Quito. 10.02.95. Desde el pueblo de Aguas Verdes hasta el del
Tutumo, pasando por Cuchareta Pocitos, Uña de Gato, El
Porvenir, La Palma, El Papayal, La Loja, El Lechugal, Pueblo
Nuevo, Quebrada Seca, Mata Palo, La Isla y la Totora, las
fuerzas del Perú han establecido hitos humanos dispuestos a
todo. Lo soldados mantienen la moral alta.

La noche del jueves 26 de enero, adustos oficiales del
Ejército salieron a las calles de la ciudad y requisaron todos
los vehículos que podían ser útiles para transportar tropa.

Desde la madrugada del viernes 27, horas después del ataque
ecuatoriano a uno de los puestos del Ejército peruano en la
cabecera del río Cenepa, los caminos del norte resisten un
extraordinario tráfico militar. Las tropas permanecen
acantonadas desde entonces. El sueño, la sombra la bebida y
los alimentos están racionados. Lo que abunda es calor y
lluvia.

El domingo 29 -aniversario de la firma del Protocolo suscrito
por Ecuador y Perú en Río de Janeiro en 1942-, la situación en
los alrededores de la ciudad de Tumbes se complicó.

Por la madrugada, una compañía del Ejército peruano se instaló
en el colegio de Aguas Verdes ubicado antes de cruzar el
puente Zarumilla. A sólo unos kilómetros los campesinos y
pobladores de los caseríos de la frontera observaron el arribo
de más tanques,más cañones y más hombres.
Familias enteras tomaron la decisión de autoevacuarse por
seguridad. El oficial al mando les advirtió que sólo podían
irse las mujeres, los ancianos y los niños.

Las tropas incrementadas y desplazadas a lo largo de la
provincia se mantuvieron, durante todo el día en posición de
alerta, el acceso a los pueblos de la frontera fue
restringido. A la 1 y 45 de la tarde el comando de la Primera
Región Militar, con sede en Piura, a cargo del general de
división César Ramal Pesantes, llegó a Tumbes y se reunió en
el campamento José Lishner, en la plaza del Papayal .

A las 2 y 45 de la tarde, la cadena ecuatoriana de televisión
Ecuavisa interrumpió su transmisión para leer un comunicado de
último minuto. Según ellos,el Servicio de lnteligencia del
Ejército Peruano (EP) había agredido a un grupo de
ecuatorianos en el puente Internacional -que une los pueblos
fronterizos de Aguas Verdes y Huaquillas-. Dos de los
ecuatorianos heridos de bala, habían sido conducidos al centro
de salud.

La noticia resultó falsa. Pero tensó mucho más el puente.
Ecuatorianos y peruanos parados; cada grupo, al borde de su
país se miraban midiéndose, por si acaso.

Horas después, la cadena Gama Visión de Ecuador transmitió una
conferencia de prensa-sin preguntas- del jefe de informaciones
del Comando Conjunto Ecuatoriano y del encargado de relaciones
públicas de la cancillería del vecino país: daban cuenta de
veinte bajas en las fuerzas peruanas,un número indeterminado
de heridos, un helicóptero derribado y la captura de dos
prisioneros de guerra, cuyas fotografías mostraron a la
teleaudiencia de Ecuador y del norte del Perú.

A las 7 de la tarde un flash de la televisión peruana
desmintió la información proporcionada por el gobierno del
Ecuador y dio cuenta de la muerte de un soldado ecuatoriano.

Entrada la noche la comandancia de la Primera División de
Infantería, con sede en Tumbes, anunció la lectura de un
comunicado oficial.

A una cuadra de la Plaza de Armas el escenario se pintaba
dramático.

A los costados del puente que conduce a la ciudad, dos hileras
de soldados aguardaban la llegada de dos convoyes de
infantería que habían partido de Lima esa madrugada,como
refuerzo. La curiosidad se tornó en multitud. Los rumores
sobre la inminencia de la guerra crecían como las olas de Cabo
Blanco.

