Quito. 15 mar 99. La situación de las entidades financieras han
dejado al descubierto la situación económica en general del país.
La crisis ha dejado también en evidencia las leyes del mercado:
las empresas más eficientes sobreviven. Analistas y banqueros
sistetizan el tema y despejan inquietudes.

Filanbanco Banco del Azuay

Las consecuencias de la guerra del Cenepa aún se sienten en la
economía ecuatoriana y la más clara evidencia se tiene en la
crisis del sistema bancario nacional, que además no logró adecuar
a tiempo sus estrategias financieras a los fuertes cambios de los
mercados internacionales y del propio mercado nacional, y adolece
del problema de los créditos vinculados.

La señal de alarma la dio el Banco de Préstamos, luego el
Filanbanco, el Banco del Azuay, la Mutualista Previsión y
Seguridad, el Banco del Tungurahua, entidades que pasaron a ser
controladas por la Agencia de Garantía de Depósitos, AGD.

Según datos de la Superintendencia de Bancos, al cierre de 1998
la rentabilidad promedio del sistema bancario ecuatoriano fue del
11.45 por ciento, una reducción de 7.89 puntos frente al 19.34
por ciento de 1997.

En cualquier país del mundo la situación de las entidades
financieras es el reflejo de la situación económica en general.

Cuando las empresas atraviesan por una aguda recesión por la
crisis del país, los bancos también tienen crisis. Si las
empresas tienen problemas, éstos tarde o temprano tendrán que
influir en la calidad de las carteras de los bancos: esto es lo
que ha pasado en Ecuador.

Las principales raíces de la crisis pueden hallarse a fines de
1997 cuando estalló la crisis del sudeste asiático, que se
internacionalizó debido a la globalización de las economías y
dejó en evidencia el reflujo de inversiones extranjeras en países
emergentes, entre ellos Ecuador, y la selección de calidad por
parte de los tenedores de fondos internacionales.

El mercado financiero ecuatoriano luce como débil, dentro de una
economía en la que financieramente hablando hay pocas garantías.

La crisis de Brasil es otra de las aristas de los problemas del
sistema financiero nacional. La economía brasileña es la más
importante de Latinoamérica y al tener problemas los
inversionistas comenzaron a desconfiar de países débiles como
Ecuador, se cerraron y dejaron de renovar varias líneas de
crédito a empresas y bancos ecuatorianos que debían pagar esos
créditos pero no podían cobrar los préstamos que concedieron
localmente.

Según cifras del Banco Central, sólo entre septiembre y octubre
pasados los bancos ecuatorianos no pudieron renovar créditos
externos por, al menos 200 millones de dólares, como consecuencia
de la crisis financiera internacional.

El analista Jorge Ambram destaca que el sistema financiero
nacional no pudo desarrollar políticas tendientes a compensar las
fluctuaciones del ciclo económico declinante, por lo cual algunas
entidades enfrentaron problemas de solvencia, otras de liquidez
y en general no pudieron explotar adecuadamente nichos del
mercado, mostrando inflexibilidad en sus estructuras
organizacionales y operativas.

En el caso ecuatoriano la crisis también dejó en evidencia las
leyes del mercado: las entidades más eficientes y competentes
sobreviven, las otras se quedan en el camino.

Para el experto Alfredo Arízaga la crisis del sistema bancario
dio, precisamente, un mensaje claro y lógico dentro de una
economía de mercado, "es natural que a unas empresas les vaya
bien y generen utilidades y a otras les vaya mal y den pérdidas
y que si no pueden enfrentar la situación deban cerrar".

Arízaga destaca que el principal problema es que los bancos
trabajan con depósitos al público en una relación de nueve a uno.

Eso quiere decir que por cada nueve sucres que el público coloca
de depósito los accionistas ponen un sucre de capital, entonces,
cuando quiebran los bancos el público depositante pierde en
proporción mayor a lo que pierden los accionistas, "por eso, dice
Arízaga, es que las autoridades tienen que tener un control muy
minucioso sobre la situación de las entidades financieras para
poder intervenir a tiempo y evitar que los bancos quiebren y los
depositantes sean afectados".

"Las autoridades deben tener un control muy minucioso sobre la
situación de las entidades financieras para poder intervenir a
tiempo y evitar que los bancos quiebren y los depositantes sean
afectados", sostiene el analista Alfredo Arízaga. "El sistema
financiero nacional no pudo desarrollar políticas tendientes a
compensar las fluctuaciones del ciclo económico declinante, por
lo cual algunas entidades enfrentaron problemas de solvencia,
otras de liquidez", destaca el analista económico, Jorge Ambram.

