive en el lugar prefiere no denunciar cuando son asaltados ni tampoco identificar a los delincuentes por temor a las represalias que ellos puedan tomar. (NJ)

En San Sebastián hay temor

"Nos sentimos atemorizados, desde hace 11 años porque este barrio se volvió peligroso. En los cinco últimos, no hay día que pase sin que se escuche que una o dos personas han sido asaltadas. Cuando caminamos por la calle Loja debemos hacerlo con mucha precaución porque se han formado grupos de personas de color que con armas cortopunzantes roban y asaltan a cualquiera.
También se ubican en las calles Flores y Pereira por eso a determinadas horas es preferible no salir de la casa. El problema ha aumentado porque se escucha que desde niños hasta adultos son utilizados para vender droga y para la prostitución". (NJ)
Moradora del barrio

La delincuencia extiende sus manos hasta los mercados del sur

A partir de las 08:00, el redondel de Chillogallo luce diferente, en especial los martes. Desde hace un mes los moradores del sector no solo han recibido a los nuevos ocupantes del centro comercial Las Cuadras sino con ellos a todos los grupos de delincuentes que operaban en el Ipiales (centro de Quito), más conocidos como "Las Divinas", "Los Manabas", "Las Moposita", entre otros.
"Andan en bandas de cuatro o cinco personas, aquí están los que arranchan aretes y los carteristas, todos ampliaron su red desde el centro", cuenta Doña María. V, vendedora de blusas.
Los días de feria, se ubican en los dos costados de la plaza, en grupo se acercan a la víctima, le meten la mano en el bolsillo o en la cartera y luego salen y se reparten el botín en las tiendas y restaurantes que se encuentran a la salida del centro comercial, en la avenida Mariscal Sucre. Pero los riesgos no solo se corren dentro del mercado sino en la avenida, donde los antisociales están pendientes de las joyas de sus víctimas y las arranchan en el momento en que suben al bus. El problema persiste hasta las 19:00.
En Chiriyacu, también ubicado al sur de la ciudad, la situación no varía. Según el comerciante Alberto Arteaga , en la esquina de las calles Gualberto Pérez y Alamor, una de sus compañeras comerciantes fue asaltada, "traía un bulto de mercadería, por suerte entró y nos avisó, salimos corriendo y eran dos mujeres, que cuando se vieron atrapadas devolvieron la mercadería, la Policía se las llevó pero a los dos días salieron libres".
Los ladrones se confabulan con los vendedores de chicles y caramelos para avisar a su cómplices de las personas que tienen dinero o mercadería, y los asaltan al salir del mercado. Las mujeres se ponen delantales y así pasan desapercibidas, mientras otros se valen de menores de edad y mujeres embarazadas. El desplazamiento de estos grupos también se ha evidenciado en la avenida Diez de Agosto, las calles Salinas y Buenos Aires.
Otro gran problema, según la Policía Judicial, es que existe un vacío legal, porque se detienen a los antisociales, pero la Fiscalía considera que el monto del robo no amerita una sanción mayor a siete días. (PAG-PC)

Transparentar y organizar el comercio son algunas soluciones

El criterio de la Policía es que la solución está en cortar el mal de raíz, y la manera de conseguirlo es organizando las ventas informales y de productos perecibles en toda la ciudad, en locales cerrados en los que se puede establecer vigilancia, además de transparentar el negocio.
Según Nelson López, jefe de la Unidad Antidelincuencial del centro histórico, el trabajo que se realiza es más preventivo con el patrullaje permanente de las plazas y zonas de conflicto como La Marín y la terminal terrestre. Para el efecto cuentan con 257 policías y 14 patrulleros, trabajan en coordinación con la unidad de la Veinticuatro de Mayo y centro occidente y se apoyan con las seis cámaras de vigilancia del plan "Ojos de Aguila". Aunque dice que este sistema ayuda, no se consiguen resultados.
Mientras que para el Servicio de Rentas Internas (SRI), el problema se puede combatir desde otro punto, ya que la incorporación de los sectores minoristas al mercado formal no solo implicaría el superar la evasión económica, sino que permitiría el control de los grandes evasores o contrabandistas, los que ahora pueden hacer llegar sus mercaderías mediante el mercado negro, generando extorsión.
Para el efecto, se presentó al Congreso el proyecto de Régimen Impositivo Simplificado Ecuatoriano (RISE), que aún no ha sido aprobado y que consiste en simplificar el cumplimiento de las obligaciones tributarias, orientado a aquellos contribuyentes cuyos ingresos brutos no superan los $100 mil al año. (PC)

