LOS CUATRO DIPUTADOS

Quito. 15.03.92. Antes de ser independientes de la dominación
político-administrativa española, la Real Audiencia de Quito
tuvo cuatro diputados que le representaron en el Congreso
Español de la época: 1810-1814, llamado Cortes de España.

Desde el punto de vista de su origen social solamente uno, el
conde de Puñonrostro, Juan Matheu, perteneció a la nobleza y
linaje de los grandes de España, los otros: Mejía, Olmedo y
Rocafuerte, son de ascendencia española directa e inmediata
por sus padres, pero no tuvieron vinculación política para ser
considerados parte del dominio metropolitano.

Son más bien intelectuales reconocidos en el medio quiteño, y
en el caso de las elecciones que hizo el cabildo de Guayaquil
para la diputación que ganó Olmedo en 1810 y Rocafuerte en
1813, se interpretarían como candidaturas triunfantes de
personas que se proyectaban como americanistas, sin que se les
ubique como rebeldes ante la monarquía, sino propiamente
situados como portavoces de la opinión autonomista para
sustituir el gobierno metropolitano por otro surgido del medio
social americano y expresado en una forma política monárquico-
parlamentaria.

El período que se inició en 1810, en medio de la crisis
monárquica más grave y temprana en España, únicamente tenía
como punto central de ataque: terminar con la administración
colonial y transformarla en autónoma dentro del vasto
territorio perteneciente al rey de España, Fernando VII.

Al avanzar el proyecto de autonomía a todos los territorios
coloniales y recibir apoyo en los cabildos, encontró también
el camino opositor de los virreyes, capitanes generales y
presidentes de las reales audiencias.

La confrontación de intereses opuestos entre la administración
colonial y los ejes del poder local que eran los cabildos,
presenta el primer esquema de lucha por la independencia cuyas
columnas políticas iban a ser las juntas supremas erigidas en
base a los cabildos.

El fondo ideológico se formó en las ideas políticas
triunfantes de la Revolución Francesa, y la corriente
libertaria que se vivió en América del Norte a través del
proceso de independencia para constituir los Estados Unidos
sin la coyuntura metropolitana inglesa a partir de 1776. En la
metrópoli española cercana y fronteriza con territorio
francés, dichas ideas influyeron en la intelectualidad y
fueron recogidas en el texto de la Constitución que aprobaron
las Cortes de Cádiz y que sirvió para convocar las Cortes de
Madrid a fines de 1813, en cuyos congresos estuvieron
presentes Matheu, Mejía, Olmedo y Rocafuerte, como diputados
de Quito.

Fruto maduro de esos debates fue la primera Constitución
monárquico-parlamentaria aprobada en marzo de 1812, y
difundida en todos los distritos coloniales americanos, pero
condenada a no aplicarse en ninguno de ellos.

Tuvo, eso sí, una evidente trascendencia práctica al inspirar
y servir de base ideológica en muchos casos para los primeros
proyectos constitucionales que se elaboraron para la discusión
y aprobación de congresos o asambleas de las administraciones
coloniales de América del Sur.

Esos actos de soberanía constituyente fueron auspiciados y
convocados por los cabildos como instituciones del más alto
nivel de gobierno local, aunque su integración estuvo hecha en
base a la nobleza española trasladada con títulos otorgados
por el Rey, que era quien confería el mandato a los regidores
y alcaldes, para establecer una relación directa con virreyes,
capitanes generales y presidentes de las reales audiencias.

Al reinstalarse las Cortes de España el 26 de junio de 1820 y
concluir sus sesiones el 9 de noviembre del mismo año, ya no
hay diputados de Quito, pero sí de Buenos Aires, Chile,
Filipinas, Guatemala, Cuba, Lima, México, Venezuela, Puerto
Rico y Santa Fe, aunque reducidas a un diputado la mayoría de
"provincias de ultramar" como se les identificaba, y con el
mismo sistema electoral de 1810 para elegir diputados entre
quienes vivían en España y habían nacido en América, y por eso
tenían el nominativo de "suplentes" en base al Decreto Real
del 22 de marzo de 1820 que dio un número de treinta
diputados.

