Quito. 01.02.95. En la actualidad, toda la región
latinoamericana se encuentra en el mismo tren de reforma,
modernización y búsqueda de eficiencia. Los países del área,
en su mayor parte, adolecen de los mismos males: inflación,
deuda externa, dependencia exterior, baja productividad,
desempleo, mala distribución de la riqueza, para citar sólo
unos pocos.

A fin de atacar estos problemas, cada gobierno latinoamericano
ha puesto en práctica su plan económico. Este plan
relativamente coincidente ha adoptado distintos nombres, como:
Plan de Estabilización, en el Ecuador; Plan Real, en el
Brasil; Plan de la Nación, en Bolivia; el Noveno Plan de la
Nación, en Venezuela.

En el fondo, todos se basan en los mismos fundamentos y
enuncian teóricamente los mismos objetivos: restablecer los
equilibrios macroeconómicos, fortalecer el aparato productivo
interno y mejorar la vida de la población, especialmente de
los grupos sociales económicamente más débiles.

Así también, los instrumentos de política económica son
similares: contraer la demanda interna, estabilizar el tipo de
cambio o las tasas de interés. Pero los planes van más allá:
buscan reformar el papel del Estado, modernizar, lograr
eficiencia y orientar la economía hacia el desarrollo
productivo y competitivo, con incorporación de tecnología.

Al empezar un nuevo año, cabe analizar la situación de América
Latina luego de la aplicación de estos planes, a fin de
evaluar brevemente los logros alcanzados, el costo social de
estos programas y los pasos que deberán seguirse.

En lo referente al ámbito gubernamental, América Latina busca
un Estado que otorgue buenos servicios; que maneje y asuma su
responsabilidad social fundamental. Un segundo plano considera
una reforma social que aborde aspectos relacionados con la
creación de empleo, educación y mejor distribución de la
riqueza. La reforma pasa también por una apertura comercial y
financiera.

INFLACION

Cálculos realizados por diversos organismos internacionales
proyectaron para fines de 1994 una inflación promedio de la
región de 12,4% (sin tomar en cuenta al Brasil).

Bolivia terminó el año con una inflación de un solo dígito,
que se mantiene cerca del 9%. Sin embargo, no logró cumplir su
meta anual que era el 7,5%.

En Chile, la inflación a fin de año también bordeó el 9%,
nivel que coincide con la meta impuesta por el Gobierno al
inicio de 1994. Para este país, el 94 representó el primer año
-en un período de 13- en que la inflación se ubicó por debajo
del 10%.

Por su parte, Venezuela registró hacia fin de año una
inflación cercana al 70%. Este repunte de la inflación
venezolana se debe al incremento de liquidez en el sistema,
generado por la crisis financiera y bancaria de principios de
año, que afectó la confianza de los agentes económicos y en
consecuencia perjudicó la producción y comercio.

El plan que mayores logros ha conseguido ha sido el del Perú.
La dureza del manejo de la política económica ha permitido la
reducción de la inflación a niveles inferiores a los acordados
con el FMI en la Carta de Intención (la meta fijada fue del
20%, y la inflación alcanzada fue del 17,6%); también ha
posibilitado la reducción del déficit presupuestario y la
aspiración a un superávit en el país. Se trata, sin duda, de
un éxito económico, si se recuerda que el Perú se recupera de
un proceso hiperinflacionario que llevó la inflación a niveles
de hasta 7.650% en 1991; 56,7% en 1992, después del cambio de
moneda del sol al nuevo sol; y 40% en 1993.

En el Brasil, luego del primer éxito logrado en controlar la
inflación con la aplicación del Plan Real, el nuevo presidente
Fernando Cardoso deberá continuar con el proceso, en el que se
prevén medidas para hacer más restrictiva la política
monetaria, con el objetivo de reducir la demanda.
Concretamente, se restringirá la oferta de crédito, mediante
un depósito que tendrán que realizar todas las instituciones
financieras en el Banco Central.

México ha emprendido un proceso de reactivación de su
economía, una vez que esta se encuentra estabilizada, con una
inflación anual de 6,9%. Aquella es la principal prioridad del
gobierno de Ernesto Zedillo, quien asumió el poder el pasado l
de diciembre; su objetivo es lograr un crecimiento del PIB
superior al 4%.

