Quito. 16 feb 99. Pablo Castillo encabezaba la fila. El, un
muchacho de 12 años, estudiante del quiteño colegio Spellman y
puntero derecho, esperaba que llegara Alex Aguinaga y le firmara un
autógrafo sobre un afiche del Necaxa, tal como lo habÃa prometido
una promoción del Centro Comercial El Bosque (al occidente de
Quito).
Y atrás de Pablo, que vestÃa la camiseta de la Selección del
Ecuador, estaban otros 200 niños y niñas que, con el mismo afiche
en sus manos, aguardaban, a las 19h00 del viernes (o sea, un dÃa
antes del homenaje a Aguinaga, en el Estadio OlÃmpico Atahualpa),
que el gran futbolista ecuatoriano dijera aquà estoy.
Ese poster exhibÃa cuatro fotos del Necaxa. En la parte superior
estaban dos imágenes de Alex, sÃmbolo del campeón mexicano desde
1990 y declaradado por la prensa y el público mexicanos como el
mejor jugador extranjero de la década. Y, en medio de las
fotografÃas, estaba impreso el logotipo de El Bosque, lugar en
donde esperaban, ansiosos, los hinchas de Alex.
Pablo tendrÃa el honor de ser el primero en recibir el autógrafo.
Pero su emoción no superaba a la de Adrián Montenegro, un
guayaquileño de 10 años que se vino a Quito solamente para ir al
partido de homenaje y que, cuando supo de la promoción de El
Bosque, se dio modos para ganarse el derecho de esperar a su Ãdolo.
Adrián juega de back centro derecho, admira a Aguinaga desde
siempre y se pasó convenciendo a su padre, que vive en Quito por
asuntos de trabajo, para que le comprara las entradas para el
partido.
¡Un mes no dejó la misma cantaleta¡, hasta que su papá, aunque
hincha del Barcelona, aceptó. Adrián, muy emocionado, esperaba lo
que él consideraba el autógrafo de su vida.
A las 19h15, Alex Aguinaga, acompañado por AgustÃn Delgado y José
Montes de Oca, compañeros del Necaxa, entraron al centro comercial.
¡Y la algarabÃa se desató!
Agolpados en las barandas, los padres de los niños y los curiosos
gritaban el nombre de Alex, que se abrÃa paso con dificultad entre
la muchachada y, por fin, llegó a la mesa en donde firmarÃa los
autógrafos. Atrás del futbolista iba un equipo del programa "Dentro
y Fuera", que deseaba llevarlo al programa una vez que culminara
con las firmas.
ParecÃa que los gritos de "¡Alex, Alex, Alex!" eran iguales, por su
potencia y su cariño. Pero un "¡Alex!" sonó distinto. Aguinaga, que
reconoció de inmediato la voz, volteó la mirada y contempló
boquiabierto a su esposa, MarÃa Sol, en las gradas de El Bosque.
Ella se habÃa quedado en México y no estaba previsto que estuviera
en el homenaje a su esposo. Pero, en un arrebato de esos que solo
suceden en el mes del amor, se animó a viajar a Quito... ¡Y ahÃ
estaba!, en las gradas de El Bosque, sonriendo.
Por supuesto, Alex se levantó de la silla y, sin tomar en cuenta la
presencia de fotógrafos, hinchas y niños, la besó con pasión.
¡Qué hinchada!
Después de este encuentro, MarÃa Sol se retiró para que Alex
cumpliera con su compromiso. Con un marcador negro, Alex empezó a
firmar. Pablo recibió la firma. Y luego, Adrián. Y luego... el caos
sobrevino.
En teorÃa, estaba previsto que Alex solo firmara 200 póster con el
logotipo de El Bosque. Pero los niños, más astutos que los
organizadores, pusieron delante de Alex camisetas de la Selección
ecuatoriana, afiches de Reebok, camisetas del Deportivo Quito,
balones viejos y nuevos, páginas de la revista Estadio y simples
hojas arrancadas de algún cuaderno.
El periodista de "Dentro y Fuera", desesperado, llamaba al canal
para explicar el retraso de la llegada de Alex. "La fila de gente
que quiere autógrafos llega a la calle. No sé si salgamos a
tiempo", confesaba por celular.
¡Qué iban a salir! Los organizadores trataban de detener semejante
desatino comercial. Pero cuando apartaban a un niño, se colaban
tres. Y, para colmo, los muchachos, una vez que recibÃan el
autógrafo, se regresaban para tomarse una foto y retrasaban aún más
al Ãdolo, que no paraba de firmar, estrechar su mano y sonreÃr.
Debido a que los padres no podÃan acompañar a sus hijos, por
cuestiones de espacio, una modelo contratada para la ceremonia del
sorteo, llamada Paula, tuvo que manejar las cámaras.
En medio del desorden, una camiseta azul y grana fue depositada en
las manos de Alex, que se disponÃa a firmarla. "¡No la rayes, que
es para ti!", le gritó Andrés Cueva, un pequeño futbolista de 9
años, puntero derecho que estudia en la escuela "Ciudad de Quito",
aquella en la que Alex se inició en el fútbol.
La camiseta era un regalo del Ciudad para su Ãdolo. Alex, a cambio,
les firmó un balón "Nike", que irá a las vidrieras de la entidad.
Paula también firma
Cuando el reloj señaló las 19h45, el reportero de "Dentro y Fuera"
se convenció de que Alex no saldrÃa jamás de El Bosque, y se
retiró. Cuando los organizadores se percataron de que el periodista
se habÃa marchado, cayeron en cuenta de lo tarde que era. ¡Horror,
ya estaban cerrando el centro comercial!
Afortunadamente, los pósters repartidos en el sorteo ya habÃan sido
firmados. Solo quedaban aquellas personas que querÃan aprovechar la
oportunidad. Asà que, sin remordimientos, dispusieron que Alex y
los jugadores del Necaxa se retirasen.
Alex se levantó para irse, pero un niño se le abalanzó, llorando
desesperadamente, porque se quedarÃa sin la firma de su vida. Alex,
asustado, lo amarcó y le firmó un autógrafo. Y, antes de que
alguien más se le lanzara a llorar, salió de El Bosque.
Atrás se quedaron varios hinchas, picados por una firma. Como ya no
quedaba nadie, le pidieron a la modelo que firmara algunos posters.
Paula, sorprendida, aceptó. Pero cuando le solicitaron que añadiera
su teléfono, la modelo optó por coger su cartera y huir.
En las afueras de El Bosque, el bus selectivo de las 20h00 estaba
repleto.
Ahà viajaban, además de los dependientes del centro, varios hinchas
que, sentados y ya tranquilos, admiraban sus afiches con la imagen
de Alex y, como precioso tesoro, la firma que tanto trabajo costó
conseguir. (DIARIO HOY) (P. 1-B)