Quito. 02.10.93. Pocos héroes cómicos de la literatura mundial
podrán rivalizar con NasreddÃn Hodscha, personaje y autor de
innumerables chistes, dichos e historietas que encantan a las
gentes desde Marruecos hasta las fronteras de China, desde
Siberia hasta la penÃnsula arábiga. Sus anécdotas cómicas
circulan en más de cuarenta idiomas.
Desde hace dos siglos, el nombre de NasreddÃn es sinónimo de
historietas divertidas en las que se mezclan la simpleza y el
tono picaresco con una profunda sabidurÃa popular. En ellas se
expresa también la lucha contra la fuerza bruta y la opresión
mediante el arma de la sonrisa y la ironÃa.
Para millones de personas NasreddÃn es un santo, un filósofo
popular del mismo linaje que Diógenes y Esopo, nos cuenta Iván
Sop, un ex yugoslavo que realizó su tesis y varios libros acerca
de este personaje.
Pero ¿quién fue NasreddÃn?
Hay quienes sostienen que no existió nunca y que , en realidad,
es un personaje surgido de la inagotable fuente de las leyendas
populares.
Para la mayorÃa, empero, NasreddÃn vivió realmente, y son
numerosos los paÃses que se disputan el honor de haber sido su
patria, señala en una publicación de la UNESCO.
Según una de esas tradiciones, NasreddÃn nació hace unos 800 años
en la aldea de Harto, cercana a la localidad de Bivrihisar, al
oeste de Ankara (TurquÃa). Otra ciudad turca que afirma ser cuna
de NasreddÃn, Akcheir, celebra periódicamente un festival en su
honor. DÃcese que es donde está enterrado, y una inscripción en
el muro de su mausoleo hace suponer que en 1392 estaba ya muerto.
Pero no hay nada que pruebe tales aserciones; todas las teorÃas
formuladas al respecto son imposibles de verificar.
Según otra leyenda, en otros tiempos solo habÃa en torno a su
tumba columnas; no existÃa verja alguna sino únicamente una
maciza puerta con un grueso candado pero sin llave. En esto se
manifiesta, dÃcese, la sabidurÃa de NasreddÃn, según el cual "las
puertas estaban cerradas para los amigos y abiertas para los
enemigos".
La imaginación popular lo representa siempre en la figura de un
anciano de barba blanca, tocado con un turbante enorme, vestido
pobremente y cabalgando de espaldas un borriquillo, para estar
seguro de seguir siempre la buena dirección, pues, como él dice,
"mi asno hace siempre lo contrario de lo que quiero".
El personaje de NasreddÃn, mezcla sorprendente de sabidurÃa y de
marrullerÃa, ha atravesado desde hace tiempo las fronteras de la
literatura popular turca. Forma asà parte del folklore de los
pueblos balcánicos, del de los servios, los croatas, los
macedonios, los musulmanes de Bosnia, (ahora enfrascado en una la
locura de la guerra) los búlgaros, los albaneses.
Sus historias se cuentan también entre los georgianos, los
pueblos del Cáucaso, en el Turquestán y en otros muchos paÃses.
Parece como si para él no existieran fronteras ni pasaportes.
NasreddÃn reúne en sus rasgos de humor popular más fuertemente
arraigados en la literatura oral de los pueblos. No es pues de
extrañar que en todo el contorno mediterráneo nos topemos con un
gran número de "hermanos" suyos.
Los árabes le llaman Dschoha o Goha, los bereberes Si Dscheha o
simplemente Dscheha, los malteses Djahan, los sicilianos Giufá,
los calabreses Hiohá o jovani, etc.
Un antihéroe con lenguaje chabacano
NasreddÃn es más bien un antihéroe, una parodia de héroe épico.
De ello dan fe sus particularidades: es pobre, está enfermo y mal
vestido y emplea un lenguaje chabacano. No vacila en robar cuando
la ocasión se le presenta. Un dÃa que está hurtando unas
cebollas, le sorprende el propietario, quien le pregunta qué
hace. Respuesta de NasreddÃn: "el viento me trajo hasta aquÃ."
"¿Y el saco?", vuelve a preguntar el propietario. Nueva respuesta
de NasreddÃn: "Vaya, hombre, justamente eso es lo que me estaba
preguntando."
De lo mismo testimonian su carácter y su conducta. Veamos unos
ejemplos.
A la muerte de su mujer, NasreddÃn se habÃa mostrado muy poco
apenado. Poco tiempo después muere su burro y nuestro héroe
llora a lágrima viva. Entonces le dicen:" Parece que la muerte
del jumento te ha afligido más que la de tu mujer.
"NasreddÃn explica: "es muy sencillo. Cuando murió mi mujer,
vinieron los amigos a decirme: Te buscaremos una mujer aun más
bella. En cambio, al perder el asno nadie me ha dicho: no te
preocupes. Te vamos a comprar un borrico aun más fuerte que el
que acaba de estirar la pata. ¿ No tengo pues motivos para llorar
a mi asno más que a mi mujer?"
