Madrid (España). 01 jul 96. El actual presidente ruso, Boris
Yeltsin, y el comunista Guennadi Ziuganov se enfrentan el 3 de
julio en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales
rusas, pero el triunfador ya es, en realidad, Alexander Lebed,
estrella política de la noche a la mañana.

El general Lebed, nuevo jefe de seguridad de Rusia, comenzó
sin pérdida de tiempo una limpieza de mesas para afirmar su
poder en el aparato estatal.

Su nombramiento como secretario del Consejo de Seguridad
Nacional y consejero de seguridad del presidente Boris Yeltsin
fue rápidamente seguido del alejamiento de los conservadores y
elementos de línea dura de cargos claves de la seguridad.

Aunque la incorporación de Lebed al equipo de Yeltsin fue
presentada como producto de una alianza en pie de igualdad
entre el presidente y el emprendedor general -candidato que
quedó en tercer lugar en la primera vuelta de las elecciones
presidenciales- oficialmente ninguno de los dos cargos que
recibió tienen competencias ejecutivas. Las órdenes que
supuestamente dio al Punto de Mando Central para evitar un
golpe de Estado, supondrían una extralimitación en sus
funciones.

El matrimonio Yeltsin-Lebed luce claramente como unión por
conveniencia, no por elección propia.

El presidente ruso precisa del 15 por ciento de los votos
conseguidos por Lebed, lo que coincide con el interés del
militar candidato por controlar el aparato de seguridad.

El mundo, que veía hasta ahora a un solo político en Rusia,
Boris Yeltsin, empieza a fijarse en otro, el general Alexandre
Lebed, un liberal que podría ser el recambio en la presidencia
de Rusia del año 2000.

Candidato que llegó en tercer lugar en la primera vuelta,
Boris Yeltsin se alió con él al conocer los resultados y le
nombró secretario general del Consejo de Seguridad, dotando al
puesto de amplios poderes.

Lebed no perdió el tiempo, consiguió echar del ministerio de
Defensa a su enemigo personal, el general Pavel S. Grachov, y
precipitó una purga de siete generales más de la vieja
guardia, bajo la mirada complaciente en todo momento de su
mentor, el presidente Yeltsin.

La prensa y las cancillerías de occidente siguieron con
extrema atención todos estos movimientos de un político de
escasa experiencia repentinamente poderoso, cuyo perfil,
caricatura y biografía están a diario en todos los periódicos
del Viejo Continente.

¿Quién es Lebed?

Es la incógnita que se trata de despejar, para explicar la
ascensión más inesperada y rápida que ha habido en Rusia desde
el comienzo de la transición hace cinco años.

Este teniente general, que fue cesado brutalmente el verano
pasado como comandante del 14 Ejército Ruso, es definido por
los medios de comunicación europeos como una mezcla de liberal
y autoritario.

Anticomunista, lo primero que hizo al día siguiente de la
primera vuelta de las elecciones fue recomendar a sus
seguidores que no votaran por Guennadi Ziuganov en la segunda.

Conocido por su mano dura, los demócratas ven con malos ojos
su buena suerte, tanto en Moscú como en las capitales
europeas.

Novicio en economía, Alexandre Lebed se inclina de forma
natural por las reformas y fue elegido por ello como "hombre
fuerte" por un revigorizado Yeltsin, que demostró rápidos
reflejos y gran capacidad de maniobra al captar su fuerza.

Según los analistas

El contenido de su libro "Es indigno de una gran potencia",
publicado en Moscú este año, se analiza con lupa por muchos
comentaristas occidentales para desentrañar el ideario de este
político emergente en la enigmática Rusia.

El tomo tiene la virtud de plantear la gran cuestión de si
Rusia se dispone a entrar en el siglo XXI, como el resto del
mundo, o si va a caer en la tentación de tomar otra vez una
vía aparte.

El general Alexandre Lebed se da cuenta de esta decisiva
elección. No toma definitivamente partido; pero su trabajo
descubre a un hombre de mayor calado del que se pudo haber
pensado a primera vista.

La mayoría de los analistas le describen con la clásica
definición de "un diamante en bruto" y se preguntan si su
actual fulgor va a permanecer o si se desvanecerá como, por
ejemplo, el del vicepresidente Alexandre Ruskoi,
vicepresidente de Rusia entre 1991 y 1993, y los de tantas
otras estrellas más o menos fugaces.

El primer examen que Alexandre Lebed tiene que pasar antes de
seguir adelante es sencillo de enunciado, pero arduo de
solución: reformar las Fuerzas Armadas y someter el crimen
organizado.

Occidente seguirá atento a si aprueba ambas asignaturas,
porque el hombre que hace sólo unos meses no tenía ni
política, ni agenda, ni aliados, ni futuro, se habrá
construido así un sólido porvenir en el inmenso país
euroasiático.

