Quito. 04.10.93. LLegó la denuncia sobre otra casa de patrimonio
derrumbada. Esta vez la Hacienda Ibarra, que incluso consta en
una publicación inventario de la UNESCO. Fuimos al lugar, en
Chillogallo. Solo encontramos algunos adobes sobre la gran
planicie y el espacio de lo que fue la piscina de la hacienda.

¿Esta vez quién era responsable? La denuncia decía que la
Hacienda era propiedad del Municipio. Consultamos a Luis
Echeverría, jefe de control de áreas históricas; Handel
Guayasamín, realizador del proyecto de restauración de la
hacienda; Mónica Charvet, directora administrativa del municipio;
y Alexandra Vela, concejal presidenta de la comisión de Centro
Histórico; inicialmente informaron que era propiedad del
municipio y que fue cedida en comodato a la Asociación de
Trabajadores Ambulantes, pero que, de todas maneras, había que
revisar la documentación exacta, por lo tanto la información no
era oficial.

A última hora, Colón Cifuentes, director del Plan Maestro, y
posteriormente Alexandra Vela, informaron que existen documentos
que comprueban que no hay ningún contrato entre esta asociación y
el Municipio; y que la propiedad no es ni fue municipal. El
asunto queda abierto.

Pero, el problema va más allá de quién sea el propietario.

La obligación a restaurar

Los propietarios de una casa, que consta en el inventario de
Patrimonio de la Humanidad, tienen la obligación, según el
artículo 75 de la Ordenanza de Centro Histórico, de mantener y
preservar esas edificaciones consideradas como monumentos.

Y, según el artículo 18 de la Ley Nacional de Patrimonio, cuando
el propietario ha descuidado los bienes definidos como patrimonio
de la humanidad hay que declararlos de utilidad pública.

Seguramente, en los condicionantes del convenio de comodato
constaban estas exigencias de conservación de la casa de
hacienda. Y, si no se cumplían, el Municipio tenía la obligación
de dar por terminado el contrato, y otra vez administrar
directamente esta edificación patrimonio.

Aún en el caso de que el municipio no fuera originalmente
propietario o haya dejado de serlo, al constatar la destrucción
irremediable de una casa patrimonio, debía expropiarla y
declararla bien municipal, para protagonizar su restauración.

Eso dice la ley y, por lo tanto, lo que acaba de suceder con la
Hacienda Ibarra condena primero a la Cooperativa de Trabajadores
Ambulantes, quienes protagonizaron el abandono y destrucción de
la casa; y luego al Municipio, quien no se percató de este daño y
no tomó las medidas correspondientes. Pero este asunto no es así
de seco. Aquí hay un vacío.

¿Qué haría el municipio con tantas casas?

Luis Echeverría, jefe de control de Areas Históricas -a quien
entrevistamos poquísimo antes de conocer la destrucción de la
casa- planteó una inquietud: Sí, la ley dice que el municipio
debe expropiar. ¿Pero qué haría el Municipio con tantas casas
patrimonio? Se convertiría en un "terrateniente" y ni siquiera
podría restaurarlas; un presupuesto tan alto no lo tiene.

Echeverría entonces plantea la responsabilidad de los
propietarios de las casas, quienes no tienen una conciencia clara
de lo que significa tener una casa patrimonio, y dejan morir
estas casas, por no invertir dinero en su restauración.

Luis Echeverría aclara, además, que el dinero gastado en la
restauración de las casas no es pérdida sino inversión, pues los
réditos de la edificación suben; y, definitivamente, sí es
permitido construir alrededor de la casa-patrimonio otras
edificaciones mucho más altas y modernas para usarlas como bien
tenga el propietario.

Pero, nuevamente, el asunto no es tan fácil.

¿Con qué dinero restauramos las casas?

No solo el Municipio no tiene el dinero para restaurar las casas,
tampoco la mayoría de los propietarios particulares lo tienen.
Así es como muchísimos proyectos listos -en papeles-, para la
restauración de casas patrimonio, jamás se realizan. (...Y
cuántos recursos económicos se emplean en esos estudios...)

Es el caso de la denominada Casa del Obrero, cuyos propietarios
-la Sociedad Artística e Industrial de Pichincha- envían
continuamente comunicados a la prensa y al Municipio pidiendo
recursos para llevar a cabo el proyecto de restauración, porque
por sí mismos no podrían hacerlo.

Y es el caso de la misma Hacienda Ibarra, ahora desaparecida, que
tenía planteado un proyecto de restauración hace más de cinco
años, pero que nunca el Municipio ni la Asociación de
Trabajadores dio recursos. El proyecto -realizado por el Area de
Proyectos de la Subdirección de Planificación, dirigida por
Handel Guayasamín- proponía la conversión de la casa en un centro
comunitario.

Dice Guayasamín: "No hubo financiamiento para el proyecto. De los
recursos propios de la municipalidad debía haberse sacado. El
Fondo de Salvamento estaba en su origen. Y no hubo presión de
quienes estuvieron a cargo del inmueble. Se la ha dejado caer".

Y es el mismo Handel Guayasamín, actualmente director del Plan
Quitumbe, el que hace una observación importante sobre el
problema.