Para Iván Andrade, ex ministro de Finanzas y presidente ejecutivo
del Banco Aserval,"estructuralmente las causas de la debilidad
en los diferentes bancos vienen dadas, por ejemplo, por el manejo
de la cartera de crédito, especialmente en los bancos comerciales
que sufrieron un deterioro por efectos externos y también por un
mal otorgamiento de créditos, pilar fundamental de los activos
de los bancos".

Otro aspecto de la crisis para Arízaga "estaría en la acumulación
de activos improductivos como edificios, construcciones y otros
que han venido acumulándose en el tiempo y no producen réditos
ni ninguna ganancia a la institución".

También es importante determinar la estructura de gastos frente
a lo que rinde el negocio.

En Ecuador en un buen número de casos los niveles están por
debajo de los estándares internacionales, y cuando los gastos se
van de las manos afectan a la solidez del banco.

A nivel internacional los niveles máximos entre gastos operativos
y de personal van del 3 por ciento al 3.5 por ciento del total
de activos; en Ecuador la relación es de alrededor del 6 por
ciento.

También puede haber influido en la crisis la exposición en moneda
dura que poseen las entidades financieras porque si la cantidad
de pasivos en moneda extranjera es mayor que los activos
cualquier variación en la devaluación impacta fuertemente en el
resultado.

Para Iván Andrade, es necesario que los bancos "mantengan un
porcentaje de recursos líquidos, no en caja ni en el Banco
Central, pero sí en inversiones seguras y líquidas para que
puedan responder a las necesidades cambiantes de sus clientes por
el retiro de depósitos. También tienen que haber buenas
estructuras en cuanto a la estructura de los pasivos, que no
siempre ha sido la más adecuada".

En el país existen bancos que por la situación económica ofertan
siempre tasas de interés ascendentes y los depositantes tienden
a tener sus ahorros en muy corto plazo, lo cual es peligroso
porque en cualquier momento se puede sufrir retiros masivos de
grandes cuentas corrientes y los certificados de depósitos se
vencen en muy corto plazo.

La estructura de pasivos, conocida como MCI-MCO, prácticamente
es el manejo diario que hay que realizar de los recursos de la
institución; es un reporte simple pero que debe estar al día y
evidenciar la cantidad de liquidez que tiene la entidad ese día
y en los futuros días, semanas y meses versus cuánto dinero va
a tener que pagar si se cumplen todos los vencimientos, porque
hay y no hay renovaciones.

También es importante realizar una prolija medición del GAP o
diferencia en la tasa de interés que se produce entre lo que
rinden los activos productivos versus lo que cuestan los pasivos
sobre los cuales se paga intereses, porque los cambios bruscos
producen un impacto de iliquidez a la institución financiera,
pues se gana menos de lo que se paga.

AGD, un Pilar Importante

Para fortalecer al sistema el gobierno creó la Agencia de
Garantías de Depósitos que busca dar seguridad a los
depositantes.

La principal intervención de la AGD se dio con Filanbanco, que
ha costado alrededor de 550 millones de dólares, como un préstamo
con garantías y a tasas de mercado.

Lo contrario, en criterio de varios expertos, hubiera determinado
que al quebrar Filanbanco, el primer banco del país, se dé paso
a una crisis al estilo mexicano o venezolano, en donde la
economía se redujo en cerca de 6 puntos del PIB, lo cual quiere
decir que muchas personas se quedaron sin trabajo y en muy malas
condiciones de vida.

¿Se justifica la creación de la AGD? Para Ambram, la AGD está
bien, pero ve en ella un talón de Aquiles sumamente peligroso:
el otorgamiento de garantía total a los depósitos, "lo cual es
una curiosidad internacional y puede dar lugar a un récord para
Guinnes, pues también propone expectativas ilimitadas con los
depositantes".

La preocupación tiene su razón de ser: en Estados Unidos, por
ejemplo, el seguro cubre hasta los 10.000 dólares y en
Latinoamérica el promedio no excede los 20.000 dólares.

Arízaga sostiene que la garantía es temporal porque garantiza el
100 por ciento de los depósitos y en ningún país del mundo se
puede hacer esto en forma indefinida sino hasta que se cumpla la
depuración del sistema.

Una vez concluida la depuración del sistema, podría verse de
manera más o menos agresiva la fusión o la unión de algunos
bancos para competir mejor.

