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Quito. 05 abr 99. En una esquina perversa, arrinconado por sus
propios errores, Jamil Mahuad se ha quedado solo

Durante una visita del presidente argentino Arturo Frondizi a
Estados Unidos, el presidente Dwight Einsenhower le manifestó
que era muy difícil ser presidente de una nación de 240
millones de habitantes, a lo que Frondizi le respondió: "Es
más difícil ser presidente de una nación de 22 millones de
presidentes". Al poco tiempo, Frondizi fue destituido.
Eisenhower se retiró al culminar su segundo mandato.

A diferencia de las democracias avanzadas, donde las demandas
de los miembros de un Estado pueden articularse a través de
múltiples canales sociales, en América Latina las demandas se
procesan a través de gremios, que a cambio de ser la voz de
sus asociados tienen el monopolio sobre sus miembros. Esta
compleja red convierte al gobernante en un malabarista que
debe arbitrar sobre demandas, muchas veces contrapuestas. Los
gobernantes que sobreviven son aquellos que demuestran su
liderazgo al tomar decisiones.

En un escenario tan complicado, la lentitud en la toma de
decisiones y el ceder ante todos cuantos hacen demandas
termina por poner en una esquina perversa al gobernante, sin
espacio para maniobrar.

En el último mes, el Ecuador y su presidente Jamil Mahuad
constituyen el ejemplo patético de este modelo político. Todos
los gremios organizados, en su momento le han hecho demandas y
con medidas de hecho, lo han ido arrinconando en el
cuadrilátero, mientras bajo sus pies el Ecuador se desintegra
social, económicamente, regionalmente e internacionalmente.

Según la encuestadora Market, 72% de los ecuatorianos evalúan
la gestión del Presidente de regular a pésima. En apenas
cuatro meses la imagen de popularidad lograda tras los
acuerdos de paz con el Perú se desmoronó. ¿Por qué? Por un
desacertado manejo de la economía. De acuerdo a la misma
encuestadora Market, 74% de los ecuatorianos considera que su
gestión ha sido de mala a pésima.

Resultaría injusto considerar que todo ha sido culpa del
Presidente. Como él mismo ha dicho, le "ha tocado vivir la
peor crisis económica de los últimos 70 años", pero
precisamente quienes sacan a los pueblos de los túneles
oscuros son los líderes y ese liderazgo es el que el
presidente Mahuad todavía no demuestra.

Para el analista político Felipe Burbano de Lara, el Gobierno
inclusive ha actuado con "torpeza". Este andar con pies de
plomo se evidencia, primero, en el manejo de sus relaciones
con su propio partido y con su bloque legislativo.

Desde la alcadía, el Presidente ha confiado muy poco en la
estructura partidista, donde su liderazgo ha sido compartido
con el ex presidente Osvaldo Hurtado y el ex alcalde Rodrigo
Paz, con este último ha mantenido un distanciamiento público y
con el primero, durante estos meses no ha tenido sino un solo
encuentro, tras la mediación de un amigo común, el ex director
de diario Hoy, Benjamín Ortiz.

En campaña, Mahuad dio por descontado el apoyo de la Sierra y
se concentró en Guayaquil y ahí también estableció los nexos
que mayor incidencia han tenido hasta hoy en sus decisiones
económicas. Sus hombres claves fueron Juan José Pons, Ramón
Yulee y Alex Aguayo. Pons y Aguayo han demostrado en la
práctica estar más cercanos a los planteamientos del partido
Social Cristiano y de Jaime Nebot, que el resto del bloque
parlamentario, donde se destacan los miembros del llamado
grupo de Cordes -Alexandra Vela, Raúl Hurtado y en vida
Germánico Salgado -quienes se han opuesto a tesis como la del
1% o, la forma de financiar el presupuesto del Estado y el
manejo de la crisis bancaria.

Su diputado más votado en Guayas, Polo Baquerizo, también ha
hecho públicas sus diferencias con el Gobierno e inclusive
participó activamente en la marcha en contra del Presidente
organizada el pasado lunes en Guayaquil a propósito del cierre
del Banco del Progreso.

