de Informe Confidencial
Quito (Ecuador). 28 abr 96. En 1932 la señora Alex Miller se
presentó como candidata a secretaria de Estado en Iowa por el
Partido Republicano. Su joven yerno, George Gallup, se
incorporó a la campaña aplicando, por primera vez en la
historia, encuestas y métodos estadísticos para analizar la
realidad política y buscar el éxito electoral. La señora
Miller obtuvo un triunfo contundente y Gallup se doctoró en
1935 con una tesis acerca de estos temas. Había nacido la
industria de las encuestas electorales.

No todo fue fácil para Gallup y otros pioneros como Elmo
Ropper. No faltaron quienes pensaron en publicar las encuestas
para manipular la mente de la gente. Esa viveza criolla es
nada eficiente, como lo han demostrado todas las
investigaciones posteriores. No faltó tampoco el político
aldeano que dijera que no se podía creer en los números de
Gallup porque era yerno de la señora Miller y porque sus
trabajos eran contratados por el Partido Republicano. Con el
tiempo, Gallup se impuso como uno de los principales
encuestadores del mundo, no porque nadie le contrataba
encuestas, sino porque sus trabajos fueron generalmente
buenos. El éxito de Gallup se midió por sus resultados
prácticos y muchos de sus clientes progresaron al usar sus
servicios. Buena parte de ellos ganó las elecciones o
consiguió metas menores cuando su punto de partida fue muy
débil.

En términos de "vaticinar" el futuro los resultados obtenidos
por los encuestadores serios fueron aceptables. No faltaron
problemas como el de 1948 cuando Gallup y todos los demás
encuestadores anunciaron un cómodo triunfo de Dewey sobre el
Presidente Truman que nunca se dio; pero, por lo general, las
encuestas dieron noticia de las tendencias de los procesos
electorales y se aproximaron a los porcentajes finales.

De esos años a esta parte las cosas han evolucionado de manera
notable. Detrás de cada campaña electoral importante hay
equipos de consultores políticos profesionales en los que no
falta nunca un encuestador político. Nadie puede negar la
importancia que tuvo en la elección del presidente Kennedy,
Louis Harris, o en la de Reagan, Richard Wirthlin. El triunfo
del presidente Clinton fue ante todo suyo, pero las cosas no
serían como son sin el aporte de Stanley S. Greenberg,
seguramente el mayor encuestador político de mundo en este
momento, autor de un libro apasionante "Sueños de la Clase
Media".

Ninguno de estos encuestadores, desde Gallup a Greenberg, han
llegado a ser tan importantes y creíbles porque carecían de
clientes y hacían encuestas para nadie, sino porque sus
clientes han tenido éxito y porque a lo largo de los años
supieron ser serios, competentes y no mentir.

Muchos políticos temen que la publicación de encuestas
políticas influya en la decisión electoral de los ciudadanos,
así como hace años se temía a la publicidad. La idea elitista
de que la gente es tonta y de que simplemente vota por el que
está adelante en las encuestas ha provocado para que en
diversos países se prohíba la publicación de los resultados de
las simulaciones electorales durante un tiempo antes de las
elecciones.

Esta posición es defendida ardorosamente por los candidatos a
los que les va mal en toda elección con el fin de poder mentir
con menos problemas en los medios de comunicación. Al
impedirse la publicación de estudios con alguna base, la
elucubración sobre el futuro se hace sobre las afirmaciones de
cualquier candidato que sale a los medios a decir que las
cosas han cambiado y ahora sí va a ganar.

Sirven también para que los rumores y las mentiras tengan más
espacio. En solo esta semana hemos podido ver ya dos
falsificaciones de encuestas hechas supuestamente por Informe
Confidencial con números disparatados, que son empleadas por
gente inescrupulosa en su intento de desinformar a los demás.

Se ha empezado ya con el rumor disparatado de la "encuesta
hecha por el Consulado de Estados Unidos" que dice tal cosa y
pronto estará en circulación el resultado de la encuesta de
"la Embajada" o de los servicios de Seguridad de las Fuerzas
Armadas sustentando nuevos disparates. Los inventos que
algunos políticos poco escrupulosos difunden cobijados por
esos membretes son siempre peores que el resultado de la
encuesta más equivocada.

En todo caso preguntamos en nuestra encuesta del 20 de Abril
acerca de este tema a una muestra regular de Informe
Confidencial, integrada por cuatrocientas personas en Quito y
cuatrocientas en Guayaquil.

No importa que no esté primero

Aproximadamente uno de cuatro ciudadanos dice que ha leído
algún artículo sobre encuestas electorales en algún periódico
y casi la misma cifra cree que hay encuestas que dicen la
verdad.

Las preguntas acerca del resultado de las encuestas y el voto
de la gente confirman lo que se ha investigado en casi todos
los países uno de cada cuatro cambiaría su voto porque su
candidato está mal en las encuestas y menos de uno de cada
diez dice que prefiere votar por quien encabeza las encuestas.

De hecho, en este proceso electoral, el candidato que ocupa un
claro segundo lugar es visto como ganador por muy pocos
electores. Estudios hechos por Informe Confidencial
evidencian que un porcentaje apreciable de sus seguidores no
votaría por él si creen que en realidad puede ganar.

En cuanto a la publicación de las encuestas las diferencias de
actitud en las dos ciudades son importantes en Quito casi
empatan los que no quisieran que se publiquen las encuestas
con quienes quisieran que sí se publiquen. En Guayaquil
quienes están por la publicación casi duplican a quienes son
partidarios de la población.

Esto no tiene que ver solamente con la mentalidad más abierta
de los costeños y más anticuada de los serranos sino con los
resultados de las actuales simulaciones electorales. Dos
candidatos de Guayaquil son vistos por la mayoría de
encuestados como los más probables protagonistas de la segunda
vuelta. La gran mayoría de los guayaquileños cree que el
nuevo Presidente será nativo de esa ciudad, mientras son pocos
los quiteños que creen que el nuevo Presidente será serrano.

La vieja máxima de que los candidatos ganadores tienen fe y
quieren publicar encuestas y de que los perdedores creen más
en la magia y en las restricciones a la información se cumpla
también con los electores. Si en otro proceso electoral la
mayoría de los ciudadanos de las dos ciudades cree que dos
serranos son los más opcionados para la presidencia de la
República estos datos cambiarán.

Prefiere votar por el que está primero en las encuestas o,
cuando vota, mantiene su criterio sin dejarse influir por las
encuestas?

Quito Guayaquil

Se deja influenciar 7% 9%
Se guía por su criterio 92% 90%

Ha leído algún artículo con datos de encuestas electorales en
algún periódico?

Quito Guayaquil

Si 23% 22%
No 77% 77%

Cambiaría usted su voto si su candidato está mal en las
encuestas?

Quito Guayaquil

Si 18% 25%
No 80% 72%

Fuente: Informe Confidencial (Diario HOY) (3A)
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