Con la revisión del Contrato Colectivo, en el Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social desaparecerán las empresas tercerizadoras.
Los sindicalistas proponen contratar dos grupos de personas por períodos de seis meses para reemplazar a los tercerizados, quienes no saben cuál será su futuro. Solo en el hospital Carlos Andrade Marín, unas 160 personas se quedarían sin empleo.


IESS despacha a tercerizados

El Sindicato propone crear comisiones bipartitas y paritarias para contratar al nuevo personal. Se quiere evitar que las empresas ofertantes "esclavicen" a los empleados, quienes trabajan hasta 12 horas.

La revisión del contrato colectivo de trabajo suscrito por el sindicato único de obreros del Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social y el ex director general, Marcelo Bermúdez, tiene una novedad: elimina a las tercerizadoras de los servicios de esa institución, según reza en el artículo 67. Ante ello, los sindicalistas proponen reemplazarlas por dos grupos de empleados que laboren por períodos de seis meses cada uno.
Por eso, Rosa Argudo, secretaria general del sindicato, cree que "esto es como meter el dedo en el ojo a los ricos". Y aclara: "El salario debe ser entregado directamente a la gente que trabaja y no a las tercerizadoras que se quedan con la mayor parte".
Ella no explica qué pasará con las personas que dependen de esas empresas de servicios y con las familias que necesitan ese dinero.
Manuel Vivanco, miembro del Directorio del Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social (IESS), dice que el documento no fue analizado por el Consejo Directivo: "Lo firmó directamente Marcelo Bermúdez, quien apenas estuvo un mes y medio en su cargo".
Y añade que la única objeción para que se dé paso a la revisión del contrato colectivo es que se quiere suprimir las tercerizadoras, que principalmente ofrecen sus servicios en los hospitales y dispensarios médicos. Según Vivanco, el ex director dijo no conocer nada sobre la cláusula y que no estaba de acuerdo con las pretensiones de los trabajadores; pese a ello, el documento fue firmado el 4 de marzo de 2005.
Los obreros, para concretar esta decisión, piensan crear comisiones bipartitas y paritarias como reza en el artículo 5 del contrato colectivo: se conformarán tribunales provinciales de ingreso y promoción a trabajadores, concursos de oposición y/o merecimiento.
Con esta idea surge una nueva preocupación. ¿Se incrementará el personal?
Vivanco da un ejemplo: "En el caso del hospital Andrade Marín, una tercerizadora ofrece el servicio de dietética, se necesitaría cubrir inmediatamente esas plazas por gente calificada, pero el trámite demoraría mucho, por lo que se hace difícil pensar en eso".
Otra interrogante es quién se encargará de la supervisión y control de calidad.
A Cecilia Cañizares (28 años), quien visita a su padre que está internado en el hospital, no le importa quién ofrezca el servicio sino que sea de calidad y que se rija a las dietas necesarias para los pacientes. Ella es comerciante minorista.
Hay quienes no conocen nada sobre la revisión del contrato colectivo. Fabiola Claudio es encargada de la bodega de insumos médicos: "Yo vengo a trabajar y a dar a la institución todo lo que pueda; la política no me interesa y creo que lo mejor que podemos hacer es dar un buen servicio a la gente".
Este criterio fue ratificado por la mayoría de personas entrevistadas, quienes tienen temor a dar su nombre para evitar retaliaciones de la organización sindical: "No podemos detener el desarrollo de la institución por problemas sindicales. Las tercerizadoras brindan un servicio que nosotros no podemos ofrecer".
Cabe destacar que a más de suprimir las tercerizadoras, no hay mayores cambios en el contrato colectivo ya vigente, que ampara a 3 036 trabajadores de los 9 845 que pertenecen al IESS.
Uno de esos cambios es el subsidio familiar (artículo 16), que prevé un incremento del 100% (de $1 a $2).
Claro que la dirigencia sindical tiene otros beneficios: una vez, cada dos años, se concederá permiso remunerado por tres días a los integrantes de la Asamblea Nacional de Delegados.
Y, para los seis trabajadores que ostentan dignidades importantes, se les dará "permiso sindical" de 40 horas semanales, mientras que otros 13 solo trabajarán medio tiempo.
En enero de 2006 se revisarán los sueldos base de las bandas salariales y remunerativas. (RGC)

En riesgo la atención al paciente

A la casa de salud del Seguro Social en Quito llegan, en promedio, 10 mil personas diariamente. Se preparan unas 450 dietas para los pacientes; varían según los internos. Se gastan unos $1 300 diarios.

