UNIVERSIDAD ECUATORIANA: DIAGNOSTICO Y PROPUESTAS
Por José González PoyatosFederico San Feliú*

Quito.02.06.91. Que la Universidad en el Ecuador no termina de
cumplir bien sus funciones más específicas, es un hecho
innegable. Para demostrarlo bastaría comparar la preparación
del profesional que sale de las aulas de la U. con las
necesidades y problemas que tiene el pueblo ecuatoriano y que
profesionalmente tiene que enfrentar. Es evidente que este
titulado domina muchas técnicas para resolver los problemas
normales y tradicionales de nuestra sociedad, pero no sabe, no
tiene categorías éticas, humanas, socio-políticas, históricas
e incluso técnicas, para comprender y enfrentar los nuevos
problemas que tiene planteados el Ecuador. Por ejemplo, entre
lo que hoy nos preocupa, el levantamiento indígena, el
blanqueo de dólares, la insalubridad de las ciudades y su
financiación, las reformas constitucionales que se imponen, el
dominio del cólera, la explotación minera, el cambio de leyes
obsoletas e incluso perjudiciales para la marcha de la
sociedad...

Todos estos problemas van a caer irremisiblemente en manos de
los políticos quienes, metidos de lleno en las tareas de
gobierno, no suelen tener tiempo para pensarlos a fondo, y no
encuentran, entre los profesionales que salen de las U. ,
asesores preparados para dar respuestas originales y válidas.
De este modo las soluciones se improvisan, o se dilatan, y el
pueblo duda de que los políticos sepan, puedan y quieran
resolverlas.

Nos falta una U. que alerte de los problemas que se nos
avecinan, que tenga principios fundamentales para
solucionarlos y que pueda prever, en un momento dado,
soluciones prácticas para ellos.

En este sombrío cuadro, destacan ecuatorianos excepcionales
que, por su inteligencia y trabajo, o por su preparación en el
extranjero, son referencias confiables en estos casos.

Esta no es una situación solo de nuestro tiempo, viene de
antaño. Hoy está agudizada por el cúmulo de nuevos problemas
que surgen y la necesidad de solventarlos sin dilación. Esta
aceleración es un exponente de nuestra sociedad
post-moderna.

Las causas

Una primera causa la encontramos en el alumnado que llega a la
Universidad. Nuestro bachillerato no les da una base sólida
de conocimientos sobre los cuales puedan construir el edificio
de la ciencia desde el primer día de la U. Tampoco han
aprendido métodos de estudio y trabajo personal que les
permitan ser estudiantes aprovechados a
cabalidad.

Desgraciadamente las diversas reformas del Bachillerato han
ido dirigidas a subrayar la parte científica, memorística y
atomizante de las ciencias en unas dimensiones inimaginables.
­En un año escolar hasta 16 asignaturas!

Una segunda causa estaría en el profesorado de la Universidad.
Ha aumentado el número de profesores, pero la cantidad no ha
supuesto una mejoría en la calidad. La falta de "maestros",
esos hombres que enseñan y orientan el pensamiento, incluso la
vida de sus alumnos, es un problema de siempre. Pero se
constata que hoy, entre tanto profesor, resulta mucho más
difícil encontrar a los maestros. Y una tal carencia crea un
desierto de posibles seguidores.

El sistema de designación de profesores y su evaluación
cualitativa han de ser profundamente renovados para que lleve
a la reaparición de esos profesores eminentes que la U. echa
de menos. Es verdad que la crisis económica hace huir a
hombres eminentes de la dedicación exclusiva a la cátedra . Y
no hay que ignorar que ahora hay una buena cantidad de
profesores universitarios que lo son porque buscan en la
enseñanza un complemento a sus ingresos profesionales.

Una tercera cuestión es la falta del trabajo e investigación
en equipo entre los profesores de las diversas facultades y
escuelas. Cuando faltan proyectos comunes, cuando una
facultad no tiene muy trabadas las finalidades de cada
asignatura y sus respectivas interconexiones, las asignaturas
tienden a constituirse en estrellas con luz propia que vagan
en una galaxia en expansión. Estamos enunciando un problema
complejo: organizativo, de planificación, de tiempo y
dedicación y económico. Es todo un espíritu universitario el
que está en juego.

