LOS INDIOS SE INSTALARON EN LA CIUDAD. Por Javier Ponce
Cevallos.
Cañar. 24.06.91. Me puedo imaginar las burlas de los mestizos
de Cañar. Su contenida ira y su sorpresa... los indios se
habÃan tomado el antiguo hospital y pretendÃan que se les
entregue para siempre. ¿Habráse visto semejante pretención?.
Las pequeñas ciudades de la Sierra son el reino de la
desolación toda la semana y sólo viven el dÃa de feria, cuando
los indÃgenas bajan a vender, a comprar, a cortarse el pelo, a
pelear en una comisarÃa o a dejarse engañar por un abogado.
Sin embargo las pequeñas ciudades no pueden aceptar que los
indios quieran vivir confundidos con ellos. ¿Qué tenÃa de
extraño que quisieran la vieja edificación a punto de caerse,
si fue construida a principios de siglo por los propios
indÃgenas, obligados cuando todavÃa regÃan las mitas públicas
a empedrar las calles, levantar los edificios públicos, barrer
la ciudad y saludar con un alabado sea su mercé...
Yo recuerdo -cuenta el dirigente Antonio Quinde- al pasar por
la puerta del Municipio, a mi hermana, dos veces le quitaron
el sombrero para hacerle barrer la calle.
Era el año de 1983. Al amparo de la huelga nacional, la Unión
Provincial de Campesinos del Cañar -UPCC- se instaló en el
viejo hospital de la ciudad. Y lo que parecÃa imposible, se
concretó, la Unión lo reconstruyó, instaló un taller de
carpinterÃa, uno de mecánica y una hospederÃa... Lo hizo no al
modo mestizo, convirtiendo a los edificios históricos en
esperpentos modernistas. No. Los indÃgenas lo reconstruyeron
tal cual, cuidando el estilo, el ambiente, el silencio y la
profundidad de los corredores, junto a la alegrÃa de los
jardines interiores. Ahora si, entran allà los indÃgenas,
porque cuando hospital, tenÃan miedo de no salir nunca más y
de someterse a ese macabro ritual de los blancos: la
autopsia.
La historia de la UPCCEl origen de la UPCC coincide con las
primeras acciones de reforma agraria en el Ecuador. En
Guaslán un centro de capacitación cerca de Riobamba, recuerdan
los dirigentes de la UPCC, escucharon por primera vez el
anuncio de la entrega de huasipungos y la parcelación de las
haciendas. Si bien Cañar era un mosaico de haciendas de la
asistencia social y la Iglesia -sólo Huantug tenÃa 30 mil
hectáreas de extensión-, y parecÃa que el tránsito de la
propiedad se harÃa sin dificultades, la resistencia vino de
los arrendatarios de la Asistencia y de los priopios peones
conciertos, amdrentados desde los púlpitos con el fantasma del
comunismo. Pero no solo ellos, los cañaris debieron
organizarse para defenderse del propio IERAC, que comenzó a
entregar las tierras a los habitantes de los pueblos. Se iba a
iniciar allÃ, una cadena interminable de tinterillos,
intermediarios, curas paternales, mercaderes, a la que, con
paciencia y tenacidad, la UPCC ha ido desmontando... TodavÃa
recuerdan los dirigentes a un diputado funcional por los
trabajadores, Francisco Checa, que llegó a afirmar en una
asamblea nosotros somos los padrinos, sin nosotros, los indios
no entran a las oficinas...Antes de que les caiga el palo
encima -le respondimos- abandonen la asamblea.
En 1971, los indÃgenas desfilan por primera vez por las calles
de Cañar y dos años más tarde, doce mil, entre ellos
quinientos a caballo, invaden la ciudad.
En el 75 se aventuran a pisar terrenos prohibidos:
comercializar su propio trigo... Dos años marchó bien, al
tercero cayó el verano sobre los trigales, al tiempo que
Molinos del Ecuador y La Industrial Molinera iniciaron un
mortal boicot.
En el 79, le caerÃa a la Unión, la última de las plagas: los
partidos de izquierda, que trasladaron al seno de las
organizaciones campesinas toda su historia de divisiones,
dogmatismos y manipulación. Sobreviene la crisis de la Unión,
se atomizan las organizaciones, los burócratas y los
intelectuales de izquierda toman las decisiones a nombre de
los indios.
HabrÃa de pasar tiempo, antes de encontrar nuevos rumbos
independientes. Señores de su destino. AsÃ, entre flujos y
reflujos, reconstruyendo en cada etapa su independencia
polÃtica, la Unión ha organizado su vida: unificó en su seno a
cinco federaciones regionales y una organización de mujeres...
instaló un centro de abastos en conexión con siete tiendas
comunales, y entre sus éxitos está el haber obligado a los
tenderos privados a reducir sus precios; ahora incorporarán la
venta de combustible y de útiles escolares...
Todo en la Unión se hace por autoconstrucción, lo único que no
producen es cemento y clavos... cuentan con una red de
corresponsales indÃgenas para la producción de sus propios
programas radiales... Las mujeres, que tejÃan sus propia
vestidura, comienzan a emprender en un programa de crÃa de
borregos para abastecerse de lana... Han instalado queserÃas,
para defenderse de la especulación de los compradores de la
leche -entre ellos, insólitamente, una empresa mixta que
cuenta con participación del Ministerio de Agricultura y apoyo
de la FAO, PROLACEM. Pero pedirle coherencia a ese ministerio
es igual que exigir peras a un olmo-. ¿Podrá algún dÃa poseer
la Unión su propia pasteurizadora?. La Unión ha cambiado la
lucha por la tierra de los años setenta, por la lucha por los
servicios y el mercado.
Actualmente, la Unión actúa a nombre de por lo menos dos
decenas de miles de cañaris. Y como un profundo telón de
fondo, está la cultura. La cultura que los cañaris no sólo la
guardan como memoria histórica, sino que buscan desarrollarla,
no sin contradicciones ni dificultades, a veces debiendo
enfrentar algunos de su hábitos.
Ahora el sueño, que está próxima a cumplirse, es crear su
propio Instituto Superior que forme indÃgenas en
especializaciones como el desarrollo comunitario, la educación
popular y la administración de proyectos. La utopÃa es, no
sólo reducir al máximo toda fuga de recursos financieros hacia
otras manos, convirtiéndose en autosuficientes, sino controlar
la producción de sus propios conocimientos, de su cultura y
tener en las distintas regiones, sus propias autoridades
polÃticas reconocidas por el Estado. En sÃntesis, una
autonomÃa económica, polÃtica, ideológica.
PIES DE FOTOS 1 Explotados por comerciantes y abogados, sin
ellos la ciudad es pura desolación. Foto LucÃa
Chiriboga 2 Antonio Quinde, fundador y viejo lider de la UPCC.
Foto LucÃa Chiriboga 3 La UPCC reconstruyó el hospital y esta
iglesia contigua... Las malas lenguas dijeron que los
indÃgenas pensaban destruir la iglesia. (2-C)
en
Explored
Ciudad N/D
Publicado el 24/Junio/1991 | 00:00