El ingreso a la zona donde se encuentran los restos del avión de Saeta y sus pasajeros está totalmente restringido. 25 comandos paracaidistas, dos oficiales y 23 voluntarios de tropa del Batallón de Fuerzas Especiales, se encargan de impedir el paso desde los 4 000 metros sobre el nivel del mar.
A las 00:00 de ayer empezó un patrullaje intermitente por los senderos que conducen a la quebrada que marca el inicio de la ruta hasta el lugar del impacto. "Quien intente subir hasta la zona prohibida debe iniciar la ascensión en la madrugada. Más tarde es imposible llegar al glaciar, las avalanchas se intensifican desde las 09:00 cuando el sol calienta el hielo", dice el mayor Juan Ochoa, jefe de los comandos.
Lo que facilita el trabajo de los militares es que tienen su base de operaciones en el refugio Portal Andino (3 800 metros de altura). Desde allí divisan a los vehículos y personas que se aproximan desde las faldas.
En la madrugada, apenas observaban las luces de un carro, una patrulla salía del refugio para interceptar al que desafíe la orden de la Junta Investigadora de Accidentes de no ingresar a la zona. Antes de alcanzar a los caminantes, los uniformados realizan disparos al aire. El sonido del fusil retumba en medio del silencio de la madrugada y la advertencia es suficiente para detenerse.
Quien ignore la advertencia y logre evadir el primer control, se enfrenta a una persecución. Los paracaidistas se dividen en dos grupos, uno avanza por un costado y otro persigue a los visitantes no autorizados. Los militares tienen la ventaja de no llevar equipo de escalar y pueden trotar en el páramo, mientras que los intrusos deben cargar el equipo básico de escalar sobre el hielo, como cuerdas, piolets (llamados también piquetas), crampones, agua y alimentos.
Ayer se dio una muestra de la efectividad del control. Un grupo de periodistas de Ecuavisa logró avanzar, a las 01:00 aproximadamente, durante un descuido de la patrulla. A las 03:00, los militares notaron la ausencia de los comunicadores y enviaron las dos patrullas.
Alrededor de las 04:30 ya estaban ubicados y comenzaron el descenso. Las linternas frontales, que desde la distancia parecían luciérnagas, marcaban el retorno de los militares y los periodistas. A las 07:00, Ochoa les recordó de la prohibición de ascender y les dejó que continúen su trabajo.
Además de los militares, se encontraba un grupo de 20 policías: 10 del Grupo de Operaciones Especiales (GOE) y un número similar del Grupo de Intervención y Rescate (GIR).
Al inicio existió una leve pugna entre los uniformados, pues los uniformados del GIR intentaron ascender, lo cual fue impedido por los comandos. "La orden es clara, nadie puede ingresar al lugar", dijo el Jefe.
Luego de un breve diálogo y de consultar a los mandos superiores en Riobamba, se estableció que los policías esperarían la resolución de la Junta Investigadora de Accidentes, antes de llegar hasta la zona del impacto para elaborar el parte policial del hallazgo.
Por la tarde se confirmó que la Dirección de Aviación Civil (DAC) continuaría con las investigaciones y que la Fiscalía realizará las gestiones para declarar al lugar de la tragedia como camposanto.
Para hoy, en la madrugada, está prevista la ascensión de los policías del GIR hasta el sitio del accidente.
Pero tampoco está previsto que la prensa tenga acceso al lugar donde están los restos. Entre el grupo especial de la Policías hay especialistas en alta montaña.
Todos están equipados con instrumentos para escalar. Los comandos también participarán en la incursión, por seguridad.
La Fiscalía prohibió que personas ajenas visiten el sitio del hallazgo
Miguel Castillo, enviado, y Quito.
La declaratoria a la zona del accidente como camposanto está a cargo del Presidente Gutiérrez. Así explicó el director de la Dirección de Aviación Civil, Rafael Dávila.
La DAC recibirá ese pedido de los familiares para conocimiento de la Presidencia y esperará la firma de un decreto ejecutivo para su ejecución.
Además, el Director indicó que es muy probable que no se encuentren la caja negra de la nave. Este dispositivo contiene las grabaciones de las conversaciones del piloto.
Dávila dice que después de 26 años deben estar enterradas en la nieve y, si se las encuentra, las grabaciones probablemente no tendrían un buen audio.
La DAC maneja tres hipótesis sobre las causas del accidente: una baja altitud a la que supuestamente volaba el piloto Marcelo Alemán, la gran cantidad de turbulencias en la zona y el número de horas de descanso del piloto entre sus vuelos.
Entretanto, la Dirección de Aviación Civil (DAC) asumió el control de los operativos entorno al hallazgo del avión de Saeta, accidentado el 15 de agosto de 1976.
La decisión se anunció, ayer, a las 11:30, tras una reunión en la Brigada Blindada Galápagos, en Riobamba, convocada de urgencia por la DAC y a la cual asistieron andinistas y delegados de la Policía, Ejército y del Ministerio Público.
De esta manera se zanjó un cruce de funciones entre los diversos organismos mencionados y que provocó malestar en los militares y la DAC.
