LA EVOLUCION, PAUTE Y LAS ELECCIONES Por Fernando Larrea M.
Quito. 01.03.92. Con este asunto de Paute, aunque ya esté
lloviendo, cabrÃa hacer algunas reflexiones. ¿Este tipo de
situaciones se producen exclusivamente por errores en algún
campo involucrado en la construcción o funcionamiento de la
represa? ¿O van más allá de toda previsión y caen en el
dominio de los "caprichos de la naturaleza" porque, al fin y
al cabo, quién puede controlar que llueva o no llueva?
ParecerÃa evidente que es la segunda posibilidad la que
verdaderamente explicarÃa el problema surgido en la represa de
Paute. Pero, ¿es tan simple? Si es un capricho de la
naturaleza y no hay equivocaciones o negligencia humana, sólo
cabrá esperar que al buen San Pedro se le ocurra hacer llover
en esa zona. Es probable que en EtiopÃa estén esperando lo
mismo, y tanto las miles de personas que han muerto de hambre
en ese paÃs como el descenso de la producción (y otros
problemas igualmente graves) en el Ecuador, deberán depender
de aquel capricho, de la suerte o de algún otro factor
igualmente mágico e incontrolable.
La evolución
El género Homo surgió hace quizá unos dos millones de años.
Poco a poco, con el crecimiento de la capacidad cerebral, la
capacidad creativa y manipuladora de instrumentos, el
desarrollo del lenguaje y la evolución de la cultura, en algún
momento entre los 70.000 y 250.000 años antes de nuestra era,
la especie Homo sapiens hizo su aparición. Todos estos pasos,
a excepción del crecimiento de la masa encefálica, se
confirmaron y acentuaron de aquella época a la actualidad,
hasta el panorama que tenemos actualmente: un hombre
inteligente, con una conciencia que le permite prever y
planificar hechos y circunstancias; sociedades complejas, con
leyes que regulan las interaciones humanas, a veces más allá
de las situaciones concretas; avances tecnológicos
impresionantes; pero también pobreza, guerras, ignorancia,
tiranÃa.
El Homo sapiens actual es un ser que puede planificar el
futuro y que tiene la tecnologÃa para cambiarlo. Es un ser
que ya no necesita, en teorÃa, esperar los dones que la
naturaleza tenga a bien entregarle, sino que puede modificar
el entorno en su provecho, eliminando los peligros e
incrementando los beneficios. Asà mismo, a través de su
desarrollo psÃquico, es un organismo que ha "internalizado" en
mayor o menor medida ciertas leyes y normas culturales en
forma de un sistema moral personal y social. De esta forma,
no sólo puede prever el futuro y cambiarlo, sino que tiene una
dirección que considera el bien y el mal inherente a dichos
cambios.
Por otro lado, la evolución del hombre es parte de un proceso
mucho más amplio, que incluye a todos los organismos: la
evolución de las especies y de los ecosistemas actuales.
Desde que surgió la vida en la Tierra, hace aproximadamente
3.500 millones de años, los seres vivientes se han modificado
a partir de los organismos unicelulares originales (parecidos
a las bacterias y algas de ahora) hasta llegar a ser millones
de especies animales y cientos de miles de vegetales. Los
ecosistemas han ido ganando en complejidad, lo que se traduce
en una mayor diversidad de especies, mayor capacidad de
autoregulación y muy intrincadas interacciones entre los
organismos.
Todos estos procesos implican también un equilibrio con el
medio abiótico (es decir, sin vida: el suelo, el aire y el
agua).En un ecosistema las plantas se alimentan de los
nutrientes del suelo disueltos con el agua, los animales
hervÃboros se alimentan de estas plantas y otros animales de
dichos hervÃboros; ciertos animales (necrófagos) se alimentan
de los cadáveres y los restos últimos son aprovechados por
bacterias: estos microorganismos restituyen al suelo
sustancias orgánicas, y nuevos vegetales se alimentan de estos
nutrientes. De manera concomitante, las plantas aprovechan la
energÃa solar para producir moléculas complejas que van a
servir a los animales de alimento; y el oxÃgeno del aire es
incorporado para que los tejidos animales y vegetales realicen
sus procesos vitales.
