Quito. 08 mar 99. A los 16 años Jaime Hurtado llegó a
Guayaquil, desde un humilde hogar esmeraldeño, y comenzó una
carrera política que solo la detuvo la muerte

Su discurso fogoso más el carisma innato le dieron a Jaime
Ricaurte Hurtado González la dimensión de líder. Curiosamente,
horas después de su asesinato una anciana entregó a una de sus
hijas un vaso plástico que contenía sangre del político, quien
cayó asesinado en las calles de Quito. "No fue derramada en
vano" es el pronunciamiento de los seguidores del Movimiento
Popular Democrático (MPD), que no cree en el liderazgo de una
persona sino de una cúpula integrada por varios dirigentes.

Hurtado nació en Malimpia, cantón Quinindé, provincia de
Esmeraldas un siete de febrero de 1937. Fue asesinado
justamente 10 días después de haber cumplido 62 años, que no
los aparentaba. Su niñez transcurrió en el campo, con sus
padres, que tenían una finca de 30 hectáreas. La familia
emigró a Esmeraldas para instalar un pequeño puesto de comidas
en las calles Ricaurte y Olmedo, donde su madre vendía
morocho. Su padre era de oficio agricultor. La pobreza era
latente en la vida de los cuatro hijos del hogar
Hurtado-González, es por esto que el menor, Jaime, decide por
su cuenta y riesgo empezar a estudiar a los 10 años de edad.
Hasta que llegó a quinto curso de colegio y por sus dotes de
buen estudiante recibe una beca para terminar sus estudios en
el Colegio Eloy Alfaro en Guayaquil.

Entonces mostró sus cualidades para el deporte: salto triple,
lanzamiento de jabalina, lanzamiento de disco, velocista. Sin
embargo se destacó más como basquetbolista. Ingresó a los
clubes Atletic y Emelec y llegó a ser seleccionado del Guayas.
Pero él quería ser algo más y se decidió a estudiar Leyes en
la Universidad Estatal de Guayaquil. Trabajó como amanuense
dentro de un estudio jurídico. En ese oficio conoció al doctor
Jorge Zavala Baquerizo quien le regaló sus primeros tres
libros de Derecho. Confesó años más tarde que llegó a sufrir
los efectos de la discriminación a su raza: "Cuando fui al
Atletic tuve el deseo de tener un trabajo. Después descubrí
que el gringo Capwell no me dio trabajo en la Empresa
Eléctrica del Ecuador, porque siendo universitario, no podía
ocupar el puesto asignado a los negros: el de portero. Conmigo
hubo marginación, porque el mismo mister creaba cargos para
conseguir para el Emelec a los mejores deportistas", le contó
a Guillermo Valencia en la Revista Estadio en 1983.

Estimulado por el recuerdo de una infancia de miserias, abrazó
una línea política de lucha por los pobres, la marxista
leninista, llegando a ser militante de URJE (Unión
Revolucionaria Juvenil del Ecuador) y del PCMLE (Partido
Comunista Marxista Leninista del Ecuador).

Su discurso lo convirtió poco a poco en líder estudiantil y en
1968 le disputó la presidencia de la FEUE a Francisco Huerta
Montalvo, quien también destacó en la política. Perdió pero
continuó fiel a sus ideas en su vida profesional.

Aprovechando la apertura democrática de 1978 participó en la
Fundación del Movimiento Popular Democrático (MPD) y en la
elaboración de sus estatutos. Fue elegido segundo subdirector
nacional, luego de José Proscopio Sánchez -uno de sus mejores
amigos hasta el día de su muerte-, y de Jorge Moreno como
primer subdirector. Para las elecciones del 78, el partido lo
escogió como candidato a la Vicepresidencia de la República,
junto a Camilo Mena, participación que no pudo darse por
inscripción tardía de los candidatos. Optó entonces, por una
candidatura a diputado nacional y ganó por primera vez.