En la reunión se decidió que comience un ascenso a la zona donde se hallan los restos del avión, para que la Fiscalía de Chimborazo y la Policía Judicial continúen con sus indagaciones (incluso harán fotos y grabaciones en vídeo) . También serán los encargados de enterrar los restos humanos.
En el ascenso participan, entre otros, los andinistas profesionales Rodrigo Donoso (uno de los que encontró los restos de la nave); Juan Gabriel Carrasco, andinista cuencano que representa a los familiares de las víctimas; Oswaldo Valle, agente fiscal; siete policías y un número no preciso de miembros del Ejército. No fueron incluidos los familiares.
Según el ministro fiscal de Chimborazo, Juan Rivera, el ascenso particular hacia la zona queda oficialmente prohibido desde hoy y militares vigilarán el área por un tiempo.
198 000 sucres de indemnización
Cuenca. Los familiares de los 55 pasajeros que viajaban en el Vicker Viscount de Saeta recibieron una indemnización, luego de dos años de la desaparición de la aeronave ocurrida el 15 de agosto de 1976.
Este pago correspondió al seguro que cubría esta aerolínea en caso de accidente. Según Rodrigo Jara, hijo de César Jara, uno de los ocupantes del avión, varias familias perdieron al jefe del hogar por lo que se pidió que la aerolínea responda con una indemnización. En ese entonces, asegura, Saeta entregó cerca de 200 000 sucres por cada pasajero (el dólar se cotizaba en 25 sucres).
Haydeé de Gallegos, madre del pequeño Hannes que viajaba en la nave, es más precisa en el monto. "Nos descontaron 2 000 sucres por trámites. Es decir, cada familia recibió 198 000 sucres", y la aerolínea se liberó de responsabilidades.
´El avión de Saeta no tenía caja negra´
Amelia Ribadeneira, enviada
Dos horas y media estuvieron sentados tras el altar. La primera media hora pasaron esperando que se inicie la misa, en la segunda vivieron la eucaristía para "entregar el alma de sus familiares a Dios", según el sacerdote del Colegio La Salle de Riobamba.
La noche del martes, rezaron, cantaron y pidieron por el descanso de las 59 personas que murieron en la tragedia de Saeta de 1976.
Los hombres y mujeres, familiares de las víctimas, estaban abrigados con chompas de escalar, chalinas y sacos de lana gruesa. El negro solo fue un color más.
Y fueron generosos. Entre todos, más de 50, reunieron 400 dólares para los andinistas que informaron la semana pasada sobre el hallazgo de los restos del avión y de sus hermanos, padres, primos, sobrinos...
De la oración pasaron a las preguntas. En la misma sala del Colegio católico donde se ofició la misa, el subdirector de la DAC, Iván Arellano, cogió el micrófono y dio explicaciones.
Los familiares estaban sentados y con los brazos cruzados. Escucharon en silencio que el avión no tenía la caja negra. "La caja es un grabador de voz y un registro de datos, pero en esa época no habían las exigencias aeronáuticas", para que las porten los aviones.
Lo que llevaba la nave era un localizador transmisor de emergencias que se activa cuando se registra la pérdida del avión, pero "no representa lo que hoy son las cajas negras". Arellano hablaba pausado y aseguraba a los familiares que la DAC estaba a su servicio para darles la información y ayuda que quisieran, excepto subir a la zona del impacto.
"El sitio es altamente peligroso, el riesgo de las avalanchas es constante, además, no hay mucho que rescatar, hay partes desmembradas, su levantamiento sería infructuoso por no decir imposible".
Oswaldo Veloz, abogado de la DAC, les informó que debían seguir un trámite para que ese punto del Chimborazo sea declarado camposanto. Primero tenían que delegar a una persona o a un grupo para que remita una carta a la DAC pidiendo la declaratoria. Con ese documento, la DAC puede oficiar al presidente Gutiérrez para que a través de un Decreto Ejecutivo dé trámite al pedido.
Los familiares no perdieron tiempo. Le pidieron al general Luis Burbano, hermano del copiloto del avión, que los lidere.
La posible omisión de datos será investigada
El presidente Lucio Gutiérrez ratificó ayer la información emitida la víspera por su Secretario de Comunicación: se investigará la posible ocultación de información respecto a la fecha del hallazgo de la aeronave de Saeta.
"Si hay indicios de ocultamiento por parte de algunas personas, se sancionará con el máximo rigor de la Ley".
Los familiares de las víctimas denunciaron que el hallazgo de los vestigios se lo realizó en noviembre del 2002. El andinista Flavio Armas lo confirmó, mientras tanto, la Dirección de Aviación Civil se deslindó del presunto ocultamiento de información.
Rafael Dávila, director de la DAC, aseguró ayer que en los archivos de la secretaría no consta ningún documento oficial que compruebe una denuncia en tal sentido.
La Junta Investigadora del Accidente podrá tomar acciones con la Fiscalía. Esta coordinación obligará al Ministerio Público a demandar a quienes no iniciaron la identificación.