LOS PANAMERICANOS TERMINARON: CUBA GANO. ?Y AHORA QUE?
LA HABANA, 19.08.91. Los XI Juegos Panamericanos terminaron.
Cuba ganó. Pero a medida que la vida cotidiana comienza a
empañar el brillo de los oros conquistados crece en la isla un
interrogante: ¿y ahora qué? Los cubanos concretaron en la
noche del domingo un preciado anhelo: convertirse en el primer
país de América Latina que destrona a los Estados Unidos como
líder del torneo continental en los últimos 36 años tras
cosechar 140 medallas de oro contra 130 de la superpotencia.
La victoria deportiva, pero con indudables ribetes políticos,
fue la culminación de un descomunal esfuerzo para un país que
lucha por sobrevivir como una de las últimas sociedades
comunistas en un mundo donde día a día se refuerza la
unipolaridad capitalista. Además del costo que insumió la
preparación de sus atletas, Cuba invirtió más de 100 millones
de dólares para ser sede de los juegos mientras la inmensa
mayoría de sus 10 millones de habitantes padecen los rigores
de un férreo racionamiento. El objetivo se cumplió con creces.
No sólo vencieron a su enemigo político deportivo, sino que
demostraron al mundo que Cuba cumple a pesar de enfrentar la
más severa crisis económica desde la revolución que encabezó
Fidel Castro en 1959. Si tuviera que calificar la organización
de los juegos en una escala de uno a diez, a Cuba le daría 15,
dijo el domingo, cuando culminó el torneo, el presidente de la
Organización Deportiva Panamericana (ODEPA), el mexicano Mario
Vázquez Raña.
Sin embargo, todo ese indiscutible prestigio poco o nada ha
cambiado la vida de los cubanos que todos los días deben hacer
horas de colas para conseguir pan, huevos, leche o la casi
inhallable carne vacuna. La realidad no se puede ni se quiere
ocultar con un evento como los juegos, dijo a Reuter un alto
funcionario de la cancillería cubana. Wayne Smith, ex jefe de
la oficina de intereses de los Estados Unidos en La Habana,
fue tajante.
En última instancia, tienen que buscar el pan de cada día
porque la gente no puede comer medallas de oro, dijo a Reuter.
Pero la hospitalidad cubana y los triunfos deportivos han
ayudado a mejorar la imagen internacional de Cuba, reconoció.
La escasez de productos de primera necesidad se tornó crítica
con el colapso del Este europeo y los cambios en la Unión
Soviética, sus principales abastecedores ante el bloqueo
impuesto por los Estados Unidos desde hace tres décadas.
Pese a ello, los cubanos, amantes de los deportes, se volcaron
a los estadios o siguieron con entusiasmo las competencias por
la televisión estatal, que inusitadamente basó su transmisión
en la señal que le cedió la cadena norteamericana ABC. Aunque
muchos se quejan de las estrecheces o critican el sistema
unipartidista de la isla, todos o casi todos se regodearon con
los reveses que sufrieron los estadounidenses en sus feudos
deportivos como el waterpolo, atletismo o basquetbol a manos
de sus compatriotas o de latinoamericanos. Lo único que
pareció disgustar a los isleños fue el abismal contraste entre
su vida cotidiana y las prebendas que tuvieron los miles de
deportistas y periodistas que asistieron a la justa. Queremos
que se sientan como en casa.
Para nosotros es muy importante el turismo, explicó un
camarero mientras servía langostas asadas y cervezas heladas a
un grupo de periodistas en un restaurante que está vedado para
el cubano de la calle. Pero esta abundancia no la tenemos en
nuestra casa, agregó mientras su sonrisa se convertía en
mueca. Para hacer frente a la crisis, Cuba se propone
compatibilizar su férrea centralización económica con el
creciente liberalismo que reina en el mundo capitalista,
haciendo concesiones a los inversores extranjeros en áreas
como por ejemplo el turismo para que construyan y administren
hoteles. Podemos negociar con el diablo sobre una base de
mutuo respeto, dijo el vicepresidente del Comité Estatal
revolución, afirmó tajante Juan Escalona, presidente del
parlamento, tratando de poner punto final a cualquier
especulación sobre un cambio en el sistema político cubano.