Estimulados por ese buen resultado, en el año 84, lo
candidatizaron a la Presidencia de la República en binomio con
Alfonso Yánez. Ocupó un honroso cuarto lugar, por encima de la
Democracia Popular. Continuó como director del partido, cargo
que ocupó varias veces durante su vida.

En 1991, hubo un cisma al interior del MPD, con algunas
desafiliaciones. Hurtado en desacuerdo con la actitud de la
nueva dirigencia "cayó en desgracia y fue puesto en una
situación de baja intensidad", según un ex militante. Y,
prácticamente, desapareció del escenario político hasta 1998,
cuando reapareció para ganar una vez más la diputación que
venía cumpliendo hasta el día de su asesinato.

Hincha del Barcelona, sus amigos lo recuerdan como un hombre
honesto y brillante. No fumaba ni bebía; se divertía imitando
a los políticos. Jovial y excelente bailarín que cada 31 de
diciembre -desde hace cuatro años-, ponía a las 12 en punto de
la noche, una misma canción de Gloria Estefan que le gustaba,
para que el año nuevo lo "coja bailando".

Hurtado era un hombre demasiado frontal a la hora de hacer sus
denuncias. Muchos periodistas recuerdan sus entrevistas
acompañadas de la clásica frase: "Compañero, para qué graba lo
que estoy diciendo, si eso no lo van a sacar nunca".

Jaime Hurtado tuvo cuatro hijos, Jimmy Hurtado, ingeniero
comercial, fruto de una relación con Nelly Castillo y el único
que lo hizo abuelo de cinco nietos. Pastora, química
farmaceútica, Lenín, abogado de 35 años, que está próximo a
contraer matrimonio y Fernanda Stalina, Hurtado Angulo que es
investigadora pesquera. Ellos lo definen como un hombre que
practicó con el ejemplo. "Mi mamá fumaba y él nunca se lo
prohibió, aunque él no lo hacía. A pesar de que era ateo,
nunca nos prohibió que fuéramos a misa, ni siquiera nos obligó
a ingresar a la política, pero nosotros voluntariamente nos
afiliamos a su partido".

Su hija Fernanda, que incursionó en el modelaje, dice que al
principio, cuando su padre supo de su actividad pareció
mostrarse un poco reacio. "Después me decía en son de broma:
"qué fue modelito", aunque de sus viajes solía traerme
maquillajes y revistas de moda. Era también un hombre de buen
vestir. "El hecho de que uno sea pobre, no significa que deba
andar mal vestido" decía siempre. Alguna vez contó que de niño
lo contrataban para que bailara en las fiestas de su pueblo y
su madre le ponía una cinta roja para protegerlo del "mal de
ojo". Otra anécdota que le gustaba contar se refería a una de
sus campañas electorales cuando, en Cariamanga, una niña que
tenía que recitarle un poema, al verlo alto, moreno y
sonreído, se puso a llorar pensando que era el diablo.

Su momento más triste ocurrió hace 15 años, cuando su madre,
Pastora, una anciana aquejada de trombosis, murió en un
incendio. Al momento de su muerte enfrentaba otro momento
triste: el delicado estado de salud de su compañera por
espacio de 40 años, Siria Angulo, a la que había conocido
precisamente en un baile del American Park y con la que
compartía su estudio jurídico en la ciudad de Guayaquil.

Hurtado vivió de la misma manera que predicó: sin
ostentaciones. Fue fanático lector de la literatura
latinoamericana y de los libros sobre políticas marxistas. La
nutrida biblioteca de su domicilio del barrio La Chala, así lo
comprueba. Allí permanecen como mudos testigos de su vida, el
diploma a la amistad que le hizo uno de sus innumerables
amigos, sus versos de Machado y los discos de la Sonora
Matancera, Silvio Rodríguez y Joan Manuel Serrat. En su
videocasetera permanece aún la película que veía una y otra
vez y que de alguna manera influyó en su existencia: la vida
de Malcom X.

"No trabajé en la Empresa Eléctrica porque siendo
universitario no podía aceptar el puesto asignado a los
negros: portero". (Texto tomado de La Revista Vistazo)
EXPLORED
en Ciudad Quito

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