Arturo Torres

Quito. 18 oct 2000. Aunque todavía no le ha puesto un nombre, su madre,
Ana Milena Patiño, está pensando en llamarlo Ecuador. Él es el primer
infante colombo-ecuatoriano hijo de una desplazada por el Plan Colombia
que nace en el país.

Ana, de 21 años, llegó a Lago Agrio el miércoles 12 de octubre, en un
bus, desde el poblado colombiano de La Dorada, ubicado a 30 minutos al
norte de la frontera entre Ecuador y Colombia.

Se vio obligada a abandonar su hogar por los combates entre la guerrilla
y los paramilitares, que luchan por tener el control de la localidad
desde hace cuatro semanas. Aunque el día del alumbramiento estaba cerca,
su esposo Luis Antonio, un jornalero que trabaja en una finca cocalera,
le dijo que huya hacia el Ecuador con sus dos pequeños hijos, Luisa
Fernanda, de 4 años, y Germán Giovanni, de 2.

"No pensé que el niño iba a nacer acá, porque no esperaba quedarme mucho
tiempo ni que el parto se adelante", dice Ana, notablemente emocionada.

El fin de semana, los síntomas y contracciones fueron más intensos y
permanentes. El domingo en la tarde, Ana Milena fue trasladada al
hospital Marco Vinicio Iza, el único de Lago Agrio, donde horas más tarde
dio a luz a su tercer hijo.

El niño, que al momento de nacer midió 51 centímetros y pesó 3 500
gramos, goza de perfecta salud y es el centro de atención de los 35
refugiados que viven en una guardería, al norte de la ciudad.

En la guardería escasea de todo, menos la solidaridad. Para ahorrarle
esfuerzos y darle un poco de comodidad, tres de los campesinos que
habitan en el lugar fabricaron una cama de madera para Ana Milena. Es el
primer mueble de este tipo en el refugio, que solo cuenta con repisas
para colocar las raciones alimenticias, una mesa maltrecha y sillas
pequeñitas.

Los desplazados duermen en el piso, en colchones que les entregó la
iglesia de Sucumbíos, que admi-nistra los recursos dados por el Alto
Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur).

Además de las familias que fueron acondicionadas en la guardería, en Lago
Agrio viven en total 300 refugiados (la Iglesia Católica dice que esa
cifra es el 2 % del total de desplazados que salió de Putumayo y utilizó
a Lago Agrio como puente para ingresar a Ecuador), que también están
alojados en otro centro refugio en Santa Cecilia y en varios hogares.

De todos los refugiados, alrededor de 250 son mujeres y niños. "La
mayoría de hombres se quedó cuidando las casas y fincas de los saqueos",
cuenta una de las desplazadas. "Ellos no podían dejar las cosas
abandonadas ni dejar de trabajar".

El padre Edgar Pinos, coordinador de los centros, relata que para la
primera etapa la alimentación de los refugiados cuenta con un fondo de 60
mil dólares. Posteriormente se asignarán nuevos recursos para la
construcción de tres centros en Ucano, con capacidad para 200 personas;
Apafano, para 500 desplazados; y para el centro de formación Torres
Quichimbo, donde se albergarán 80 colombianos.

Para concretar la construcción de las estructuras se firmaron convenios
con los Municipios de Lago Agrio y Putumayo, que aportarán con maquinaria
que también será empleada para levantar centros transitorios en Puerto El
Carmen, Dureno, General Farfán y, el más grande, Sansahuari.

Por el momento, la mayor preocupación de las familias desplazadas es la
falta de información sobre sus derechos y obligaciones como refugiados.
Desconocen los alcances del estatuto de refugiados y reclaman la
presencia de un delegado del Acnur o del Consulado de Colombia. "Le
exigimos al Gobierno colombiano que nos atienda; nosotros no te-nemos
porqué estar aquí por culpa de nuestras autoridades que se empeñaron en
llevar adelante el Plan Colombia que nos ha empujado a la misería", dice
Miguel, uno de los líderes de los refugiados.

