Quito. 10.10.93. "El poder polÃtico en el Ecuador" ha llegado a
su novena edición. Apareció primero en 1977, bajo el sello
editorial de la Universidad Católica de Quito; fue traducido al
inglés y cuenta en los Estados Unidos con dos ediciones; vio la
luz también en lengua portuguesa, en el Brasil, con prólogo de
Paulo Freire. La novena edición trae, como novedad, los Ãndices
onomásticos y de temas y, además, unas páginas introductorias,
"Diecisiete años después", en las cuales el autor reflexiona
acerca de algunos de los temas claves del Ecuador de 1975 hasta
nuestros dÃas.
Osvaldo Hurtado (1939) no puede ocultar su entusiasmo al
referirse a su trabajo de investigador social, en el que se
siente como pez en el agua, y al que considera tan importante
como ser presidente de la República. "El poder polÃtico..." es
obra esencial para comprender el desarrollo polÃtico del Ecuador.
Algunas de los aportes de este libro -la hacienda, como una
suerte de matriz para las relaciones polÃticas y la organización
de la sociedad - son novedosos y fértiles instrumentos para
interpretar la realidad nacional.
-Usted mantiene una relación de casi treinta años con las
ciencias sociales. ¿Qué le ha dado esa relación?
-Primero ha sido muy enriquecedora humanamente para mÃ, en el
sentido de que es una actividad que me realiza tanto como la
polÃtica activa y práctica y en la que a veces incluso disfruto
tanto o más que en la vida pública. También me ha significado una
enorme contribución para entender al Ecuador, para penetrar en la
profundidad de la problemática ecuatoriana, del alma nacional, y
de sus dificultades y desafÃos.
-No es frecuente que un cientÃfico social ejercite también la
polÃtica...
-No se juntan habitualmente las dos actividades o profesiones
porque para cada una de ellas se requieren de aptitudes
diferentes: la preocupación del cientÃfico es la frÃa
observación y análisis de los problemas sociales, de los
fenómenos económicos, de los conflictos polÃticos. Frente a
ellos, el politólogo es un ser ajeno en el sentido de que no
puede hacer nada para alterar su curso que no fuera a través de
la influencia que su pensamiento ejerza eventualmente en la
opinión pública o los actores polÃticos, sociales o económicos.
No busca el poder, no le interesa el poder. Al polÃtico, en
cambio, eso es lo que le interesa y busca. No es común que estas
dos actitudes anÃmicas se junten en una persona.
-Cuando se juntan ¿en qué terreno confluyen el polÃtico y el
politólogo?
-Si se juntan, la persona beneficiada de esta suma adquiere, me
parece, una ventaja comparativa, porque en el ejercicio de la
actividad polÃtica y eventualmente del poder puede ella misma
formularse juicios, interpretar los acontecimientos en función de
sus propias categorÃas analÃticas y de su propio conocimiento de
la realidad. Sin esa formación - empÃrica en mi caso- o sin mi
conocimiento de la realidad ecuatoriana o sin mi manera de
observar los fenómenos, probablemente yo habrÃa tomado decisiones
polÃticas diferentes.
-A pesar de la necesaria objetividad tanto en el politólogo como
en el polÃtico, ¿tiene algún lugar importante en su trabajo la
intuición?
-Menos en el politólogo, porque en razón de ser un cientÃfico se
supone que debe manejarse a través de categorÃas analÃticas,
hechos concretos o de fenómenos objetivamente observados. En
cambio en el polÃtico, en las decisiones que finalmente toma,
juega un alto porcentaje su intuición, su instinto.
-En "El poder polÃtico..." usted realiza una crÃtica de la
metodologÃa marxista. Pero ¿cómo define su propio método
interpretativo?
-Los cientÃficos sociales tienden a poner la carreta antes que
los bueyes, en el sentido de primero adoptar una serie de
categorÃas analÃticas para después acomodar a ellas los
acontecimientos. Yo procedà inversamente. Para contestar la
pregunta y con las dificultades que ello implica, yo dirÃa que
allà hay una mezcla de muchos instrumentos. Hay un análisis
estructural, un análisis histórico, un análisis de los conflictos
de intereses económicos, pero también mi trabajo introduce algo
que en general ha sido subvalorado en los estudios de ciencias
sociales ecuatorianas: el papel de las personalidades, de los
modos de ser de la sociedad, de la cultura, de la religión.
-Usted confiesa que la experiencia en el ejercicio polÃtico no ha
modificado sustancialmente la perspectiva del libro. Pero en los
últimos veinticinco años ¿no hay nuevos elementos en las ciencias
sociales de América Latina que la han modificado?
-Más bien en el sentido de afirmar los implÃcitos elementos
cientÃficos que inspiraron el libro porque en los años sesenta,
en los que se comenzó el trabajo, en América Latina lo que
contaba era el análisis marxista y las categorÃas del
materialismo histórico y el materialismo dialéctico. El análisis
mÃo fue absolutamente heterodoxo y recibió algunas crÃticas.
