"JAULA", DE MARCO ANTONIO RODRIGUEZ. Por Fernando Tinajero
Quito 24.11.91. Los textos de Marco Antonio RodrÃguez exhiben
una indudable reciedumbre ética que apuesta por la vida. Para
probarlo ha publicado ahora su libro "Jaula", que continúa -o
supera- la ruta iniciada con su inolvidable "Historia de un
intruso" y prolongada en las piezas corrosivas que componen
"Un delfÃn y la luna". La vida: nombrarla es fácil, pero es
duro vivirla como lo sabe cualquier. ÂCómo será duro
escribirla como la escribe Marco Antonio! Escribirla: esto
quiere decir vivirla dos veces o acaso diez. Porque escribir
como escribe Marco Antonio, convocando al papel rostros y
paisajes, experiencias y fantasÃas, sueños que se agotaron en
sà mismos y dolores que han permanecido en el tiempo, no es
solamente recordar lo vivido: es volverlo a vivir,
re-producirlo. Esto significa que Marco Antonio RodrÃguez es
uno de esos escritores que hacen de su obra una especie de
espejo de sà mismos, sin que por ello puedan ser tildados de
ningún solipsismo narcisista. "Yo me he investigado a mà mismo
-decÃa Montaigne- pero cualquiera que repase sus ensayos
encontrará que nada es más ajeno a sus páginas que el egoÃsmo.
El yo, con sus desconcertantes vericuetos, puede ser también
un nosotros absoluto, a condición de que aprendamos a mirarlo.
Y es ese aprendizaje el que ha llevado a cabo Marco Antonio,
cuya literatura es el protocolo de un viaje interminable que
comenzó en los entresijos de su conciencia para volcarse hacia
los otros, sin que por ello la conciencia haya quedado en el
olvido. La explicación de esta paradoja, sencilla y difÃcil a
la vez, pasa indudablemente por el rechazo del otro como
objeto.
Ninguna lectura de los textos de Marco Antonio RodrÃguez, por
distraÃda que sea, puede percibir a sus personajes como
objetos. Cualquiera que sea su condición, y al margen de su
plural talante, todos los personajes de este creador
(suficientes para formar ya una galerÃa memorable) son
capaces de sorprender por su espesor subjetivo. Marco Antonio
los reinventa a partir de su experiencia, pero nunca los mira
desde afuera: sus propios conflictos interiores,
incomprensibles aún para su propia lucidez, se plasman en
personalidades diferentes definidas por una historia
individual que les hace inconfundibles, pero al mismo tiempo
dueños de un carácter general que es dado por la historia de
todos -por esa misma historia que Marco Antonio descubre en sÃ
mismo como sustrato profundo de un ethos colectivo.
Quiero decir que Marco Antonio, acaso sin habérselo propuesto,
ha llegado a esa que probablemente sea la más difÃcil sÃntesis
del arte: aquella por la cual cada obra se constituye en
expresión particular de lo general (...)
Como insinué al estudiar "Un delfÃn y la luna", la literatura
de RodrÃguez guarda un estrecho parentesco con su precursora
palaciana, con la remarcable diferencia de que el discÃpulo ha
superado al maestro en la densidad expresiva del lenguaje.
Pero no, el parentesco que yo insinuaba entre RodrÃguez y
Pablo Palacio no es tan simple, no puede reducirse a fáciles y
externas semejanzas. Va más allá, y a mi juicio ni siquiera se
sitúa en el nivel de la escritura, pese a que en él ya se
ubican las ya mentadas diferencias de densidad expresiva. Se
trata de un parentesco de intención, de sentido o, si se
quiere, de actitud ética fundamental. Palacio pretendÃa
desenmascarar las grandes y solemnes realidades que han sido
confundidas con la realidad; RodrÃguez desmitifica las
realidades cotidianas restituyéndoles la inesperada grandeza
que se oculta bajo su propia mezquindad (...)
Lo que circula por las páginas de "Jaula" es la ternura.
Ternura que se nutre de soledad e incertidumbre y que nos pone
al borde de las lágrimas -que es como decir al borde de
nosotros mismos-. Quien no sea capaz de recuperar su propia
infancia al leer este libro, tiene que aprender a leer. Porque
"Jaula", que habla de la más secreta intimidad de Marco
Antonio, habla también de nosotros, y nos pone (tal como se ha
puesto Marco Antonio) ante las situaciones-lÃmite que todos
los hombres encontramos en la vida: el amor, la lealtad, la
muerte, Dios y la locura.
en
Explored
Ciudad N/D
Publicado el 24/Noviembre/1991 | 00:00