En todos los casos antes mencionados se han producido
importantes cambios en cuanto al crecimiento de los precios.
Colombia ha sido la excepción, ya que mantiene su inflación en
22%, nivel similar al registrado en 1993. Su reto para el ano
que inicia será reducir el índice inflacionario al 18%, con la
ayuda del pacto social firmado entre empresarios y
trabajadores para bajar el crecimiento del costo de la vida,
terminar con la indexación en la economía, y llegar a índices
de inflación de un dígito a partir de 1998.

CRECIMIENTO E INDICADORES SOCIALES

La región latinoamericana creció entre 3,0% y 3,5% durante
1994, según estimaciones realizadas por el Banco Mundial. Perú
lidera el grupo al registrar una tasa de crecimiento del PIB
cercana al 8%.

Venezuela, país caracterizado por alto crecimiento, ha sufrido
un retroceso en el último ano, al no haber podido controlar su
déficit fiscal, lo cual ha ocasionado un decrecimiento de 4%
en 1994. Ante este hecho, el gobierno de Rafael Caldera
centrará sus esfuerzos en incentivar la actividad agrícola y
el sector de la construcción, que atraviesan por una severa
crisis. Según recordó Jorge Carmona, Agregado Comercial de la
Embajada de Venezuela en el Ecuador, la crisis venezolana se
agudizó desde que los ingresos petroleros disminuyeron.

En Colombia, la conducción económica del gobierno de Ernesto
Samper se ha mantenido estable; el país tendría un incremento
del producto interno bruto calculado en 5,5% para 1994.

A su vez, en el Brasil el crecimiento esperado del PIB estaría
entre 5% y 6% para 1994, con una utilización del 80% de su
capacidad productiva. A pesar de que los países de la región
presentan en promedio tasas positivas de crecimiento, el Banco
Mundial considera que los países de América Latina y el Caribe
necesitan duplicar sus ritmos de crecimiento actuales, a fin
reducir la pobreza.

Un análisis realizado por la Comisión Económica de las
Naciones Unidas para América Latina (CEPAL), concluye que seis
países latinoamericanos lograron reducir sus índices de
pobreza en los últimos cuatro años: Argentina, Bolivia, Chile,
Uruguay, Venezuela y México. No obstante, dice el informe, los
avances logrados en los primeros años de la actual década no
representaron progresos de largo plazo.

La pobreza que se ha generado es uno de los problemas más
acuciantes de la zona, sobre todo en los sectores indígenas,
en áreas rurales y en zonas de concentración urbana.

Cálculos realizados por el Banco Mundial revelan algunos
índices de pobreza, tales como: un 72% de la población de
Bolivia, al igual que 43% de la del Brasil, 24% en Chile, 32%
en Colombia, 53% en Perú y 25% en México .

Los indicadores de pobreza y desempleo se encuentran en
niveles significativamente altos. Por ejemplo, la baja
productividad y la crisis venezolana han incrementado el nivel
de carencia en el país: del 54% en 1993, al 73% en 1994.

Así mismo, Chile -que registró un crecimiento del 4,5%, que ha
logrado mantener bajo control a su inflación, y donde las
reformas están casi completas- tiene ahora que enfrentar
problemas de desempleo La política económica chilena se verá
obligada a concentrarse en solucionar los problemas sociales

La recuperación económica de este país ha corregido problemas
de inflación, de crecimiento y estabilidad macroeconómica,
pero en la actualidad se trata de incrementar el empleo, pues
la tasa de desempleo es muy alta

LA MODERNIZACION

El factor común de los planes económicos aplicados a lo largo
y ancho de la región puede expresarse en un término:
modernización.

Para los países de la región, la modernización significa
buscar el mecanismo para salir del subdesarrollo, manejar su
aparato productivo con eficiencia, dar al Estado las funciones
que verdaderamente le corresponden y estabilizar la economía
en sus agregados más importantes.

La experiencia de varios países han evidenciado que el mercado
por si solo no garantiza el equilibrio de la economía, ni el
crecimiento con equidad social. En tal sentido, al Estado le
compete responder por tres roles fundamentales y
complementarios: de orientación estratégica, de armonizador y
de administrador eficiente.

El otorgar al Estado las funciones que le corresponden ha
implicado, como contrapartida, un proceso de privatización: en
todos los países latinoamericanos, los aparatos estatales se
encuentran traspasando al sector privado el manejo de diversas
areas de actividad económica, lo cual marcha a la par con los
procesos de descentralización financiera y administrativa.

*Texto tomado de: revista GESTION #7 (pag. 36-38)
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en Ciudad N/D

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