A su vez, los ecosistemas regulan el flujo de agua al
contenerlo dentro de la materia viviente (raÃces, hojas,
cuerpos animales), regulan el equilibrio del oxÃgeno y el
anhidrido carbónico en la atmósfera y enriquecen el suelo con
materias orgánicas. Pero, además, controlan la temperatura y
la humedad del aire, equilibrando el clima local; sostienen el
suelo, en base a un complejo sistema de raÃces vegetales y
cubriéndolo con una capa de materia orgánica. De esta forma,
en un ecosistema maduro, los seres vivos y los sutratos
inertes se conjugan e interaccionan entre sÃ, para lograr un
estado de equilibrio a largo plazo.
Paute, la evolución y las elecciones
Y asà llegamos nuevamente al problema de Paute. ¿Es éste
solamente un capricho de la naturaleza o hay algo más? Si un
ecosistema que ha tardado decenas y, quién sabe, centenas o
millares de años para lograr un equilibrio es alterado y
destruido, ¿cómo se puede esperar que eso no afecte también al
medio abiótico circundante?
Es cierto que, a pesar de estas consideraciones, lo del
"capricho de la naturaleza" se mantiene en gran parte: las
condiciones meterológicas de toda esta zona de Sudamérica han
provocado una sequÃa que no depende de fenómenos locales ni es
controlable directamente. Pero también es cierto que si se
hubieran conservado los bosques naturales del área, el
microlima de Paute y alrededores hubiera sido menos seco;
además, la humedad de esos bosques pueden crear una nubosidad
que impide, en parte al menos, la evaporación del agua de los
rÃos y lagunas (como la de la represa).
Más importante aún, asà como las lluvias son esenciales, en
este caso, constituyen un riesgo a largo plazo, porque en una
zona deforestada van arrastrando material del suelo en forma
de pequeños deslaves que van a parar al rÃo y al embalse,
produciendo sedimentos que se acumulan, con los problemas
consiguientes. Más tarde o más temprano serán necesarios
costosos dragados para que el lecho de la laguna baje de nivel
y contenga menos sedimentos.
Por esto, si la naturaleza ha experimentado una evolución de
3.500 millones de años para lograr una madurez y un equilibrio
de los ecosistemas, los cuales se autoregulan y conservan sus
recursos a muy largo plazo, también ha "producido" una especie
que es capaz de darse cuenta de sus actos, actos que pueden
cambiar la faz del mundo. El hecho de que esta especie cuente
con lÃmites morales y de orden práctico, deberÃa poder evitar
que dichos actos fueran no sólo negativos, sino irreversibles.
DeberÃa, pero no necesariamente sucede asÃ. Paute es una
muestra: el hombre construye una central hidroeléctrica enorme
y no conserva la naturaleza que va a asegurar el
funcionamiento de la represa en el largo plazo (no deberÃa ser
la única razón para conservar, pero es una de las tantas). En
vez de lamentar las consecuencias y esperar que la naturaleza
revierta sus caprichos, serÃa importante garantizar su
equilibrio.
Es de esperar que en esta época de crisis energética que
coincide con el comienzo de las elecciones, los candidatos
caigan en cuenta de su responsabilidad histórica,
comprendiendo la necesidad de conservar y restituir los
recursos y el entorno naturales. Por ello resulta
inadmisible que uno de ellos haya sostenido, en una
propaganda, que existen "muchos bosques y campos por
explotar". Pero también resulta inadmisible que la
preservación del medio ambiente sólo sea rescatada para
engrosar el número de promesas incumplidas y no cómo una
necesidad tan real como el pan y la vivienda. Después de
todo, estamos hablando del pan y la vivienda del mañana. Es
probable que, entonces, nuestros hijos carezcan de algo más
que de energÃa eléctrica. (6C)
en
Explored
Ciudad N/D
Publicado el 01/Marzo/1992 | 00:00