Del otro Iado del pueblo, se producía el arribo en autos
particulares, triciclos y combis de decenas de familias, pero
sólo las mujeres y los niños, no los hombres. Muchas de ellas
habían caminado durante horas hasta alcanzar la carretera. El
Ejército les había recomendado tácitamente que se alejaran del
lugar.

Las mujeres y los ancianos recordaron cómo sucedieron las
cosas en 1981. "Cuando sacamos a los monos del Falso Paquisha,
nos avisaron que nos iban a trasladar y los carros del
Ejército nos sacaron de la frontera. Ahora, no nos dicen nada
tenemos miedo".

Y no era para menos. La población tumbesina aún no se
recuperaba del bombardeo noticioso proveniente del Ecuador. El
sábado las múltiples emisoras de radio ecuatorianas que se
captan en Tumbes, Talara y Piura -en contraste a la solitaria
emisora peruana que se escucha en la frontera del norte, Radio
Programas del Perú transmitieron ininterumpidamente los
reportajes de sus corresponsales en su frontera, junto a su
ejército y en las bases cercanas a la zona del conflicto.

Cadena CRE, Radio Sucre, Cadena Carrusel, Radio 1 y Radio
Huancavilca repitieron durante todo el día que el Perú había
sufrido veinte bajas contra tres suyas durante los
enfrentamientos del jueves y el viernes. Asimismo llamaban a
las reservas de los años l975, 74, 73 y 72 para que se
reintegren al ejército ecuatoriano. Apelaban a la voluntad de
su patriótico pueblo para que con sus donaciones se terminara
de establecer un banco de sangre. Por último convocaban a
todos los profesionales de la salud, médicos y enfermeras para
que se reportaran en sus hospitales con carácter de inmediato.

"Joven ecuatoriano, la patria necesita de tu contingencia, ya
es hora de frenar el expansionismo peruano", chillaba eufórico
un locutor de Cadena Carrusel.

La población peruana de este extremo del país no está
organizada para reaccionar ante una situación límite. Algunas
de las autoridades responsabes de Defensa Civil se fueron de
viaje en el momento menos oportuno. El alcalde de Tumbes
Ricardo Flores brilló por su ausencia. "Esto pasa todos los
años en Enero" comentó despreocupado el lunes, en el
aeropuerto. En las provincias de Aguas Verdes, Zarumilla y el
Papayal los alcaldes no organizaron nada. Algunos simplemente
se fueron.

Y contra toda lógica de guerra -el ceder la iniciativa de la
información al enemigo permitiéndole aumentar su potencial y
reafirmar su voluntad- el comando militar de la zona y el
Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas, al parecer han
trazado una estrategia de silencio absoluto, negando el acceso
a la información a la prensa y por lo tanto al público.

La noche del domingo en medio del desconcierto de la población
y a último minuto el general Ricardo Sotero Navarro segundo
comandante de la Primera Región, cruzó la Plaza de Armas para
dirigirse a un hotel donde un canal limeño cuya onda de
trasmisión no llega a los televisores de Tumbes, hacía un
contacto por microondas. Cuando la prensa local, nacional e
internacional pretendió entrar al lugar para cubrir la
información , personal de tropa les impidó acercarse. Se
produjo tal tumulto que el general no pudo leer un comunicado
oficial del Comando Conjunto. El militar optó entonses por
retirarse, sin declarar nada. Tampoco proporcionó el
comunicado al resto de periodistas.

Los pobladores de Tumbez rezuman patriotismo como cualquier
otra población de frontera, pero ellos no desean un conflicto.
Lo único que anhelan es vivir en paz y progresar. Pero cuando
los enfrentamientos producidos en otro punto de la frontera, a
muchos kilómetros de su tierra repercuten en su existencia
cotidiana, ellos reclaman información y orientaciones de parte
de las autoridades. Con mayor razón si las principales
noticias que conocen provienen del otro lado de la frontera.

TEXTO TOMADO DE: REVISTA CARETAS No.1348 (02-02-95) (Pag 16-
17)
EXPLORED
en Ciudad N/D

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