Pinochet ruso

Detrás del militar, hay un electorado que, según el mismo
afirmaba en mayo, se inclinaría en un 85 por ciento a votar
por los comunistas si él no existiera.

Detrás hay también dos equipos con ideologías diferentes: uno
que viene de los antiguos camaradas del Ejército y analistas
del Estado Mayor, que pone el énfasis en el orden y la lucha
contra la corrupción, y el otro, más reciente, formado por
economistas y empresarios liberales, que confían en convertir
a Lebed en el Pinochet ruso.

Aletazos de poder

- Lebed, que dirigió el 14vo. Ejército ruso con sede en el
Trandsniéster moldavo, se hizo famoso por pacificar aquella
región secesionista en 1992. En julio de 1995, sin embargo,
presentó su dimisión por desacuerdo con la orden de
reorganizar la tropa.

- La dimisión fue aceptada por el ministro de Defensa, Pavel
Grachov, y por el presidente Boris Yeltsin.

- Sin mando ni cargo, Lebed, descendiente de los cosacos del
Don que estudió en la Academia de Paracaidistas de Riazán,
entró en política y se asoció a Yuri Skókov, oscuro político
que dirigía el Congreso de las Comunidades Rusas (CCR), de
orientación patriótica. Skókov fue un personaje funesto para
el general.

- Lebed obtuvo un escaño en la Duma (Cámara baja del
Parlamento) por méritos propios en la circunscripción de Tula,
y llegó al Parlamento en enero como un lobo solitario, el
animal con el que se siente más identificado, y cuya imagen
cuelga en una pared de su despacho.

- El general conoció al ministro de Defensa Grachov, que fue
su jefe al principio de su carrera, cuando era teniente, en
1973.

- En agosto, Lebed, vicejefe de las Tropas de Paracaidistas de
Preparación Militar e Instituciones de Estudios Superiores,
fue enviado a custodiar el Parlamento ruso durante el intento
de golpe de Estado de agosto de 1991.

- Se limitó a cumplir las órdenes que le dieron sus
superiores. Primero custodió y después, de paisano, fue en una
misión de reconocimiento por orden del Ministerio de Defensa
de la Unión Soviética, que apoyaba a los golpistas, para
planear un eventual ataque, que no llegó a realizarse, junto
con las tropas especiales Alfa.

Por ahora, la vicepresidencia

Alexandre Lebed, propuso ayer el restablecimiento, para él,
del puesto de vicepresidente, declarándose favorable a la
creación de un Gobierno de coalición después de la elección
presidencial, en una entrevista acordada a la televisión
pública RTR.

Ese puesto fue suprimido luego de la insurrección
parlamentaria de octubre de 1993 contra Yeltsin, en la cual
tomó parte el vice-presidente de la época, Alexandre Routskoi,
pero según Lebed "la situación ha cambiado desde entonces".

Sugirió que el candidato comunista, Guennadi Ziouganov, o uno
de sus partidarios podría participar en ese nuevo gabinete
como "Ministro de la Protección Social".

Habla la alianza

¿Por qué se ha decidido tan rápidamente por Boris Yeltsin?

Porque en nuestro país compiten dos ideas, ambas con casi
igual número de partidarios: una vieja y decrépita que exigió
a nuestro país 12 millones de muertos, y una nueva conforme a
la cual hoy vive todo el mundo.

¿Quiere cambiar el curso de la reforma o al presidente?

El lado práctico de las reformas debe ser mejorado... No me
parece útil susurrar cosas al oído del presidente.

¿Qué papel desempeñó en su decisión el hecho de que Yeltsin
declarase que veía en usted a su sucesor en el año 2000?

Ninguno. Eso me deja completamente frío. Ya sabe: no soy un
hombre impaciente.

¿Satisface sus ambiciones no llegar a ser el amo del Kremlin,
sino un funcionario como secretario del Consejo de Seguridad ?

Por supuesto que no. Es una etapa intermedia. Ahora tengo la
ocasión de cumplir mis promesas electorales: orden en el país
y seguridad para los ciudadanos.

¿Qué atribuciones ha asumido para ello?

Deseo poderes adicionales del presidente. En cuanto los tenga
se harán públicos. No tiene ningún sentido hablar de ello de
antemano.
Antes que usted desempeñaron estas funciones personas
ambiciosas que después fueron destituidas sin miramientos.

R. ¿Y bien?

Su nombramiento estuvo unido a la destitución del ministro de
Defensa, Pavel Grachov. ¿Pidió la cabeza de su compañero de
armas?
No soy rencoroso; las cosas han salido así. El ministro de
Defensa estaba desgastado. Permitió que el Ejército vegetara
en condiciones inhumanas. Yo no podía tolerar más esa
situación, porque amo al Ejército. (Tomado de El País)
(EFE-IPS) (Diario HOY) (9A)
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