Esta falta de coordinación de planes conjuntos de trabajo se
hace más visible en la separación que existe entre las
facultades humanísticas y las más técnicas de la U. Creemos
que entre ellas existe un abismo, acentuado a veces por
ideologías pseudo-científicas, dogmáticas, exclusivas y
excluyentes, movidas incluso por fuerzas políticas
partidistas. Otra causa de la crisis de la U. viene como
consecuencia de la magnitud de las U., del excesivo número de
alumnos y profesores -y de todo el subsiguiente burocratismo-
que esto exige. Las autoridades académicas por lo general se
ven precisadas a dedicar su tiempo y preparación más a
cuestiones administrativas y de gestión que a la dirección y
animación profesional de la misma U. Esto lleva a que a veces
se confundan en las autoridades las cualidades de profesor y
gestor, que no siempre se dan unidas.

¿Qué busca la universidad?

Una falsa salida sería acentuar excesivamente en el estudiante
los conocimientos tecnológicos y las aspiraciones económicas
que las carreras puedan darle. Desear tener unos
conocimientos científicos cada vez mejores es una buena
aspiración. Igualmente alcanzar un cierto nivel económico, es
legítimo y deseable. Pero hacer de la carrera un medio para
subir en la escala social usando sus conocimientos para ello,
sería fabricar elitistas: mujeres y hombres centrados en su
propio provecho y solo dispuestos a compartir sus vidas y
conocimientos con quienes puedan comprarles sus servicios.
Esto es tanto más peligroso hoy en día cuanto que la sociedad
en la que vivimos fomenta el aspecto individualista y
consumista, de un egoísmo materialista e insolidario. La
pérdida de prestigio del marxismo y de otros izquierdismos de
talante reformador y humanista lleva insensiblemente a caer en
el egoísmo, matando la conciencia de lo injusto de nuestro
mundo.

Teniendo esto presente el estudiante que queremos formar debe
ser un hombre con valores. Valores de justicia, de honradez y
de servicio. Buscador de un cambio que ayude a crear una
sociedad más equitativa.En sus aspiraciones personales ha de
ser un profesional competente pero inconforme con los modelos
profesionales que la sociedad de consumo le propone. Su ideal
de bienestar económico propio debe tener un carácter de
sobriedad, dentro de un contexto de búsqueda utópica y hasta
cierto punto escandalosa de la justicia social. El estudiante
y el profesional no pueden estar desconectados del nivel de
vida en que se debate el pueblo ecuatoriano. Por eso es
urgente que durante los años de estudio existan proyectos que
les pongan en contacto con las comunidades más marginadas del
país. Nadie transforma lo que desconoce.

Descaradamente liberador del pueblo, el proyecto universitario
estará abierto a optar entre los diversos modelos
socioeconómicos y políticos. No hay ninguno perfecto: todos
tienen sus limitaciones y todos deben ser criticados y
reformados, tratando de buscar el mayor bien común del pueblo.
En su carrera el estudiante debe convencerse de que su misión
requiere tanto un estudio personal exigente como una
capacidad para trabajar en equipo. El estudiante necesita
también un conocimiento crítico de la realidad de la profesión
a la que se va a dedicar y de los problemas que desde esta
profesión debe enfrentar .Hay que crear también en el alumno
la capacidad de la formación permanente: lo que se enseña en
la U. no es sino una "introducción" a los conocimientos
profesionales. Se pudiera discutir sobre la oportunidad de
investigar tecnologías propias latinoamericanas. ¿Puede un
país como el nuestro lanzarse a investigaciones de punta en
solitario? El ejemplo del Japón, que primero copió
tecnologías y luego innovó y hasta superó, no hay que
olvidarlo. Pero tal vez se impone el pensar las
investigaciones a nivel del Pacto Andino o del Continente.