Aunque el temor y traumas de la guerra poco a poco se han disipado, los
desplazados colombianos aún ven su futuro con incertidumbre. Quieren
encontrar lo antes posible un trabajo que les permita incorporarse a la
comunidad ecuatoriana y "dejar atrás el horror de los combates".

José señala que es indispensable que el Acnur y las entidades de
coordinación les brinden capacitación para emprender proyectos de
microempresas artesanales en el país. "Nosotros no queremos volver a
Colombia, sino vivir en Ecuador, donde todavía se puede estar en paz",
dice con la mirada perdida.

Para atender las necesidades médicas, el Comité de Contingencia también
ha adecuado un puesto de salud en las oficinas de Derechos Humanos, junto
a la catedral. El servicio está a cargo de Médicos sin Fronteras, que
tiene diversos programas humanitarios en la provincia de Sucumbíos.

Para acceder a los albergues, los refugiados deben llenar una ficha de
identificación en la catedral Nuestra Señora del Cisne, en el centro de
Lago Agrio. Luego son entrevistados por una funcionaria del Comité de
Coordinación del Acnur, que confirma su condición humanitaria vulnerable.

Para la construcción de los centros y la manutención de los desplazados
se ha previsto emplear en total 2 175 956 dólares, que es el presupuesto
del Plan de Contingencia. En vivienda se emplearán 933 mil, en
alimentación 900 mil, coordinación 54 mil, agua y sanidad 50 mil, salud
38 mil, transporte 36 300, educación 22 500 y protección mil.

La iglesia de Sucumbíos será la entidad eclesiástica delegada por la
Cancillería ecuatoriana para administrar los recursos del plan. Mientras
que instituciones como la Cruz Roja y Defensa Civil están colaborando en
las tareas humanitarias.

Según los planes de la Cancillería, en los centros de refugio también se
readecuarán instalaciones, tales como baterías sanitarias, por 29 574
dólares; instalaciones eléctricas, 7 808; y cubiertas, 1 542; locales
para cocinas, 25 500; pozos de agua, 10 950; equipamiento 21 900; suelo,
33 600; y dirección técnica de las construcciones, 900 dólares.

300 familias en camino

El flujo de colombianos hacia Ecuador, por 300 pasos de frontera en la
provincia de Sucumbíos, es permanente. Según los testimonios de
refugiados que están alojados en albergues provisionales de Lago Agrio,
en los próximos días llegarán a esta ciudad al menos 300 familias más del
bajo Putumayo.

Se trata de personas que no han logrado abandonar poblados como La Dorada
y La Hormiga, por el paro armado de las FARC y los paramilitares. "Todas
esas familias, en su mayoría campesinas, tratan de salir hacia Ecuador
desesperadamente, pero no pueden por la falta de transporte y por el
riesgo inminente de perder la vida", dice uno de los desplazados.

El arribo permanente de los colombianos hacia la capital de Sucumbíos
tiene muy preocupadas a las autoridades locales. El alcalde de Lago
Agrio, Máximo Abad, denuncia que la reacción del Gobierno para enfrentar
el problema es tardía y de un completo desinterés. "El desplazamiento es
un fenómeno concreto que empieza a crear dificultades a la comunidad que
tiene carencias de todo tipo".

Hasta el momento, según Abad, el Gobierno no ha asignado a la región ni
un solo centavo de los 40 millones de dólares ofrecidos por el canciller
Heinz Moeller para que sean canalizado a través de la Unidad Ejecutora de
la Frontera Norte.

Marco Haro, uno de los coordinadores de la Asamblea de la Sociedad Civil
de Sucumbíos, sostiene que los desplazamientos de colombianos pobres
desbordó las previsiones del Gobierno, que está atrasado en la
construcción de los centros para refugiados. (Texto tomado de El
Comercio)
EXPLORED
en Ciudad Arturo Torres Quito

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