-No es frecuente en nuestro medio que un libro alcance nueve
ediciones. ¿Qué siente usted ante este hecho?
-Mucha gente puede creer que en mi vida -que ya tiene más de 50
años- lo más importante que me ha sucedido puede ser el ejercicio
de la presidencia de la República. Sin duda que este es un hecho
singularÃsimo. Pero otro acto de mi vida que me satisface
plenamente y que me llena de orgullo es este libro. No quisiera
exagerar, pero para mà es tan importante como pudo haber sido la
presidencia de la República. No sé si me equivoco, pero a la
larga, después de muchÃsimo tiempo, a lo mejor los jóvenes y los
estudiantes saben más de Osvaldo Hurtado por este libro que por
alguien que fue uno de los setenta u ochenta presidentes del
Ecuador.
-Entonces si tuviera que decidir entre el polÃtico o el
politólogo, la suerte estarÃa ya echada...
-No tanto. Porque yo disfruto mucho con la polÃtica activa, me
gusta, me entretiene, me satisface intelectualmente, para no
tocar el compromiso cÃvico, el sentido de servicio público que
también implica la polÃtica, sino como simple ejercicio
intelectual que puede ser como el de un periodista, un pintor, un
músico. Yo disfruto de las dos cosas. A las dos las valoro en
términos muy parecidos. Desde cuando escribà "El poder
polÃtico.." hasta hoy, a pesar de mi falta de tiempo, yo no puedo
pasar una buena temporada sin escribir.
"ECUADOR HA PERDIDO DIEZ AÃOS"
-En el análisis que dedica a los últimos diecisiete años, se
menciona el papel de las Fuerzas Armadas en la estabilidad
constitucional. ¿No es exagerado atribuir esa estabilidad solo a
las Fuerzas Armadas? ¿No es atribuible esa estabilidad más bien a
las circunstancias externas y, sobre todo, a la posición de los
Estados Unidos?
-Yo no creo. Y para contestar a esta argumentación sólo citarÃa
el caso de las dictaduras de 1963 y de 1972. En esa época, otra
era la posición de los Estados Unidos de Norteamérica, sin duda
favorable a las dictaduras. Sin embargo, ninguna de las dos se
hubieran producido sin graves errores cometidos por los polÃticos
civiles y sin el vacÃo de poder creado por ellos. En cuanto a
estos últimos años, yo podrÃa dar el testimonio de cuando yo fui
presidente de la República: hubo momentos de mi gobierno en los
que yo tenÃa a todo el paÃs dándome las espaldas. Y, en el centro
de este conjunto de actores adversos al gobierno, una crisis
económica que por aquel entonces nadie entendÃa y muchos creÃan
que era de exclusiva culpa de mi gobierno. La pregunta es cómo
logró sobrevivir un gobierno tan aislado polÃticamente como por
momentos fue el mÃo. Mi única interpretación es la solidaridad de
las Fuerzas Armadas, que siempre estuvieron a favor del orden
constitucional. Porque,además, en esa época se conspiraba. Hoy
dÃa no se conspira. Pero cuando fui presidente, se conspiraba.
Tanto en el sector civil como desafortunadamente en un grupo
minoritario de las Fuerzas Armadas.
-¿Qué papel tiene en la crisis de gobernabilidad la muy mediana
formación de los polÃticos?
-Me parece que en el Ecuador hay una caÃda de nivel de toda la
clase dirigente, dentro de la cual obviamente están incluidos los
polÃticos. Y esto, ¿a qué se debe? Al deterioro académico de la
universidad, de donde provienen todos aquellos que ocupan altas
funciones de las actividades públicas y privadas. ¿Por qué
otros paÃses de América Latina han resuelto sus problemas
económicos y Ecuador no? Creo que en buena parte por las
limitaciones, por las incompetencias, por las debilidades de su
clase dirigente y de sus lÃderes polÃticos. Este no es un
problema exclusivamente de los partidos ni de los polÃticos
profesionales, sino del conjunto de la sociedad.
-También en el análisis del libro se topa el debilitamiento del
movimiento sindical. En los años de su gobierno, ese movimiento
vivÃa la etapa de mayor fuerza...
-Este es un fenómeno universal. En los paÃses desarrollados se
produce como consecuencia de la reducción del porcentaje de
trabajadores manuales, del incremento del porcentaje de
trabajadores intelectuales. En el caso de los paÃses de América
Latina las causas son otras. El movimiento sindical
latinoamericano casi en su totalidad estuvo influenciado por el
pensamiento marxista, en unos casos, y en otros, aun no
estándolo, planteaba la sustitución del sistema capitalista por
otro sistema económico. Me parece que como consecuencia de todos
los cambios ocurridos en el mundo, ese discurso ha perdido
sentido totalmente. Hoy los trabajadores no pueden prescindir de
esta economÃa de mercado en la que deben participar para buscar
el mejoramiento de sus condiciones de vida. Ya no hay la
sustitución del sistema, sino hacer que ese sistema sea
socialmente justo, distributivo económicamente. Pero me parece
que el movimiento sindical ecuatoriano no se ha formulado esta
reflexión.
