Quito. 03.10.93. Según una gran mayoría de los ecuatorianos, los
partidos políticos, los sindicatos y el Gobierno son los que
menos hacen por el país. En el otro extremo, la empresa privada,
la Iglesia y los medios de comunicación aparecen como los que más
trabajan para que el Ecuador salga adelante. Son las encuestas
las que hablan así.

Como es lógico, los resultados de una encuesta son diversos según
cual sea la pregunta que se formula. En una ocasión anterior,
publicamos una escala de confianza, y los resultados fueron
drásticamente distintos. La confianza de la población está
depositada ampliamente en la Iglesia y en las Fuerzas Armadas.
Quienes perdían claramente en la encuesta eran los partidos
políticos, mientras los medios de comunicación ocupaban un lugar
positivo.

En esta ocasión hemos hecho una pregunta pragmática. No hemos
indagado en quién confían los pobladores o cuál es, según ellos,
la institución más prestigiosa. Hemos averiguado quienes son los
que más hacen por el país.

Vivimos la época del pragmatismo. Al ampliarse la democracia, las
ideologías, que tanto nos interesaban a los intelectuales, han
perdido espacio. Grandes masas se han incorporado al proceso
político con sus propias inquietudes. Hace algunos lustros, las
organizaciones sindicales y los partidos de izquierda reclamaban
por los derechos de los más pobres y teñían ese reclamo de un
manto ideológico poco compartido por las bases. Ahora, los
vecinos de las barriadas hacen sus reclamos directamente y una
democracia menos jerárquica permite que veamos esas demandas en
su desnudez.

Es poco probable que la democracia de los cuarenta, en la que
votaba un mínimo porcentaje de los ecuatorianos, haya sido más
amplia que la actual. Por otra parte, es difícil saber cuánto de
racionalidad y cuánto de mito había en las masas que apoyaban a
los clérigos que combatían al laicismo o a los liberales que
combatían a la Iglesia a principios de siglo.

Leyendo un libro reciente sobre el velasquismo, sería difícil
decir que los votantes que apoyaban al Gran Ausente lo hacían
obedeciendo a razones ideológicas. En la democracia tradicional
sin embargo, las pasiones que definían las votaciones, se
ocultaban bajo el manto de las sotanas, los discursos
espectaculares y las declaraciones dramáticas. La ruta para
conseguir el grifo o el camino vecinal pasaba por la adhesión al
marxismo, la palabra de la iglesia o el compadrazgo liberal.

Ahora, las demandas populares son más directas y concretas. Para
ser diputado por Pichincha no es suficiente cantar en las
procesiones de la Dolorosa, ni asistir en el Guayas a la
procesión del Cristo del Consuelo. La gente quiere que se haga
algo por el país, y más concretamente por sus necesidades. Por
todo esto, decíamos, hicimos esta pregunta: Quisiera que me diga
si las instituciones que vamos a nombrarle hacen mucho, algo,
poco o nada por el país.

Los que menos hacen por el país

Los resultados de una encuesta nunca expresan las preferencias de
quienes la aplicamos o la analizamos. En nuestro criterio, no
hay ninguna duda de que tanto los sindicatos como los partidos
son instituciones indispensables para la democracia y que deben
ser fortalecidas. La opinión de la gente sobre ellos es sin
embargo muy negativa.

Al preguntar cuanto hacen por el país estas organizaciones nos
encontramos con que existe una gran desilusión. Los grandes
protagonistas políticos de hace diez años han perdido base y no
entusiasman a los electores.

Los partidos políticos no hacen nada por el país, para el 56% de
los guayaquileños y para el 60% de los quiteños; hacen mucho para
el 9% de los guayaquileños y para el 5% de los quiteños.

Para el 47% de los guayaquileños y para el 46% de los quiteños,
los sindicatos no hacen nada, frente a un 6% de los guayaquileños
y 6 % de los quiteños que piensan que hacen mucho por el país.

Partidos y sindicatos fueron vistos como portavoces de las
grandes mayorías y esperanza de amplias reivindicaciones. Al
inicio de este período democrático, hoy, aparecen cada vez más
identificados con pequeños grupos de intereses, que afectan al
conjunto de la población.

El siguiente actor social con un saldo claramente negativo, es el
Gobierno. El 36% de los quiteños y el 37% de los guayaquileños
creen que hace muy poco por el país. Su saldo negativo en las
dos ciudades, lo sitúa claramente entre los actores sociales
censurados por la encuesta. Si cae en la tentación de apoyar
medidas vistas como inmorales por la gran mayoría de la
población, como la autoprórroga de los diputados, esta crisis
puede agudizarse definitivamente. La imagen moral del jefe de
Estado, uno de los pocos capitales que le quedan puede quedar
severamente afectada.

Los que tienen saldo positivo

Las Fuerzas Armadas tienen un balance de cero en Quito y de 23
puntos positivos en Guayaquil. Para el 23.8% de los
guayaquileños y para el 23.5 % de los quiteños, las FFAA no hacen
nada por el país, frente a un 25.5 % de los guayaquileños y un
16.3 % de los quiteños que piensan que hacen mucho.

Aunque son confiables, no parecen tan prácticas como otras
instituciones. Pocos dudan de su seriedad pero no está tan clara
su utilidad. En una época en que la gran mayoría de la población
busca una solución pacífica y negociada al conflicto limítrofe y
en que los grupos subversivos parecen haber perdido todo sentido,
mucha gente no ve qué hace la institución militar en favor del
desarrollo del país. Con todo su prestigio, las Fuerzas Armadas
tienen que encontrar un rol que justifique su presencia de mejor
manera en la percepción de los ecuatorianos.

La empresa privada tiene un saldo positivo en ambas ciudades. Es
la época en que el libre mercado y la democracia se han impuesto
como valores universales dentro de occidente y en nuestro país.
No es extraño que en ese contexto la empresa privada tenga un
saldo claramente positivo. No hay duda de que los lugares de
empresarios privados y dirigentes sindicales se han invertido a
lo largo de esta década.

La Iglesia tiene una imagen un tanto contradictoria. Aunque su
balance es claramente positivo en ambas ciudades, lo que dicen
que hace "mucho" en Quito son solamente un 11%, mientras en
Guayaquil sube al 39%. A lo largo de estos últimos años, en la
sierra ecuatoriana se ha implantado una cultura más fría en
términos religiosos, mientras en la Costa se han fortalecido las
convicciones de este tipo. Por otra parte, la religiosidad
costeña es pragmática a su manera y por eso, la religión es vista
como una institución que "hace cosas" por la gente.

La fe en milagros, santos y religiosos que curan y que
proporcionan ayudas para esta vida terrena está muy difundida.
Los medios de comunicación ocupan un lugar claramente positivo en
ambas ciudades. Casi un tercio de los ciudadanos de Quito y
Guayaquil dicen que hacen mucho por el país. Su balance es
ampliamente positivo. Grave responsabilidad la de encabezar
encuestas en esta época de tanto desencanto.
EXPLORED
en Ciudad N/D

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