Quito. 25 oct 2000. Todos los que van sentados son grandes. Desde las
06:30 en el sector de El Trébol empieza el corre de las personas de todas
las edades. Pero siempre los niños tienen menos posibilidades de llegar a
tiempo a las escuelas y de no ser maltratados.
Dos niñas con delantales celestes corren con todas sus fuerzas detrás de
la unidad 0324 de la Cooperativa Vencedores de Pichincha. El controlador
hace el ademán de esperarlas pero el vehÃculo arranca velozmente. Las
pequeñas se toman de las manos y vuelven a la vereda.
Unas 30 personas miran pasar de largo al bus 1641 de la Cooperativa
Libertad. Solo dos intentan abordarlo pero es imposible. En el asiento
delantero están uno sobre otro, cuatro infantes que tienen entre cinco y
10 años. Otra niña va de pie con el rostro pegado a la ventana.
La unidad 5723 de la CompañÃa Libertadores del Valle se detiene solo para
que puedan bajar tres pasajeros. Primero baja el amigo del controlador
con un cigarrillo en la mano, luego él y grita "siga". El bus arranca y
nadie se da cuenta que en los escalones de la puerta trasera que va
abierta viajan tres pequeñas que se sostienen como pueden. Tienen entre 5
y 8 años.
La tensión aumenta a las 07:30. Un padre golpea a su hija de la escuela
Isabel La Católica y la empuja para que camine. Lleva al menor del JardÃn
MarÃa Montessori de la mano y carga las mochillas de los dos. Se pone más
nervioso y agresivo luego de varios intentos para tomar un bus. A los 10
minutos logran subirse a un popular.
Mariano Ponce de 12 años ya lo sabe: "a veces voy sin uniforme y me
quieren cobrar los 12 centavos y si no les doy me bajan; dicen que soy
alto". La última vez que le ocurrió fue en un TransLatinos que tomó en la
avenida Napo. Le obligaron a bajarse por la Pasteurizadora.
En la Dirección Nacional de PolicÃa Especializada para Niños (Dinapen)
están conscientes del maltrato de los niños por parte de los
transportistas. Por esta razón, las autoridades han impulsado un programa
de prevención y de concientización: hasta el momento han participado
alrededor de 300 profesionales de cinco empresas de transporte urbano de
Quito, pero se espera un total de 2 600 choferes.
El número de accidentes de niños que utilizan el transporte público se
desconoce porque no hay una clasificación de los accidentes. Tampoco, la
Ley de Tránsito y Transporte se especifican sanciones para este tipo de
faltas.
Los escolares no son bienvenidos en las unidades de transporte
En toda la ciudad se presenta este problema. La PolicÃa de menores
capacitó a 300 conductores de cinco cooperativas.
Todos los que van sentados son grandes. Desde las 06:30 en el sector de
El Trébol empieza el corre de las personas de todas las edades. Pero
siempre los niños tienen menos posibilidades de llegar a tiempo a las
escuelas y de no ser maltratados.
Dos niñas con delantales celestes corren con todas sus fuerzas detrás de
la unidad 0324 de la Cooperativa Vencedores de Pichincha. El controlador
hace el ademán de esperarlas pero el vehÃculo arranca velozmente. Las
pequeñas se toman de las manos y vuelven a la vereda.
Unas 30 personas miran pasar de largo al bus 1641 de la Cooperativa
Libertad. Solo dos intentan abordarlo pero es imposible. En el asiento
delantero están uno sobre otro, cuatro infantes que tienen entre cinco y
10 años. Otra niña va de pie con el rostro pegado a la ventana.
La unidad 5723 de la CompañÃa Libertadores del Valle se detiene solo para
que puedan bajar tres pasajeros. Primero baja el amigo del controlador
con un cigarrillo en la mano, luego él y grita "siga". El bus arranca y
nadie se da cuenta que en los escalones de la puerta trasera que va
abierta viajan tres pequeñas que se sostienen como pueden.
La tensión aumenta a las 07:30. Un padre golpea a su hija de la escuela
Isabel La Católica y la empuja para que camine. Lleva al menor del JardÃn
MarÃa Montessori de la mano y carga las mochillas de los dos. Se pone más
nervioso y agresivo luego de varios intentos para tomar un bus. A los 10
minutos, por fin, logran subirse a un popular.