Quito y Panamá fueron los únicos distritos americanos sin
representación. ¿Sería aislamiento deliberado o la ausencia
notoria estaba suplida con el diputado del virreinato de Santa
Fe, Eusebio María Canabal? A lo que sí hay que dar relieve es
al hecho de que esta zona dependiente del virreinato tuvo
siempre una categoría de segunda clase en todo el período
colonial.

En consecuencia, para el futuro Estado independiente de
Quito -así debió llamarse y no Ecuador- no se pudo aprovechar
la experiencia parlamentaria española en la extensión del
tiempo y las personas, pues de los cuatro diputados elegidos y
posesionados, el conde de Puñonrostro no volvió, el brillante
criollo Mejía murió como víctima de la epidemia de fiebre
amarilla el 27 de octubre de 1813, y el único que vivió
intensamente esta primera época parlamentaria democrática de
España fue Olmedo durante tres años, entre 1811 y 1814.

Rocafuerte, el cuarto y último diputado elegido por el Cabildo
de Guayaquil solamente estuvo treinta y ocho días entre el 2
de abril de 1814 que se juramentó para ejercer la
representación y el 10 de mayo que fue clausurada la
legislatura por orden del rey Fernando VII, quien ejecutó este
primer acto de violencia para derogar la Constitución Política
de 1812.

En la legislatura de 1820 ya no debía estar presente la
diputación de los distritos sublevados de América, sin embargo
advertimos que forzadamente habían treinta, excluido Quito.

Esta representación ya no respondía a la realidad, y fue el
último recurso legal ante la guerra que se extendía desde
Caracas hasta Buenos Aires, y hacía imposible que se integren
diputados para representar a pueblos que querían ser
independientes de la monarquía española.

Para patentizar esa realidad, el secretario de despacho de la
gobernación de ultramar, Antonio Porcel, envió una memoria-
informe de los sucesos de guerra en América, y al referirse al
Virreinato de Nueva Granada, en sesión de 12 de julio, dijo
ante las Cortes, lo siguiente:

"El nuevo Reino de Granada ha sido invadido recientemente por
algunos centenares de aventureros que han ido a Europa so
color de dar a los naturales una libertad que empiezan a pedir
desde el instante en que aquellas mismas gavillas pisan aquel
suelo, por quedar a merced del antojo y orgullo de unos
extranjeros que no buscan sino los medios de satisfacer su
insaciable codicia y rapacidad.

"Este nuevo género de desventuras estaba reservado para
aquellos pueblos sencillos y crédulos, juguete de todo hombre
especulador y temerario. Pero tal irrupción, que tanto cuidado
ocasiona a los leales jefes que mandan en aquellas provincias
a nombre del Rey, casará de ser temible, sin embargo, de los
repetidos triunfos que se pregonan, puesto que reunidos los
aventureros para el combate, habrán reñido después entre sí
para repartirse los despojos.

"La soberbia y altanería de los que guían estas bandas
insubordinadas y feroces no pueden tolerar ningún consejo ni
dirección ni permanecer en su propio dictamen, su poder y
facultades se debilitarían obrando como se lo sugerirá su
arrogancia, excéntricamente de la esfera de sus propias
fuerzas, y entonces por sus conatos serán flojos y remisos, y
por consiguiente fácil de resistirlos y anonadarlos.

"Si los pueblos de aquel virreinato han mirado con alguna
desconfianza esta expedición exótica, y rehusado el
confederarse con los débiles para no buscar el medio seguro de
perderse; si la lealtad de Quito como es de esperarse no
vacila; y si las tropas de esta provincia, reunidas a las
reliquias ya organizadas del ejército nacional que estaba en
Pasto, han tenido en Popayán las ventajas que se suponen, el
progreso de las armas de los aventureros estará paralizado y
suspendido, y se habrá peleado contra ellos de nuevo con
próspera suerte...". (B-6)

EXPLORED
en Ciudad N/D

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