Guayaquil. 11 abr 99. 1.- El centralismo es un proceso y un
producto económico, social, político y cultural del Ecuador que
supone preferencias, exclusividades, segregaciones y exclusiones
socio-económicas y socio-políticas. Es un producto histórico y
social de una distorsionada comprensión y "solución" de la unidad
e integración nacional que niega la existencia de las diferencias
regionales. Pero, también, es un proceso de concentración
autoritaria y antidemocrática de la incidencia geopolítica y
administrativa de una zona de las regionalidades del país, la del
centro-norte andino que tiene como eje: Quito.

Es el producto del proceso de integración administrativa que creó
la Gran Colombia. Fue heredado por la República y legalizado por
una interpretación ideológica-juridicista de la unidad e
integración político-administrativa del Estado ecuatoriano.

El centralismo al ser geopolíticamente exclusivista y existir
diseñando exclusividades, por la lógica natural de su matriz,
(jurídico-ideológica) tiende a generar, desarrollar y reproducir
procesos de exclusión socio-política de los otros espacios
nacionales. Su lógica ideal es atribuir dinámica al centro desde
donde activa su proceso (de preferencia y exclusión) y creer que
por "reflejo mecánico" la periferia puede activarse. No es centro
por autodinamismo y ventaja comparativa o competitiva, en lo
económico y social, sobre las otras zonas; sino, por acción
política autoatribuida y "cedida" (por inercia y pasividad) del
resto del país.

2.- Como producto y proceso histórico no puede comprenderse el
centralismo si no aceptamos reconocer que en la matriz y base misma
de nuestra formación socio-política, hay un proceso de diversidad
regional, económica, social y cultural que es engendrado por una
historia de regionalidades y regionalismos que están en su proceso.

El centralismo es política y acción que no maneja ni reconoce la
realidad y diversidad regional. Cree que el Ecuador es unidad sin
diversidades regionales o cree que éstas se suprimen como resultado
de hechos y actos jurídicos-administrativos que se impulsan desde
el Estado y la legalidad.

De hecho, social e históricamente, no se puede comprender su
existencia, forma, características y efectos si no percibimos ni
comprendemos qué somos como país, nación, república y formación
social. Esta pregunta es socio-histórica y nos permite
identificarnos como diversidades regionales que buscamos
integrarnos en un país que quiere construirse como nación ("Nación
en ciernes", dice Rafale Quintero).

Por lo tanto, asumir la existencia del centralismo, de su producto,
el estado centralista y la acción administrativa centralista;
suponen, reconocer, primero, nuestra diversidad regional y los
errores y horrores que ha generado una integración nacional
definida desde lo jurídico-administrativo y no desde lo que somos
y hemos ido creando históricamente.

3.- Cuando se alude a la regionalidad y a las regiones no hacemos
referencia a un hecho geográfico, sino a un proceso histórico de
contenido geoeconómico y geopolítico, e incluso cultural. Son
identidades socio-históricas y socio-políticas que se asientan,
desarrollan y reproducen en una determinada espacialidad del
Ecuador pero que no se definen desde lo geográfico. Todos los
estudios sociales serios ya no discuten sobre la diversidad
Regional, la aceptan, pues ésta fluye de su realidad.

Ya no se discute si Quito, Guayaquil y Cuenca son regiones
geográficas. Se acepta, y está probado históricamente, que estas no
designan a su geografía sino a formas de construcción
socio-económico, político y cultural. En este sentido, hemos de
comprender las regiones como formaciones socio-económicas y
políticas que han sido y son construidas por determinados agentes
sociales que buscan afirmarse y existir con identidad y autonomía
sin excluir procesos de unidad.

Por eso es que debemos comprender "las regiones, más que un mero
reflejo de estructuras geográficas y económicas, son construcciones
de agentes sociales históricamente determinadas. En otras palabras,
se trata de proyectos políticos colectivos, más o menos
desarrollados, según el caso, en los que determinaciones objetivas
vienen procesadas en función del acerbo cultural del grupo y de las
circunstancias históricas que lo circundan.

Desde este punto de vista, las regiones en la historia de la
república ecuatoriana han sido tres: la de Quito, la de Guayaquil
y la de Cuenca" (Maiguashca, 1992:181)

Precisamente, porque la regionalidad, el regionalismo y el
centralismo son problemas reales de nuestra sociedad es que deben
ser parte de la agenda nacional para diseñar el proyecto nacional
de modernización hacia el siglo XXI. Esto supone que aceptamos que
estos problemas (regionalidad, regionalismo y centralismo) son
parte de nuestra diversidad y de un complejo proceso de
redefinición y readucación de las relaciones entre estado y
sociedad.