-Ecuador es una sociedad incapaz de producir consensos. Usted
anota ello como parte de la explicación del problema de
gobernabilidad. ¿A qué atribuir esa incapacidad?
-Es un problema cultural, me parece a mÃ. Nosotros somos más
proclives al conflicto, al disenso, a la discrepancia. A lo mejor
por la influencia que tienen los abogados en la vida pública. Los
abogados son educados para litigar, no para conciliar. Pero
pienso que también se debe a que cada uno de los actores
-empresarios, trabajadores, partidos polÃticos- constituyen
capillas cerradas, que no se abren a los otros interlocutores
para buscar alguan fórmula de solución. Sin embargo creo que con
el tiempo esto irá cambiando...
-La centro izquierda no ha sido capaz de generar un proyecto como
respuesta al programa de derecha que, hay que reconocerlo, tiene
su coherencia.
-Ecuador ha perdido diez años. Hoy en el paÃs se discuten y
tratan de resolver los mismos problemas que se discutÃan y se
trataban de resolver el año 1983, cuando yo fui presidente de la
República. Para resumir: restablecer los llamados equilibrios
macroeconómicos, esto es abatir la inflación, ordenar las
finanzas públicas, obtener un crecimiento positivo de la
economÃa. Estos diez años perdidos se deben a muchos de los
problemas analizados, a la falta de capacidad del paÃs en su
conjunto, de su clase dirigente y de sus principales actores para
llevar adelante un programa de largo plazo, que de haber sido
ejecutado hubiera permitido hoy al Ecuador discutir otros
problemas, como los que se discuten en otros paÃses de América
Latina. Para poner gráficamente como hemos perdido diez años: la
meta del actual gobierno es obtener una tasa de inflación anual
10 puntos superior a la tasa de inflación con la que terminó mi
administración. Me parece que juega la falta de una reformulación
de los partidos de centro izquierda, pero yo dirÃa también que
una falta de actualización de los partidos de la derecha.
-Uno de los poco mea culpas en la última edición de su libro es
no haber previsto el movimiento indÃgena...
-SÃ es un grave vacÃo de la tercera parte, no de la primera ni de
la segunda. Un error de interpretación. En la última parte de mi
libro subsumà al movimiento indÃgena dentro del movimiento
campesino, privándole de su singularidad étnica, cultural,
económica y también social. Por los acontecimientos que se
produjeron a fines de la década pasada, el movimiento indÃgena
aparece como algo no sólo sociológicamente diferente, sino que
además polÃticamente distinto del movimiento campesino y del
movimiento popular y sindical.
-Los cientÃficos sociales suelen hacer prospecciones. ¿Cómo ve
usted el futuro del paÃs?
-No va a ser fácil que el Ecuador salga de la crisis y lleve
adelante un progreso económico y social sostenido, por muchas de
las razones que he señalado, pero no sólo por ellas. MencionarÃa
solo dos más: en primer lugar, por el grado de destrucción del
Estado, cuya incompetencia ha llegado a un punto crÃtico. El
segundo elemento negativo tiene que ver con los partidos
polÃticos: un sistema de partidos tan fragmentado como el
ecuatoriano, la inexistencia de dos o tres partidos mayoritarios
en capacidad de ejercer el poder y de mantenerse en él impide
llevar adelante el programa económico. Y todos los paÃses del
tercer mundo que han logrado salir adelante lo han conseguido
luego de veinte años de esfuerzo consecutivo. En el Ecuador el
trabajo positivo, tesonero, en algunos gobiernos dura dos años y
en el mejor de los casos cuatro...
-Probablemente en vienticinco años más, habrá ya trascurrido
suficiente tiempo para escribir la cuarta parte de "El poder
polÃtico". ¿Cómo juzgarÃa allà el politólogo la mayor
contribución del polÃtico Osvaldo Hurtado al paÃs?
-Yo pienso que la mayor contribución fue haber conjurado la
crisis económica. No haberla resuelto, porque eso era imposible,
pero haber evitado que se produjeran sus mayores derivaciones,
que se dieron en otros paÃses de América Latina. En el Ecuador,
quién sabe qué consecuencias sociales y polÃticas habrÃan podido
tener. Porque terminar el gobierno con la tasa de inflación con
que terminamos, con un crecimiento económico del 4 por ciento,
con un déficit del sector público, de la balanza de pagos, de
casi el cero por ciento, es lo que el Fondo Monetario
Internacional está pidiendo a este gobierno para que lo haga
después de uno o dos años.
-Y cómo resumirÃa aquello que, por diversas circunstancias, no
hizo y habrÃa querido hacer.
-Haber conseguido la organización de una sociedad más equitativa,
cosa que fue imposible dada la crisis y la necesidad del ajuste.
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