(REUTER)
LA HABANA, 19.08.91. Los XI Juegos Panamericanos terminaron.
Cuba ganó. Pero a medida que la vida cotidiana comienza a
empañar el brillo de los oros conquistados crece en la isla un
interrogante: ¿y ahora qué? Los cubanos concretaron en la
noche del domingo un preciado anhelo: convertirse en el primer
país de América Latina que destrona a los Estados Unidos como
líder del torneo continental en los últimos 36 años tras
cosechar 140 medallas de oro contra 130 de la superpotencia.
La victoria deportiva, pero con indudables ribetes políticos,
fue la culminación de un descomunal esfuerzo para un país que
lucha por sobrevivir como una de las últimas sociedades
comunistas en un mundo donde día a día se refuerza la
unipolaridad capitalista. Además del costo que insumió la
preparación de sus atletas, Cuba invirtió más de 100 millones
de dólares para ser sede de los juegos mientras la inmensa
mayoría de sus 10 millones de habitantes padecen los rigores
de un férreo racionamiento. El objetivo se cumplió con creces.
No sólo vencieron a su enemigo político deportivo, sino que
demostraron al mundo que Cuba cumple a pesar de enfrentar la
más severa crisis económica desde la revolución que encabezó
Fidel Castro en 1959. Si tuviera que calificar la organización
de los juegos en una escala de uno a diez, a Cuba le daría 15,
dijo el domingo, cuando culminó el torneo, el presidente de la
Organización Deportiva Panamericana (ODEPA), el mexicano Mario
Vázquez Raña.
Sin embargo, todo ese indiscutible prestigio poco o nada ha
cambiado la vida de los cubanos que todos los días deben hacer
horas de colas para conseguir pan, huevos, leche o la casi
inhallable carne vacuna. La realidad no se puede ni se quiere
ocultar con un evento como los juegos, dijo a Reuter un alto
funcionario de la cancillería cubana. Wayne Smith, ex jefe de
la oficina de intereses de los Estados Unidos en La Habana,
fue tajante.
En última instancia, tienen que buscar el pan de cada día
porque la gente no puede comer medallas de oro, dijo a Reuter.
Pero la hospitalidad cubana y los triunfos deportivos han
ayudado a mejorar la imagen internacional de Cuba, reconoció.
La escasez de productos de primera necesidad se tornó crítica
con el colapso del Este europeo y los cambios en la Unión
Soviética, sus principales abastecedores ante el bloqueo
impuesto por los Estados Unidos desde hace tres décadas.
Pese a ello, los cubanos, amantes de los deportes, se volcaron
a los estadios o siguieron con entusiasmo las competencias por
la televisión estatal, que inusitadamente basó su transmisión
en la señal que le cedió la cadena norteamericana ABC. Aunque
muchos se quejan de las estrecheces o critican el sistema
unipartidista de la isla, todos o casi todos se regodearon con
los reveses que sufrieron los estadounidenses en sus feudos
deportivos como el waterpolo, atletismo o basquetbol a manos
de sus compatriotas o de latinoamericanos. Lo único que
pareció disgustar a los isleños fue el abismal contraste entre
su vida cotidiana y las prebendas que tuvieron los miles de
deportistas y periodistas que asistieron a la justa. Queremos
que se sientan como en casa.
Para nosotros es muy importante el turismo, explicó un
camarero mientras servía langostas asadas y cervezas heladas a
un grupo de periodistas en un restaurante que está vedado para
el cubano de la calle. Pero esta abundancia no la tenemos en
nuestra casa, agregó mientras su sonrisa se convertía en
mueca. Para hacer frente a la crisis, Cuba se propone
compatibilizar su férrea centralización económica con el
creciente liberalismo que reina en el mundo capitalista,
haciendo concesiones a los inversores extranjeros en áreas
como por ejemplo el turismo para que construyan y administren
hoteles. Podemos negociar con el diablo sobre una base de
mutuo respeto, dijo el vicepresidente del Comité Estatal
revolución, afirmó tajante Juan Escalona, presidente del
parlamento, tratando de poner punto final a cualquier
especulación sobre un cambio en el sistema político cubano.
(REUTER)
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