Quito.29 jun 2001. El presidente Pastrana buscaba afanosamente la forma
de que se levante la suspensión

Frío, nublado y lluvioso amaneció ayer Bogotá. Igual que el ánimo de sus
habitantes y de la mayoría de los colombianos al desayunarse con la
noticia de que la Copa América 2001, aquella que pretendía despertar por
tres semanas el futbolizado ímpetu de una comunidad que busca válvulas de
escape a su conflictiva realidad, no va más, precisamente como
consecuencia del secuestro de Hernán Mejía, uno de los principales
organizadores del evento, realizado por las Fuerzas Armadas
Revolucionarias de Colombia (FARC).

Era el tema obligado y el anuncio de la suspensión, difundido con
amplitud por las radios y los canales de televisión, parecía retumbar en
el ambiente. Es que dos semanas antes de empezar, ya Colombia perdió el
torneo por 9 a 1, como tituló ayer el diario on line Primera página, en
alusión al pedido de todas las federaciones de f?tbol de Sudamérica,
excepto la colombiana, de que se cambie de sede.

Ni siquiera la liberación de Mejía, ocurrida hacia el medio día por
gestiones del gobierno antes las FARC, devolvió el optimismo al común de
las personas, a quienes la decisión de la Confederación de fútbol reunida
en Argentina, no ha hecho más que despertarlas bruscamente de su sueño
futbolístico y reiterarles que el país libra una grave guerra interna,
muy difícil de culminar, pese a los reiterados intentos y la amenaza de
un furibundo plan antidrogas impulsado y financiado por Estados Unidos..

"Es que si el riesgo es que algunas de las delegaciones sufran lo mismo
que Mejía, mejor que no se haga aquí la Copa", opinaba ayer Carlos Ruiz,
un taxista bogotano. En Colombia, oficialmente existen al momento tres
mil secuestrados de diferente perfil y con variado nivel de exigencias
económicas para sus familiares, aunque extraoficialmente se dice podría
llegar a cinco mil.

El presidente Andrés Pastrana, que el anterior 5 de junio llegó jubiloso
con la Copa América en sus manos y la besó en señal de triunfo cuando le
fue entregada en Asunción en un acto de confianza ahora revertido por la
Confederación, buscaba ayer afanosamente la manera de que se levante una
suspensión con sabor a despojo.

La "Copa de la Paz", como llamó al evento deportivo, se le rompía en las
manos por acción de los guerrilleros con los cuales ha negociado desde
antes de posesionarse del poder, y a los cuales les ha hecho numerosas
concesiones, precisamente en procura de los diálogos.

"Cría cuervos y te sacarán los ojos. Andrés Pastrana le ha dado a la
guerrilla de todo, y esta no ha hecho más que demostrar que puede hacer
cosas mucho más graves que sabotear la Copa América", es el criterio del
analista político Gonzalo Guillén.

Pastrana: "ofensa al país"

El mandatario colombiano ha tildado a la decisión como una ofensa a la
hospitalidad colombiana, e incluso ha hablado de presiones comerciales
que prefieren otras sedes. Pero aquello se enfrenta al hecho de que la
Copa, en la que el Estado ha invertido aproximadamente $40 millones,
corría el riesgo de enfrentarse a la negativa del Ejército de Liberación
Nacional a una tregua que dure el tiempo que esta ocupe, y a la
indiferencia de las FARC al pedido.

Cuando la prensa consultó a Jorge Briceño, más conocido como "Mono
Jojoy", del por qué las FARC no habían devuelto al dirigente Mejía antes
de que se tomen decisiones, este fue claro al decir que la prioridad de
su grupo insurgente era devolver unilateralmente a 242 soldados y
policías, que retenía desde hace tres años, en una ceremonia televisada y
vistosa cumplida ayer por la mañana en La Macarena, zona de despeje en
poder de las FARC. Y solo después de que cumplieron con su ceremonia, los
guerrilleros entregaron a Hernán Mejía en Chocó, donde lo habían
secuestrado tres días antes. Hechos estos que los especialistas
consideran "una clara demostración de poder". (GCG)

Se busca sede para el torneo

Pese a la liberación de Hernán Mejía, secuestrado el día lunes,
presumiblemente por las fuerzas rebeldes de las Fuerzas Armadas
Revolucionarias de Colombia, la decisión se tomó en la madrugada de ayer:
la Copa América 2001 tendrá que buscar una nueve sede.
Brasil, México y Uruguay ya han presentado sus candidaturas, mientras que
en Colombia la tristeza y la rabia no deja de manifestarse entre
dirigentes deportivos, prensa, pueblo y el mismo presidente de la
República de Colombia, Andrés Pastrana.

Por el momento, lo que busca la Confederación Sudamericana de Fútbol
(CSF) y las asociaciones de fútbol de la región, es encontrar al país que
albergue a las delegaciones de los diez países surcontinentales y a los
dos invitados (México y Canadá).

Así, las confederaciones de Uruguay, Brasil y México han presentado sus
candidaturas como sedes alternantes para remplazar a Colombia; en tanto
que Pastrana sugirió la idea de que Colombia no juegue si es que el
torneo se realiza en otro país.

El presidente de la Confederación Brasileña de Fútbol (CBF), Ricardo
Texeira, presentó oficialmente la cndidatura de su país para ser la sede
del torneo más antiguo del mundo que reúne a las selecciones de un
continente, aunque todavía no ha recibido una respuesta de la CSF.

Por su parte, el ministro de Deportes de Uruguay, Jaime Trobo, postuló
también a su país como eventual sede de la Copa. "Uruguay tiene
condiciones objetivas, justas y adecuadas para organizar la Copa
América", aseguró, no sin dejar de advertir que el pueblo uruguayo era
solidario con Colombia por la situación que está viviendo el país".

También México mostró tristeza por lo que está viviendo Colombia en estos
momentos y ha ofrecido su país para que sea el lugar donde se dispute la
Copa, aunque dentro de la reglamentación oficial de la CSF no se permite
que se juegue en territorio no comprendido en Sudamérica. (SEG)(Diario
Hoy)
EXPLORED
en Ciudad Quito

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