Quito. 20 may 96. La noche de ayer no fue la que, desde 1989,
espera vivir Jaime Nebot Saadi. Pero él tiene paciencia. Y
esperará que esa noche, su noche, sea la del próximo 7 de
julio.

Con ese objetivo su figura se ha esmerilado desde 1989. Si
convierte en suya esa noche, el Partido Social Cristiano (PSC)
recuperará la Presidencia de la República, perdida en 1988.

Según lo registró este diario, la determinación de recuperar
el poder, con Jaime Nebot, la tomó el PSC durante el juicio
contra Miguel Orellana, ex secretario particular de León
Febres Cordero (LFC), por el caso Ran Gazit -cuyo sumario
también se extendió al ex presidente-. Pero, claro, tal vez
hay más que una estrategia de venganza, es decir un proyecto
nacional para volver al poder: lo intentó sin éxito en 1992 y,
después de los resultados registrados por la votación de ayer,
el pan está en la puerta del horno.

En 1992 Jaime Nebot fue incapaz de seducir al electorado
serrano, que le negó la victoria ante Sixto Durán Ballén, del
Partido de Unidad Republicana (PUR).

Pero los hijos han crecido. El Guayas ha botado mucha agua. El
aire de las ciudades está más contaminado. Y él dice que ha
madurado, amén de que perfeccionó su discurso. Nebot critica
el "capitalismo salvaje" de Sixto Durán Ballén y Alberto
Dahik, y habla en favor de un "capitalismo humano".

Por si fuese poco, Nebot es ahora lo suficientemente joven
-cumplirá 50 años el 20 de octubre- como, según los
encuestadores, lo prefieren los votantes del país: además está
casado, es costeño, viste con corbata y, según declaró
recientemente, no usa billetera, aunque su fortuna personal es
de cuatro millones de dólares.

El 4 de agosto de 1990, en una visita a HOY, advirtió: "éste
no es el Nebot que ven en televisión, con guayabera y gritón".
En esa fecha, ya convertido en diputado electo, Nebot vestía
tan elegante e impecable como lo hace hoy.

Pero 16 días después, en la medianoche del 31 de agosto de ese
año, en un sórdido incidente en el Congreso con el diputado
socialista Raúl Patiño, le tachó de "enano", le espetó hijo de
puta y le amenazó con "mearlo", mientras la TV ofrecía el
pugilato a todos el país, pues trasmitía la interpelación a
Mario Jalil, ministro de Agricultura de Rodrigo Borja.

Ese es, sin lugar a dudas, el episodio que Nebot prefiere
olvidar. Por él ha pedido disculpas al país en varias
oportunidades, incluso durante la última campaña electoral,
porque su mayor desafío fue lograr una credibilidad que se
transformara en votos a su favor.

Un gobernador duro

Jaime Nebot debutó en 1984 como gobernador del Guayas en el
régimen de LFC. En esa función se mantuvo a lo largo de todo
ese Gobierno.

Amparado y promovido por el presidente, Nebot se convirtió en
uno de las piezas poderosas del febrescorderato. No se afilió
al PSC sino hasta 1990.

Criticado y aplaudido, enérgico o violento -él admite que es
enérgico, pero no violento-, fue el hombre clave para el
control político de Guayaquil. Nunca permitió una huelga
porque ordenaba el encarcelamiento de los dirigentes
laborales, ni manifestaciones políticas de la oposición. Y
reprimió sin contemplaciones al movimiento subversivo Alfaro
Vive Carajo. Fue acusado por los organismos de los derechos
humanos de la desaparición de algunas personas en manos de
bandas paramilitares -Nebot replica que en Guayas nunca hubo
represión y que, incluso, llevó a la cárcel a sus amigos, como
los gerentes del Ingenio Valdez, de AZTRA y de Caterpillar,
que violaron la ley-.

Fue el encargado de poner contra las cuerdas al archienemigo
Abdalá Bucaram -en ese entonces alcalde de Guayaquil y luego
prófugo de la justicia-, a través de las unidades ejecutoras
para realizar obra pública en Guayaquil.

Su imagen emergió rodeada de la eficiencia y popularidad
asociadas al estadio del Barcelona, a la obra pública, al
Centro Cívico, al reparto de juguetes en Navidad y al Plan
Pan. También le cayó la acusación de "lleve" por la
construcción de la vía perimetral, no solo por el supuesto
sobreprecio, sino por la presunción de haberse beneficiado en
la plusvalía de terrenos de su propiedad.

