LATACUNGA. 2 abr 96. La gente en Turupata asegura que el
terremoto es la venganza de un hombre blanco y barbado, de
brazos brillantes, que la semana pasada recorrió las comunas
del noroccidente de Cotopaxi pidiendo comida y se fue con las
manos vacías.

En Zumbahua, en cambio, la gente afirma que el terremoto se
originó en el cerro La Mina, que guarda en sus entrañas vidrio
y fuego.

"Los indios no alcanzan a entender que fue lo que ocurrió
aquella tarde del jueves. La población vive una gravísima
conmoción psicológica", dice el cura salesiano de Zumbahua,
Marcelo Farfán. "La depresión es generalizada, los niños
lloran sin consuelo. Los hombres no saben que hacer ni a donde
ir".

La cultura del páramo se ha convertido en la única esperanza
que tienen más de 50 comunidades indias en las cuatro zonas
afectadas por el siniestro: Zumbahua, Chugchilán, Cusumbamba y
Pujilí.

"En los pajonales la gente improvisa chozas, los paja sirve de
colchón y puede ser usada como combustible; y los indios están
convencidos de que sus cantos, llantos y rezos los librarán de
un nuevo embate de la naturaleza .

Mientras tanto, la mayoría de candidatos a la presidencia se
desplazó a la zona para hacer "un agosto" de ofertas e
inútiles donativos y las sectas evangélicas han aprovechado
para advertir a todos los desesperados sobre la inminencia del
fin del mundo.

Lo que es evidente es que el sismo del jueves desnudó la
pobreza y marginación de miles de campesinos de la provincia
de Cotopaxi y la ineficiencia e incongruencia de las
instituciones estatales y de organismos como Defensa Civil.

Todos a la interperie


Luego de caminar tres horas, Víctor Caiza y dos dirigentes
indios, llegaron a Latacunga desde San Francisco, para exigir
a las autoridades ayuda emergente. "Nos vamos a quedar en el
páramo. Tenemos miedo, la tierra sigue temblando". Regresaron
con las manos vacías. Desde el jueves pasado 777 personas se
encuentran a la interperie, Defensa Civil entregó a esta
comunidad apenas dos carpas en las que pueden refugiarse 20
personas. Los demás siguen entre los pajonales.

Pese a la conformación de un Comité de Reconstrucción,
integrado por la Defensa Civil cantonal, la Casa Campesina, el
Municipio de Pujilí, la Jefatura, la parroquia, la Unión
Nacional de Educadores (UNE) y las comunidades campesinas, la
descoordinación para realizar acciones emergentes es total.

Mientras que el subsecretario de vivienda, Alfredo Pérez,
estima que solo en la zona de Pujilí existen 1.590 viviendas
totalmente destruidas, Defensa Civil asegura que el sismo dejó
solo 1.000 personas damnificadas. Sin embargo, las
organizaciones campesinas informaron que son seis mil familias
que están desde el jueves a la interperie.

Hasta el lunes, era muy poco lo que la Defensa Civil había
hecho. A la falta total de recursos se suma una gravísima
desorganización. Desde el jueves pasado, Defensa Civil entregó
apenas 56 carpas, cuya capacidad promedio es para 15 personas.
Un voluntario italiano de la Casa Campesina de Pujilí aseguró
que el número de carpas entregadas es "insignificante".

Entrevistado por HOY, Eduardo Rodríguez Lara, jefe de Defensa
Civil de Cotopaxi informó que el lunes solo se recibieron unos
quintales de arroz y de fideo; unos dos bultos de ropa; y unos
cinco o seis racimos de plátano verde. "La donación es muy
pobre", aseguró.

Mientras tanto, desde el jueves pasado, la Casa Campesina que
aglutina a las comunas de Pujilí, ha entregado nueve mil
raciones de comida diarias, que provienen de la Conferencia
Episcopal, la Curia, el Fondo Ecuatoriano Populorum Progresso
(FEPP), y de otras donaciones de personas de buena voluntad.

El gobierno de Sixto Durán Ballén informó que movilizará mil
millones de sucres para iniciar las tareas de reconstrucción.
Sin embargo, se sabe que los costos de la reconstrucción suman
solo en el cantón Pujilí 16 mil millones de sucres.

Migración y miseria

Las principales víctimas mortales del sismo fueron mujeres y
niños. Las cuatro zonas afectadas son de altísima migración
masculina y proveen de mano de obra a la industria de la
construcción en Quito y a las haciendas arroceras de la
provincia de los Ríos,

El sismo tendrá un severo impacto en la economía nacional,
asegura Jorge Chávez, director del FEPP. La zona del siniestro
es productora de cebada, papas, chocho y haba. Chávez asegura
que en los mercados de Cotopaxi se empieza a sentir el efecto
en los precios de los productos. La mayoría de vías de acceso
están cerradas.

ZUMBAHUA ESTA DEVASTADA

En la zona de Zumbahua, las comunas más afectadas por el sismo
fueron Chami y la Cocha. En Chami existen al menos 150
personas damnificadas y el cien por ciento de viviendas ha
quedado destruidas.

En algunas localidades las casas no se han caído pero están
inservibles y la gente a huido a los páramos.

Además se conoció que el camino que conduce de Chugchilán a
Zumbahua está cerrado y de un deslave en la zona de
Guantopolo.

En las zonas de Rumichaca y Pactapungo, el sismo dejó 400
damnificados.

Tradicionalmente, la zona de Zumbahua se conecta con la
provincia de los Ríos, a través de La Mana. La región es
productora de granos básicos, de aguardiente y de una
artesanía de altísima calidad.

Tanto la zona de Zumbahua como Chugchilán fueron afectadas por
el siniestro debido a que están conectadas con el epicentro
por la cordillera occidental. (DIARIO HOY) (P. 6-A)
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