Un artista, elegantemente vestido, sigue afinando su guitarra en medio
del tumulto: hace tiempo para cuando haya menos movimiento y subirse a
los buses a cantar. Pero por ahora, todos pasan repletos y algunos no se
detienen y menos cuando los pasajeros son niños.
La razón, dice Marcia Torres, madre de familia, de dos niños de 7 y 9
años, es que "no les gusta llevar a los chiquitos porque pagan solo la
mitad".
Mariano Ponce de 12 años ya lo sabe: "a veces voy sin uniforme y me
quieren cobrar los 12 centavos y si no les doy me bajan; dicen que soy
alto". La última vez que le ocurrió fue en un TransLatinos que tomó en la
avenida Napo. Le obligaron a bajarse por la Pasteurizadora. "Y me quedé
sin poder volver".
Cuando tienen la suerte de ocupar un asiento, no va uno sino cinco. En el
puesto 11 del bus 1619 de la Cooperativa Libertad, los niños más grandes
(8 años) llevan en sus piernas a los más pequeños (5 años). A la hora de
bajar la consigna es "sálvense como puedan".
Asà lo cuenta Carlos Tapia que todos los dÃas lleva a su hermano de seis
años desde Guamanà hasta La Vicentina, a la Escuela Angel Isaac
Chiriboga. "Antes no nos querÃan llevar entonces nos tocó madrugar a las
05:30 para ver si asà llegamos pronto".
Pero no siempre resulta porque los choferes pasan de largo cuando ven en
las paradas a los niños. ¿No es rentable? Un controlador que no quiso
identificarse dijo que ellos reciben órdenes para llevar solo adultos,
"si sobra espacio entonces les cogemos a los niños".
Los pasajeros tienen tanto que contar: un dÃa José Medina llevaba a su
hija al jardÃn de infantes y solo tenÃa un dólar para pagar el pasaje
(fue en el tiempo que empezó a circular solo moneda estadounidense), al
momento de pagar, el ayudante de la Latinos no tenÃa vuelto, por lo que
pidió al conductor que se detenga para bajar a Medina y su hija. Ãl le
dijo que es su responsabilidad tener el cambio. Luego la gente lo apoyó y
amenazó al chofer con denunciarlo.
Pero la agresión no siempre es de palabra: en la calle Machala (San
Carlos), una madre de familia denunció el trato de las operadoras de la
Cooperativa ColecTrans, de la la ruta Camal- Aeropuerto: su hija fue
empujada con el pie para impedir que subiera. Pero, al parecer esta es
una práctica común, porque este Diario recibió varias denuncias contra
esta cooperativa.
Por fin dieron las 08:00, en El Trébol, el guitarrista abordó el primer
bus, con pasajeros solo sentados, que se dirigÃa para la Escuela Sucre.
Entonó el primer pasillo: "Nuestro juramento".
Un primer paso...
En la Dirección Nacional de PolicÃa Especializada para Niños (Dinapen)
están conscientes del maltrato de los niños por parte de los
transportistas.
Por esta razón, las autoridades han impulsado un programa de prevención y
de concientización para evitar que los niños vivan situaciones de
riesgos.
Desde hace tres meses, vienen convocando a los transportistas y ayudantes
a charlas y conferencias de concientización donde tratan la situación a
la que están expuestos este grupo vulnerable. Hasta el momento han
participado alrededor de 300 profesionales de cinco empresas de
transporte urbano de Quito, pero se espera un total de 2 600 choferes.
Las charlas tienen una duración de dos horas y se realizarán durante el
resto del año, según la capitana Mery Cózar, del Servicio de Intervención
de Dinapen.
El número de accidentes de niños que utilizan el transporte público se
desconoce porque no hay una clasificación de los accidentes, pero Cózar
asegura que sà ocurren, porque los propietarios de los vehÃculos no
priorizan la protección del menor. "Al hablar con los choferes nos hacen
saber que ellos deben entregar al final del dÃa una cantidad impuesta por
el propietario de la unidad, lo que les presiona para entregar el
servicio de la forma como lo hacen".
Tampoco, en la Ley de Tránsito y Transporte se especifican sanciones para
los responsables del maltrato infantil, en estos casos. Los
transportistas no niegan el problema y dicen que quieren cambiar las
cosas. (Texto tomado de El Comercio)