"Lo que existe es una percepción de inseguridad en el área colonial"

El Municipio del Distrito Metropolitano, por medio de Empresa de Desarrollo del Centro Histórico (ECH) y de la Unidad Ejecutora del Comercio Minorista, ejecutó el plan de reubicación de los comerciantes en 10 centros comerciales populares ubicados en el norte, centro y sur de la ciudad.
Ese hecho, aparte de lograr la recuperación de las calles y edificaciones patrimoniales, ha permitido dignificar el trabajo de los comerciantes, además de ser el punto de partida del plan de recuperación del centro, que incluye el volverlo habitable y turístico.
Además, le apostó al proyecto "Ojos de Aguila" para controlar los niveles de inseguridad no solo en el área colonial, con la instalación de cámaras de vigilancia en la ciudad, la creación de la tasa de seguridad y la entrega de recursos a la Policía Nacional.
Por el trabajo realizado, Edmundo Arregui, gerente de la Empresa del Centro Histórico, considera que lo que existe en los quiteños es una percepción de inseguridad, más que hechos violentos y delictivos en el Quito antiguo. "Más bien lo que persiste es la desorganización en el tránsito, para lo cual ya se están aplicando correctivos. Otro factor que eliminará hechos como la extorsión es que cada vendedor es dueño de su propio local, mantendrá cierta independencia con respecto a sus dirigentes y será sujeto de crédito para realizar inversiones.
Mónica Moreira, ex administradora de la Zona Centro, coincide con este criterio y asegura que "el centro no es el lugar más inseguro de la ciudad, en algún estudio está como el sexto lugar en peligro. Lo que sí hay es una percepción por los pequeños robos que se dan debido a la aglomeración de gente, pero si se camina ahora por las calles ya no se siente tanta inseguridad porque las vías ya no están atiborradas", lo que además permite que una gran parte de los comerciantes se vuelva actor del centro histórico, por más mafias o extorsión que existan. "Ese es el primer paso, que se ha cumplido y ha costado por lo menos tres administraciones. Los otros problemas (robos, extorsión, bodegas) estaban ahí y hay que seguir solucionándolos, entendiendo que esto es un proceso". (PC)

ANALISIS

Falta participación de los vecinos y observatorio social hacen falta

La informalidad castiga a las ciudades que no institucionalizan, organizan y regulan integralmente su actividad comercial. La consecuencia siempre será que, en ese caldo de cultivo, crecen, se desarrollan, pero casi nunca mueren los grupos delictivos, bien sea para asaltar a la gente o para generar la extorsión descarada.
Los cambios producidos en en el centro histórico de Quito, al desalojar las calles y zonas de las ventas informales, son parte de una lucha que no termina ahí, pues la delincuencia organizada no abandona fácilmente el área donde por años lucró y hasta impulsó a ciertos personajes que luego jugaron a la política. La decidida acción del alcalde Paco Moncayo requiere un seguimiento sostenido para alcanzar el objetivo final: un ordenamiento racional que favorezca a la calidad de vida de los pobladores de esta área quiteña y atraer al turismo a un espacio rico en ofertas culturales e históricas.
La acción de la Policía es fundamental. No se trata de hacer desalojos sino de realizar un trabajo de inteligencia para identificar a los grupos delictivos. Con solo la persuasión, que nace de hacer sentir la presencia y aplicación de la ley, ya sería bastante. Sin embargo, en esto todavía los policías se han quedado en el diagnóstico. Claro, se dirá que la ley no es lo suficientemente severa. Sí, pero el control es escaso.
Todavía hace falta que los actores de la vida en el centro histórico (desde las instituciones estatales y los vecinos) se organicen para un "observatorio" del plan de recuperación. Con ello se hará más factible y real el concepto de participación y fiscalización. La comunidad, al fin de cuentas, es la que más se beneficia de su propia acción. (OP) (BLANCO Y NEGRO)
EXPLORED
en Ciudad Quito

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