LA OBRA DE MISERICORDIA, por BenjamÃn Ortiz Brennan
Quito. 19.11.90. (Opinión). La Universidad Católica de Quito
se ha impuesto realizar una obra de misericordia: redimir a la
polÃtica de la mala fama y abyección en que ha caÃdo para
devolverle en algo su antiguo prestigio como actividad
fundamental de la sociedad, útil para el buen gobierno del
pueblo. Para ello ha organizado un ciclo de seis reuniones con
polÃticos, sociólogos, militares, obispos, periodistas,
historiadores, juristas, a fin de examinar la cuestión, desde
las muchas perspectivas que permiten los variados oficios de
los participantes.
Nadie tiene la ilusión de enderezar la torcida vida polÃtica
ecuatoriana con un seminario. El propósito es más modesto:
mostrar a los estudiantes que la polÃtica no es oficio de
truhanes, como ellos podrÃan deducir de los aguinaldos
navideños que los polÃticos lanzan por toboganes para
envilecer a las multitudes hambrientas; de los cenicerazos y
pateaduras en pleno rostro propinados a los diputados
adversarios; de las trampas del secretario del honorable
congreso en el conteo de votos; de las mentiras de las
campañas electorales; de la compra y venta de las camisetas.
No, la polÃtica -pretende decir la universidad- es una ciencia
y un arte en torno al cual se decide nuestro futuro y todos
debemos ponerle atención.
La idea es promover vocaciones para la polÃtica entre los
mejores ejemplares de las nuevas generaciones. Algo tan
difÃcil en los tiempos que corren como encontrar misioneros
para ir al Africa.
Ciertas distorsiones en la forma de entender la polÃtica, a la
ecuatoriana, se han reflejado también en la reacción del
estudiantado al programa. Por ejemplo, la sesiones más
taquilleras -para decirlo en términos pugilÃsticos- son
aquellas que prometen enfrentamiento entre los participantes.
En cambio, el auditorio muestra espacios en blanco cuando el
temario luce conceptual y analÃtico. Hay más interés por
espectar una posible camorra que por seguir una reflexión.
No ha habido bronca para despecho de los que van tras el show.
En las tres primeras reuniones -de las seis que comprende el
ciclo- algunas ideas claves han salido a luz. Se ha
redescubierto que el autoritarismo, la llamada insuficiencia
de las leyes, el marcado regionalismo, la vinculación de la
participación polÃtica a la capacidad económica, son
constantes que se arrastran desde la fundación de la
república.
Pero también hay un gran cambio respecto al pasado. Esta
cambio fue definido como una crisis de los paradigmas. Un
rompimiento que parece haber echado abajo los elementos de
referencia en torno a los cuales se hacÃa polÃtica, desde las
ideologÃas hasta los modelos económicos. Estamos en la mitad
de un terremoto oscilatorio y trepidatorio -decÃa un
expositor- se mueve el horizonte y también falla el piso sobre
el que asentamos los pies.La creciente distancia entre el paÃs
polÃtico y el paÃs nacional suscitó algunos de los mayores
temores y también ricas reflexiones. Las alternativas no son
fáciles de ver y la solución milagrosa no existe, para
desesperación de quienes quisieran que la cosa fuera menos
complicada.
Caer en la tentación autoritaria serÃa ahondar en los males
históricos.
El camino hacia el futuro parte de la base: la sociedad civil
está enfrentada al desafÃo de organizarse para participar en
lo que le incumbe como comunidad. No todo está en el Estado ni
viene del Estado. Hay que buscar acuerdos entre los actores
sociales: trabajadores, empresarios, estudiantes, indÃgenas.
Aceptar que la variedad humana y regional es una riqueza y no
una maldición ecuatoriana.
El caudal de ideas ha ido brotando a lo largo de estos dÃas,
que todavÃa se prolongarán en tres sesiones adicionales. Han
aparecido elementos que podrÃan ser parte del nuevo
pensamiento ecuatoriano, que ya no puede aferrarse a lo
prefabricado en el exterior.
La Universidad ha creado una oportunidad para pensar. Eso es
lo mejor de su obra de misericordia, porque la Católica parece
no confiar en que en la polÃtica se arregle con ángeles ni
enviados del cielo. (A-4).