En el momento en que se termine el contrato con las tercerizadoras, en el hospital Carlos Andrade Marín (HCAM) se quedarán sin trabajo 160 personas y, en el edificio matriz, siete que pertenecen a la empresa Materpel.
En el HCAM están tercerizados los servicios de dietética y limpieza, con la ONG Cuerpos de Conservación; y mantenimiento de la casa de máquinas y del edificio, con el contratista Omar Yanchapaxi; fuera de la seguridad, que es parte de un convenio interinstitucional firmado con la Policía Nacional del Ecuador.
Los empleados de las tercerizadoras no saben cuál será su suerte. Bolívar Córdova es chef de la cocina del HCAM, trabaja allí desde hace un año y dos meses: "Desde que se llega (06:15) hasta cuando queda lista la merienda, no hay tiempo ni para respirar". Él ha escuchado rumores, pero nada oficial. Generalmente se retira a su hogar a las 17:00.
Lo mismo ocurre en el edificio matriz con las siete personas que dependen de la empresa Materpel. "Aquí nos encargamos de la limpieza interior de todo el edificio". Michely (nombre ficticio) está preocupada, porque, de su sueldo ($225 incluido transporte y comida), dependen sus dos hijos: "Estamos nerviosos, tenemos entendido que el sindicato quiere cortarnos la cabeza, no sabemos qué pasará, tampoco qué harán nuestros jefes".
Pese a los intentos por hablar con José Crespo, de Cuerpos de Conservación, no se logró conseguir una cita. El jueves, en su oficina, dijeron que él había viajado y regresará la próxima semana.
Tampoco se pudo conocer el número de tercerizadoras que tienen dependencia del IESS. Julio Vega, director de Servicios Corporativos, no tenía el dato. En la Subdirección de Recursos Humanos sí lo conocen; sin embargo, Jorge Molina dijo que no estaba autorizado para emitir declaraciones, por lo que pidió que se hablara con César Díaz Álvarez, director de la institución. En su oficina se excusaron diciendo que está en tratamiento médico y no daría entrevistas durante toda la semana.
Según Ernesto Guerra, subgerente administrativo del HCAM, ubicado en el sector de Miraflores, a esa casa de salud llegan para diferentes actividades un promedio de 10 mil personas al día, por lo que si sale un solo empleado, la atención se complica en la casa de salud.
El problema con estas empresas ofertantes de servicios es que, a decir de Argudo, no pagan a sus empleados sueldos dignos (ver cuadro).
Manuel Vivanco, miembro del Consejo Directivo del IESS, se opone a la medida y da una idea: "Se podría crear una norma o reglamento para que la repartición sea más equitativa". (RGC)

Hay trabajadores impagos

Cincuenta empleados se quejan

Las 50 personas que trabajan en la cocina del hospital Carlos Andrade Marín se quejan por que no les pagan desde el mes anterior.
A decir de Mónica Hinojosa, quien se encarga de administrar el lugar -que está a cargo de la organización Cuerpos de Conservación-, el IESS recién desembolsó el pago de la primera quincena de abril.
Esa es la razón por lo que ninguno de los empleados ha podido cobrar sus haberes.
La misma suerte corren los proveedores, quienes, en muchos casos, tienen que esperar dos meses para que les cancelen las deudas. (RGC)

Mónica espera más de 45 minutos por un turno

Pese a los intentos por mejorar La atención en el hospital Carlos Andrade Marín, las quejas de los usuarios se mantienen. En la Caja del Seguro, no existe una ventanilla para mujeres embarazadas ni con niños en brazos.

