Tegucigalpa (Honduras). 07 abr 96. El tráfico de menores hacia
Estados Unidos es apenas una de las caras de la explotación
infantil en Honduras.

A mediados de marzo, 53 niños de ambos sexos -en su mayoría de
apenas entre tres y cinco meses de edad- fueron abandonados en
la ciudad de Bronsville, Texas, luego de ser utilizados para
ingresar indocumentados a ese país.

En su estrategia por despistar a las autoridades migratorias
de Estados Unidos, los traficantes de ilegales encontraron en
los niños el anzuelo ideal para mostrar que los indocumentados
son personas que viajan a esa nación como "familias
integradas".

Teodolinda Pineda, fiscal del Menor del Ministerio Público,
dijo que la utilización de niños en el tráfico de ilegales "es
la nueva modalidad que han adoptado los coyotes (traficantes)
para hacer más lucrativos sus negocios".

En el caso de los 53 menores hondureños, se gestiona su
repatriación. Hay indicios de "algunos padres alquilaron sus
hijos a los coyotes", indicó la fiscal.

La alerta sobre este tráfico cobró fuerza en los últimos dos
meses, cuando se conocieron las primeras denuncias de
indocumentados capturados en Guatemala, al intentar llegar a
Estados Unidos con niños raptados.

A las denuncias de tráfico ilegal de menores, se suma la
situación que viven los casi 10 mil niños y niñas de la calle,
que son objeto de abusos sexuales y maltrato por parte de
adultos, familiares o de la autoridad.

Casa Alianza, la institución defensora de los menores de la
calle, denunció hace más de un año que unos 100 menores están
detenidos en cárceles junto a reos comunes y son objeto de
maltrato.
La Comisión Interamericana de Derechos Humanos obligó al
Estado a un arreglo. Sin embargo, el gobierno no cumplió su
compromiso. La última semana de marzo, Casa Alianza afirmó que
al menos 12 menores fueron torturados en una prisión en el
central Valle de Comayagua, a 150 kilómetros de Tegucigalpa.

"Erotismo exótico trae abuso sexual"

Niñas que no llegaron a la pubertad ya son víctima del
"turismo sexual" en Brasil, un problema que se expandió en los
últimos años especialmente en el Noroeste, la región más pobre
del país y la más visitada por europeos y estadounidenses
ávidos del "erotismo exótico".

"Antes buscaban adolescentes, ahora niñas de ocho, nueve años.
Las quieren cada vez más jóvenes", alertó Helia Barbosa,
abogada que coordina el centro de defensa de niños y
adolescentes del Salvador, capital de Bahía, al Noroeste.

El fenómeno es confirmado por Cristina Leonardo, presidenta de
una organización no gubernamental similar en Río de Janeiro,
que se dedica a la búsqueda de niños desaparecidos.

Niñas de ocho a doce años son secuestradas o captadas para
alimentar el mercado del sexo. "Las mayores de doce ya son
viejas", señaló Leonardo. A eso no se le puede llamar
prostitución, sino explotación sexual, y sus autores deben ser
responsabilizados, afirmó Barbosa.

El gobierno brasileño pidió el mes pasado la cooperación
alemana para desalentar este tipo de turismo. Alemania, la
principal procedencia de turistas sexuales, tiene leyes que
castigan con entre cinco y diez años de cárcel el abuso sexual
de menores, incluso si sucede en el extranjero.

La estatal Empresa Brasileña de Turismo modificó su postura y
actualmente la promoción turística ya no puede hacerse con
mujeres desnudas o semidesnudas.

Pero la explotación sexual de niñas y niños, aunque tenga su
brazo internacional, es un fenómeno endógeno. Su causa básica
es la miseria, reconoció la diputada Marilú Guimaraes,
relatora de la Comisión Parlamentaria de Investigación, que
estudió el problema en 1993 y 1994.

El fenómeno se registra en todo Brasil y asume características
propias en cada región.

New York, New York

Todas las noches en Nueva York, según destinaciones de la
policía, unos 20 mil niños y adolescentes sin hogar recorren
las calles dispuestos a mantener relaciones sexuales a cambio
de alimento y refugio.

Estos niños, parte de más de un millón de menores sin vivienda
o fugitivos de Estados Unidos, no ejercen la prostitución en
sentido estricto, ya que no intentan ganarse la vida
intercambiando sexo por dinero.

Simplemente son menores forzados a una de las formas de vida
más indignas, como el llamado "sexo de supervivencia".

"Deben sobrevivir, y la mayoría de ellos carece de dinero para
lo básico. Pueden optar por el sexo para lograr alimento,
refugio y vestimenta", dijo Della Hughes, directora ejecutiva
de la Red Nacional para la Juventud.

El mundo del sexo de supervivencia es una propuesta arriesgada
para los niños que no tienen a dónde acudir y se vuelven
"dependientes de adultos peligrosos", afirmó Margo Hirsch, de
la coalición Empire State de Servicios para la Juventud y la
Familia.

Esta organización, que brinda servicios a unos 30 mil niños de
Nueva York, sostiene que una alta proporción de los niños y
adolescentes a los que atiende mantiene, para poder vivir,
relaciones con extraños.

Se estima que potencialmente cientos de miles de adolescentes
por debajo de la "edad de consentimiento" (18 años) aceptan
actividades sexuales, al menos ocasionalmente, si reciben a
cambio refugio y alimento.(IPS) (Diario HOY) (11A)
EXPLORED
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