Restauración: arma de doble filo

"El tema es bastante complicado -manifiesta Handel Guayasamín-
porque los propietarios de inmuebles en el Centro tienen una idea
de lo que significaría la inversión en restauración, y la renta
que tienen no les permite hacer la intervención.

"Es contradictorio, porque, si ellos quisieran hacer una
inversión seria, deberían botar a los inquilinos. Eso genera un
problema social fuerte, y además -después de restaurado- deben
subir los arriendos y los nuevos usuarios serán otros sectores
con mayor capacidad de pago. Y ¿a dónde van los actuales
inquilinos que viven en el centro?

"No existen líneas específicas de financiamiento para estos
rubros de restauración. Y debería haber. Subvenciones que
permitan actuar al propietario con la restauración. Sería
interesante, por ejemplo, que el Banco de la Vivienda tenga
fondos para viviendas de áreas históricas".

Luis Echeverría informó que el Municipio ya está creando
mecanismos de subvención para los propietarios que no tienen
dinero para mantener las casas patrimonio. Pero esto todavía no
se hace realidad y no se sabe que cobertura podría alcanzar.

Así que el problema no es simple y da para larga discusión.

¿Qué fue la Hacienda Ibarra?

La Hacienda Ibarra estuvo ubicada en Chillogallo, al Sur de
Quito, a dos kilómetros aproximadamente del monumento ecuestre al
Mariscal Sucre. Lleva su nombre por el ex-presidente de la
república, José María Velasco Ibarra. Actualmente está a cargo de
la Asociación de Trabajadores Ambulantes de Quito.

El inventario de la UNESCO "Las casas de Haciendas de los Andes
Ecuatoriana", publicada en 1988, dice sobre ella:

"En 1984, un proyecto de lotización preveía la construcción de
12.700 viviendas, en 200 hectáreas de esta hacienda, para una
población de 65.000 personas repartidas en 6.380 lotes. La
antigua habitación sería convertida en dispensario médico,
guardería de niños o casa comunal.

"Ahora se encuentra abandonada y con la ausencia total de
protección. Recientemente sus alrededores inmediatos han sido
desfigurados por construcciones de aspecto dudoso".

Destinada a la comunidad

Dice Handel Guayasamín: "Conocí la edificación, en el año 89, a
partir del interés de hacer de la hacienda una edificación de
servicio comunitario para este barrio. En ese momento la casa
estaba con paredes y techo. Encontramos incluso algunos vestigios
de forramiento de papel en las paredes. Era una casa de valor de
las que había en las parroquias de Quito. La tipología misma de
la casa de hacienda, de grandes ambientes, corredores de
ventanería reticulada de madera, era muy importante. No creo que
haya sido una obra de gran lujo, más bien había elementos de una
arquitectura popular interesante.

"La dimensión era más o menos 200 metros cuadrados de casa
principal, más unos galpones que deben tener una área mayor de
bodegas, talleres y sitios de acopio, habitación de servicio,
etc. "Cuando la conocí ya tenía importantes signos de deterioro.
Había manchas de humedad, goteras en el techo.

"Creo que quien debería haber tratado el tema en el momento era
el Instituto de Patrimonio. Como era propiedad municipal, se nos
planteó rehabilitar la casa para servicios de la comunidad: salas
comunitarias de uso múltiple, y talleres productivos para
sectores de menores ingresos. Además en el patio se planteaban
actividades feriales. Era un espacio destinado a actividades de
fortalecimiento de la comunidad.

"Por lo menos en el 81, 82 se cedió a la Asociación. Pero hace 5
años, que hicimos el estudio era posible todavía rehabilitarla.

Proceso de vandalismo

Luis Echeverría, jefe de Control Urbano de Areas Históricas,
constató hace tres meses, el estado de la casa, en una de sus
inspecciones de rigor:

"La casa de Hacienda ha sufrido un vandalismo por parte de todos
los que están involucrados en ese contexto urbano. La Hacienda es
una extensión bastante grande que ha sido cedida en comodato a la
Asociación de Vendedores Ambulantes. No sabemos si el comodato
está fuera de vigencia o todavía queda vigente".

"Desde 1983 ya la municipalidad estuvo precautelando este
proceso. Definió un proceso de restauración sumada a una
propuesta cultural que se llevaría a cabo en esa casa, pero nunca
fue realizada. La Asociación no hizo absolutamente nada.

"De lo que he visto en unas dos inspecciones, hace tres meses
atrás, la casa de hacienda estaba realmente en estado ruinoso.
Ahí lo que ha sucedido es un verdadero vandalismo: se han
retirado todas las estructuras, los pilares de maderas, los
mismos cielorasos han sido levantados, han dejado totalmente
abiertas las cubiertas, no hay protección para la casa, ha sido
retirado su papel tapiz (era uno de los más hermosos papel tapiz
que existía), las bigas entre pisos ya no hay. Inclusive en la
parte frontal había una piscina, esa piscina estaba totalmente
deteriorada. Definitivamente no está habitada hace cinco o seis
años atrás". (10B)
EXPLORED
en Ciudad N/D

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