Riobamba. 17 feb 99. Funciona desde 1995 y está regentada en
un 90% por la autogestión y la ayuda de Italia. Allà viven los
jóvenes que cometieron delitos y quieren cambiar.
Para unos es un sitio de tránsito de delincuentes juveniles o
niños problema; para otros, una puerta hacia la rehabilitación
integral. Lo cierto es que en los 7 000 metros cuadrados que
ocupa el Centro de Formación Integral de la Fundación Mano
Amiga viven 23 chicos que quieren un espacio en la sociedad.
Para lograrlo trabajan desde 1995 en los talleres de calzado,
carpinterÃa, costura, cerámica, pintura, mecánica y panaderÃa.
El padre Juan Andrade, director ejecutivo del Centro de
Formación Integral de la Fundación Mano Amiga, cuenta que la
propiedad pertenece a la Dirección Nacional de Protección de
Menores.
En un comienzo se construyó para crear el centro de tránsito.
Eso ayudó para que la Fundación recibiera las instalaciones en
comodato durante cinco años.
Desde entonces se trabaja en tres etapas para la
rehabilitación de los chicos: el nivel preventivo labora con
profesores voluntarios y estudiantes de la Universidad
Nacional de Chimborazo; además, con una psicóloga y una
trabajadora social que visitan periódicamente a los jóvenes
considerados de riesgo.
La segunda fase la integran los muchachos que requieren de
asistencia terapéutica con medicamentos donados por los
laboratorios farmacéuticos. Y la tercera es la voluntaria y la
integran 18 chicos que viven permanentemente en el centro y
que fueron infractores.
Ellos trabajan en la mañana en los talleres y estudian en la
noche. En este centro integral reciben a los menores
infractores desde hace dos años.
Pese a que un policÃa los vigila constantemente, eso no crea
un ambiente tenso. Ellos tienen más libertad de acción y un
mejor trato. Con la amistad buscan borrar el resentimiento que
algunos adolescentes conservan y que se refleja en su
silencio. La ventaja es que a través del apoyo han aprendido a
respetar a los demás.
Juan Flores, coordinador del taller de carpinterÃa, trabaja
con siete jóvenes y dos maestros, de 08 : 00 a 16 : 00 todos
los dÃas. El objetivo es sacar 50 pares de zapatos que se
envÃan, previo pedido, a las provincias de Manabà y Azuay.
Esta microempresa tiene la infraestructura para hacer
cualquier tipo de calzado. Una abrillantadora, tres
aparadoras, una cosedora, una armadora de pie, una cargadora,
un horno para pegar plantas y la prensadora. Toda la
maquinaria fue construida en el taller de metalmecánica de la
misma Fundación.
"Los chicos son inquietos, pero responden a la exigencia que
pide la calidad", dice el coordinador Juan Flores.
César Silva, de 22 años, coordinador del taller de
metalmecánica, comenzó hace tres años en este centro. Con los
menores fabrica la maquinaria que utilizan en el centro
(panaderÃa y zapaterÃa) y en otros talleres particulares. Con
él trabaja un muchacho voluntario y otro detenido. Toda esta
labor, sin embargo, no es suficiente para obtener una
rehabilitación total. Tienen dificultades de infraestructura
básica en el lugar. El alcantarillado no sirve. El agua y la
luz fueron conseguidas con mucho sacrificio.
"Realizamos reuniones constantes con los autores de los
escapes y, poco a poco, conseguimos que aquellos que se
fugaron por cinco o seis veces, finalmente se queden
voluntariamente", asegura Andrade.
Hoy, allà permanecen cinco jóvenes por delitos menores y 18
voluntarios, de entre 10 y 17 años, que están por terminar la
escuela primaria y tres que asisten a la secundaria. Los
menores sentenciados ocupan el área posterior con vigilancia
policial; los voluntarios, la zona frontal, con facilidad de
entrada y salida.
Rodrigo Romero, de 17 años, llegó hace un año y medio a este
centro desde Chunchi. Trabaja en el taller de carpinterÃa y
con el tiempo dice haber aprendido a valorar el apoyo que le
brinda la Fundación Mano Amiga, ubicada al oeste de Riobamba,
vÃa a San Luis, junto al Tenis Club cerca al barrio La
Politécnica.
Con ganas de trabajar
Las historias de todas los 23 jóvenes son casi parecidas,
entre las cuatro paredes del centro se cuentan las razones de
su llegada, los motivos de su tristeza y las ganas de salir
adelante.
Isaac Chungui, 13 años, es de la comuna Flores del cantón
Riobamba. Llegó al lugar hace un mes y asegura que le gusta el
sitio. Sus razones: "es amplio, limpio, hay comida y trabajo".
Salió de su casa con su primo para trabajar en las calles de
Riobamba, vendiendo lo que aparezca. Hoy ayuda en el taller de
zapaterÃa.
Ruth N., de 15 años, trabaja en el taller de calzado para
aprender el oficio. "Hoy hago costura del calzado. Esta
actividad no es tan difÃcil y me permite sobrevivir. Me gusta
estar aquà porque me dieron la mano junto con mi hijita". Ella
vive en la Fundación. Antes trabajaba como doméstica en
Babahoyo. Sus padres la abandonaron.
Rodrigo Romero Chimborazo, de 17 años, llegó hace un año y
medio a este centro desde la localidad de Chunchi. Trabaja en
el taller de carpinterÃa. Maneja las máquinas y lija las
camas, cómodas y armarios. Allà trabaja por contrato. En un
dÃa pueden hacer una cama. Y sus dÃas transcurren entre
trabajo y sonrisas.
VISION DE FUTURO
Los otros planes * Mano Amiga traerá este año una procesadora
de frutas donada de Italia. Este proyecto de ayuda juvenil es
parte de un movimiento mundial que se conformará a futuro con
los chicos de la calle.
Posibles lÃderes * La idea es que los mismos chicos sean los
directores de la Fundación Mano Amiga. Para todos están
abiertas las puertas. Han llegado muchachos con sÃntomas de
locura que fueron ayudados por los médicos voluntarios.
Casas de solidaridad * El proyecto de hogares Mano Amiga
construirá en este año las casas familiares, porque los
centros de rehabilitación no funcionan pues falta afecto y
calor humano. También se están formando a las parejas de
esposos para que cumplan su papel de padres. Ya hay dos
casitas en el terreno y dos parejas que quieren ayudar.
Su patrimonio * Tienen un terreno de 15 000 metros cuadrados
en Santa Cruz, a cinco minutos de Riobamba. Allà construirán
siete casas familiares y trasladarán los talleres. Italia les
ayudará en esta obra. Del Estado ecuatoriano solo reciben 4
000 sucres diarios para el rancho. El 90 por ciento de los
gastos se cubre por autogestión. (Texto tomado de El Comercio)