Otro tema que puede discutirse es si es provechoso lo que
actualmente sucede: el que los universitarios estudien y
trabajen. Es verdad que algunos lo hacen por necesidad y que
incluso es conveniente el tener un conocimiento práctico de la
vida profesional en la empresa pública o privada, pero esta
práctica ¿no merma mucho el horizonte y las horas de estudio y
crea "especialistas en aspectos parciales" antes de tiempo?

En camino de la reforma

La primera condición, nos parece, es la reforma del
bachillerato. Esta reforma debe modificar los contenidos y
los métodos de trabajo. Y crear diversos bachilleratos de
modo que para algunos estudiantes su graduación sea final
normal de sus estudios. Y a los que deban ingresar en la U.
los prepare para las carreras que han de seguir.Nuestros
problemas son reales, pero muy similares a los de nuestros
vecinos . La mucha carga afectiva y parcial los ha enconado
en nuestro discurso interior. Nos sobra emoción y nos falta
reflexión. Por tanto, hay que desdramatizar la situación de
crisis de nuestra U.

Proponemos introducir reformas concretas y evaluables que
modifiquen poco a poco el sistema vigente. Esto puede
evitarnos la práctica de soluciones impuestas por decreto, que
no sean fruto del diálogo y la negociación serenas entre los
diversos puntos de vista. Buscar los métodos para que el
reclutamiento de los profesores universitarios que sean
verdaderamente competentes y cumplan con sus obligaciones de
cátedra. Que se evalúen en su pedagogía, respeten la
iniciativa y creatividad de los alumnos, los ayuden y los
formen en los valores de servicio y promoción a los que antes
hemos aludido.

Reformar los contenidos de las diversas carreras y crear otras
nuevas que respondan a los desafíos de nuestra sociedad en
cambio. Es urgente crear carreras intermedias y acentuar lo
que ya se está dando en este sentido.

Utopías

Toda esta nueva visión de la U. hay que concebirla como un
proceso que se ha de ir dando en el tiempo. Primero hay que
analizar los problemas en un clima de serenidad y colaboración
entre docentes, alumnos y sociedad. Proponer soluciones y
experimentarlas, sin tener dificultad en dar marcha atrás
cuando éstas no resulten.

Sería aconsejable crear con toda seriedad Institutos y Centros
Experimentales que faciliten sin traumas la evolución.La U.
debe ser para personas con vocación por la ciencia y una
ciencia al servicio del pueblo. No puede ser un reservorio
para tener ocupados por un tiempo a los jóvenes que no tienen
trabajo, ni admitir a quienes no van a tener el día de mañana
una salida profesional. Se impone la selectividad a la vez
que hay que defender el derecho de los dotados, sin
discriminaciones económicas o sociales. Hay que crear carreras
intermedias.

Hay que evitar que comiencen muchos y se gradúen pocos.
Porque además de frustrar a los que han de abandonar, es un
despilfarro económico y una injusticia para con el resto de la
sociedad.

Los métodos selectivos no debieran tener el carácter de "poder
superar una carrera de obstáculo". Deben ir dirigidos a
descubrir las diversas vocaciones que tienen los alumnos. Y
deben responder a una planificación: estudiar las necesidades
del país en cada campo e imponer el "númerus
clausus".

Flexibilidad estatal.

En este proceso de cambio, el Estado debe fomentar las
iniciativas y creatividad de las diversas U., tanto estatales
como privadas, aunque debidamente coordinadas. No podemos
prescindir de nadie por prejuicios históricos. Si alguien lo
hace bien y se comprueba, hay que darle lo que económicamente
necesita. En este punto, creemos que el bien del pueblo pide
que no existan las actuales discriminaciones en la
distribución de los limitados fondos de que dispone el
presupuesto para la U. Tal vez el número de universidades en
el Ecuador últimamente ha crecido indiscriminada y
excesivamente. De hecho la calidad de la enseñanza deja mucho
que desear. Por otra parte, hay que encontrar modos para
hacer justicia y promover a las diversas regiones del país.
(3C).
EXPLORED
en Ciudad N/D

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