"La AGD tiene que concentrar su trabajo en resolver los problemas
de solvencia, dice Andrade, para no permitir que se conviertan
en problemas de liquidez para la propia AGD, para lo cual se
necesita mucha celeridad y diligencia".

Para Iván Andrade, ex ministro de Finanzas y presidente ejecutivo
del Banco Aserval, "estructuralmente las causas de la debilidad
en los diferentes bancos vienen dadas, entre otras, por el manejo
de la cartera de crédito".

Control, la Clave de la Sanidad

¿Cómo fortalecer al sistema financiero nacional? Ambram cree que
lo primero es fortalecer a los organismos de control y ejercer
una adecuada supervisión bancaria, con recursos financieros y con
apoyo de especialistas internacionales para lograr mejorar
substancialmente el perfil de patrimonio de las instituciones
financieras.

Para Arízaga, no se necesita fortalecer al sistema financiero
nacional sino estabilizar la economía en general y para eso se
necesita tener un presupuesto que involucre condiciones
manejables como un déficit del 2.5 por ciento del PIB, una
inflación del orden del 30 por ciento, con lo cual las tasas de
interés tenderán a bajar para situarse en el orden del 32 al 33
por ciento, frente a los niveles de cerca del 50 por ciento de
febrero, y un costo del crédito de alrededor del 39 por ciento
frente al cerca del 65 por ciento de febrero.

"Cuando la economía se estabilice y alcance niveles la producción
comenzara a crecer, los niveles de empleo podrán mejorar y se
robustecerá, con seguridad, la cartera de los bancos y toda la
economía del sistema financiero".

En cuanto a los créditos vinculados, las opiniones son diversas.

Arízaga destaca que la legislación pone límites muy claros a la
concentración de créditos en empresas o negocios vinculados.
"Ninguna crisis debería buscar en el sistema vinculado la razón;
lo que puede haber existido es violación a normas. Es decir que
no faltan leyes sino controles", destaca.

"En el negocio bancario siempre hay que ser tinoso y mesurado,
y saber que el dinero es de los depositantes no el producto mas
fácil de manejo, sino el más delicado. Los créditos vinculados
deben darse a base de análisis más estrictos que los que se hace
con los clientes normales de créditos; la severidad debe ser
mayor", dice Andrade. Lo cierto es que en Ecuador, al parecer,
los créditos vinculados no han sido dados con el debido análisis
ni garantías, por lo que al desmejorar la situación económica del
país se ha causado un gran impacto en los bancos.

Un punto importante que hay que tener en cuenta para evitar
problemas es el análisis de cuándo se vencen los activos y cuándo
se vencen los pasivos en términos globales.

Andrade enfatiza que las autoridades de control deben dar más
fuerza a los análisis mencionados anteriormente, ya que al
momento los controles se centran en los análisis de cartera, en
que no haya concentraciones, que es lo más fácil de identificar.

Otro elemento que ha sido causa de desestabilidad del sistema
financiero en varios países es el relativo a los ajustes del
patrimonio por inflación, que han hecho que los patrimonios de
la empresa y del sector financiero aumenten contablemente pero
no en efectivo.

En definitiva dice Andrade, el capital y patrimonio que
demuestran los balances del sector financiero y productivo no son
ajustados a la realidad a nivel general de los países.

A la luz de las intervenciones que ha hecho la AGD y de las
propias cifras de los bancos podría afirmarse que la tempestad
en el sistema financiero pasó.

Un elemento importante, que sin duda devolverá la tranquilidad
a los depositantes, es que desde enero los bancos comenzaron a
pagar el 0.6 por mil como seguro de depósitos, es decir que luego
de tres años los depositantes tendrán un fondo importante para
proteger sus depósitos, lo cual es muy meritorio, sobre todo en
un país con una evidente fragilidad económica.

No hay que perder de vista tampoco que en el Congreso se tramita
un proyecto de la Izquierda Democrática que tiende a reducir los
créditos vinculados de los bancos a empresas del mismo grupo de
60 a 20 por ciento del patrimonio, fortalecer a la
Superintendencia de Bancos para que pueda intervenir
oportunamente, y también busca crear un sistema de calificación
de riesgo, con lo que la ciudadanía sabrá cómo se evalúa a las
instituciones y conocerá la situación financiera de todos los
bancos, antes de realizar sus operaciones. (Texto tomado de La
Revista Cosas)
EXPLORED
en Ciudad Quito

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