Otra senda por la que el presidente Mahuad ha caminado con
pies de plomo es con la de su relación con el partido Social
Cristiano. Pese a que en apariencia, las dos agrupaciones
trabajaron como una aplanadora en el Congreso durante seis
meses, las dos agrupaciones no formalizaron una alianza en
base a criterios compartidos sobre reformas del Estado. Esta
apariencia de estar y no estar en el barco juntos, terminó por
perjudicar al gobierno y a Nebot. Al Gobierno porque en el
menor escollo los socialcristianos se "bajaron del trole"y al
partido Social Cristiano, porque se le hizo copartícipe de los
fracasos de la conducción económica del régimen. Si hubo
fallas en el fondo de esta convergencia, también lo hubo en la
forma. Pese al trabajo de las organizaciones, Mahuad se reunió
solo una vez con Nebot: el pasado cuatro de marzo en la quinta
del Presidente en el Valle de los Chillos, donde discutieron
sobre la propuesta de los "Cavallo boys" para aplicar en el
Ecuador la convertibilidad. El vaso comunicante entre ambos
dirigentes fue el secretario de la Administración Jaime Durán
y las comunicaciones cuando no son directas terminan, por más
hábil que sea el intermediario, distorsionadas.

Bajado del trole el bloque socialcristiano y denotando serias
fisuras públicas entre el "hombre que revivió la tendencia",
León Febres-Cordero y el hombre que maneja el partido, Nebot,
Mahuad tuvo que recurrir a una coalición amorfa que marcha en
contra de muchos de los postulados que planteó en las
elecciones: ya los maestros, según lo anunció Stalin Vargas
tras el acuerdo de regresar a clases, dan por descontado que
el Gobierno abandonará los planes de reforma educativa.

El Presidente también ha trajinado pesadamente en la
comunicación con los principales ejecutores de la política de
administración pública. El caso más grave es lo que aconteció
con el directorio del Banco Central. Diferencias de criterio
hicieron que se rompa la comunicación y que en momentos de
gravedad económica, otra vez, el diálogo sea a través de
terceros, con las consecuencias ya conocidas.

Tampoco Mahuad parece tener una buena comunicación con sus
ministros. Cuentan la anécdota de que su ministro de
Agricultura no ha conversado más de una vez con él y que en un
acto social, le dijo "Presidente, ¿cuándo hablamos sobre
banano?", a lo que Mahuad le respondió "Ponte en contacto con
Juan José" (Pons). Varios ministros han sido citados a la vez
a su despacho, pero el Presidente tiene la costumbre de hablar
con cada uno de ellos por separado y mientras dura la sesión,
el resto espera y desespera.

Al parecer, las tediosas rutinas administrativas lo fastidian.
Y eso sería perfecto, si el Presidente fuera un gran
estratega, como por ejemplo fue Ronald Reagan, quien delegó la
parte operativa del gobierno. No obstante, Reagan tenía una
visión muy clara de lo que debía hacerse y contaba con el
equipo administrativo para ejecutarla. La visión del
presidente Mahuad, en cambio, es difusa, se acomoda como lo
hemos visto a las circunstancias. Si no hay visión que la
entienda su equipo y que la entendamos los ecuatorianos,
difícilmente nadie podrá ejecutar las acciones.

Cuando era candidato Mahuad, analizando el estilo de gobierno
de Alarcón sostuvo que el problema del ex presidente interino
radicaba en que pretendía manejar el país como se maneja el
Congreso. De ahí su fracaso. Revisando el comportamiento del
Presidente en estos meses, se puede concluir, que ha querido
manejar el país como manejó la ciudad de Quito. Allí se reunía
únicamente con sus jefes departamentales, quienes llevaban a
cabo el plan trazado. Pero Quito, aunque con los problemas de
una ciudad grande, tiene una tradición de respeto a las leyes
municipales, un apoyo a la gestión edilicia, los recursos de
la ayuda gubernamental, una burocracia con mística y muchos
proyectos en marcha.

El país, en cambio, lleva siete años de recesión económica.
Ansía un nuevo rumbo y el Presidente hasta ahora ha sido un
bombero que apaga incendios. Reacciona ante los hechos
consumados y no los previene. Permite que las diferencias
personales afecten las relaciones profesionales. Medita
demasiado y ejecuta poco. Por ello está en una esquina solo.
Si no cambia, su suerte será la de Arturo Frondizi, en lugar
de la de Eisenhower.

Mahuad fue definido como un gran comunicador. Los hechos
demuestran lo contrario. Con quienes debería tener contacto
directo lo hace a través de terceros. (Texto tomado de La
Revista Vistazo)