Por ello debemos, además, introducir como elementos de debate: a)
El control territorial y social de estos actores regulares; b) La
distribución, no sólo referida a lo demográfico y a la
especialidad, es decir, a su densidada sino referida a los recursos
que ellos generan y a su modalidad de distribución; c) La
participación de los actores sociales de esas regiones y sus roles
en la nación y el estado; d) La identidad, en términos de un modo
de ser regionalmente en los socio-cultural, que no se opone a la
aceptación y afirmación de la identidad nacional; e) La legitimidad
de los hechos, propuestas y proyectos regionales en el contexto de
la unidad nacional.

4.- La Regionalidad como hecho y producto socio material,
económica, cultural e histórica es una realidad. El Ecuador es una
"nación en ciernes", marcada históricamente por tres regionalidades
socioeconómicas y culturales que tienen como asentamientos-ejes los
tres departamentos: Quito, Guayaquil y Cuenca. La Amazonía aunque
en realidad no ha sido incorporada, pensada ni estudiada como
regionalidad sino como zona fronteriza, ecológica e indígena, de
reserva. Galápagos es pensada en el marco de la Costa.

5.- La Historía, la geografía, la geopolítica y el análisis
sociocultural dan cuenta de 3 zonas de poder, y formaciones
políticas reales: La Costa, la Sierra centro norte y la Sierra
centro sur. Esta realidad fue reconocidad en la vida colonial y en
la republicana de hoy. No se la niega pero se evita hablar de
ellos. Existen pero no se deciden desde ellas.

6.- Ecuador debe ser pensado y entendido como un país de diversidad
regional. Situación objetiva que se expresa en diversidades
culturales regionales y étnicas de estas zonas. Sin embargo, está
es una realidad que no ha sido recogida ni expresada en la
estructura jurídico-administrativa ni en la distribución de sus
recursos y atención de sus demandas.

Aún existiendo como problema social y condición socio histórica,
siempre su existencia ha sido desplazada por sucesivas
negociaciones políticas de las élites políticas de la Costa y
Sierra (Quito y Guayaquil).

7.- Es en los procesos de crisis "nacional", de agotamiento de un
modelo socio-económico y socio-político, cuanod el problema de la
regionalidad, del regionalismo y del centralismo emergen a la
superficie y hacen evidente que su no resolución agrava las grietas
de la desintegración. Ejemplos están los procesos históricos de los
años 1810-1820; 1830; 1845; 1859-60; 1895; 1920-25; 1944-45;
1960-65; 1970-76 y hoy (1998-99).

8.- En los procesos de crisis el problema regional y el centralismo
ha salido a la superficie y ha sido "usado" como mecanismo de
negociación. La "negociación" no ha dado lugar a su resolución sino
a su postergación y no solución. Las sucesivas transaccines entre
las élites políticas y empresariales de Quito y Guayaquil han
consistido en no darle solución a esta realidad sino en el
compromiso de no tratarla, asumirla, sino en postergarla. Esto ha
sido más visible, de 1944 a nuestros días. Especialmente de
1960-65; 1970-1976 y 1995-99.

9.- La crisis primario-exportadoras del siglo XX han mostrado la
magnitud del problema regional y del centralismo. Estos momentos
han sido los de más alta efervescencia y confrontación geopolítica
y geoeconómica del problema regional y del centralismo Sierra-Costa
(Quito-Guayaquil y el resto del país).

Sin embargo, las transacciones han evidenciado "acuerdos de no
solución", para mantener la unidad nacional bajo una concepción
unionista de integración nacional de matriz
juridicista-constitucionalista, pero sin base socio material ni
vínculo histórico. El unitarismo ideológico republicano y su
correlato administrativo de la división provincial no ha sido
garantía de una verdadera unidad e integración nacional, pues no
reconoce la histórica diversidad regional. Pero, si ha garantizado
la vigencia, permanencia y postergación de estructuras premodernas
y de modernizaciones fallidas, tanto en la Costa como en la Sierra.

10.- En algunos de los procesos de crisis (particularmente de 1920
a nuestros días) han sido evidentes puntos de inflexión del
enfrentamiento regional de la relación Sierra-Costa
(Quito-Guayaquil). En ellos uno u otro han buscado ventajas y se
han replegado. Ejemplo: En la crisis de los 20-25 las élites
guayaquileñas se replegaron y los quiteños se lanzaron a una
ofensiva de toma del espacio político nacional para garantizar una
ventaja en el proceso de negociación. En la del 44 los
guayaquileños buscan recuperar espacio pero los serranos no
retroceden. El resultado es la transacción en las cartas políticas
de 45 y 46.

En los años 60-65, los militares median la modernización pero
profundizan la centralización, en esto las élites quiteñas ven una
ventaja y de hecho la sacan. En los 70 petroleros del estado
proteccionista y subsiador profundiza el centralismo y desplaza los
particularismos regionales. Esto ha significado, de hecho, el
represamiento de un problema que debe ser asumido y resuelto.
(Texto tomado de El Expreso)
EXPLORED
en Ciudad Guayaquil

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