LA SERIEDAD DE LOS ECONOMISTAS. Por Alberto Acosta
Quito. 03.11.91. (Editorial) Precedido con un halo de
sabidurÃa y con una hoja de vida impresionante, se dirigió al
nutrido público el doctor Peter Whitney, asesor especial de
PolÃticas Económicas de Asuntos Interamericanos del
Departamento de Estado. Conocedor de medio mundo y estudioso
de varias ciencias, Whitney llegó para convencernos a los
economistas de América Latina y el Caribe, reunidos
recientemente en Quito, de las bondades de la Iniciativa para
las Américas de su presidente George Bush.
Con un español casi impecable desarrolló su disertación. Los
ejemplos de liberalizaciones y privatizaciones se engarzaron
en una argumentación que preparaba el terreno para dicha
Iniciativa, que ya no es nueva y que nunca fue novedosa. Esta
apareció, con sus tres pilares básicos -comercio, inversión y
deuda-, apuntalados por lo ecológico, como La Propuesta que
conducirÃa a los latinoamericanos al fin de un perÃodo sombrÃo
de estatismos y de inútiles esfuerzos industrializantes.
Para su instrumentación existen las medidas correctas dijo.
Es más, no hay otras. Esas son las únicas que debe recomendar
y aplicar todo economista serio, afirmó con absoluta
convicción este mÃster: tipos de cambios flexibles, mecanismos
de precios libres, total liberalización comercial, férrea
disciplina fiscal, privatizaciones... Un asunto fácil para
Whitney, que se cuidó de mencionar las causas internas que
motivaron a su paÃs para desatar tanto alboroto por esta
propuesta.
Este archiconocido mensaje, repetido en tantas ocasiones, al
parecer ha caÃdo en tierra fértil. Cada vez hay más
economistas dispuestos a asumir estas recetas con entusiasmo,
y sin crÃtica alguna, como se vio también en dicha reunión.
Ya no sorprende que responsables del manejo económico se
muevan con admirable soltura en medio de los ritmos
transnacionales. Es más, algunos de estos yuppies locales
-masculinos y femeninos- hasta se resentirÃan si se les
considera como simples intérpretes de una polÃtica de
inspiración foránea. Tanta es su convicción que casi se
consideran los "inventores" del neoliberalismo...
Y para justificar sus elevadas posiciones, estos ágiles
asesores y trepa-cargos, nuevamente sin distinción de sexos,
despliegan sus ideas con un lenguaje cada vez más complejo.
La dificultad en la formulación de cualquier cuestión es señal
de coherencia y sapiencia. Su credibilidad está garantizada
por dicha solemnidad y por el entusiasta seguimiento del único
camino, definido sin pestañar por Whitney.
Además, un economista serio no tiene que plantearse cuestiones
sociales o valores éticos. Como afirmó un tal Nassan Senior
en el siglo pasado, un economista no necesita ni debe asesorar
o pronunciarse sobre estos temas. Debe ser un técnico de una
ciencia casi matemática, carente, obviamente, de valores
morales. AsÃ, cuando el director de una fundación europea
reclamó la necesidad de mayor equidad y justicia social como
requisito indispensable para lograr el crecimiento y el
desarrollo económico, Whitney, con la seriedad del caso, creyó
oportuno señalar que los problemas de justicia deben ser
resueltos por los juzgados...
Está claro que con su mensaje no solo presentó la conocida
Iniciativa de su jefe, a la cual la defendÃa desmontando a
priori cualquier crÃtica posible, sino que de paso buscó
debilitar la posición de aquellos economistas que no han
olvidado que su ciencia es eminentemente social (Aunque eso
sÃ, él no desperdició esta oportunidad para aguijonear a la
Revolución Cubana). El mensaje de Whitney fue claro: aquellos
profesionales que buscan la controversia, que no se dejan
llevar por los vientos de la moda y que quieren explicar las
causas y las interrelaciones de la miseria y la opulencia, el
desamparo y la prepotencia, la dependencia y el imperialismo
demuestran sÃntomas inequÃvocos de falta de seriedad. Y una
señal evidente de deficiente preparación, si todavÃa más
pretenden explicar al vulgo estos problemas, con ideas
inteligibles e interesantes. (4A)
en
Explored
Autor: Alberto Acosta - Ciudad N/D
Publicado el 03/Noviembre/1991 | 00:00