Quito. 21. 06.91. Cuando apareció en 1935 la primera y única
novela de Canetti, traducida a algunos idiomas como "Auto de
fe", Thomas Mann la ponderó en acertadas palabras en una
misiva elogiosa que escribió al autor: "Estoy sinceramente
entusiasmado con su obra, felizmente impresionado de su
plenitud confusa, lo desbordante de su fantasía, una cierta
magnificencia combativa de su tiro, su intrepidez poética, su
tristeza y su alegría desbordantes".

Aunque también Hermann Hesse juzgó el libro como
"perfectamente logrado en cuanto a su técnica", permaneció
casi desapercibido durante decenios; únicamente hoy se cuentra
entre la prosa que hace época. Además de esto, tres dramas del
escritor presentaron muchas dificultades para su
representación; sus ensayos y escritos filosóficos, sobre todo
"Masa y poder", la mayoría de veces llegaron solo a un público
interesado especialmente en el campo. Así, algunas personas se
mostraron sorprendidas cuando Elías Canetti recibió el Premio
Nobel de Literatura en 1981 -un acontecimiento asombroso, ya
que el autor no era por entonces tan "famado" y exitoso como
sus antecesores de lengua alemana premiados con el Nobel:
Gerhard Hauptmann, Thomas Mann, Hermann Hesse y Heinrich Boll.

Canetti empezó a obtener una popularidad tardía solo con la
publicación de sus memorias, consiguió llamar la atención ante
todo con sus recuerdos biográficos. Bajo el título "Biografía
1905 hasta 1937". Un panorama europeo" apareció en esta
trilogía autobiográfica. Es una crónica amable, instructiva y
digna de ser leída.

En el primer tomo, "La lengua absuelta", Canetti, quien nació
en Rustchuk el 25 d julio de 1905 (en el mismo año que
Sartre), habla de su infancia y juventud en Bulgaria,
Inglaterra y Austria, de sus educación políglota y de sus
variadas lecturas. La descripción de la singular relación que
lo unía a su madre resutla inolvidable, al igual que la
presión extraña del erotismo y la carencia de explicaciones
sicoanalíticas.

El talento incomparable de observación de Canetti atrae la
atención del lector, tanto en el primer tomo como en la
continuación: "La antorcha al oído". En él se encuentra una
plenitud tal de personajes como en pocos autores
contemporáneos; algunas veces introduce en cada página dos
nuevas personas con las que tuvo contacto, los caracteriza de
modo inconfundible, escuchando, diferenciando idiomáticamente,
caricaturizando con frecuencia.

Coloca una imagen tras otra, se entiende a sí mismo como
"testigo auricular" -creó originales y "máscaras acústicas" de
sus condiscípulos, maestros, estudiantes, vecinos y colegas.
Ya que Canetti conoció personalmente a muchos artistas de
renombre, en sus memorias logró retratos sumamente
interesantes de personas prominentes; por ejemplo el de Karl
Krauss o el de Bertolt Brecht (durante su estancia en Berlín
en 1928): "era muy delgado, tenía un rostro hambriento que
parecía ladeado a causa de la gorra, sus palabras salían secas
y entrecortadas. Bajo su mirada uno se sentía como un objeto
de valor que no lo era y él, el prestamista, lo tasaba a uno
con sus penetrantes ojos negros".

Una verdadera aglomeración de nombres resulta en el tomo
siguiente y conclusivo, "El juego de ojos". Canetti describe
encuentros y conversaciones con artistas como Kokoschka y
Fritz Wotruba, con el compositor Alban Berg, el físico
Wolfganf Pauli, el filósofo Ernst Bloch y sobre todo con
colegas excelentes como Robert Musil y Hermann Broch.

En las memorias de Canetti es notable la aparentemente escasa
relación temporal. Mientras que por lo general las
autobiografías constituyen buenas crónicas y subjeticamente
pasan revista a los acontecimientos históricos, él apenas se
ocupa de ls revoluciones sociales de los decenios turbulentos
de 1905 a 1937. Menciona solo al margen los desórdenes de la
inflación, las manifestaciones de los obreros vieneses y la
megalomanía nazi.

En las anotaciones aforísticas de 1942 a 1985 e expresa de
forma igualmente escasa sobre los sucesos de actualidad, sobre
la bomba atómica y los "miedos de las catástrofes". El
considera todos "los mejores esfuerzos de la humanidad"
igualmente infructuosos como las reacciones espontáneas a los
acontecimientos diarios. Ve al literario como al silenciosos
"guardián de las transformaciones" y de allí saca para sí
mismo las consecuencias. Canetti vive desde hace largo tiempo
alternadamente en Londres y en Zurich; renuncia a llamados
manifiestos y, a pesar de ello, con sus libros muy
particulares ha ganado un público lector que se cuenta por
millones. (Tomado de la revista Humbolt. 1-C)


EXPLORED
en Ciudad N/D

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