NasreddÃn echa un dÃa leche cuajada en el lago de Akcheir. Pasa
un hombre y le pregunta "¿Qué estás haciendo?" "intento hacer
leche cuajada ", Estupefacto, el hombre lee responde : "¿y tú
crees que va a cuajar? "NasreddÃn contesta : "Bién sé que no
cuajará, pero por si acaso..."
Un dÃa NasreddÃn acompaña a su mujer a lavar al rÃo. Viene
volando un cuervo y se lleva un trozo de jabón. La mujer le
grita: "Anda, rápido , atrápale y recupera el jabón. "El
responde: déjale en paz , está más sucio que nosotros."
El folklore es siempre una fuente muy valiosa para la literatura.
Asà es como numerosos escritores se han inspirado en el personaje
de NasreddÃn y en sus anécdotas para escribir sus obras en prosa
o en verso. Tal es el caso de los escritores rusos Valicko y
Golovzhev, del ucraniano Scurat, del rumano Pan, del alemán Franz
von Verner, del servio Copié y de los turcos M.
Fuat Ksprülü, Halide Edip Adivar y Orhan Veli Kanik. A veces una
de estas adaptaciones influye en otra. Por ejemplo, el escritor
ex yugoslavo Slavko Micanovic compuso su novela "NasreddÃn
Hodscha en Estambul" tomando como modelo a Leonid Golovzhev.
Una burla contra los poderosos
No olvidemos que, de acuerdo con las leyendas sobre su vida
NasreddÃn está en todas partes al mismo tiempo. AsÃ, una de ellas
nos cuenta que un sabio que vivió en Bagdad hacia el siglo X, en
la época de los califas abasidas.
Según otras, vivió en Asia Menor, en Anatolia, variando la época
entre el siglo XIII y el XIV. Otra leyenda lo sitúa en la época
del sultán Bayaceto y de sus guerras contra Tamerlán, es decir a
fines del siglo XIV o principios del XV.
En las historietas de NasreddÃn se expresan la resistencia
espontánea del pueblo frente a los conquistadores.
A primera vista el diálogo entre Tamerlán y NasreddÃn es un
simple intercambio de ideas, pero después surge la chispa de
ingenio de NasreddÃn y Tamerlán queda en ridÃculo. He aquà una
muestra.
Tamerlán dice a NasreddÃn: "A todos los califas se les conoce por
su apodo, El de Al-Mustansir es "Que es apoya en la ayuda de
Dios"; el de Al-Mutawwakil, significa "Que se encomienda a Dios";
el de Al-Mutasin es "Que busca en Dios". Y si yo hubiera sido
califa abasida ¿cómo me habrÃan llamado?" NasreddÃn responde
inmediatamente: "Tamerlán que Dios nos guarde".
Otro dÃa que NasreddÃn se halla en compañÃa de Tamerlán en su
palacio traen al Conquistador un regalo consistente en un espejo
de platino. Tamerlán se mira en él y unas cuantas lágrimas asoman
en sus ojos. Viendo lo cual, NasreddÃn rompe también a llorar.
Poco después Tamerl[an se calma, pero NasreddÃn continúa
llorando. "NasreddÃn, le dice el gran guerrero. cuando me he
visto tan feo en el espejo, ne he sentido un poco emocionado.
Sabiendo el apego que me tienes, no me ha extrañado verte
participar en mi pena. Te lo agradezco. Pero dime, ¿por qué
continúas lloriqueando ahora hora que yo estoy ya tranquilo?"
Enjugándose las lágrimas NasreddÃn responde: "Señor, habéis visto
vuestro rostro un solo instante en el espejo y la aflición os ha
durado un buen rato; y yo, que soy vuestro servidor y he de veros
todo el dÃa, ¿no habrÃa de llorar un poco más?
Una clara bonachonerÃa
Estas historias presentan múltiples variantes en que el pueblo
sencillo se burla de los poderosos y en que el "adversario"
embaucado por nuestro héroe no es ya Tamerlán sino un bey, un
pachá o un cadÃ.
NasreddÃn, pobre entre los pobres, da siempre muestras de su
bonachonerÃa y su llaneza campesina mofándose de sà mismo y de
los demás.
Su homor satÃrico no es solo una crÃtica latente de la sociedad
sino que entraña toda una filosofÃa que, naturalemente, no
siempre es adecuada a la ética del poder reinante. El personaje
de es obra de creadores anónimos: artesanos, campesinos,
tenderos, arrieros, mozos de cuadra, mendigos, pillos de las
ciudades o del campo, soñadores, todo aquelloss que tenÃan
conciencia de la injusticia social aunque no comprendieran sus
causas y quu expresaban su condición humana mediante historietas,
cuentos, humoradas y ocurrencias.
De este modo escapaban al marco miserable de su existencia
terrestre y podÃan, a través de y sus chistes, perpetuarse en el
tiempo y en el espacio. (4C)
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Publicado el 02/Octubre/1993 | 00:00