Jaime Nebot fue el encargado de movilizar a Guayaquil para
respaldar a LFC, secuestrado por comandos de la FAE en Taura,
en enero de 1987. Entonces el gobernador se consolidó como
líder por su temple y por su lealtad al presidente. El punto
negro fue, sin embargo, la destrucción de la cadena radial
CRE, de Rafael Guerrero Valenzuela: en esta última campaña
Nebot aseguró que con Guerrero finalmente se arreglaron las
divergencias sobre el suceso, del que siempre desligó
responsabilidades.

Interpelaciones y amnistía

Su actuación en el Congreso, adonde llegó luego de las
elecciones de medio período en el Gobierno de Rodrigo Borja,
no colmó sus expectativas.

Sin embargo, dos interpelaciones y una amnistía llevan su
impronta: el juicio político a Mario Jalil, en una de cuyas
sesiones protagonizó el bochornoso incidente antes mencionado;
luego saldó una cuenta pendiente con el entonces ministro de
Educación, Alfredo Vera (quien denunció el supuesto "lleve" de
la Perimetral), por el caso de las láminas de acero (junio de
1991); y, finalmente, la votación favorable del bloque
socialcristiano a la amnistía del entonces prófugo de la
justicia Abdalá Bucaram (octubre de 1990), lo que desató la
polémica Durán Ballén-Nebot Saadi.

Ese perdón posibilitó que Bucaram compitiera como candidato a
la Presidencia en las elecciones de 1992, que Nebot creyó
ganar con facilidad.

Como consecuencia de ello, y por acusaciones de haber
maniobrado en el partido -"cambio de estatutos para dar mayor
representatividad a los delegados del Guayas y elecciones
amarradas", para que Jaime Nebot obtuviera la presidencia
nacional de esa tienda política (febrero de 1991)-, Durán
Ballén salió del PSC, y cada cual corrió en distinto andarivel
por la Presidencia de la República en 1992.

El gran opositor

Durante el Gobierno de Sixto Durán Ballén, Nebot y el PSC se
convirtieron en los grandes opositores. Especialmente luego de
las elecciones intermedias de 1994, en las que el PSC se
consolidó como la primera fuerza electoral del Ecuador (logró
23 diputados povinciales, que se sumaron a tres diputados
nacionales, cuatro alcaldías y ocho prefecturas provinciales).

Pero desde antes de ello su política fue ampliamente criticada
por un presunto "contrato colectivo" con el Gobierno,
específicamente con el ex ministro de Finanzas, Mario
Ribadeneira, según el cual los gobiernos seccionales,
controlados por el socialcristianismo, fueron beneficiados con
partidas del Presupuesto General del Estado.

¿Cómo sostener la imagen presidencialista de Nebot y abatir
los prejuicios que pesaron sobre su figura? ¿Cómo evitar la
imputación de gobiernista? Esos problemas se resolvieron con
un "doble juego" -oposición política y beneficio
presupuestario- y, de manera especial en el último año,
encabezando la lucha contra la corrupción en el Gobierno. Pero
en ello no fue menos determinante la proyección que, en su
beneficio, proyectó LFC desde una eficiente Alcaldía de
Guayaquil.

Dos diputados socialcristianos plantearon el juicio penal
contra el ex vicepresidente Alberto Dahik, por el presunto mal
uso de los gastos reservados de la Vicepresidencia, y durante
el juicio político de Dahik (octubre de 1995) fue el PSC el
incuestionable gran acusador, a pesar de que el reo devolvió
golpes inusitados y graves denuncias contra la cúpula del
socialcristianismo, que no fueron investigados por los
organismos del Estado.

La gran bulla contra Dahik permitió que Nebot mantuviera
aséptica su imagen, pues toda la atención pública estuvo
"distraída" en ello. Se dice, además, que su campaña
presidencial estuvo llevada impecablemente, a un costó 2
millones de dólares, según su propia revelación, pero se
estima que rebasó grandemente esa cifra.

Así, Nebot entró a la competencia de ayer con gran ventaja
-las encuestadoras siempre afirmaron que la intención de voto
respecto a él se mantuvo estable en alrededor del 30%-.

Nebot quiere trascender, aun cuando la realidad sea tozuda. En
1994 dijo que su meta no es la Presidencia sino transformar el
país. En 1996 llamó a votar no por los hombres, sino por las
propuestas que encarnan. Consciente de que su talón de Aquiles
es la falta de credibilidad, insiste en que es distinto de
aquel de 1984, y pide que, para probarlo, votemos por él. Ni
más. Ni menos.

Si llega al poder, su proyecto político será ejecutado "aunque
no le guste a tres o cuatro grupos, llámese alto sindicalismo
o alta empresa privada".

En este siglo hubo dos gobiernos socialcristianos. Si Nebot
gana será el tercero. Será el Gobierno con que el Ecuador se
abrirá al año 2000. (DIARIO HOY) (P. 8-A)
EXPLORED
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