Con el Contrato Colectivo lo que se persigue es mejorar la eficiencia en la institución; pese a estos beneficios, la mala atención se mantiene en el Instituto.
El miércoles pasado, en el edificio matriz, Mónica Chasi esperaba más de 45 minutos para que la atendieran en las ventanillas de multiservicios. Ella cargaba a su hija Brenda (1 año, 4 meses), pese a ello, no había la disposición para que se ubicara en una columna especial ni quién le indicara ágilmente los requisitos para acceder al préstamo quirografario.
La madre (34 años de edad) estaba resignada: "Es la segunda vez que vengo. La semana anterior estuve más de una hora y me faltaban cerca de 26 turnos, tuve que irme; ahora el panorama es igual". Ella había pedido permiso en su trabajo por tres horas.
Otro caso, Christian Gallardo hace dos años tuvo un fuerte dolor en el abdomen. Cuando llegó de emergencia al hospital Carlos Andrade Marín, le dieron unos medicamentos y le dijeron que al siguiente día tomara un turno para que le atendieran por consulta externa.
Cuando fue a ver el turno, se lo dieron para después de tres semanas. Esa tarde, se volvió a sentir mal; en su trabajo le recordaron que tenía un seguro particular: "Cuando fui al doctor, me hospitalizaron inmediatamente para extraerme la apéndice".
Pero no todo es malo: Ángela Vélez, oriunda de Esmeraldas, cuenta: "Como en el hospital de Esmeraldas no habían traumatólogos especializados en mi enfermedad (artrosis), me dieron el pase a la capital".
"Estoy a punto de ser intervenida por segunda ocasión y aquí me han dado todo (los medicamentos y la prótesis) y me han atendido de maravilla". Claro que nadie le reconoce los pasajes, el hospedaje y la alimentación que, por dos días en Quito, ascienden a $40, si viaja sola. (RGC)

"Falta eficiencia en el Seguro Social"

Urge la modernización del sistema

Para el sociólogo Rodrigo Martínez, quien trabaja en proyectos en las comunidades indígenas y fue consultor en el IESS, en el seguro social se ha perdido el principio básico de la solidaridad: "Los empleados están pendientes de sus bolsillos mas no de la atención a la gente que paga sus haberes y prebendas".
Analiza que también es necesaria una modernización de la institución haciendo prevalecer el servicio a la comunidad y volviendo eficaz al equipo que maneja las inversiones. (RGC)

PUNTO DE VISTA
¿El IESS da un salto al pasado?


Marcelo Bermúdez, ex director del IESS, tuvo solo un mes para aprobar la revisión del contrato colectivo. Y las consecuencias de esa "ligereza" todavía se discuten dentro de la institución.
¿Por qué se manejan los intereses públicos como negociaciones particulares? ¿Dónde quedan las dimensiones sociales y nacionales de este tipo de decisiones? ¿Cuál es el filtro para decidir sobre el dinero de los afiliados? ¿El interés de los sindicatos está favoreciendo al servicio público?
Todas las preguntas quedan colgadas porque las autoridades no responden inmediatamente. En cambio, los trabajadores del IESS defienden un derecho, innegable desde el punto laboral, pero no del todo válido en la medida que no garantiza eficiencia hacia sus mandantes, que son los afiliados. En los dos casos, la víctima siempre es el ciudadano ecuatoriano que paga obligatoriamente por un servicio que, en muchos casos, no usa, por la burocracia y maltrato.
Si la tercerización no dio los resultados esperados, ¿quién lo demuestra en cifras? Si el servicio de parte de los propios empleados del IESS era el óptimo, ¿por qué se optó por la tercerización durante tanto tiempo? ¿Es un salto al pasado para volver a vivir los mismos dramas?
Al ser un tema de importancia nacional, las nuevas autoridades deberían ponerle la atención adecuada. Caso contrario, volvemos a la política de los hechos consumados y, en consecuencia, quedamos a expensas de la corrección indefinida. (OP)(Blanco y Negro)
EXPLORED
en Ciudad Quito

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